La publicación de estos apuntes sobre Historia Argentina, no tienen otra pretensión que prestar ayuda, tanto a estudiantes como a profesores de la materia en cuestión.

Muchos de ellos, simplemente son los apuntes confeccionados por el suscripto, para servir como ayuda memoria en las respectivas clases de los distintos temas que expusiera durante mi práctica en el Profesorado. Me daría por muy satisfecho si sirvieran a otras personas para ese objetivo.

Al finalizar cada apunte, o en el transcurso del mismo texto se puede encontrar la bibliografía correspondiente a los diferentes aspectos mencionados.

Al margen de ello invitaremos a personas que compartan esta metodología, a sumarse con nuevos apuntes de Historia Argentina.




Profesor Roberto Antonio Lizarazu

roberto.lizarazu@hotmail.com



jueves, 30 de abril de 2015

30 DE MARZO DE 1793 NACE JUAN MANUEL DE ROSAS TAN AMADO POR MUCHOS COMO ODIADO POR MÁS
Conocido como Juan Manuel de Rosas, fue bautizado como Juan Manuel José Domingo Ortiz de Rozas y López de Osornio. Era hijo del militar León Ortiz de Rozas —sobrino-nieto de Domingo Ortiz de Rozas gobernador de Buenos Aires entre 1742 y 1745— y la estanciera Agustina López de Osornio. Pertenecía al linaje de los Ortiz de Rozas, que tiene origen en el pueblo de Rozas, Valle de Soba, Cantabria, España.                                                  
Nació en el solar que había habitado su abuelo materno Clemente López de Osornio, situado en la calle que en ese entonces se denominaba Santa Lucía, actual calle Sarmiento entre las calles Florida y San Martín, en la ciudad de Buenos Aires. Ingresó a los ocho años de edad en el colegio privado que dirigía Francisco Javier Argerich, si bien desde joven demostró vocación por las actividades rurales, interrumpió sus estudios para participar, contando con trece años de edad, en la Reconquista de Buenos Aires en 1806 y posteriormente se enroló en la compañía de niños del Regimiento de Migueletes, combatiendo en la Defensa de Buenos Aires en 1807, ambos hechos durante las invasiones inglesas, donde fue distinguido por su valor.
Más tarde, retirado al campo, se convirtió en un gran estanciero de la pampa bonaerense.

El joven Rosas, quien contaba con 17 años, se mantuvo al margen de los sucesos que culminaron con la Revolución de Mayo de 1810.
En 1813, pese a la oposición materna —que venció al hacer creer a su madre que la joven estaba embarazada— se casó con Encarnación Ezcurra, con quien tuvo tres hijos: Juan Bautista, nacido el 30 de julio de 1814, María, nacida el 26 de marzo de 1816 y fallecida al día siguiente, y Manuela, conocida como Manuelita y nacida el 24 de mayo de 1817, quien luego sería su compañera inseparable.

Poco después, debido a un entredicho que tuvo con su madre, devolvió a sus padres los campos que administraba para formar sus propios emprendimientos ganaderos y comerciales. Además se cambió el apellido "Ortiz de Rozas" por "Rosas", cortando simbólicamente la dependencia de su familia.
Fue administrador de los campos de sus primos Nicolás y Tomás Manuel de Anchorena; este último ocuparía cargos importantes dentro de su gobierno, ya que Rosas siempre le tuvo un especial respeto y admiración. En sociedad con Luis Dorrego —hermano del coronel Manuel Dorrego— fundó un saladero; era el negocio del momento: la carne salada y los cueros eran casi la única exportación de la joven nación. Acumuló una gran fortuna como ganadero y exportador de carne vacuna, distante de los acontecimientos emergentes que conducirían al virreinato del Río de la Plata a la emancipación del dominio español en 1816.

