La publicación de estos apuntes sobre Historia Argentina, no tienen otra pretensión que prestar ayuda, tanto a estudiantes como a profesores de la materia en cuestión.

Muchos de ellos, simplemente son los apuntes confeccionados por el suscripto, para servir como ayuda memoria en las respectivas clases de los distintos temas que expusiera durante mi práctica en el Profesorado. Me daría por muy satisfecho si sirvieran a otras personas para ese objetivo.

Al finalizar cada apunte, o en el transcurso del mismo texto se puede encontrar la bibliografía correspondiente a los diferentes aspectos mencionados.

Al margen de ello invitaremos a personas que compartan esta metodología, a sumarse con nuevos apuntes de Historia Argentina.




Profesor Roberto Antonio Lizarazu

roberto.lizarazu@hotmail.com



jueves, 25 de abril de 2013





JUAN MANUEL DE ROSAS : La Gran Seca


Por: Carmen Itatí Bonpland


Durante su primera gobernación de la Provincia de Buenos aires, a cargo del poder Ejecutivo Nacional (06.12.1829 al 17.12.1832), Rosas no solo debió enfrentar problemas derivados de la anarquía y de la confrontación fratricida sino también una terrible y devastadora sequía que por su intensidad y extraordinaria duración fue denominada "La gran seca", entre 1827 y 1830.

Opinión del naturalista francés Augusto Bravard (1800-1861) que informara en el Registro Estadístico del Estado de Buenos Aires del año 1857:

" … Todo el país fue convertido en un inmenso desierto. Los animales salvajes reunidos a los bueyes y a los caballos erraban en vano sobre esta superficie quemada para procurarse un poco de agua, un poco de alimento, se dejaban caer al suelo, extenuados de sed, de hambre y debilidad, para no levantarse más. La tierra, desunida y hecha polvo por la sequedad y el pisoteo continuo de los ganados, levantada por las ráfagas del pampero, no tardaba en cubrir indistintamente ya cadáveres, ya animales que respiraban aún.”                

"... Nosotros mismos hemos encontrado con frecuencia, en nuestras incursiones, esqueletos de bueyes y de caballos enterrados por cientos, ya en el interior de las tierras, ya a las orillas de los ríos y lagunas, bajo una capa de tierra que llega algunas veces al espesor de dos metros.  Se asegura que durante ese largo período pereció más de un millón de cabezas de ganado y que los límites de las propiedades desaparecieron  bajo espesas capas de polvo.”

" La existencia del hombre estuvo más de una vez comprometida, hasta en las habitaciones, hasta en los pueblos, por singular modificación del fenómeno del transporte del polvo, que, suspendido en el espacio, encontraba en él, a veces, nubes cargadas de vapor de agua con que se mezclaba.”

" No era entonces bajo la polvorienta que volvía a descender sino en la de una verdadera lluvia de lodo, cuya acumulación sobre los techos amenazaba destruirlos.”

Bibliografías consultadas varias, mas éste texto lo extraje del libro Juan Manuel de Rosas El maldito de la historia oficial de Pacho O´Donell

viernes, 19 de abril de 2013

Catedral de Corrientes




AHORA TODOS FESTEJAMOS EL 9 DE JULIO, PERO EN 1816,  CORRIENTES NO PARTICIPÓ DE LA DECLARACIÓN  NI DE LA JURA DE LA INDEPENDENIA EN EL CONGRESO DE TUCUMÁN.

Por Roberto Antonio Lizarazu

Todos sabemos que Corrientes es una de las Provincias de mayor antigüedad y de mayor participación en todo el proceso de conformación de nuestro país, ¿y entonces por que no hubo representantes al Congreso de Tucumán?, circunstancia que determinó que no hubiese firmas ratificando la  misma de ningún representante de nuestra Provincia. ¿Es que acaso cuando se realiza la sesión del 9 de julio de 1816, que fue cuando el Congreso aprueba la propuesta de Francisco Narciso de Laprida (diputado por San Juan igualmente que Fray Justo Santa María de Oro) de que las Provincias Unidas fuesen una Nación libre e independiente, Corrientes estaba segregada  de los Pueblos Confederados de la República Argentina?

Esta denominación de Pueblos Confederados de la República Argentina, se registra en el título del Acta de La Independencia y cuando se redacta la parte resolutiva se menciona “Nos los representantes de las Provincias en  Sud  América…” dándole a ambas denominaciones idéntico sentido y valor.

El Congreso se reunió en Tucumán sin la participación, casualmente de: la Banda Oriental, Corrientes, Santa Fe y Entre Ríos.

Las  sesiones del Congreso   comenzaron en Tucumán  el 24 de mayo de 1816 hasta el 4 de febrero de 1817, fecha en que se trasladó a Buenos Aires. El logro más trascendente del Congreso fue sin lugar a dudas la declaración (el 9 de julio) y jura (el 21 de julio) de la independencia, pero no fue el único, se le deben contabilizar entre otros, los fallidos intentos  del “Reglamento Provisorio sancionado por el Soberano Congreso de las Provincias Unidas de Sud América  de 1817” y la “Constitución de las Provincias Unidas en  Sud América sancionada y mandada publicar por el soberano Congreso General Constituyente en 22 de abril de 1819”.

¿Y Corrientes en que andaba en esos momentos? Corrientes estaba atareada   en otras indefinidas actividades políticas.

Es preciso aclarar antes de que intentemos explicar en que andaba Corrientes en esos momentos, que los fracasos que mencionamos más arriba no pueden ser atribuidos precisamente a la posición de las  provincias mencionadas, incluida Corrientes, si no a la imposibilidad práctica de su aplicación. Por ejemplo, el texto de la Constitución de 1819 denotaba un contenido centralista, monárquico y aristocrático, que iba a contramano de los principios de mayo y contra el sentimiento del federalismo que ninguna provincia  estaba dispuesta a ceder a otra.

Corrientes en 1816, que no participa en el Congreso de Tucumán ni  firma el Reglamento Provisorio de 1817 ni la Constitución de 1819, se encontraba embretada en los enfrentamientos entre Buenos Aires y su centralismo crónico por una parte; y Artigas y su pretendida posición hegemónica  por la otra. Los aliados de unos y otros modifican sus posiciones a medida que se modifica la suerte y las circunstancias    de los contendientes.

