La publicación de estos apuntes sobre Historia Argentina, no tienen otra pretensión que prestar ayuda, tanto a estudiantes como a profesores de la materia en cuestión.

Muchos de ellos, simplemente son los apuntes confeccionados por el suscripto, para servir como ayuda memoria en las respectivas clases de los distintos temas que expusiera durante mi práctica en el Profesorado. Me daría por muy satisfecho si sirvieran a otras personas para ese objetivo.

Al finalizar cada apunte, o en el transcurso del mismo texto se puede encontrar la bibliografía correspondiente a los diferentes aspectos mencionados.

Al margen de ello invitaremos a personas que compartan esta metodología, a sumarse con nuevos apuntes de Historia Argentina.




Profesor Roberto Antonio Lizarazu

roberto.lizarazu@hotmail.com



miércoles, 30 de mayo de 2012

Doctor Elpidio González


El DOCTOR.ELPIDIO GONZALEZ Y EL ORIGEN DE LAS JUBILACIONES DE PRIVILEGIO


Enviado por: Contador Carlos Andrés Ortíz

Es a un radical, o mejor dicho, a un yrigoyenista, a quien le debemos el comienzo de esta práctica que hoy todos repudiamos -ya que se ha convertido en sinónimo de falta de ética y aún de corrupción-, al Dr..Elpidio Gonzalez.

He aquí la historia:

Después de haber trabajado en política toda su vida y de haber ejercido varios cargos públicos, entre ellos Vicepresidente en la presidencia de Alvear, se retiró de la política y nadie supo más de él.

Cierto tiempo después un diputado en funciones lo vio en las recovas de Once, con una valija, vendiendo betunes, pomadas y cosas afines, por lo que se dijo: “no puede ser que alguien que ha dado tanto por la Patria viva en estas condiciones”. Presentó en el Congreso una Ley que permitiera darle al viejo político una vejez decente y así fue aprobada la primera Jubilación de Privilegio.

Pero he aquí lo más sabroso de esta historia: Cuando le fueron a dar la noticia al viejo caudillo, éste la rechazó diciendo: “que mientras tuviera dos manos para trabajar, no necesitaba limosnas”.

Una anécdota en un tranvía

Cierto domingo de un frío invierno, al mediodía, un anciano, pesándole más los años que el maletín de gastado cuero cargado de betún y anilinas Colibrí para los zapatos con que se ganaba la vida, vistiendo un traje gris, pobre y limpio y la barba, larga pero cuidada, subió a un tranvía.

Después de sacar el boleto se sentó al lado de un señor que venía leyendo un libro.

-“Cantos de vida y esperanza”, un buen libro de Rubén Darío. -le dijo el anciano al pasajero lector, y luego se enfrascó en sus cosas sin prestarle más atención.

El anciano contaba ahora, algunas monedas que había obtenido de la venta del día.

-Y sí, es él, -pensó el lector; ese al que ahora se le caía una moneda de un peso y se levantaba cansinamente a recogerla. Era él, el mismo que decían que vivía en un cuarto de la calle Cerrito que se venía abajo; el mismo que había rechazado una pensión que le correspondía; el amigo de Yrigoyen; el vicepresidente de Alvear... el que tampoco aceptó una casa que el gobierno quiso darle para que viviera como merecía. Sí, era Elpidio Gonzalez.

El viejo político, con la moneda recuperada en su mano, jadeó un poco. Se había agitado al agacharse a recogerla. Y, como justificándose, dijo a su vecino al sentarse nuevamente junto a él:

-Si no la uso para limosna, la usaré para comer.

Y en la siguiente parada se alejó hacia la puerta trasera, como un espectro, para irse.

- ¡Oiga, señor González! -le dijo el viajero-, sírvase guardar el libro que le agrada con usted. Sería un honor para mí que lo aceptara.

El anciano le miró agradecido y, cerrando los ojos, le dijo con convicción y humildad:

-Un funcionario, aunque ya no lo sea, no acepta regalos, hijo. Y, además, recuerdo bien a Darío, mejor que a los precios de las pomadas:

 “...y muy siglo diez y ocho, y muy antiguo, y muy moderno; audaz, cosmopolita; con Hugo fuerte y con Verlaine ambiguo, y una sed de ilusiones infinita… ”

Después de recitar su estrofa, tras la parada, el anciano bajó del tranvía y se perdió en la historia, con toda la riqueza de su pobreza- guardada en un maletín viejo, lleno de pomadas, y de unas pocas monedas escurridizas.

