La publicación de estos apuntes sobre Historia Argentina, no tienen otra pretensión que prestar ayuda, tanto a estudiantes como a profesores de la materia en cuestión.

Muchos de ellos, simplemente son los apuntes confeccionados por el suscripto, para servir como ayuda memoria en las respectivas clases de los distintos temas que expusiera durante mi práctica en el Profesorado. Me daría por muy satisfecho si sirvieran a otras personas para ese objetivo.

Al finalizar cada apunte, o en el transcurso del mismo texto se puede encontrar la bibliografía correspondiente a los diferentes aspectos mencionados.

Al margen de ello invitaremos a personas que compartan esta metodología, a sumarse con nuevos apuntes de Historia Argentina.




Profesor Roberto Antonio Lizarazu

roberto.lizarazu@hotmail.com



lunes, 25 de febrero de 2013

Doctor Enrique de Gandia
 
ERRORES CONCEPTUALES AL ESTUDIAR LA INDEPENDENCIA DE AMERICA


Por: Roberto Antonio Lizarazu

Es mi opinión que en  nuestro medio, el especialista más criterioso y metódico en relación al estudio de la historia de la Independencia Americana, es sin lugar a dudas, el doctor Enrique de Gandía. A los 23 años era Jurisconsulto egresado de la Universidad de La Sorbona de Paris y Doctor en Leyes de la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid.   Dedicado desde muy joven a la investigación histórica fue notablemente prolífico; y sin quererlo por supuesto, rompió con todas las marcas que se le pueden reclamar a un autor de historia. Algunas de ellas realmente sorprendentes.

De Gandía fue miembro correspondiente de todas las academias de historia del Continente.
Ha sido condecorado por el Gobierno Paraguayo.
Ha publicado 110 libros de historia y más de un millar de artículos y ensayos.
Perteneció a unas 200 instituciones culturales americanas y europeas.
Pero su récords  más notable fue su precocidad y en nuestro país, fue designado a los veinticuatro años de edad, miembro de número de la Academia Nacional de la Historia. En relación a esta incorporación, de Gandía al cumplir cuarenta años de académico,  hace unas declaraciones ironizando sobre si mismo.  “… era demasiado joven y ahora comprendo que aquellos señores se arriesgaron en demasía en colocar a su lado a un enamorado de la historia que lo mismo podía seguir toda su vida, como he hecho, entregado a los archivos, que abandonar esa pasión y representar, en la Junta, un peso muerto. Por fortuna, el amor a la historia fue tan fuerte y constante como el de otros amores que he tenido en estos cuarenta años, y aquí sigo fiel a esa locura que es el querer descubrir los enigmas que se llevan los siglos”.

En relación al tema de La Independencia Americana, uno de sus predilectos, nos dejó un listado de errores de concepto, en los cuales no se debería incurrir si deseamos realmente arrimarnos a la verdad en este controvertido tema, que es fundamental para comprender lo que sucede con posterioridad a la Independencia.

A.- “El primer error consiste en seguir llamando Revolución a lo que fue exclusivamente una guerra civil.”

B.- “El segundo en suponer que la pseudo revolución fue americana, cuando en realidad fue  principalmente, española, peninsular.”

C.-  “El tercer error está en decir que no fue un episodio aislado cuando en verdad, no tuvo ninguna relación con otros países fuera de España y sus posesiones americanas.”

D.- “El cuarto error está en imaginar que sus causas fueron muchas, cuando en realidad la guerra civil se da entre los partidarios de las Juntas  y los partidarios del Consejo de Regencia.”  (1)

E.- “El quinto error está en denominar proceso espiritual a lo que fue un complejo proceso político.”

F.- “El sexto error está en creer que este proceso estuvo vinculado a la historia universal, cuando es bien sabido que nada tuvo que ver con países lejanos y aun próximos, conforme dijimos anteriormente.”

G.-  “Y el séptimo error está en sostener que para comprenderlo, es preciso un conocimiento profundo de la historia prerrevolucionaria: conocimiento totalmente inútil, pues la independencia nace de los acontecimientos peninsulares de 1808 y no cuenta, anteriormente, en América, con ninguna fuerza que lo haya originado.”  (2)

(1) (2) Breve cuadro de situación en España que determinaron primero el  proceso “Juntista” y luego  el Consejo de Regencia.