Si tomamos como punto de partida para este comentario el 6 de enero de 1815, que es la fecha en que mandado por el Protector de los Pueblos Libres Francisco Ramírez (1786-1821)   Blas Basualdo (1790-1815) ocupa la ciudad de Corrientes y nombra Gobernador de nuestra provincia a José de Silva, quien por medio de un bando  declara, nada más ni nada menos, que el se hallaba “investido de facultades omnímodas de justicia, política  guerra y haciendas”. Se debe hacer notar que estas facultades son similares a las de las monarquías absolutistas de  siglos pasados.  Luego inmediatamente, José de Silva    restableció el funcionamiento del Cabildo de la ciudad, que de hecho constituía una medida a contramano de la que había tomado dos días antes.

A los pocos días un motín encabezado por el Capitán Miguel Escobar destituyó a de Silva y nombró Gobernador al escribano Francisco de Paula Araujo. Un par de meses después el Comandante de Campaña José Gabriel Casco repuso a de Silva quién terminó su gobierno a principios de 1816,  para finalmente ceder su cargo a Juan Bautista Méndez (1776-1865) quien fuera designado Gobernador Intendente por un congreso de delegados de los comisarios de campaña, todos ellos pro artiguistas.

Bajo el mando de Artigas, Corrientes de hecho quedó en ese período, segregada de las “Provincias Unidas de Sud América”, dejando de contribuir en la lucha de la independencia nacional y  ausente del Congreso de Tucumán. El Gobierno de Méndez se desenvolvió sin medidas auspiciosas para la provincia. Corrientes debía prestar su concurso de hombres y de bienes a las permanentes contiendas sostenidas por “El Protector”, a la vez que prestarse a defender su indefinido territorio de las acechanzas portuguesas. Sin recursos, sin comercio, sin elementos de vida, Juan Bautista Méndez, a duras penas pudo  llenar su misión.

Artigas había cerrado los puertos al comercio con Buenos Aires; el Paraguay por su parte tenía clausurados los suyos y por el lado de Brasil era imposible intercambio alguno y sus aspiraciones en ese momento no eran precisamente efectuar actividades comerciales con Corrientes, si no pretender quedarse con el mayor territorio posible de las antiguas Misiones cuyos límites se encontraban  indefinidos. Limitada su producción al mercado interno, sin poder consagrarse al trabajo en ningún sentido, Corrientes se movía apenas bajo el influjo de las grandes proclamas de su “Protector” y  aún faltaban tres años para la aparición de la “República de Entre Ríos” y cuatro años para que “El Protector” y “El Supremo” se combatiesen mutuamente.

El motivo desencadenante del conflicto entre ambos fue que Ramírez en representación de Entre Ríos firmara el pacto o tratado del Pilar. Acusando Artigas a Ramírez “de haberse entregado a los directoriales”. Igual acusación haría al poco tiempo Ramírez contra Estanislao López, “la de entregarse a los directoriales” y luego también se combatieron mutuamente.

Previo a este múltiple enfrentamiento entre los antiguos aliados, suceden los acontecimientos de la denominada República de Entre Ríos, que involucra a nuestra Provincia y que eventualmente si este sitio  nos permite, lo trataremos en otro comentario.

El Pacto o Tratado del Pilar fue ratificado por Manuel de Sarratea gobernador de Buenos Aires, Estanislao López gobernador de Santa Fe y por Francisco Ramírez gobernador de Entre Ríos, el 23 de febrero de 1820. Además de que en el tratado se proclamaba la tan ansiada unidad nacional y el sistema federal, se redactó un compromiso secreto por el cual Buenos Aires se comprometía en caso de necesidad a auxiliar económicamente, con tropas y con armamento a las dos provincias federales firmantes.  Esta última cláusula secreta en poco tiempo fue de gran utilidad para Entre Ríos y para Ramírez en su lucha contra Artigas. Pero por supuesto el mayor beneficiado fue Buenos Aires, su puerto y su insaciable centralismo.

Un dicho no muy ortodoxo pero de gran sabiduría que utilizan los jóvenes de hoy, incluso lo repiten seguido mis nietos es: Billetera mata galán. Y con la billetera, por supuesto se terminó el declamado federalismo y sus adalides más conspicuos terminaron combatiéndose a muerte unos a otros, con los infaltables gestos de barbarie.  Primero Artigas y Ramírez y luego Ramírez y López.

Recién después de todo ese largo proceso de casi dos lustros, Corrientes recomenzó nuevamente su camino, ahora ya integrada a la Confederación Argentina  mediante un Congreso General Constituyente.







ALGUNAS  OPINIONES SOBRE LA SUMA DEL PODER PÚBLICO Y LAS  FACULTADES EXTRAORDINARIAS

Por: Roberto Antonio Lizarazu

En estos momentos de extrema debilidad de las Instituciones Republicanas, establecidas por nuestra permanentemente soslayada Constitución Nacional; y por la tendencia a la reelección  perpetua en los distintos niveles gubernamentales, nacionales, provinciales y municipales, pareciera oportuno recordar algunas de las opiniones que sobre La Suma del Poder Público y Las Facultades Extraordinarias, oportunamente dejaran por escrito, algunos de nuestros integrantes de la clase política dirigente y también algunos de nuestros Historiadores Políticos. Los que acostumbran a encasillar previamente entre liberales y nacionales o entre unitarios y federales o rosistas y anti rosistas, al leer estas opiniones más de uno se sorprenderá como a criterio de los opinantes, priva el sentido común emanado de la Constitución Nacional y de la instituciones republicanas antes que la política partidaria, como es costumbre habitual en nuestros días.

Sabemos que la Constitución de 1853 con su reforma de 1860, estableció un veto extraordinario, hasta considerarlo directamente un crimen, el otorgar facultades extraordinarias o la suma del poder público al Poder Ejecutivo. Los constituyentes de Santa Fe creyeron con ello que podrían evitar que volviera a repetirse lo ocurrido con Rosas. Cosa que en verdad ocurrió, pero lo que no es verdad, como veremos en varias de las opiniones que mencionaremos, no fue Rosas ni el primero, ni el único, que usufructuó este beneficio extraordinario, pero sí fue el único gobernante al que el otorgamiento de la suma del poder público fue sometido a un plebiscito público y como lo explica el mismísimo Juan Bautista Alberdi -nada más ni nada menos-, “la ley del 3 de agosto de 1821, que establecía el carácter de la Legislatura de Buenos Aires, tenía la potestad de Legislatura Extraordinaria y Constituyente, de manera que pudo legalmente hacer la delegación de poder que estamos analizando”. (1)  Este factor de poder fue utilizado desde varias décadas antes en múltiples circunstancias; y en mi opinión de manera sistemática.  Ni hablar del período anterior a la Independencia.