Un hombre olvidado, quizás, porque es un espejo en el cual muy pocos -o acaso nadie en la política argentina de hoy- pueda mirarse... ELPIDIO GONZALEZ

Y si quieres perder un poco más de tiempo, puedes leer la síntesis de su biografía y rescatar del olvido a alguien que vale la pena-

Había nacido en Rosario, el 1 de agosto de 1875 donde realizó sus estudios primarios y secundarios para seguir, en 1894, la carrera de derecho en la Universidad de Córdoba a los 19 años.

Al mismo tiempo que comenzó su vida universitaria, se inició en la vida política. Y en ese camino descubrió al caudillo que seguiría toda su vida: a Hipólito Yrigoyen y participó en la revolución de 1905, cuando tenía treinta años, terminando preso, por primera vez.

En 1912, a los 37 años, después de la sanción de la ley Saenz Peña, fue elegido diputado nacional. Ese mismo año, lo eligieron en el seno de su partido para encabezar la fórmula para gobernador de la provincia de Córdoba, posibilidad que rechazó pues había sido elegido para el cargo de diputado y no podía defraudar a sus electores. Cuatro años después, cuando él contaba 41, fue elector de la fórmula Yrigoyen - Luna y, nuevamente, diputado nacional por Córdoba.

Entre 1916 y 1918, enfermo, fue ministro de Guerra -cargo del ejecutivo que equivale al del actual ministro de Defensa- y de 1918 a 1921 -entre los 43 y los 46 años de edad- fue Jefe de Policía de la Capital. En 1921, además, fue elegido presidente de la Unión Cívica Radical.

Y luego, la historia grande.

Renunció a ese cargo y participó en la puja electoral. Volvió después a la jefatura de Policía. Y en los comicios presidenciales del 2 de abril de 1922, integró el segundo término de la fórmula triunfante, junto al aristocrático Máximo Marcelo Torcuato de Alvear, en los años de la Argentina venturosa, llena de futuro, de sueños, de proyectos y, por eso, de esperanzas. Ganaron por 460.000 votos, contra 370.000 de todos sus opositores. En ese gobierno, nuestro hombre representaba la línea de Yrigoyen. Era, además, -como vicepresidente de la República- Presidente del Senado, donde fue permanentemente atacado por los alvearistas, en un radicalismo partido en dos.

En 1928 fue ministro del Interior, durante la segunda presidencia de Yrigoyen, hasta las vísperas de la revolución del 6 de setiembre de 1930, que derrocó a su jefe. Luego, la prisión, hasta los 57 años. Y un largo período de alejamiento de la política, cuando, muerto Yrigoyen, prefirió seguir otros caminos, los del ciudadano común, que nada extrajo de la vida pública para sí.

En 1945, cuando tenía 70 años, retomó la bandera yrigoyenista: un último alarde de lealtad a las ideas que él creía que encarnaba el líder que había seguido fervorosamente. Y después nada conocido, excepto que un día, como cualquier otro, en su vejez, rechazó toda pensión del estado que le correspondiera.

Lo recordamos, había sido: diputado nacional, ministro de Guerra, jefe de Policía, vicepresidente de la República, ministro del Interior y, finalmente, preso político durante dos años, tras el derrocamiento del gobierno democrático de Yrigoyen, que integraba.

Y hasta en la hora de su muerte (18 de Octubre de 1951, en Bs. As.) fue austero, humilde. Esto dejó escrito en su testamento:

 “Pido ser enterrado con toda modestia como corresponde a mi carácter de católico, como hijo del seráfico padre San Francisco, a cuya Tercera Orden pertenezco, suplico con amor de Dios, la limosna del hábito franciscano como mortaja y la plegaria de todos mis hermanos en perdón de mis pecados y el sufragio de mi alma”.

No solamente hizo lo debido, sino que honró su actividad pública en demasía, con un desprendimiento superior al que se le puede pedir a un funcionario.

La Nación, en Octubre de 1951 así notició su fallecimiento: “Su paso por los altos cargos públicos no había significado para él un enriquecimiento material. Pobre, muy pobre, hizo frente al violento cambio de la fortuna con estoica simplicidad”.

domingo, 27 de mayo de 2012

Colonia del Sacramento



FUNDACION DE LA COLONIA DEL SACRAMENTO. SUS CONSECUENCIAS EN EL RÍO DE LA PLATA.


Por: Roberto Antonio Lizarazu

La unificación peninsular. La península ibérica se encontró unificada durante poco más de ochenta años. Desde 1580 hasta 1668  España y Portugal permanecieron unidas bajo el imperio de la Casa de Austria. La fórmula que se encontró para la denominación del monarca de esos años fue la siguiente: “Hispaniarum et Portugalliae Rex”.