Por esos años conoció al doctor Manuel Vicente Maza, quien se convirtió en su patrocinador legal, en especial en una causa que sus propios padres habían entablado contra él. Más tarde sería un excelente consejero político.
En 1818, por presión de los abastecedores de carne de la capital, el director supremo Juan Martín de Pueyrredón tomó una serie de medidas en contra de los saladeros. Rápidamente, Rosas cambió de rubro: se dedicó a la producción agropecuaria en sociedad con Dorrego y los Anchorena, que también le encargaron la dirección de su estancia "Camarones", al sur del río Salado.

Al año siguiente compró la estancia "Los Cerrillos", en San Miguel del Monte. En su estancia en la laguna de Monte organizó una compañía (aumentada al poco tiempo a regimiento) de caballería, los "Colorados del Monte", para combatir a los indígenas de la zona pampeana. Fue nombrado su comandante, y alcanzó el grado de teniente coronel.
Por esos años escribió sus famosas "Instrucciones a los mayordomos de estancias", en la que detallaba con precisión las responsabilidades de cada uno de los administradores, capataces y peones. Allí demostraba su capacidad para administrar simultáneamente varias explotaciones, con métodos muy efectivos, en un anticipo de su futura capacidad para administrar el estado provincial.

Hasta 1820 se dedicó a sus actividades privadas. Desde ese año hasta su caída producida en la batalla de Caseros, en 1852, consagraría su vida a la actividad política, liderando —ya en el gobierno o fuera de él— la provincia de Buenos Aires, que contaba no sólo con el territorio productivo más rico de la naciente Argentina, sino con la metrópolis más importante —la ciudad de Buenos Aires— y el puerto que concentraba el comercio exterior de las restantes provincias, así como el control de la aduana. En relación a estos recursos se desarrollaron gran parte de los conflictos institucionales y las guerras civiles del siglo XIX en la Argentina, controlados hasta la caída de Rosas por la provincia de Buenos Aires.

En 1820 concluyó la etapa del Directorio con la renuncia de José Rondeau a consecuencia de la Batalla de Cepeda. Fue en esa época que Rosas comenzó a involucrarse en la política, al contribuir a rechazar la invasión del caudillo Estanislao López al frente de sus “Colorados del Monte”. Participó en la victoria de Dorrego en Pavón, pero junto a su amigo Martín Rodríguez se negó a continuar la invasión hacia Santa Fe, donde Dorrego fue derrotado completamente en la Batalla de Gamonal.
Con apoyo de Rosas y otros estancieros fue electo gobernador su colega el general Martín Rodríguez. El 1.º de octubre estalló una revolución, dirigida por el coronel Manuel Pagola, que ocupó el centro de la ciudad. Rosas se puso a disposición de Rodríguez, y el día 5 inició el ataque, derrotando completamente a los rebeldes. Los cronistas de esos días recordaron la disciplina que reinaba entre los gauchos de Rosas,4 que fue ascendido al grado de coronel. Con Rodríguez, el grupo de los estancieros empezó a tener un papel público.

También fue parte de las negociaciones que concluyeron con el Tratado de Benegas, que ponía fin al conflicto entre las provincias de Santa Fe y Buenos Aires. Fue el responsable del cumplimiento de una de las cláusulas secretas del mismo: entregar al gobernador Estanislao López 30.000 cabezas de ganado como reparación de los daños causados por las tropas bonaerenses en su territorio. La cláusula era secreta, para no "manchar el honor" de Buenos Aires. Así se iniciaba la alianza permanente que tendría esta provincia con la de Buenos Aires hasta 1852.

Los primeros años después de la disolución de los poderes nacionales fueron un período de paz y prosperidad en Buenos Aires, principalmente debido a que Buenos Aires usufructuó en su exclusivo provecho las rentas de la Aduana, una fuente inagotable de riqueza que la provincia decidió no compartir con sus hermanas ni con ejércitos exteriores.
Entre 1821 y 1824 compró varios campos más, especialmente la estancia que había sido del virrey Joaquín del Pino y Rozas (conocida como Estancia del Pino, en el partido de La Matanza), a la que llamó San Martín en honor del general José de San Martín.