Comienzo con el  ejemplo ocurrido en  la provincia de Corrientes, donde el lector que desee ampliar este aspecto, puede ver en el Comentario del suscripto  publicado en este blog   el 19 de abril del 2013,  titulado “Ahora todos festejamos el 9 de Julio, pero en 1816 Corrientes no participó de la Declaración ni de la jura de la Independencia en el Congreso de Tucumán”.  En el párrafo siete de la nota se puede leer“ Si tomamos como punto de partida para este comentario el 6 de enero de 1815, que es la fecha en que mandado por el Protector de los Pueblos Libres Francisco Ramírez (1786-1821) Blas Basualdo (1790-1815) ocupa la ciudad de Corrientes y nombra Gobernador de la provincia a José de Silva, quien por medio de un bando declara, nada más ni nada menos, que se hallaba investido de facultades omnímodas de justicia, política, guerra y hacienda.” Esto es la suma del poder público, las facultades extraordinarias y la vida y hacienda de los vecinos correntinos al arbitrio de una sola persona: del gobernador. Se debe notar que esto ocurre en el período independiente de nuestra patria.

Diversas opiniones sobre el tema.

Opinión de Juan Bautista Alberdi. (1) (Pradere, Juan A. La Suma del Poder Público”. En Revista de Derecho Historia y Letras, tomo 49, Buenos Aires) “Es una utopía, es sueño y paradojismo puro que nuestra patria pueda realizar hoy la República Representativa. La Ley que dio a Rosas la suma del poder le dio lo que ya tenía su gobierno en los recursos concentrados en Buenos Aires (el dinero) por la geografía política y la economía implícita del país; y decir que Rosas gobernó por el terror es una de las tantas puerilidades, puesto que dominaba por la riqueza en que reside el poder”

La opinión de Alberdi, es de un notable realismo que exime de mayores comentarios. Es común leer en los manuales de Historia Moderna, una conocida anécdota de Napoleón, cuando fracasa en su primera campaña a Rusia. Uno de sus generales le pregunta que sería necesario para poder triunfar en la campaña que se realizaría el verano siguiente. Napoleón le responde: Solamente necesito tres cosas. Primero dinero, segundo dinero y tercero dinero. Es lo que contaba Buenos Aires y su Aduana de manera legal y la Colonia de Sacramento cruzando el río para las operaciones ilegales; de todo esto   carecían las provincias del interior.

Opinión de Enrique García Merou. En su “Curso de Instrucción Cívica” La Junta Gubernativa del 25 de Mayo nació esencialmente despótica, es decir, armada con la suma del poder  público, por lo mismo que surgía del seno de una revolución popular…”

Opinión de Ricardo Levene, publicada en “Lecciones de Historia Argentina”. Para  asegurar la independencia, Levene justifica la necesidad de “la adopción de medidas extremas para poder constituir un fuerte poder público y militar”. Resumiendo un gobierno revolucionario de facto con la suma del poder público. Que de hecho así fue. ¿Qué juicio se le realizó a Liniers, el héroe de La Reconquista cuando se lo arcabuceó?

Es la misma pregunta que Dorrego le hace a La Madrid antes de ser ejecutado: “¿Quién detenta el poder que ordena mi fusilamiento?”

Opinión de Bernardo de Monteagudo. En el folleto que publicara el 29 de marzo de 1812, titulado “Mártir o Libre” donde explica las  orientaciones políticas de los primeros años de nuestra revolución, decía: “Yo no encuentro sino dos arbitrios, declarar la independencia y soberanía, o nombrar un dictador que responda de nuestra LIBERTAD obrando con la plenitud de poder que exijan las circunstancias.”

Opinión de Bartolomé Mitre. “Historia de Belgrano”. “Que el Triunvirato apenas posesionado del gobierno, había reprobado un reglamento constitutivo dictado por la Junta Conservadora, de cuyas manos recibiera el poder. Ese reglamento, una verdadera Constitución, calculada para poner un término a la dictadura revolucionaria. Cuando el Triunvirato templado por la fibra de Rivadavia, expulsa a los diputados de las provincias, (diputados de la Banda Oriental) o sea que el primero en condenar al ostracismo a un partido de oposición no fue Rosas sino Rivadavia, quien, a la vez disolvió la segunda Asamblea Legislativa por no actuar como él creía que debía hacerlo.”  Para los desprevenidos, reitero que estos son conceptos escritos por Bartolomé Mitre, no por ningún autor revisionista.

Opinión de Antonio Dellepiani. En su obra “Dorrego y el Federalismo”. Refiriéndose a Juan Martín de Pueyrredón, dice: “Usó discrecionalmente de las facultades extraordinarias que se hizo conceder y de las que Rosas no sería el primero en abusar en nuestro país.”

Opinión de Juan A. González Calderón. Argumenta en su obra “Historia de la Organización Nacional” “…procuro explicar los diferentes abusos de poder en varios personajes, y demostrar un profundo desconocimiento histórico”. “La suma del poder público arranca de la autoridad absoluta de los virreyes, quienes legalmente no fueron autoridades absolutas ni tuvieron la suma del poder, como lo sabe cualquier estudiante de bachillerato. Si embargo de hecho no fue así.”

Opinión de Vicente Fidel López. Se registra en su obra  “Historia Argentina”. “En relación a la Junta Conservadora, se convirtió en  una simple corporación dictatorial, como la Convención francesa o un Consejo Veneciano. Cuando el Primer Triunvirato,  bajo la inspiración de Rivadavia y con su firma, nombra una Comisión de Justicia para perseguir opositores, en el decreto dice: Se le delegan las facultades omnímodas… Cuando a raíz de los sucesos de 1820 se nombra gobernador de Buenos Aires a Juan Pedro Aguirre por un cabildo abierto, se lo hizo otorgándole todas las facultades sin restricción alguna en defensa de las libertades públicas.”

Suma del poder público que luego se concedió a Ildefonso Ramos Mexía, sin olvidar que antes Carlos María de Alvear actuó dictatorialmente en su gobierno. Pero prefiero darle la palabra a Aristóbulo del Valle que en su obra “Derecho Constitucional” opina que Alvear en función de gobierno actuó: “armado con los peores poderes de la dictadura, empañando su brillante carrera militar”.

Por supuesto estos  mínimos ejemplos del siglo 19 no agotan este crucial tema, pero como vemos, los antecedentes de abusos del poder gubernamental tanto en el manejo de la suma del poder público como de las facultades extraordinarias son varios y de distintas veredas políticas, algunas de ellas aparentemente opuestas  y simuladamente irreconciliables.