La invasión napoleónica en España, causa un hecho histórico que se minimiza o directamente no se estudia. José Bonaparte (Pepe Botellas) se convierte en Rey de España y de las Indias. Era nuestro Rey.
En 1806, Inglaterra levantó una cuarta coalición contra el emperador Francés Napoleón Bonaparte, por lo que éste decretó, a modo de réplica, el bloqueo continental contra Inglaterra. Como Portugal era aliada de Inglaterra, no cumplió con las disposiciones del bloqueo continental, Napoleón Bonaparte ordenó ocupar el territorio lusitano.

El Rey de España Carlos IV,  autorizó el paso de las tropas francesas que se dirigieran hacia Portugal.  En noviembre de 1807 Portugal fue ocupado mientras la familia real lusitana y su corte, acompañados por los miembros de la nobleza, y el ejército en pleno, buscaban refugio en Brasil. El lector que quiera ampliar detalles sobre este hecho en particular, el suscripto publicó en este portal en fecha 26 de marzo  de 2012, un comentario titulado “Cuando Belgrano y Saavedra fueron Carlotistas”  donde se amplían detalles sobre el traslado a Brasil  de la corte de los Braganza.

La gran cantidad de efectivos franceses en suelo español, puestos a las órdenes del mariscal Joaquín Murat, era desproporcionado para su aparente misión, tomar el gobierno portugués y vencer cualquier resistencia armada. Ni unos ni otros ya se encontraban en Portugal. La Corte completa con la nobleza, su ejército y su armada, que era quienes los transportaban ya no estaban en Portugal, estaban en alta mar rumbo a su nuevo Imperio. Brasil.

Era evidente que las tropas francesas “de paso” se transformarían en tropas de ocupación de España. Los planes imperialistas de Napoleón se vieron favorecidos por el monarca Carlos IV y sobre todo por la política seguida por su primer ministro y favorito Manuel Godoy. Era visible en la Corte la enemistad existente entre Godoy y el príncipe Fernando, hijo mayor y heredero de la corona.

Nuevas tropas francesas continuaron ingresando en España y entonces Godoy aconsejó a la Corte que se retirara hacia el sur, para luego, en caso de empeorar la situación, poder embarcarse rumbo a América, imitando lo hecho por los Braganza de Portugal. Así se procedió, pero cuando la Corte arribó a la ciudad de Aranjuez se produjo un motín organizado por los partidarios del heredero Fernando. La derivación de mayor trascendencia de esta sublevación cívico militar, fue que Carlos IV abdicó la corona a favor de su hijo Fernando quien pasó a ser Fernando VII.

La abdicación duró un suspiro, Carlos IV se retractó de lo hecho, argumentando que había sido coaccionado, y pidió ayuda a Napoleón Bonaparte para recuperar la corona. Murat persuadió a Carlos IV y a Fernando VII para que concurran a Bayona (Ciudad francesa) a intentar solucionar el problema. En territorio francés, Napoleón directamente apresó a ambos soberanos españoles, al padre y al hijo. Fernando VII detenido en el Castillo de Valençay  y Carlos IV en  el de Compiègne. Finalmente proclama a su hermano mayor José Bonaparte Rey de España y de las Indias.

Es en ese momento donde aparece el movimiento juntista. Los sucesos de Bayona provocaron la inmediata y unánime reacción de la sociedad española en su conjunto, la peninsular y la de las Indias. Las provincias de Oviedo y Gijón iniciaron levantamientos que rápidamente se extendieron a las demás partes del reino. Pronto surgieron Juntas Provinciales en las ciudades capitales de las diferentes regiones españolas, que con gran apoyo popular, juraron fidelidad a Fernando VII, el rey cautivo.

Con el propósito de unificar los esfuerzos se constituyó en Madrid la Junta Central  en septiembre de 1808 bajo la presidencia del conde de Floridablanca. Este gobierno juntista  que fue el producto de un acuerdo federal, estaba facultado para resolver los problemas exteriores y acordar tratados de paz o guerra, siempre en nombre de Fernando VII.