Intentaré resumir lo más brevemente posible los pormenores que llevaron a que la Casa de Austria, -así como unas décadas antes sucedió con España- a quedarse con el dominio de Portugal. Durante el siglo XVI, como resultado de la muerte del Rey de Portugal, Sebastián Iº el 4 de agosto de 1578,  en la Batalla de Alcazarquivir, entre Portugal y Marruecos; su tío, el rey de España Felipe II, hijo de Isabel de Portugal y por tanto nieto del Rey Manuel I de Portugal, hizo valer su reclamación al trono portugués. Pero como además de los derechos se debe tener la fuerza para ejercerlos,  en junio de 1579 envió al Duque de Alba y su ejército a Lisboa para asegurarse la sucesión, cosa que sucedió al vencer al otro pretendiente, Don Antonio de la Casa de Braganza.

Durante esta unificación, y motivado por la importancia que estaba adquiriendo la colonización portuguesa en nuestra zona, en 1643 el virrey del Perú, el gobernador don Gerónimo Luís de Cabrera, ordena realizar un “Censo, Auto y Diligencia sobre el Registro y Desarme de los portugueses, asentados en Buenos Aires, Corrientes y Santa Fe”.  

Realizado el censo es sobre los resultados del mismo, que  el doctor Manuel Ricardo Trelles, publica: “Los portugueses en el Río de la Plata  editado en la Revista del Archivo General de Buenos Aires,  T. m. pp 142-263, 1871 (1) y nos detalla sus interpretaciones.

“Es posible estudiar un importante sector de la sociedad de la época, su procedencia, actividades, su vivienda y chacras. Casados con portuguesas o con hijas y nietas de los conquistadores (castellanas de nación), son fecundos como ninguna otra raza, pues casi todos alcanzan de a cuatro y hasta siete hijos machos y hembras. Eran comerciantes, hacendados, herreros, calafates, carpinteros, plateros y gente de mar”.

“Allí encontrarán sus más antiguos antepasados muchos de nuestros Álvarez, Díaz, Rodríguez, Acosta, Paredes, Flores, Méndez, Guerra, Machado, González, Ferreira, Rivero, Sierra, Núñez, Maciel,  Suárez, Silva, Pintos, Carballo, Rocha, Fernández, Fonseca, Correa, Gómez, Olivera, Cabral, Pérez, Pino, Pereyra, Sosa, Vieyra, Ávila, Juárez, Báez, Herrero, Espinosa, Castro, Madero, Barbosa, Reyes y otros. A pesar de todas las prohibiciones previas a la unificación de la península, los portugueses se hallaban incorporados a la población española, a la indígena y a la africana, dando origen a la entidad argentina. De acuerdo al censo, en Buenos Aires, Corrientes y Santa Fe, los portugueses se encontraban totalmente integrados al medio social conformando una sola unidad”.

La Nova  Colónia do Santíssimo  Sacramento. Cuando aún se mantenía la unificación peninsular, en los primeros días de enero de 1680 se erige frente a la ciudad de Garay, La Colonia del Sacramento, fundada por el Maestre de Campo Manuel de Lobo; y una de sus primeras utilidades fue la de servir de refugio a los acusados de  cristiàos novos”  provenientes de Río de Bahía y de Pernambuco. En materia de la aplicación del Santo Oficio, los portugueses -ahora unificados con los españoles- eran mucho más rigurosos que estos últimos. Llega a Río de Janeiro el obispo Francisco de San Jerónimo, delegado del Santo Oficio de Lisboa y comienza una cacería de “marranos”  al mejor estilo de Savonarola. La Colonia del Sacramento se transformó en la tierra prometida de los “cristiáos novos” y esa fue una de las causas de su rápido crecimiento demográfico de esa época. También hay que considerar que La Colonia servía de puerta de ingreso a todo el territorio colonial hispánico. Como veremos más delante  las quejas de las autoridades del Alto Perú del arribo de estos nuevos inmigrantes. (2)

Pero esa fue una de sus utilidades, la otra, ya no es tan sancta. Esta fundación fue para los vecinos de Buenos Aires, vivillos desde siempre, la solución a la limitación del monopolio con la metrópoli y se constituyó en una especie de cabecera de puente entre el Brasil y las Provincias del Río de la Plata, por donde habría de continuar permanentemente, el intercambio “no oficial” de mercaderías y de esclavos. Este intercambio se practicó siempre, antes de la unificación, durante la misma y se incentivó luego de la nueva separación como naciones independientes.

Esta fundación representó para los vecinos de Buenos Aires, desde el punto de vista económico, una gran oportunidad ya que ante lo engorroso de comercializar los frutos de la tierra por la vía designada por el Rey, tuvieron la oportunidad de hacerlo con los lusitanos de la otra orilla del río y para ello nada mejor que La Colonia con sus vastos almacenes, donde entregaban los productos de nuestra campaña y recogían los artículos industrializados en Europa. Fue una fuente de riqueza para los comerciantes y la causa de la ruina de las arcas del estado colonial de turno. (3) Respecto de los habitantes de a pié,  habría que escuchar la opinión de algún sociólogo con conocimientos de la economía para opinar si resultó mejor o peor para ellos.