También aprovechó la ley de enfiteusis promovida por el ministro Bernardino Rivadavia para aumentar sus campos. En lugar de ayudar a los pequeños hacendados, esta ley terminó dejando en propiedad de unos pocos grandes terratenientes cerca de la mitad de la superficie de la provincia.

Los desórdenes producidos por la Anarquía del Año XX habían dejado desguarnecida la frontera sur, por lo que habían recrudecido los malones. Martín Rodríguez dirigió entonces tres campañas al desierto, usando una extraña mezcla de diálogos de paz y guerra con los indígenas. En 1823 fundó Fuerte Independencia, la actual ciudad de Tandil. En casi todas estas campañas lo acompañó Rosas, que también participó de una expedición en que el agrimensor Felipe Senillosa delineó y estableció planos catastrales de los pueblos del sur de la provincia. El jefe nominal de esa campaña era el coronel Juan Lavalle.

Durante la guerra del Brasil, el presidente Rivadavia lo nombró comandante de los ejércitos de campaña a fin de mantener pacificada la frontera con la población indígena de la región pampeana, cargo que volvió a ejercer después, durante el gobierno provincial del coronel Dorrego.
En 1827, en el contexto previo al inicio de la guerra civil que estallaría en 1828, Rosas era un dirigente militar, representante de los propietarios rurales, socialmente conservadores e identificados con las tradiciones coloniales de la región. Estaba alineado con la corriente federalista, proteccionista, adversa a la influencia foránea y a las iniciativas de corte librecambistas preconizadas por el partido unitario.
Terminada la guerra del Brasil, el gobernador Manuel Dorrego fue obligado —por una intensa presión diplomática y financiera— a firmar un tratado de paz que reconocía la independencia de Uruguay, y la libre navegación del Río de la Plata y de sus afluentes solo por parte de la Argentina y del Imperio del Brasil pero por el término acotado de quince años; lo que fue visto por los miembros del ejército en operaciones como una traición. En respuesta, la madrugada del 1 de diciembre de 1828, el general unitario Juan Lavalle tomó el Fuerte de Buenos Aires y reunió a miembros del partido unitario en la iglesia de San Francisco— nominamente como representación del pueblo— , siendo elegido gobernador. Siguiendo la misma lógica, disolvió la legislatura.
Rosas levantó la campaña contra los sublevados y reunió un pequeño ejército de milicianos y partidas federales, mientras Dorrego se retiraba al interior de la provincia para buscar su protección. Lavalle, con sus tropas se dirigió a la campaña para enfrentar a las fuerzas federales de Rosas y Dorrego, a quienes atacó sorpresivamente en la batalla de Navarro, derrotándolos.
Debido a la disparidad existente entre las aguerridas y experimentadas fuerzas sublevadas bajo el mando de Lavalle, con respecto a las milicias que defendían al gobernador Dorrego, Rosas le aconsejó a éste retirarse a Santa Fe, para unir fuerzas con las de Estanislao López,pero el gobernador se negó. Mientras Rosas se retiró a Santa Fe con aquél propósito, Dorrego decidió refugiarse en Salto, en el regimiento del coronel Ángel Pacheco. Pero, traicionado por dos oficiales de éste —Bernardino Escribano y Mariano Acha— fue enviado prisionero a Lavalle.
Como Rosas criticara su falta de previsión ante la revolución unitaria, Dorrego respondió:
Señor don Juan Manuel: que usted me quiera dar lecciones de política, es tan avanzado como si yo me propusiera enseñar a usted cómo se gobierna una estancia.
Vencido y hecho prisionero Dorrego, Lavalle, influido por el deseo de venganza de los ideólogos unitarios, ordenó su fusilamiento y se hizo cargo de toda la responsabilidad.
En su última carta, escrita a Estanislao López, Dorrego pedía que su muerte no fuera causa de derramamiento de sangre. Pese a este pedido, su fusilamiento dio paso a una larga guerra civil, la primera en que estuvieron simultáneamente implicadas casi todas las provincias argentinas.
A principios de enero de 1829, el general José María Paz, aliado de Lavalle, iniciaba la invasión de la provincia de Córdoba, donde derrocaría al gobernador Juan Bautista Bustos. De ese modo se generalizó la guerra civil en todo el país.