Debido a la proximidad de los avances de las tropas francesas sobre Madrid, la Junta Central  se vio forzada a cambiar de residencia y se estableció en Sevilla. Nuevamente por la proximidad de las tropas francesas que intentaban apresar a los integrantes de la Junta Central, se estableció en enero de 1810 en la Isla de León en la bahía de Cádiz. Allí transfirió sus poderes a un Consejo de Regencia integrado por cinco miembros leales a Fernando VII. Comenzando esta institución a gobernar España y sus colonias en nombre del monarca mencionado.
Es necesario mencionar que los combatientes cívico militares de España prolongaron la defensa de su territorio por seis años continuos, desde 1808 hasta 1814. Entre los enfrentamientos de mayor importancia se debe señalar, por varios motivos, la victoria de Bailén en julio de 1808, donde se cubrió de gloria nuestro más destacado paisano.

Fuente Documental:  Enrique de Gandía. “La Independencia Americana. Los libros del Mirasol. Compañía General Fabril Editora S.A. Buenos Aires, 1961.


Primer Rector Presbítero Antonio Sáenz



LA UNIVERSIDAD EN LOS GOBIERNOS DE ROSAS. PRO Y CONTRA

Por: Roberto Antonio Lizarazu

PRIMERA PARTE: PRO

Sabemos que Juan Manuel de Rosas ejerce la gobernación de la Provincia de Buenos Aires -con la ciudad de Buenos Aires incluida dentro de la provincia- en dos oportunidades. Entre los primeros actos de Rosas al iniciar su segundo período de gobierno, merece destacarse el interés con que se abocó al mejoramiento de los estudios universitarios y la designación de las personalidades del mundo de la cultura más relevantes del momento, en el cargo de la rectoría de esa alta casa de estudios. Veremos más adelante quienes fueron esos destacados humanistas.

Primero se debe señalar que una de los tantos argumentos que se acostumbra repetir en nuestros institutos especializados sobre historia, se encuentra la circunstancia  que durante los gobiernos de Rosas, la Universidad había sido cerrada y clausurada. ¿Quién no escuchó esa afirmación? Pero encontrarlo escrito ya es más difícil, a no ser que se escriba sin documentación, cosa que no es tan extraña.

Rosas no fue un intelectual y es verdad que sus gobiernos fueron marcadamente autocráticos, pero su buen sentido común, su buen criterio le bastaba para advertir el divorcio existente entre los planes de estudio de ese momento aplicados en la Universidad y la ideología nacional y federal aceptada por la amplia mayoría de  la sociedad. Los planes de estudio aplicados eran anteriores a nuestra independencia como Nación. Problema de difícil solución dada la escasa disponibilidad con que se contaba en condiciones de señalar y enseñar las orientaciones en el campo filosófico y humanista. Incluso el propio Rosas repara que no tenía a su alrededor personas idóneas con quienes encarar la cuestión y al dar cuenta de la labor realizada en el curso del año 1836, en su mensaje a la Legislatura menciona: “Mas con respecto a los problemas de educación pública, el Gobierno no puede dejar de manifestar con sentimiento a los señores Representantes, que está muy distante de creer que el de la Universidad corresponda a las erogaciones que causa, y que por lo tanto este negocio ocupará su atención luego que se lo permita el despacho de otros más urgentes y de primera necesidad.”

En el mensaje a la Legislatura de 1837, volvió a tocar el tema, diciendo: “Todavía no ha sido posible emprender la reforma de la Universidad. La importancia trascendental del buen orden y distribución de los estudios, como las materias que se enseñan, merece muy seria atención de estas autoridades. El Gobierno la tomará a su cargo oportunamente con detenida circunspección. Sin privar a nuestra juventud ávida de instrucción de los medios de enriquecer su espíritu con los conocimientos útiles, procurará se le inspiren constantemente los sentimientos sólidos de virtud y civismo”.

Para 1838 las condiciones financieras de la Confederación habían cambiado radicalmente. La guerra contra el Mariscal Andrés de  Santa Cruz y el conflicto y bloqueo de Francia contra los puertos argentinos no resultan gratuitos. Los ingresos por derechos de aduana se reducen a un tercio y los egresos son mayores que los ingresos. Hubo que apelar a recursos extremos en cuanto a la contención de los gastos públicos.