También existieron otras dificultades derivadas de esta situación del comercio “no oficial”. La confluencia en un solo punto (Buenos Aires-Colonia-Buenos Aires) de casi todo el comercio de una dilatada comarca suscitó recelos de la burguesía y del comercio limeño, que se retrajo sobre si mismo y dejó de comerciar por Buenos Aires. Buscaron otros medios “no oficiales” pero más cercanos.  

También el Santo Oficio portugués, inquieto por la deserción de mucha gente, que se pasaba a las posesiones españolas cuyas autoridades eran más laxas en materia religiosa, “degradaba a su tierra de origen”  (4). La presentación de Gabriel de Aldunate y Rada (4) del 28 de julio de 1694, pidiendo que la corona tome medidas al respecto porque los portugueses que ingresaban, llegaban en su migración hasta el Alto Perú,  es bastante explícita: “…porque entre los que han desertado de la Colonia a nuestra población, pasan muchos que fueron a la Colonia degradados y prófugos, que se pasan para vivir encubiertos y vagando entre aquella dilatada nueva cristiandad y porque se hacen dueños de la tierra, pues ya lo son de las faciendas del río  (Uruguay) como situados en los mejores parajes. Nuestros montes los sustentan de maderas, nuestros campos de sus frutos, y las campañas de los ganados. Han prosperado comerciando con Brasil desde La Colonia.”

La corona simula tomar medidas, porque no hay que perder de vista que la misma corona reina en ambas naciones. Proclama en 1736 una Real Cédula en Aranjuez, que ordenaba expulsar a los que arribaban ingresando por La Colonia. Pero la medida fue dejada en suspenso “in eternum” primero por el Consejo de Indias y luego por el Gobernador de
Buenos Aires don Miguel de Salcedo.

El 18 de enero de 1746, el nuevo gobernador, don José de Andonaegui dicta una acordada que es todo un ejemplo de cómo un gobernante transforma en lícito algo ilícito. Incluso contradiciendo una Real Cédula, la de Aranjuez. Pero todos están en la “inteligentzia”  desde el monarca para abajo que no era para cumplirla, era solo era para llenar las formalidades del caso.

Dice Andonaegui aludiendo al intercambio ilícito entre Buenos Aires y Colonia que: “Es contagio general  y muy radicado en el pueblo,  que no hay quien declare la verdad. Por ser el pueblo grande, la mayor parte vive del comercio y en habiendo falta de género, no hallan en qué emplearse y tienen por cosa lícita traer de donde puedan”. (5)

Otra de las consecuencias de la fundación de La Colonia, fue que aprovechando la creciente prosperidad de la zona, entra en escena un nuevo actor. Un numeroso grupo de comerciantes peninsulares, oriundos en su mayoría del norte de España: gallegos,  asturianos, cántabros y vascos, y que según nos explica Juan Agustín García, en La Ciudad Indiana(3) “Buenos Aires rápidamente se convirtió en un apeadero de polizones y punto de arribo de cuantos emigraban de la Península en busca de la felicidad por medio del intercambio fácil y sin impuesto. El encumbramiento en el Río de la Plata de algunos personajes y familias de esa procedencia está fundamentado en el tráfico ilícito con la Colonia del Sacramento- Muchos de ellos que ostentaban riquezas de origen absolutamente ignoto, no tardaron en fusionarse con los antiguos vecinos y mercaderes. Y allí tendrá su raíz la futura burguesía comercial y terrateniente porteña; y no pocos de los que mostraron luego con orgullo sus añejos pergaminos y blasones”.

El nuevo estado comercial que goza Buenos Aires, produce en poco más de un siglo una sustancial modificación en la economía, primero de la Gobernación y luego del Virreinato que usufructúa Buenos Aires. La burguesía cada vez más rica y el estado cada vez más pobre. La ciudad de Garay dejó de ser un simple contacto entre las Provincias y el exterior para transformarse en el punto de exportación de todos los frutos del país. Los lícitos en franca minoría hacia España y los ilícitos, que eran la gran mayoría incluyendo los esclavos,  vía La Colonia del Sacramento, primero hacia Brasil y de ahí al resto de los mercados mundiales.