Si ingresamos con los ejemplos del siglo 20 ya dejamos de hacer historia para hacer política; y respecto de los  del siglo 21 prefiero no mencionarlos por razones de presión arterial y además por que no sirve para nada. Pero habría que reconocer que el tema viene de lejos y cuenta con una constancia envidiable en nuestra clase política y con una aquiescencia casi unánime por parte de nuestra sociedad.






lunes, 15 de abril de 2013



EL PARTIDO FEDERAL SE DIVIDE


Todos sabemos que El Brigadier Juan Manuel de Rosas fue gobernador de la Provincia de Buenos Aires, en ejercicio del Poder Ejecutivo Nacional de la Confederación Argentina en dos oportunidades.

1 Desde el 6 de diciembre de 1829 al 17 de diciembre de 1832 y
2 Desde el 7 de marzo de 1835 al 3 de febrero de 1852.

En 1833, año en que ocurre esta división partidaria, Rosas no era gobierno. El gobernador era Juan Ramón González Balcarce. Estamos tan habituados a considerar a Rosas como un hombre de férrea mano para manejar el Partido Federal y el gobierno de la Confederación, que sorprende al lector desprevenido  que el Federalismo se dividiera en dos fracciones para encarar las elecciones del 28 de abril de 1833, que renovaba los integrantes de la Sala de Representantes de Buenos Aires o también denominada en ese momento, como Legislatura de la Provincia de Buenos Aires, la cual  se renovaba, de acuerdo a su propio Reglamento,  por mitades cada cuatro años. Es verdad que este detalle de las renovaciones casi nunca se pudo cumplimentar en los términos establecidos por su propio reglamento.

Por supuesto que esta duplicidad de listas contó con la aquiescencia de Rosas, puesto que él presidía ambas representaciones. Pero no todos los federales estaban de acuerdo con la medida. Veremos más adelante la opinión de la señora del propio Restaurador Doña Encarnación Ezcurra, sobre algunos de los personajes involucrados en este cisma. (1)

Estas listas, ambas federales, se denominaron en el conocimiento popular como: la número 1 la de los lomos negros o apostólicos y la número 2 como la de los cismáticos.

Las listas estaban integradas de la siguiente manera, la número 1 la de los lomos negros o apostólicos estaba presidida como era de rigor por Juan Manuel de Rosas y le seguían los siguientes aspirantes a Representantes: Mateo Vidal, Francisco Silveira, Gregorio Tagle, Francisco Ugarteche, Félix de Olazábal, Ignacio Martínez, Diego Alcorta, Epitafio del Campo, Juan José Cernadas, Vicente Arriaga y Miguel Riglos.

La número 2, los cismáticos, presidida por Juan Manuel de Rosas, y continuaban Tomás Guido, Celestino Vidal, Gregorio Tagle, Vicente López y Planes, Felipe Arana, Pedro Medrano, Manuel Insiarte, Diego Estanislao Zavaleta, Mariano Escalada, Manuel José García y José Ceferino Lagos. (2)

Oportunamente efectuado los comicios y realizado el conteo de votos, se dio por ganador a la número 1, la de los lomos negros o apostólicos. Existe tan numerosa y dispar bibliografía y tantas denuncias de fraude de unos contra otros que intentar asegurar quien ganó realmente sería una temeridad interpretativa de los sucesos comiciales. Como ejemplo solamente reproduciré parte de una carta que el doctor Felipe Arana, quien en 1835 sería Ministro Secretario de Relaciones Exteriores de la Confederación Argentina, y hombre de gran confianza de Rosas, informa a éste –en pleno preparativo de la campaña al desierto- sobre el desarrollo de los comicios y de algunas de las irregularidades ocurridas.

“El caso es que el día del comicio el general Martínez (Se trata del General Enrique Martínez, Jefe de Policia de la ciudad y cuñado de Balcarce) se dispuso a ganar a cualquier precio. Hizo votar a batallones enteros, (batallones de línea del ejército) se atropellaron (robaron) mesas y se tomaron mal los votos. Solo dos jueces de Paz, a saber Marín y Tocornal, han correspondido al Gobierno. Empleados de éste (del gobierno de Balcarce) componían las mesas, y éstos los más obstinados y atrevidos, en inteligencia que eran secundados por los Comisarios y Celadores de Policía que imprudentemente han traicionado a su jefe, de cuya fidelidad y activos esfuerzos todos estamos satisfechos, pero circundados de auxiliares infieles y sin la cooperación de las personas que pertenecen al gobierno, ha sido burlado: él ha quedado lleno de dudas sobre la sinceridad del Gobernador.”

El informe de Arana es mucho más extenso y fue realizado por medio de varias pormenorizadas notas, redactadas en varios días y con un común denominador, la crítica sobre la actuación de Balcarce en las diversas maniobras fraudulentas realizadas. Pero como pretendo mencionar otros informes sobre el particular por razones de espacio, solo transcribo una mínima parte del mismo.

En el mismo sentido, Tomás Guido le escribe a Rosas con similares quejas y alertándolo sobre el fraude cometido. “Querido amigo. Ruego al cielo que los resultados de este suceso sean felices para la Patria, por más que mi razón me digan lo contrario, porqué los ve como una anomalía peligrosa. Es regular que por otros conductos sea U. informado de los detalles y confío en que U. sabrá hacer superior a toda insinuación que no sea la consolidación de la empresa que ha tomado a su cargo en beneficio de nuestro pobre país. Fortuna será si los elementos de nuestra actual administración pueda preservar el orden y cortar en tiempo el progreso de la división funesta que va introduciéndose entre ciudadanos adheridos sustancialmente a un mismo sistema.”

Los lamentables sucesos del año 20 estaban aún frescos en la memoria y en realidad todos temían regresar al penoso estado de ese momento. Incluso la jerarquía eclesiástica de la Iglesia Católica, elevó al Sumo Pontífice, un informe detallado de esos comicios. Lo que prueba además la importancia que le daba la Iglesia Católica a la suerte de la Confederación y la afinidad de ella con el gobierno. Fechada en Río de Janeiro el encargado de los negocios de la Santa Sede para la América del Sud, el doctor Fabbrini, informó al Papa Gregorio XVI lo siguiente: “Los asuntos de Buenos Aires se enturbian. Hubo numerosos desórdenes en las elecciones de los nuevos representantes, que resultaron favorables al partido liberal exaltado. Todo lo cual presagia poco bien para la religión, y para este incipiente país”.