Lavalle envió ejércitos en todas direcciones, pero varios pequeños caudillos aliados de Rosas organizaron la resistencia. Los jefes unitarios recurrieron a toda clase de crímenes para aplastarla, un hecho poco difundido por la historiografía de las guerras civiles argentinas. 
El gobernador Lavalle envió al coronel Federico Rauch hacia el sur, y una de sus columnas, al mando del coronel Isidoro Suárez, derrotó y capturó al mayor Mesa, que fue enviado a Buenos Aires y ejecutado. Al frente del grueso de su ejército, Lavalle avanzó hasta ocupar Rosario. Pero, poco después, López dejó sin caballos a Lavalle, que se vio obligado a retroceder. López y Rosas persiguieron a Lavalle hasta cerca de Buenos Aires, derrotándolo en la batalla de Puente de Márquez, librada el 26 de abril de 1829.

Mientras López regresaba a Santa Fe, Rosas sitió la ciudad de Buenos Aires. Allí crecía la oposición a Lavalle (a pesar de que los aliados de Dorrego habían sido expulsados), sobre todo por el crimen sobre el gobernador. Lavalle aumentó la persecución sobre los críticos, lo que le llevaría mucho apoyo a Rosas, en la ciudad que siempre fue la capital del unitarismo.
Lavalle, desesperado, se lanzó a hacer algo insólito: se dirigió, completamente solo, al cuartel general de Rosas, la Estancia del Pino. Como éste no se encontraba, se acostó en su catre de campaña a esperarlo. Al día siguiente, 24 de junio, Lavalle y Rosas firmaron el Pacto de Cañuelas, que estipulaba que se llamaría a elecciones, en las que sólo se presentaría una lista de unidad de federales y unitarios, y que el candidato a gobernador sería Félix de Álzaga.

Lavalle presentó el tratado con un mensaje que incluía una inesperada opinión sobre su enemigo:
“Mi honor y mi corazón me imponen remover por mi parte todos los inconvenientes para una perfecta reconciliación...Y sobre todo ha llegado el caso de que veamos, tratemos y conozcamos de cerca de Juan Manuel de Rosas como a un verdadero patriota y amante del orden.”

Pero los unitarios presentaron la candidatura de Carlos María de Alvear, y al precio de treinta muertos ganaron las elecciones. Las relaciones quedaron rotas nuevamente, obligando a Lavalle a un nuevo tratado, el pacto de Barracas, del 24 de agosto. Pero, ahora más que antes, la fuerza estaba del lado de Rosas. A través de este pacto se nombró gobernador a Juan José Viamonte. Éste llamó a la legislatura derrocada por Lavalle, allanándole a Rosas el camino al poder.
La Legislatura de Buenos Aires proclamó a Juan Manuel de Rosas como Gobernador de Buenos Aires el 6 de diciembre de 1829, honrándolo además con el título de "Restaurador de las Leyes e Instituciones de la Provincia de Buenos Aires" y en el mismo acto le otorgó "todas las facultades ordinarias y extraordinarias que creyera necesarias, hasta la reunión de una nueva legislatura". No era algo excepcional: las facultades extraordinarias ya les habían sido conferidas a Manuel de Sarratea y a Rodríguez en 1820, y a los gobernadores de muchas otras provincias en los últimos años; también Viamonte las había tenido.
El mismo día en que juró su cargo, declaró al diplomático uruguayo Santiago Vázquez:
Creen que soy federal; no señor, no soy de partido alguno sino de la Patria... En fin, todo lo que yo quiero es evitar males y restablecer las instituciones, pero siento que me hayan traído a este puesto.