En lo que parece ser una constante histórica de las diversas colonias que se liberan de sus metrópolis, ese momento histórico que se llena de súbito patriotismo, se da precisamente cuando las colonias reparan que las metrópolis ya les es innecesaria. Los portugueses fueron responsables en gran medida de todas esas transformaciones producidas en Buenos Aires y ellos fueron, a sabiendas o no, los responsables de la independencia económica de las Provincias del Sur, las que en pocas décadas más habrían de luchar con las armas por la emancipación política.


Fuentes Documentales

(1) En 1871 el Archivo General de Buenos Aires, es lo que a partir de l884, en la primera presidencia de J. A. Roca, sería el AGN.
(2) (5) Torre Revello, José Miguel. “Nuevos Datos para el estudio de la Inquisición en el Río de la Plata en Humanidades, T. XX, La Plata, 1930, pp. 317-339.  
(3)  Los señores lectores pueden leer en este mismo sitio la nota del suscripto “Los Vales Patrióticos de Liniers” de fecha 2 de mayo de 2012, donde se menciona el estado de quiebra permanente del estado virreinal.
(4)  Gabriel de Aldunate y Rada. Maestro de Campo, Corregidor de la Provincia Lacareja. Tenía como títulos anexos los de General, Justicia Mayor y Alcalde de Minas y Registros. Residía en La Paz.
(6) Juan Agustín García. La Ciudad Indiana. Editorial Coni, Buenos Aires, 1986.




miércoles, 23 de mayo de 2012

Central nuclear

NOTABLES AVANCES DEL PLAN NUCLEAR
Por: Contador Carlos Andrés Ortiz 
Después de un muy largo paréntesis, la actividad tecnológica nuclear resurgió con mucha fuerza en Argentina. Ese es un hecho concreto, del que debemos estar muy orgullosos todos los argentinos de bien, que amamos sin tapujos ni vueltas a nuestra Patria Argentina, por encima de banderías y mezquindades.            
Durante el muy negativo “proceso”, fue la clara visión y la patriótica firmeza del Contralmirante Carlos Castro Madero, la que impidió los planes de desmantelamiento que tenía en sus planes Martínez de Hoz.
Es de recordar –muy enfáticamente- que uno de los objetivos prioritarios del “proceso” era retrotraernos a la economía pastoril, ya caduca en la crisis de 1929, y acorde a eso el gobierno cívico - militar implementó la sistemática política de destrucción económica, des industrialización forzosa y desguace de todo el sector tecnológico argentino. En ese marco de perversiones socio económicas, tomó mucho mayor relieve el desarrollo nuclear que apuntaló la gestión de Castro Madero, acentuando la importancia del Sector Nuclear, fundado por Perón en 1950, como todo un hito del desarrollo tecnológico argentino.       
Completado el ciclo nuclear con tecnología propia- otro hito tecnológico trascendente- en su función de presidente de la CNEA (Comisión Nacional de Energía Atómica), comunicó la muy buena nueva al por entonces nuevo Presidente de la República, Raúl Alfonsín. Lejos de potenciar aún más el desarrollo nuclear, el medroso alfonsinato cometió uno de los varios gruesos errores estratégicos (si no fue error, fue manifiesta mala fe), paralizando el Plan Nuclear, congelando las vacantes en la CNEA, y reduciendo de hecho el presupuesto asignado a este estratégico sector tecnológico argentino.
En la  década del ’90, con los tecnócratas neoliberales encaramados al poder ejercido con inusitado despotismo, el desguace acelerado y “al como sea” del Estado era la consigna del “pensamiento único”, repetido machaconamente por los mercenarios de la comunicación.
Sin duda intentaron hacer desaparecer completamente al Sector Nuclear, lo cual fue expresado muy claramente por el nefasto dúo Cavallo – Bastos, quienes concretaron privatizaciones parciales, pero afortunadamente no lograron transformar Atucha II en una vulgar central a gas, ni desarticular completamente a la CNEA y al todo el Sector.
Una gran bocanada de aire fresco, fue ganar la licitación para vender un reactor nuclear a Australia, venciendo en el proceso a las megas potencias, incluyendo a Gran Bretaña. De allí proviene el encarnizamiento de los perros de presa “vestidos de verde” del vetusto imperio, atacando permanentemente al Sector Nuclear Argentino, con Greenpeace y WWF como arietes principales operados por y para Gran Bretaña. Esta operación se concretó en plena crisis terminal de Argentina, lo cual dio más importancia al logro de por si sobresaliente.
Cabe destacar que desde 2006, se relanzó con mucha fuerza el Plan Nuclear, terminándose Atucha II, comenzándose efectivamente el CArEM (congelado desde los '80), se trabaja en la Cuarta Central, se volvió a producir agua pesada, se incorporaron profesionales jóvenes (cuyos ingresos estuvieron congelados desde mediados de los '80, por decisión de Alfonsín - Lapeña, y sucesores), y otros ítems recientes que muestran el fuerte impulso a esta actividad tecnológica. Como dato, el presupuesto de la CNEA se multiplicó por ocho, siendo ello parte indudable de las medidas de heterodoxia económica.
Adicionalmente se iniciaron los trabajos de repotenciación de la Central Embalse, que prolongarán la vida útil e incrementarán levemente su potencia.
En forma paralela, se trabaja en incrementar los servicios a la comunidad, tanto en medicina nuclear, como en otros diversos usos pacíficos de la tecnología nuclear.
En todo ese excelente contexto de concreciones muy positivas, y de avances tecnológicos en un área de tecnología de punta en la cual Argentina es por méritos propios uno de los países líderes mundiales, algunas acciones de mediocridad política, como las inconsistentes oposiciones del senador formoseño Luis Petcoff Naidenoff, plegándose al falaz alarmismo de sectores del fundamentalismo ecolátrico, pasan al negativo anecdotario de la politiquería de muy bajo vuelo.
Del mismo paupérrimo nivel de irracionalidad es la postura de algunos legisladores misioneros que en el colmo de la incoherencia, manifiestan querer suplantar las grandes hidroeléctricas binacionales, con las minúsculas micros turbinas hídricas; que es como querer construir una autopista, utilizando palitas de juguete de los enanos de adornos de jardín. Pero esta ya es otra historia.