Felipe Arana en una de las diversas cartas informativas que escribe, termina la misma narrando un hecho, que en medio de la gravedad que representa la división política de la sociedad y el burdo fraude cometido, no deja de llamar la atención la manera de mofarse de los vencedores a costa de los vencidos. En carta del 9 de mayo de 1833, dice: “…pues creen que dejando fuera de acción a los amigos de Ud. conseguirán más fácilmente su objeto, ínterin han difundido noticias funestas de Ud. y del general Quiroga con que conturban a los incautos. (a ambos los daban por muertos en dos atentados). Los primeros tiros se dirigen contra Tomás y Nicolás Anchorena, protestando con la más alevosa perfidia que ellos son sus mejores amigos y los que saben valorar los servicios que tiene prestados y sus capacidades para lo futuro. Debiéndose destacar que la noche del 29 “los cismáticos” dieron varias serenatas gritando Mueran los Apostólicos Vivan los nuevos principios”. No deja de ser una variante más jocosa y civilizada, en lugar de hacerles La Refalosa a sus adversarios, ahora se dedicaban a cantarles serenatas. Honestamente no me imagino ni a Don Ciriaco Cuitiño ni a Leandro N. Alén, esgrimiendo guitarras para cantar serenatas a los opositores, pero según Arana, así había sucedido.

Ahora intentaré explicar como se llega a esta extraña división en la que el federalismo parece llegar con aparentes disidencias internas.
En 1833 el gobierno estaba ejercido por el General Juan Ramón Balcarce, lo hacía desde el 17 de diciembre de 1832, y había reemplazado a Rosas en su primer gobierno. Sintéticamente parte de los gobiernos de este período que podrían denominarse Gobernadores de Buenos Aires (Provincia y Ciudad), en ejercicio del Poder Ejecutivo Nacional fueron:

Juan Manuel de Rosas, desde el 6 de diciembre de 1829 hasta el 17 de diciembre de 1832. Este período se suele denominar como primer gobierno de Rosas.

Juan Ramón González Balcarce, desde el 17 de diciembre de 1832 hasta el 4 de noviembre de 1833.

Juan José Viamonte, desde el 4 de noviembre de 1833 hasta el 27 de junio de 1834.

Manuel Vicente Maza, desde el 27 de junio de 1834 hasta el 7 de marzo de 1835.

Y finalmente, terminando este período de Gobernadores en ejercicio del Poder Ejecutivo Nacional, nuevamente Juan Manuel de Rosas, desde el 7 de marzo de 1835 hasta el 3 de febrero de 1852.

Si observamos la duración de los períodos gubernamentales de Balcarce, Viamonte, y Maza, poco menos de tres años repartidos entre los tres, perteneciendo todos al Partido Federal, sería correcto deducir que se tratan de gobiernos provisorios y coyunturales, que representaban momentáneamente al verdadero poder que de hecho lo mantenía Rosas.

Las dificultades presentadas que comentamos con la división del partido gobernante, el Partido Federal, que se producen al cambiar los representantes ante la Legislatura en la elección del 28 de abril de 1833, dura un suspiro. En los gobiernos de Viamonte y Maza, los “apostólicos lomos negros” y los “cismáticos” vuelven a sus carriles. Para el 7 de marzo de 1835, cuando comienza el segundo gobierno de Rosas, ya constituían una anécdota más del folklore político de nuestro pasado y pareciera que efectivamente fue un proyecto apoyado por Balcarce, que sí tenía peso propio en el ámbito militar y político, y era la única figura dentro del partido federal en Buenos Aires, que hubiese podido competir con Rosas. No debemos olvidar que Juan Ramón González Balcarce, (el hermano mayor de Antonio González Balcarce) era un prestigioso militar de extensa trayectoria varias veces actuando bajo las órdenes de Belgrano, como en la Batalla de Tucumán en 1812 y en la de Salta en 1813, donde mereció ascensos y condecoraciones al valor; y en 1833 un activo componente del Partido Federal. Por otra parte era conocida la antipatía que mutuamente se profesaban con Rosas. Tanto es así que, a los años, cuando muere exiliado en Entre Ríos, donde se encontraba bajo la protección de Ramírez, el propio Rosas debe autorizar el traslado de sus restos a Buenos Aires para que pueda ser inhumado en la Recoleta, donde se encontraban los restos de sus antepasados.

Pero aún faltaba más de una década para comenzar a delinearse la definitiva división del Partido Federal, entre federales rosistas y federales urquicistas. Pero esa es otra historia, aunque no sería aventurado suponer que los orígenes de la división hayan sido aquellos apostólicos y cismáticos de 1833.


(1) “Buenos Aires, Octubre 22 de 1833, Federación o Muerte.
Si algo puede serme satisfactorio, es la nota oficial del señor Federal apostólico contra los cismáticos, mi apreciable compañero y amigo don Vicente González, en que con fecha 20 del corriente me comunica el número de las divisiones de los bravos federales restauradores y me previene también aloje en la casa de locos a Balcarce, Martínez, Ugarteche y demás comparsa de cismáticos bandidos. Pero en mi concepto esto es muy poco para lo que merecen tan furiosos decembristas y por lo mismo, no he podido cumplir sus disposiciones, pues tantos y tan criminales delitos no se purgan con ir a hospedarse en la Residencia. La patria y los restauradores que han vertido su sangre por la Santa Causa de la Federación deben hacer que no nos quede de los satélites de Lavalle, sino la persuasión de que existiendo ellos no hay orden, no hay leyes, ni federación: los esfuerzos de los porteños federales deben dirigirse a pulverizar los enemigos de una patria que no podrá ser feliz mientras viva uno solo de los decembristas.
Los sucesos presentes deben recordar a los buenos federales, la historia de lo que tuvieron que luchar para destruir el poder militar, y se empañaría la gloria de la primera restauración si ahora no lográsemos antes de concluirse el mes de octubre, que debe ser tan clásico para los federales como el de mayo para los patriotas, si no lograsen los valientes restauradores asegurar de un modo irrevocable la felicidad de la patria, la tranquilidad de las familias, y lo que es más, establecer un gobierno digno de presidir a un pueblo heroico y a los restauradores. Entre tanto no lleguen tan suspirados momentos, no cesaré de dirigir mis ruegos a mi amigo, para que interponiendo su influjo y sus relaciones, se apresure el desenlace de unos acontecimientos, que cuanto más dilata, más sufren los amigos, los fieles amigos de los federales restauradores, expuestos por otra parte a las tropelías de que son capaces estas fieras sedientas de sangre y de venganza y que en el furor de su perversidad de todo son capaces.
Desgraciadamente, sabemos lo que fueron y lo que son, y todo debe temerse de unos destinados para oprobio de la especie humana.
Ojalá que mi amigo, pueda convencerse de la necesidad de exterminarlos, para de este modo tranquilizar el país y propender sin estorbos a su prosperidad. Tales deben ser los deseos de todos los valientes restauradores a los cuales, uno los míos y dirijo mis votos por el feliz éxito de una empresa que los clasifica de héroes muy particularmente a mi apreciable compañero, de quien soy con todo afecto su amiga eterna.
Encarnación Ezcurra de Rosas”