En el informe a la Legislatura de ese año de 1838, Rosas dice que: “… el déficit de nuestras rentas obligó al Gobierno a suprimir la dotación de empleados de la Universidad, ordenando la cesación de las cátedras que no fuesen sostenidas por los alumnos. Ninguna de estas cátedras ha suprimido sus trabajos. Además el Gobierno tendrá presente la útil necesaria reforma de la Universidad”.

No es verdad que fuese cerrada la Universidad. Lo único que se hizo fue obligarla a sostenerse con los recursos que provenían de los alumnos de familias pudientes. Pragmatismo y sentido común aplicado al nivel universitario, que aún carecemos. Funcionó con dificultades y limitaciones  notorias, de orden financiero y de ideología política, pero funcionó. No cerró nunca.

Deberíamos interrogarnos, ¿Luego de Monte Caseros, la Universidad fue aséptica en materia de ideología política?

Estos fueron los Rectores de la Universidad de Buenos Aires durante los gobiernos del Partido Federal. (1)

“En el período de 1821 a 1852 la Universidad fue regida por cinco eminentes sacerdotes. Fueron los presbíteros Antonio Sáenz, José Valentín Gómez, Santiago Figueredo, Paulino Gari y Miguel García. Harto conocidos son los dos primeros para detenerse en ellos. Por decreto del 23 de agosto de 1830, y ante la renuncia al rectorado presentada por José Valentín Gómez, Rosas designó para el alto cargo al presbítero Santiago Figueredo, nacido en la Banda Oriental, y que recibió en la Universidad de Córdoba el título de doctor en derecho civil y canónico. El 27 de dicho mes se hizo cargo del puesto que le fue entregado por el vicerrector, doctor Antonio de Ezquerrenea, el que lo venía desempeñando desde 1823, y quien a poco fue sustituido por el presbítero Paulino Gari, que fue más tarde continuador de Figueredo en la conducción de la Universidad.”

“Figueredo trabajó sin más salario que el que recibía como canónigo. Fue hombre de activa actuación en la vida de la provincia,  diputado de su Legislatura, (Buenos Aires) y entre sus preocupaciones se señaló la mejora que imprimió en la Universidad a los estudios de latinidad. Falleció en mayo de 1831 después de una larga y penosa enfermedad. El 22 de febrero de 1832, siendo sustituido por el doctor Faustino Gari, graduado en Córdoba en 1794 y completado estudios en la Universidad de Charcas. Durante varios años fue miembro de la Sala de Representantes de la Provincia.”

“Por decreto del 15 de mayo de 1834 se dispuso que el gobierno de la Universidad estuviera a cargo de un consejo directivo, que fue integrado con el catedrático de derecho canónico doctor José León Benegas; el de derecho civil, doctor Rafael Casagemas; el de nosografía médica, el doctor Cosme Argerich, y el de ideología, doctor Diego Alcorta, presidido por el rector, doctor Paulino Gari. Durante la actuación de éste la enseñanza fue objeto de varias reformas sustanciales, que alcanzaron a todos los grados de la educación pública. Gari falleció a fines de 1849, siendo sustituido al frente de la Universidad por el presbítero Miguel García, quien como canónico se destacó por su colaboración con el Obispo Medrano, alcanzando a ser designado provisor y vicario general del Obispado de Buenos Aires”.

“Designado diputado a la Legislatura, a raíz del asesinato del doctor Manuel Vicente Maza fue elegido el 27 de enero de 1839, presidente del cuerpo, en el cual se perpetuó, tras sucesivas reelecciones, hasta 1852. Al fallecer el presbítero Gari, García fue designado rector de la Universidad. Cuando a raíz de la caída de Rosas, fue nombrado gobernador de la provincia don Vicente López y Planes, éste dejó a García en el cargo hasta junio de 1852. Cabe destacar que con motivo de la muerte del obispo Medrano, el 8 de abril de 1851, García se desempeñó como vicario capitular de la sede vacante hasta 1855, cuando se hico cargo de ella su titular, monseñor Escalada.”

Esta breve reseña precisada por el Profesor Ramallo, hecha un poco de luz sobre una de los tantos controvertidos temas que son repetidos por algunos autores; y obliga al lector hacerse la siguiente pregunta: ¿Cómo la Universidad en ese período tuvo cinco Rectores; contó con prestigiosos profesores y egresaron anualmente alumnos diplomados, es verdad que en algunas materias con  menos diplomados que en años anteriores, pero funcionó,   si la misma estuvo cerrada?