domingo, 20 de mayo de 2012




MANUELITA ROSAS

Por: Doctor Julio R. Otaño

Nació en Buenos Aires el 24 de mayo de 1817, hija de Juan Manuel de Rosas y Encarnación Ezcurra y fue bautizada con los nombres de Manuela Robustiana, ese mismo día, por el doctor José María Terrero. Se educó en la ciudad, en la calle de la Biblioteca (hoy Moreno y Bolívar) pero iba con frecuencia a las estancias de su padre del Pino (o San Martín) y Los Cerrillos.                          

Manuela jugaba con sus primas, vigilada por negras fieles e indias mansas, que era el personal domestico de las familias porteñas. Además se rodeo de amigas que le fueron fieles toda su vida   La "princesa de las pampas" Manuela tenía apenas 18 años, cuando su padre subió al poder por segunda vez. Y desde entonces vivió en compañía suya, hora por hora; cosa que jamás le había acontecido antes de esa época, en que la vida de Rosas cambia completamente en su modo de ser doméstico.

Al fallecer Encarnación, la madre, Manuelita pasó a desempeñar funciones de anfitriona y colaboradora del padre, aunque su papel político fue diferente al cumplido por su madre. "Tampoco es cierto que yo tomase parte alguna oficialmente de asuntos públicos o políticos durante la Administración de mi querido padre, cuando creo, que hice cuanto me fue dado para desempeñarme en los actos privados y sociales con la dignidad que correspondía a nuestra posición."

Por su simpatía y bondad conquistó la adhesión de cuantos la trataban y conoció la adulación y el halago interesado. El escenario natural de la vida pública de Manuelita fue Palermo. En esa mansión levantada por el Restaurador sobre terrenos pantanosos y que el convirtió en jardines tuvo Manuelita el marco para sus deberes sociales.  Un enemigo político de su padre el escritor José Mármol la describe así: "el nombre de Manuela Rosas es ya una propiedad de la historia. Manuela oye a todos; recibe a todos con afabilidad y dulzura.                 

El plebeyo encuentra en ella bondad en las palabras y en el rostro. El hombre de clase halla cortesía, educación y talento. Manuela no es una mujer bella, propiamente hablando; pero su fisonomía es agradable y simpática, con ese sello indefinible, pero elocuente, que estampa sobre el rostro la inteligencia, cuando sus facultades están en acción continua. Su frente no tiene nada de notable, pero la raíz de su cabello castaño oscuro, borda perfectamente en ella, esa curva fina, constante, y bien marcada, que comúnmente distingue a las personas de buena raza y de espíritu. Sus ojos, algo más oscuros que su cabello, son pequeños, límpidos, y constantemente inquietos.             

Se fija apenas en los objetos, pero se fija con fuerza. Y sus ojos, como su cabeza, parece que estuvieran siempre movidos por el movimiento de sus ideas. El color de su tez es pálido, y muy a menudo con ese tinte enfermizo de los temperamentos nerviosos. Agregad a esto un figura esbelta; una cintura leve, flexible, y con todos esos movimientos llenos de gracia y voluptuosidad que son peculiares a las hijas del Plata, y tendréis una idea aproximada de Manuela Rosas, hoy a los 33 años de su vida; edad en que una mujer es dos veces mujer".