Lo primero que hizo Rosas fue realizar un extraordinario funeral al general Dorrego, trayendo sus restos a la capital, con lo cual logró la adhesión de los seguidores del fallecido líder federal, sumando el apoyo del pueblo humilde de la capital al que ya tenía de la población rural.

Respecto a la forma de organización constitucional del estado y al federalismo, Rosas fue un pragmático. En cartas enviadas en 1829 al general Tomás Guido, al general Eustoquio Díaz Vélez y a Braulio Costa, el financista de Quiroga, les escribía para informarles que

El General Rosas es unitario por principio, pero que la experiencia le ha hecho conocer que es imposible adoptar en el día tal sistema porque las provincias lo contradicen, y las masas en general lo detestan, pues al fin sólo es mudar de nombre.


sábado, 18 de abril de 2015


El fruto del vacío ideológico.

 

Por: Alberto Medina Méndez

 

Alguna gente intenta convertir en virtud aquello que, en realidad, es solo un gran problema. Cierta prédica funcional a la política mediocre de este tiempo se ha arraigado con mucha fuerza. Demasiada gente supone que es una ventaja no disponer de una visión ideológica propia y hasta se ufana de esa posición, como si esta fuera inexorablemente la más acertada.

La recurrente profecía del "fin de las ideologías", es solo un ardid diseñado por una dirigencia política mezquina que quiere tener las manos libres para hacer y deshacer a su antojo. Si tuvieran que fijar posturas públicamente, que brinden indicios acerca de su pensamiento, eso los obligaría a actuar en consecuencia. Es por eso que prefieren este vacío categórico, este ámbito completamente versátil, al que decidieron bautizar como "pragmatismo".

Esa teoría sostiene que no es indispensable aferrarse a doctrinas y que las decisiones políticas deben tomarse según lo que convenga en cada momento. Ese esquema es muy cómodo para hacer lo que sea, en un sentido o en el exactamente opuesto, siempre según los circunstanciales intereses de la casta política, con parámetros tan volátiles como inmorales.

Para que esa perspectiva se imponga como razonable, y al mismo tiempo otorgue cierta sensatez a su accionar, esos políticos e intelectuales, se han ocupado de presentar a las ideologías como un dogma, como algo absolutamente cerrado, que no puede ser debatido de modo alguno.

Si aceptaran que es solo un conjunto de visiones que se sustenta sobre ciertos mínimos principios, su tesis difamadora, su estrategia detractora no tendría tantos adeptos. Para convencer a todos sobre la importancia del pragmatismo precisan oponerse a meros dogmas que no admiten discusión.

Una ideología no es más que un sistema de ideas, que con cierto orden, está regido por profundas convicciones que conforman su columna vertebral. Esas premisas se nutren siempre de valores elevados que son compatibles con la visión individual. Pero su flexibilidad es un ingrediente fundamental, porque las situaciones cotidianas ponen a prueba esa matriz de prioridades y obligan a reordenarlas frente a cada eventualidad.

La dinámica contemporánea que plantea este vaciamiento premeditado de las ideas, en la política y en la sociedad, ha dado nacimiento a un grupo de partidos cuyos proyectos son una enorme incógnita. Eso explica la convivencia en un mismo espacio partidario de personajes tan antagónicos que defienden concepciones diametralmente opuestas. La experiencia reciente muestra a muchos gobernantes de idéntico partido que derogan lo creado por ellos mismos hace no tanto tiempo atrás.

Ese pretendido atributo no es más que una de las causas centrales de tanto desvarío que llevaron al diseño de relatos retorcidos y de una propaganda que solo aspira a engañar a la sociedad para edificar un poder eterno.