Fuente: (1) Jorge María Ramallo. Biografía de los Rectores de  la Universidad en la Época de Rosas. Texto trascripto en la página 449 del tomo VIII de Historia de la Argentina, Época de Rosas de Vicente D. Sierra.
Rector José Valentín Suárez



LA UNIVERSIDAD EN LOS GOBIERNOS DE ROSAS, PRO Y CONTRA

Por: Roberto Antonio Lizarazu

SEGUNDA PARTE: CONTRA

Así como vemos  en la primera parte que  consagrados autores sostienen la tesitura distinta,  en esta segunda parte mencionaremos los comentarios de los autores, igualmente consagrados,  que afirman lo contrario. Los de la contra. En términos generales se afirma lo siguiente: El   desenlace de la revolución de 1828 provocó la emigración de las personas del partido unitario e inició el éxodo político de manera masiva. Montevideo, Santiago de Chile; y algunas ciudades capitales de provincias, se constituyeron en los destinos de los que se alejaban de Buenos Aires y de Rosas, poniendo la mayor distancia posible en su ostracismo.

Dice Pedro De Angelis (1): “En la Universidad, la mayoría de las cátedras perdieron los profesores, que se ausentaron “con aviso”.

“Comenzó también la emigración de los intelectuales extranjeros traídos por Rivadavia. (El autor de estas palabras es uno de ellos). La Facultad de Medicina, donde se graduaron trece médicos en 1827, graduó uno en 1829, dos en 1831 y uno en 1833. Esa situación obligó a disponer que los cursos durasen seis años y se abrieran cada dos, facultando al rector para proponer la reforma general de la enseñanza.”

“En 1833 se hizo la reforma. Subsistió hasta 1852 y está contenida en el Manual o Colección de Decretos Orgánicos de la Universidad. Lo redactó una comisión formada por José Valentín Gómez, Diego E. Zabaleta y Vicente López, y se puso en vigencia a partir de 1834”. “La reforma que se hizo comprendía la organización científica y administrativa”.

No entraré en los detalles de la reforma porque haría muy extenso este comentario y se perdería el objeto de presentar las dos versiones: pro y contra de un mismo suceso histórico.

Ahora recurriremos al doctor Antonio Salvadores, autor de La Universidad de Buenos Aires, desde su fundación hasta la caída de Rosas”. Editado por Biblioteca Humanidades, t. XX, La Plata, 1937. Donde se registran los decretos recopilados por Pedro De Angelis y publicados en 1856 cuando Rosas ya se encontraba exiliado. Probablemente el estudio realizado por el doctor Salvadores sobre este tema en particular, sea el más completo y el mejor documentado.

Dice el doctor Salvadores: “Desde 1832 el  uso obligatorio de la divisa punzó por estudiantes y catedráticos, demuestran que la decadencia de la Universidad era un hecho real desde mucho antes de que se suprimiesen los sueldos, en 1838. Pero nada ilustra mejor sobre la imposición de la dictadura como la exoneración de catedráticos, que no eran federales, aunque no tuviesen ninguna intervención en política. Por tal causa fueron separados los doctores Juan Antonio Fernández y Juan José Montes de Oca, a los cuales siguieron otros después.”

“La imposición no paró ahí. El 2 de junio de 1835, el entonces rector, Doctor Paulino Gari, se dirigió al ministro manifestando estar persuadido de la necesidad de inculcar a los estudiantes el sistema de gobierno adoptado, encontrando conveniente para tal objeto que a la fórmula del juramento que prestaban para recibir grados, se agregase la de ser adicto al sistema federal, para que de esa manera los que violasen el juramento fuesen tratados como traidores. Rosas mandó dar las gracias al rector Gari y el 20 de junio expidió un decreto por el cual toda persona que debiese prestar juramento para desempeñar un empleo agregaría a la fórmula hasta entonces empleada la de ser “constantemente adicto y fiel a la causa nacional de la Federación y que no dejará de sostenerla y defenderla en todos tiempos y circunstancias, por cuantos medios estén a su alcances”.