 (2) Se puede notar que en ambas listas se registra el apellido Vidal. En la primera, Mateo Vidal y en la segunda Celestino Vidal. Ambos eran hermanos; y además tíos del doctor José Ramón Vidal, un destacado médico correntino, padre de  Juan Ramón Vidal, el caraí-guazú del Taragüí. Además para asegurarse ser electo, Gregorio Tagle, figura en ambas listas. Era imposible no ser electo.

Fuentes Bibliográficas: José Sartorio. El Plebiscito de Rosas. Instituto de Estudios Históricos de Derecho Público. Buenos Aires, 1934.
Federico Ibarguren. Rosas y la tradición hispanoamericana. Buenos Aires, l942.
Gabriel A. Puentes. El Gobierno de Balcarce y la División del Partido Federal, Editorial Huarpes, Buenos Aires, 1946.





lunes, 8 de abril de 2013

 
 
FINALMENTE, ¿LINIERS ERA BONAPARTISTA O NO?

 
Por: Roberto Antonio Lizarazu

SEGUNDA PARTE

El marqués de Sassenay llega a Buenos Aires

Cuando “Le Consolateur” luego de evadir durante treinta y dos días a las fragatas inglesas, que tenían su base en Río de Janeiro, llega al Río de la Plata, intentando escapar a sus perseguidores desembarcó de apuro a Sassenay en el atracadero de Maldonado. Luego puso proa a Montevideo pero su suerte se había terminado. Fue sorprendida por dos fragatas inglesas que la obligaron a embicar y finalmente encalla en la costa, donde los ingleses se apoderaron de todo el equipaje y la carga, liberaron a la tripulación y hundieron la flamante “Le Consolateur”.

Casualmente se encontraba anclado en el puerto de Montevideo, Luís Liniers, hijo de nuestro Virrey, que con la zumaca “Belén” de su propiedad, había arribado en uno de sus habituales viajes comerciales. Aprovechando esta circunstancia, Elío Gobernador de Montevideo, le encargó a Luís Liniers que recogiera a Sassenay de Maldonado y lo llevara a Buenos Aires.  A Luís Liniers, Elío le entregó una carta para su padre indicándole varias medidas, que como veremos Liniers se esmeró en cumplimentar: “Debería pensar muy bien en el apuro en que aquel negocio le ponía, que no olvidase que era francés, que recibiese al enviado en una junta y se usase de la mayor franqueza no ocultando nada al pueblo, si no quería exponer su vida y que, incluso, diera a entender que estaba pronto a abandonar el cargo de Virrey”.

Arribado a Buenos Aires, Luís Liniers desembarcó primero con las novedades y a la mañana siguiente lo hizo Sassenay. 

Liniers al enterarse del arribo de Sassenay, en carácter de enviado personal de Napoleón, ya conocía sobre los sucesos ocurridos en Madrid y en otras ciudades españolas, como para darse cuenta de que, en su calidad de francés, se encontraba en una posición, institucional y personal,  altamente comprometida. No debemos olvidar que Liniers en ese momento era el Virrey del Río de la Plata -desde el 10 de febrero de 1807 hasta el 30 de junio de 1809- y que representaba las potestades regias en este lugar  del Rey de España Carlos IV, el que lo había puesto en su cargo.  Y en este caso puntual el Rey Carlos IV era el mismo soberano que había estado  preso en Francia en manos de Bonaparte, siendo éste último   el  mandatario del  delegado que Liniers recibiría con el objeto de entrar en tratativas por lo menos inciertas. ¿A favor de quien: del monarca que le había delegado sus potestades nombrándolo Virrey? ¿De su hijo Fernando VII? o ¿De su patria de nacimiento representada por Napoleón Bonaparte?. Pareciera toda una trama redactada por un autor con inclinaciones al surrealismo argumental.   A partir de ese momento sus oscilaciones, su duplicidad y sus condiciones de hombre político  debieron extremarse al máximo, y como ya mencionamos en la Primera Parte de este comentario,  estas gestiones no conformaron a ninguna de las partes involucradas y solo sirvieron para esmerilar los gloriosos méritos logrados en las invasiones inglesas. Si alguien pretende encontrar los antecedentes políticos de su trágico final en Cabeza de Tigre, Cruz Alta, Córdoba, Virreinato del Perú, (1) el 26 de agosto de 1810, debe comenzar a partir del  estudio de esta frustrada misión de Sassenay.

Para recibir al delegado bonapartista, siguiendo las sugerencias de Elío,  Liniers convocó a miembros del Cabildo (tradicionales opositores) y a los integrantes de la Real Audiencia (todos pro hispánicos) a la reunión que se realizó en el Salón de Acuerdos de la Real Fortaleza. En representación del cuerpo municipal (Cabildo) asistió el alcalde de segundo voto Matías de Cires, y el regidor primero Juan Antonio de Santa Coloma. De la Real Audiencia acudieron el oidor Juan Bazo y Berri y los fiscales Manuel Genaro Villota y Antonio Caspe y Rodríguez.

Liniers le responde las sugerencias  de Elío el 20 de  agosto de 1808, donde narra las reuniones que ocurrieron entre el 13 y el 19 agosto entre Sasseney, Liniers y los representantes del Cabildo, y de la Audiencia. Los representantes del Cabildo expusieron a partir del 13 de agosto y nos quedan como fuente documental  la respuesta de Liniers a Elío y el acta que los representantes del Cabildo y de la Real Audiencia tuvieron la previsión de redactar.

Dice Liniers: “Sassenay comenzó a hablar en francés pero yo le contesté que lo haga en castellano, cuyo idioma entiende y habla regularmente, diciéndole que en este lance no le conocía como amigo sino como emisario de Napoleón. Sassenay abrió un maletín y procedió a revisarlos y a dar cuenta de los mismos”.