Es tiempo de que los ciudadanos se animen a cuestionar ciertas falsas consignas y falacias establecidas. La sociedad tiene el deber de replantearse casi todo, para verificar si no ha caído ingenuamente en la trampa que le propone la política actual, esa a la que solo le interesa el poder y que siente una enorme incomodidad en el mundo de las ideas porque eso la empuja a una labor integral en armonía con un itinerario básicamente consistente.

Los ciudadanos pretenden soluciones concretas, pero al no tener un sistema de ideas seleccionado previamente, cualquier camino les parece interesante, simpático y tentador. Y deambula entonces la comunidad, transitando de un lado a otro sin satisfacer sus anheladas demandas.

Como en la vida misma. Primero se deben escoger los valores que se desean preservar, para luego recién recorrer el sendero predilecto. No se puede avanzar, peregrinando sin trayectoria definida, como en un laberinto infinito, sin encontrar el norte, sin un faro que muestre la luz, sin brújula.

Una ideología es como un mapa. No conduce por sí mismo a ninguna parte, pero se constituye en una guía fundamental, en un orientador vital, en una referencia imprescindible, para saber si lo que se viene haciendo se encuentra en sintonía con los valores esenciales que se predican a diario.

Cuando en los asuntos personales se deben resolver dilemas, se opta de acuerdo a los valores que han sido sostenidos en el tiempo. Y si, por alguna razón, se toman caminos que colisionan con esos paradigmas, mas tarde o más temprano, esas determinaciones hacen demasiado ruido. Es allí desde donde se pueden hacer replanteos y hasta las correcciones del caso, lo que incluye muchas veces el arrepentimiento y las inevitables disculpas.

La política no tiene porque ser diferente. Las sociedades deben primero identificar un sistema de ideas, una escala de valores explicitada, para luego alinearse con esa mirada, exigiendo a los políticos de turno, que solo deberían ser meros representantes, implementadores de esas resoluciones.

Por fastidioso que le resulte a muchos, es hora de tener definiciones más concretas. Si se espera que la política sea la proveedora de los cambios, la herramienta primordial para lograr las transformaciones que la sociedad pretende, primero habrá que definir rumbos y eso implica tomar decisiones.

Tal vez Séneca tenía razón cuando decía, en aquella cita que se le atribuye, que "Ningún viento será bueno para quien no sabe a qué puerto se encamina". Esta frase describe como un retrato cruel a esta sociedad abúlica, intelectualmente perezosa, cívicamente apática, que no está dispuesta a la autocrítica oportuna y adecuada sobre su proceder cotidiano, ni tampoco se encuentra preparada para asumir su elevada cuota de responsabilidad respecto de lo que sucede.

Lo que hoy se vive, no es más que la esperable consecuencia de una modalidad que ha sido deliberadamente elegida por la sociedad. Desentenderse de lo que ocurre no parece ser la mejor receta. Este presente no es más que el efecto predecible de una actitud premeditada. Es solo el fruto del vacío ideológico.






jueves, 16 de abril de 2015


Elogio de la Ineficiencia  – Instalando Solares al como sea


Por: CPN Carlos Andrés Ortiz. Analista de temas Económicos y Geopolíticos.


Poco tiempo hace que en Quitilipi, Chaco, con mucho bombo previo, se anunció la instalación de la primera parte de una central solar, presentada como “gran central”, de unos escuálidos 20 MW de Potencia Instalada teórica, a concretarse en dos etapas de 10 MW cada una; relativamente grande dentro de las solares, pero pequeña en el contexto general. Dentro de las argumentaciones, se dijo que daría energía eléctrica a gran cantidad de viviendas. Pero parece que nadie advirtió, o si lo hizo no tuvo prensa, que esa será apenas una usinita chica (con hasta 10 MW cualquier usina es pequeña); y en rigor no asegura el suministro eléctrico a ninguna vivienda…¡ por una cuestión elemental!, de noche y en días nublados o lluviosos, no hay sol, y en esas situaciones las solares no producen. Además, el consumo domiciliario tiene el pico al anochecer, cuando las solares no producen. ¡Cuantas mentiras en tan pocos párrafos!