“El 27 de enero se dio otro decreto, por el cual, para recibir título universitario, se exigió producir información sumaria de haber sido obediente y sumiso a todas las autoridades y adicto al sistema federal.”

“Desde entonces, todos los títulos que expidió la Universidad fueron acompañados de la información correspondiente.”

Supresión de sueldos en 1838.

Continuando con Salvadores: (2) “A partir de 1838 la Universidad fue privada de todo apoyo económico. El bloqueo francés obligó a tomar medidas extremas de economía. Aunque no hubo decreto de supresión de sueldos, los oficios por los cuales se comunicó esa medida fueron publicados en el Registro Oficial. Tomada esa determinación con carácter transitorio, nunca desde entonces se manifestó interés para restablecer el sostenimiento oficial de la instrucción pública.”

“Si la Universidad no cerró las puertas, fue debido a que los catedráticos que permanecieron dictaron gratis las lecciones y a que los alumnos abonaban una cuota mensual de treinta pesos que fue en aumento progresivo hasta setenta y cinco en 1852. Los alumnos notoriamente pobres podían ser admitidos gratis, pero las aulas no se vieron concurridas sino por los que disponían de medios para costearse la instrucción.”

“La nueva situación creada produjo la despoblación de las aulas, especialmente en medicina, donde en 1850 se graduó un solo médico. En jurisprudencia, donde se graduaron de once a doce entre 1831 y 1837, decreció también la inscripción, pero volvió a elevarse, y en 1850 se graduaron dieciséis. (Se debe notar que en Jurisprudencia nunca disminuyeron los egresados. En 1831, 1837 y 1850 siempre fue el mismo partido gobernante.  Subieron los egresados de once a dieciséis). En Ciencias Exactas los estudios quedaron de hecho extinguidos, y el Museo y Gabinete de Ciencias Naturales fue clausurado, pasando sus existencias en parte al Colegio Republicano Federal, y el resto a los sótanos del Fuerte, donde los aparatos de física quedaron arrumbados.”

Los detalles mencionados por el doctor Antonio Salvadores son exhaustivos y muy completos, pero es imposible detallarlos en este comentario. La intención del suscripto es mostrar sobre un mismo acontecimiento histórico las dos posiciones encontradas.


(1) Pedro de Angelis. “Recopilación de Leyes y Decretos promulgados en Buenos Aires, desde el 25 de Mayo de 1810 hasta fin de diciembre de 1835”, Buenos Aires, 1856. En relación a la obra de Pedro De Angelis, el suscripto publicó en este sitio “DON  PEDRO DE ANGELIS, un gran historiador ninguneado” en fecha domingo 25 de marzo ppdo. haciendo una reseña de su actuación en nuestro medio. Al margen de su extraordinario aporte en la recopilación de documentos fundamentales de nuestra historia, se puede observar las oscilaciones políticas que realiza De Angelis para sobrevivir. Rivadavia lo contrata en 1825, y para 1826 se encuentra dirigiendo los periódicos rivadavianos, primero “Crónica Política y Literaria de Buenos Aires” y luego “El Conciliador”.
Para 1929 es el director propietario de “El Lucero”,  donde ya muestras algunas simpatías para el Partido Federal. En 1833 Rosas lo contrata para promocionar los logros intelectuales del federalismo, culminando en 1836 con su obra magna, La Colección de Obras y Documentos relativos a la Historia Antigua y Moderna de las Provincias del Río de la Plata”.
Esta situación de contratado por Rosas dura de 1836 hasta 1852. Ya para 1854 Mitre que promueve la creación del “Instituto Histórico y Geográfico del Río de la Plata que termina siendo la “Academia Nacional de la Historia , con la aceptación de Sarmiento y de otros miembros,  lo invitan a integrar el Instituto y De Angelis acepta.

Hay que reconocer que esta política de integrar a los ex opositores a la nueva realidad del momento, sean del ámbito profesional que correspondan,  en mi criterio es acertada.

En 1856 De Angelis ya escribe los comentarios que señalamos más arriba, desde una nueva óptica.  Todo un pragmático.

(2) Antonio Salvadores. La Enseñanza primaria y la Universidad en la época de Rosas”  Historia de la Nación Argentina. Academia Nacional de la Historia. Vol. VII. Rosas y su época, Editorial El Ateneo, Buenos aires, 1962.