Reitero que de esta reunión los cabildantes y los fiscales participantes en la misma, tuvieron la previsión de redactar un acta, la que por razones de espacio y para no cansar a los señores lectores, reproduciré los parágrafos que considero más sustanciosos.   Como veremos oportunamente  en los detalles del acta, la misión de Sassenay no se circunscribía al Río de la Plata y a Liniers, como habitualmente se estudia en nuestro medio, sino que tenía alcances continentales, pues su misión era desde México incluido, hacia el Sur, pasando por todas las posesiones españolas de Las Indias. Además de las Filipinas.

Acta del 13 de agosto 1808. “Sassenay nos presentó unos paquetes con oficios para Manila, México, Chile, Habana, Santa Fe de Bogotá, Lima y todas las capitales del Continente americano, para los Virreyes, Intendentes, Arzobispos, Obispos y presidentes de Audiencias, sin comprender a Cabildo alguno; otros para este Virreinato, entre los cuales se hallaron varios papeles impresos en Bayona y en Burdeos, contraídos: unos a la abdicación de Carlos cuarto en Fernando Séptimo; otros a la renuncia de Carlos cuarto a favor de Napoleón, el día ocho, en Bayona; otro a la renuncia que hicieron de la Dinastía a favor del mismo Napoleón, con fecha veinte y uno en Burdeos, Fernando Séptimo y los Serenísimos Infantes Don Carlos y Don Antonio; otros a oficios de Champagne, Ministro que dice ser de Relaciones Exteriores de Francia en que a nombre de Napoleón previene al Señor Virrey (Liniers), que habiendo Carlos cuarto y demás de la Real Familia renunciado a la Dinastía a favor de su amo  (Napoleón), espera el cumplimiento de lo que contienen los impresos presentados, y los recomienda a un Pueblo que se ha portado con la mayor energía y fidelidad.”

“Otro oficio del señor Azansa, Ministro de Real Hacienda en España, fechado en Madrid a trece de mayo, previniendo se suspenda proclamar a Fernando Septimo, de orden del Duque de Berg, Teniente Gobernador del Reino, y acompañando varias otras reales órdenes entre ellas la de que se ponga en el papel sellado: “Valga para el gobierno del lugarteniente del reino el gran Duque de Berg”; otra de carácter reservado del propio Sr. Azansa de fecha 15 en Madrid, reducida a ratificar lo que resulta de los impresos a manifestar que aunque la Dinastía concluía, no concluía la Monarquía, y a prevenir se guarde el buen orden, la tranquilidad pública, y la observancia de las leyes, anunciando al mismo tiempo, estar acordada la renuncia de Napoleón a favor de su hermano José, rey de Nápoles, o que este venía a recibir el reino de España.”

“Otro oficio correspondía a un papel sin firma, pero de la misma letra que los oficios redactados por el Ministro de Relaciones Exteriores en que se anuncia un Congreso en Bayona para el quince de junio, con 150 diputados de las Provincias de España, a fin de arreglar el Gobierno de la Nación , y varios otros papeles impresos en Francés y en Español, que particularmente el Emisario Sassenay, de carácter sediciosos y seductivos contra la monarquía española, los cuales fueron echados al fuego de la chimenea  (era pleno invierno) de manera inmediata”.

Este acta lleva las firmas de los cabildantes Matías de Cires y Juan Antonio de Santa Coloma; y la del oidor Juan Bazo y Berri y la de los fiscales Manuel Genaro Villota y Antonio Caspe y Rodríguez. Pero extrañamente Liniers, que es el Virrey, no la firma.

A partir de ese momento, del acuerdo o no del texto del acta, Liniers incurre en algunos gestos y actitudes por lo menos desconcertantes que denotan una duplicidad poco definidas en su posición política.

Antes de finalizar la reunión, con el acuerdo de todas las partes, se resolvió que Sassenay regresara a pasar la noche a la zumaca “Belén” que como ya mencionamos pertenecía a Luis Liniers y que la difusión del acta y de las noticias que Sassenay presentó, recién se darían a conocer al día siguiente. Pero Liniers tomó la iniciativa y a primera hora del día 14 de agosto, lejos de mantenerlo aislado a Sassenay en la “Belén”,  lo regresó como invitado a su casa y lo homenajeó con un almuerzo con toda la familia. De lo que se conversó en este almuerzo no quedaron actas firmadas, pero lo que no previó Liniers fueron las memorias de Sassenay, publicadas por primera vez, incluso luego de su fusilamiento, donde nuestro héroe de las invasiones inglesas no sale bien parado. Sobre este tema de lo conversado en el almuerzo en la casa de Liniers, lo resumiré en la tercera parte del comentario.



(1) No se trata de un error de tipeado, son tan deficientes e incompletos nuestros planes de estudio dictados en los institutos especializados en esta materia, que seguramente esta información nadie la debe haber estudiado ni debe haber sido informado de ella. Este documento no se menciona en la Historia Argentina, sencillamente porque su texto da por tierra con la fábula difundida por Mitre y su Academia respecto al mito de “La máscara de Fernando VII). No existió ninguna máscara, los porteños beneficiados con el contrabando con Brasil, vía Colonia del Sacramento, querían independizarse de la Metrópoli por que la misma no les redituaba económicamente nada. Reparemos como responde Fernando VII  a la Junta de Buenos Aires, que utiliza su nombre para desplazar a su Virrey.

Como inmediata respuesta al Cabildo Abierto del 25 de Mayo de 1810, realizado en nombre y apoyo de Fernando VII (el que tenga dudas puede leer las actas del mismo), la Junta Central Suprema de Madrid, en ese momento con residencia en Sevilla, bajo la presidencia de Vicente Joaquín  Osorio de Moscoso y Guzmán Álvarez de Toledo, Marqués de Astorga (el presidente anterior el Conde de Floridablanca había fallecido el 30.12.1808)  y actuando en nombre y por mandato de Fernando VII, no mordió el anzuelo y como respuesta le ordenó al Virrey del Perú,  avanzar sobre Buenos Aires y reducir el territorio del Virreinato que esa ciudad  encabezaba, a la mínima expresión de la Intendencia de Buenos Aires, que de hecho fue la única ciudad que se pliega al movimiento juntista.   Copia del documento en cuestión por razones de espacio y para no cansar a los señores lectores lo reproduciré en la Tercera Parte de este trabajo que intento abreviar al máximo posible.             