José Maria Roxas y Patrón consideraba la idea de consolidar el régimen federal convirtiéndolo en monarquía hereditaria y nombrándola a Manuelita como "Princesa Federal" y legítima heredera. Este proyecto votado unánimemente en la legislatura fue rechazado por el Restaurador.
El óleo de Prilidiano Pueyrredón (y que se conserva en el museo de Bellas Artes) que la retrata de cuerpo entero fue pintado en la segunda mitad de 1851, y le fue obsequiado por un grupo de ciudadanos federales que la agasajaron con un baile.   Ese mismo año fue el de la gloria de Manuelita; gracias a los extranjeros y a la política internacional de Don Juan Manuel los periódicos europeos hablaban de la joven porteña. .

Luego de Caseros, Manuelita acompañó a su padre en el destierro y a pocos meses de su llegada a Inglaterra, el 23 de octubre de 1852, contrajo matrimonio con su novio Máximo Terrero, hijo de Juan Nepomuceno Terrero, amigo de JuanManuel de Rosas. Del matrimonio nacieron dos hijos varones: Manuel Máximo Nepomuceno, nacido el 20 de mayo de 1856,  y Rodrigo Tomás, que vino al mundo el 22 de setiembre de 1858. Vivieron en Hampstead, Londres. Ya Señora de Terrero y alejada de la escena pública ocupaba su atención, la contabilidad familiar, el pago de las cuentas, los trámites bancarios y los reclamos por la confiscación totalmente ilegal y arbitraria de su herencia, fueron algunos asuntos claves para ella.

Manuela sentía la responsabilidad de reivindicar la figura paterna, de combatir la historia falaz y arbitraria de los profetas del odio y de que las nuevas generaciones conozcan la verdadera Historia del Restaurador y de la "Confederación Argentina". Comienza así una nutrida correspondencia con Don Antonino Reyes el leal ex edecán de su padre.  Fue su confidente preferido - ella misma lo llamaba "mi secretario privado y confidencial". 

Fue por su intermedio que comenzó a  escribirle a Saldías - calificado en sus escritos como "Ángel protector" , remitiéndole valiosos materiales para su Historia de la Confederación Argentina, obra pionera del naciente revisionismo histórico.  Nunca le pasó inadvertido, ni en los días de su vejez, el infausto aniversario de Caseros.

El 3 de febrero de 1892 le manifiesta a Reyes:  "Te escribo en este día, aniversario de tanta fatalidad para nosotros. Quien todo lo dispone, así lo quiso, sigamos sometidos a su divina voluntad. Se cumplen hoy 41
años, ¡ Oh Reyes¡ Y estamos hoy mejor que entonces? "."Yo Reyes, nací para sufrir por todos y con todos. Mi carácter nunca fue propicio a mi felicidad".

Poco después y ya en Londres, le entregará a Adolfo Saldías el archivo completo de su padre. Su último aporte a los argentinos, fue la donación del sable que el general José de San Martín le había legado a Don Juan
Manuel en su testamento. Se ha dicho que Manuelita volvió a Buenos Aires en 1886, temporalmente. No fue así. Nunca regresó a su adorada patria.  Manuelita falleció en la capital británica el 17 de septiembre de 1898.

BIBLIOGRAFÍA:
Manuelita Rosas y Antonino Reyes “El olvidado epistolario"
Mármol, José "Amalia"
Sáenz Quesada, María "Mujeres de Rosas"
Sánchez Zinny, E. F. "Manuelita de Rosas y Ezcurra"


viernes, 18 de mayo de 2012

¿Juan de Garay?


 JUAN DE GARAY “EL VASCO FANTASMA”


Por: Roberto Antonio Lizarazu

Opinan los que conocen y estudiaron la obra y la personalidad de Jorge Luís Borges, que durante una entrevista el confiesa que  consideraba que dentro de los temas preferidos de ser tratados por su pluma, fuera del aspecto de la ficción,  se encuentran dos, que de hecho se hallan relacionados entre sí: Buenos Aires y Garay. El hijo y uno de sus padres. Probablemente Garay representa la persona de mayor paternidad de la ciudad porteña.

Por supuesto Borges escribió sobre solo uno de esos dos temas. Sobre Buenos Aires. Borges en su “Fundación mítica de Buenos Aires”  se interroga si será cierto que:

¿Y fue por este río de sueñera y de barro
que las proas vinieron a fundarme la patria?
Irían a los tumbos los barquitos pintados
entre los camalotes de la corriente zaina.

El mismo termina respondiéndose que a él se le hace cuento que empezó Buenos Aires; y que: “La juzgo tan eterna como el agua y el aire”.