Bibliografía General.  Marqués de Sassenay. “Napoleón I y la Fundación de la República Argentina”. Colección B. E. A. Volumen Nº 10, Biblioteca Enciclopédica Argentina, Editorial Huarpes S. Buenos Aires, 1949.

Vicente D. Sierra. “Historia de la Argentina”. Fin del Régimen Virreinal e Instalación de la Junta de Mayo de 1810, Tomo IV, Libro Segundo, Editorial Científica Argentina, Buenos Aires, 1974. Páginas 225 a 463.



CARTA DE SAN MARTIN A ROSAS, POR LA  MERITORIA DEFENSA DE LA SOBERANÍA NACIONAL EN LA VUELTA DE OBLIGADO.


Recopilación: Roberto Antonio Lizarazu

Primera Parte.

Generalmente conocemos los términos del testamento del Libertador, donde en su artículo 3º   deja como herencia a Rosas  la espada que usara en sus campañas militares.

“3º El sable que me ha acompañado en toda la Guerra de la Independencia de la América del Sud, le será entregado al general de la República Argentina don Juan Manuel de Rosas, como una prueba de la satisfacción que como argentino he tenido al ver la firmeza con que ha sostenido el honor de la República contra las injustas pretensiones de los extranjeros que trataban de humillarla.”
   
Pero la correspondencia entre ambos, cuando Rosas era gobierno; y la mantenida luego de su derrocamiento en Monte Caseros, se la ignora deliberadamente. Es verdad existe poca  correspondencia entre ambos personajes. Y si algo llama la atención de la misma, (probablemente ese sea el motivo de su desconocimiento), es la forma amable, gentil, respetuosa, como corresponde a verdaderos amigos que mantenían en esa correspondencia.

Hoy reproduciremos una carta de San Martín a Rosas motivada por la Batalla de la Vuelta de Obligado del 20 de noviembre de 1845; y la respuesta de Rosas a esa carta. No se puede tapar con un dedo que en la primera de ellas, San Martín se dirige a Rosas como “Mi respetable general y amigo” y se despide de él con un “Que goce usted la mejor salud, que el acierto presida en todo lo que emprenda son los votos de este su apasionado amigo y compatriota”.

En la respuesta, Rosas se dirige a San Martín con un “Mi querido general y amigo”  Y se despide de él con un “Deseándole, pues, un pronto y seguro restablecimiento y todas las felicidades posibles, tengo el mayor gusto suscribiéndome como siempre su apasionado amigo y compatriota”.  Estas no son notas entre políticos que pretenden ganar adeptos o especulan con cambiar de partido, son cartas entre dos Generales de la Nación que combatieron, sumando las de ambos, en más de sesenta batallas, combates y escaramuzas, con las armas en la mano y no llevándolas de adorno precisamente. Salvemos las distancias para medir con precisión el valor de estas palabras, observando las acciones de los personajes que las pronunciaban, en este caso que las dejaron por escrito y las firmaron.

José de San Martín
Boulogne-sur- Mer, 2 de noviembre de 1848.
Excmo. Sr. Capitán general D, Juan Manuel de Rosas.

Mi respetable general y amigo:
A pesar de la distancia que me separa de nuestra patria, usted me hará la justicia de creer que sus triunfos son un gran consuelo a mi achacosa vejez.

Así es que he tenido una verdadera satisfacción al saber el levantamiento del injusto bloqueo con que nos hostilizaban las dos primeras naciones de Europa; esta satisfacción es tanto más completa cuanto el honor del país, no ha tenido nada que sufrir, y por el contrario presenta a todos los nuevos Estados Americanos, un modelo que seguir y más cuando éste está apoyado en la justicia. No vaya usted a creer por lo que dejo expuesto, el que jamás he dudado que nuestra patria tuviese que avergonzarse de ninguna concesión humillante presidiendo usted a sus destinos; por el contrario, más bien he creído no tirase usted demasiado la cuerda de las negociaciones seguidas cuando se trataba del honor nacional. Esta opinión demostrará a usted, mi apreciable general, que al escribirle, lo hago con la franqueza de mi carácter y la que merece el que yo he formado del de usted. Por tales acontecimientos reciba usted y nuestra patria mis más sinceras enhorabuenas.

Para evitar el que mi familia volviese a presenciar las trágicas escenas que desde la revolución de febrero se han sucedido en París, resolví transportarla a este punto, y esperar en él, no el término de una revolución cuyas consecuencias y duración no hay precisión humana capaz de calcular sus resultados, no sólo en Francia, sino en el resto de la Europa; en su consecuencia, mi resolución es el de ver si el gobierno que va a establecerse según la nueva constitución de este país ofrece algunas garantías de orden para regresar a mi retiro campestre, y en el caso contrario, es decir, el de una guerra civil (que es lo más probable), pasar a Inglaterra, y desde este punto tomar un partido definitivo.

En cuanto a la situación de este viejo continente, es menester no hacerse la menor ilusión: la verdadera contienda que divide a su población es puramente social; en una palabra, la del que nada tiene, tratar de despojar al que le posee; calcule lo que arroja de sí un tal principio, infiltrado en la gran masa del bajo pueblo, por las predicaciones diarias de los clubs y la lectura de miles de panfletos; si a estas ideas se agrega la miseria espantosa de millones de proletarios, agravada en el día con la paralización de la industria, el retiro de los capitales en vista de un porvenir incierto, la probabilidad de una guerra civil por el choque de las ideas y partidos, y, en conclusión, la de una bancarrota nacional visto el déficit de cerca de 400 millones en este año, y otros tantos en el entrante: éste es el verdadero estado de la Francia y casi del resto de la Europa, con la excepción de Inglaterra, Rusia y Suecia, que hasta el día siguen manteniendo su orden interior.

Un millar de agradecimientos, mi apreciable general, por la honrosa memoria que hace usted de este viejo patriota en su mensaje último a la Legislatura de la provincia; mi filosofía no llega al grado de ser indiferente a la aprobación de mi conducta por los hombres de bien.

Esta es la última carta que será escrita de mi mano; atacado después de tres años de cataratas, en el día apenas puedo ver lo que escribo, y lo hago con indecible trabajo; me resta la esperanza de recuperar mi vista en el próximo verano en que pienso hacerme hacer la operación á los ojos. Si los resultados no corresponden a mis esperanzas, aun me resta el cuerpo de reserva, la resignación y los cuidados y esmeros de mi familia.

Que goce usted la mejor salud, que el acierto presida en todo lo que emprenda, son los votos de este su apasionado amigo y compatriota.

José de San Martín”.