Claro a los poetas, sobre todo en este caso a los poetas geniales,  se les puede permitir este tipo de imágenes líricas que sobrevuelan las mortales penurias humanas, pero para el vizcaíno Juan de Garay, que se atrevió a acometer con la segunda y definitiva fundación “de la ciudad eterna”  las cosas fueron mucho mas trabajosas y finalizan para él de la manera más lastimosa y trágica que pudiera imaginarse.

Con la excusa de que a Borges le subyugaba la figura de Garay me permitiré mencionar algunas observaciones sobre su notable paso por nuestra tierra.

La fundación de Buenos Aires y la de Santa fe, equivale a dos de los acontecimientos más trascendentales en la inagotable odisea hispánica en América, y fueron concretadas  por una misma  persona. Como es de rigor todas las referencias históricas de Garay, tanto de su biografía, del lugar y fecha de su nacimiento, como de sus acciones históricas, de su matrimonio,  como de su muerte, de sus ascendientes y de sus descendientes,  número de hijos, hasta de su iconografía merece el maltrato de la duda. El óleo que permaneció hasta 1865 en el Convento de San Francisco de Santa Fe requirió un minuciosos examen para llegar a la conclusión que no se conoce fehacientemente quien es la persona que aparece en la pintura ni quien es el autor de la obra. Todo lo relacionado  a Garay merece encontradas opiniones de los autores que se ocupan  de su figura. Menos mal que Buenos Aires y Santa Fe existen y son tangibles. Como lo mencionó un ignoto autor: “Garay parece el vasco fantasma”  

A cada referencia que cualquier autor mencione, de manera documental, cualquier referencia sobre Garay, siempre habrá dos o tres autores, con distintos documentos que sostengan lo contrario.
Para no hacerla larga. Como ejemplo de estas opiniones encontradas sobre Garay, detallaré solamente un par de ellas: su posible retrato y su lugar de nacimiento.

Opinión del religioso G. I. Romero en 1911.  “Sobre la pintura que se supone de Juan de Garay hecha quizá del natural por un artista desconocido en las localidades de Chuquisaca o Potosí por los años de 1578; me pronuncio con mi voto afirmativo sobre esta cuestión tan debatida, sosteniendo que el retrato que poseyó el convento de San Francisco de Santa Fe y que hoy se encuentra en la colección de don Eduardo Lahitte, representa auténticamente al hidalgo Juan de Garay”.

La opinión del religioso G. I. Romero (franciscano) parece escrita más por compromiso, para no quedar mal con los integrantes de la misma orden franciscana que durante más de un siglo habían conservado el trabajo, que por las referencias concretas.  Romero no puede precisar quien es el autor de la misma. Ni quien es el que posa. Ni en que fecha fue realizada. Ni en que lugar se realizó. A pesar de todo ello su opinión es favorable.
Manuel M. Cervera, un destacado especialista en arte pictórico,  de ese momento, a pesar de no poder aportar ninguna referencia concreta nueva,  conjeturó que la obra correspondía a Garay. Otros especialistas en arte e historiadores terciaron para apoyar la posición de que la pintura en realidad era de Garay.

Pero Enrique de Gandía se ocupó del controvertido tema, y en 1927 publicó  dos libros sobre el tema de Garay que puso las cosas en su lugar (1). Niveló las aguas y sostuvo que el retrato podía ser de Garay como también de  cualquier hidalgo  del momento.  Para contradecir a Gandía había que tener mucha biblioteca sobre sus espaldas.

Observaciones personales. En relación a su nacimiento, y siguiendo siempre a de Gandía, tradicionalmente se considera que nació en la aldea de Belandía, municipio vizcaíno de Orduña, basándose fundamentalmente en el apelativo de hidalgo vizcaíno con el que designa a Garay el cronista Ruy Díaz de Guzmán en La Argentina, en que la hija del conquistador, Jerónima Garay de Contreras, dijo en su testamento que era hija legítima de Juan de Garay, natural del Señorío de Vizcaya, y de Isabel de Becerra, natural de la villa de Medellín.

En Belandía residían tíos de Garay y existió antes del siglo XVI un castillo perteneciente a unos nobles de apellido Garay que el tiempo ha destruido. Se considera que Garay fue bautizado en la ermita María Magdalena, incendiada en el siglo XVIII, que se ubicaba a unos cien metros del castillo de los Garay.

Bibliografía consultada

(1) Enrique de Gandía, “Donde nació el fundador de Buenos Aires”,  Buenos Aires, mayo de 1927.

Este trabajo de Gandía  era la respuesta al libro de Ricardo Olalla Mazón, “El burgalés Juan de Garay, fundador de Buenos Aires”, Editado en Burgos, febrero de 1927.

Enrique de Gandía, “Nuevos datos para la biografía de Juan de Garay”, Buenos Aires, octubre de 1927.