Formando parte de un sistema interconectado, sería un disparate agregarle muy costosas y contaminante baterías, solo para volcar parte de su pobre producción, en horarios y/o días sin sol. Peor aún, el impulsor de la iniciativa, no dijo, y parece que nadie tampoco advirtió, que el rendimiento de toda solar solo alcanza el pico de la Potencia Instalada teórica, en la estrecha franja horaria del mediodía, siendo decrecientes sus rendimientos cuanto más lejos se esté del cenit solar, o sea de mañana temprano y avanzada la tarde. ¿Gran rendimiento? Parece una humorada, que pasa a ser de muy mal gusto, por las falsas expectativas creadas, y por el muy dudoso buen uso de los dineros públicos en artefactos tan poco eficientes.

También se dijo –inicialmente- que favorecería el crecimiento de la industria argentina de equipos solares, y que sería “una gran contribución” al sistema provincial, manejado por SECHEEP (la estatal chaqueña de energía). Pero finalmente el equipamiento habría resultado ser “made in China”, con nula contribución al desarrollo nacional. ¡Y su aporte real al sistema eléctrico chaqueño, que no se precisó, seguramente, será insignificante, además de muy caro por KWh!

Otro argumento esgrimido fue la economía de combustibles. Pero lo real es que al ser energías intermitentes, tanto la solar como la eólica son energías que precisan el respaldo constante de usinas convencionales de base como soportes “en caliente”, o sea funcionando, lo cual quema –literalmente- toda teórica economía de hidrocarburos.

Lo notable es que poco antes de presentar el proyecto, finalmente aprobado, el exultante diputado provincial (a la sazón radical), había expresado que tanto él como sus colaboradores estaban recolectando información (según lo difundieron entre los justificativos de la iniciativa). Lo que no dijo es de donde estaba “bajando” información, porque si es de Internet, que está saturada de sitios que promueven y ensalzan hasta el paroxismo las “energías renovables”, con abundancia de informaciones basuras; cualquier entendido en la Temática Energética sabe que casi toda esa maraña de hermoseadas páginas, bien decoradas con primorosos paneles solares y “ventiladores” eólicos, en paisajes bucólicos de ensueño, y con vistas a amplias oficinas en las que solo parece trabajar gente joven y muy bien parecida (jóvenes de ambos sexos, muy “facheros” se diría en léxico corriente); casi toda esa presentación está armada por los vendedores y promotores varios de esas “renovables”, promoción que incluye muchas páginas pseudo científicas, con edulcorados datos, cuadros y gráficos, que siempre muestran o exaltan los pocos aspectos presentados como “muy buenos” de esos pequeños generadores de energía, y ocultan los muchos aspectos negativos de esas generadoras. Amplios usos de palabras lindas, como “energía limpia”, “cuidado ambiental”, “energía del futuro”, “no contaminante”, y similares.

Las ONGs transnacionales (léase principalmente británicas), hace años vienen promocionando al como sea a las “energías renovables” –eólicas y solares-, con abundancia de falsedades y tergiversaciones, en masivas campañas nada inocentes y sí muy tendenciosas. Solo los crédulos crónicos o los muy mal informados, pueden dar crédito al constante machacar pro eólico y solar de las ONGs ultra ecologistas. ¿Habrán consultado el diputado chaqueño y sus asesores, a profesionales objetivos y bien formados, o a entes tecnológicos nacionales de irrefutable seriedad…o habrá escuchado una sola campana, o a lo sumo varias “del mismo tono” ultraecologista “renovable”…?

Dos datos básicos, fueron prolijamente omitidos: la producción media estimada de energía eléctrica, y el costo real de dicha energía. ¡Justamente los dos datos principales! Con seguridad, son datos muy mediocres, de allí el ocultamiento.

También se omitió tan siquiera mencionar, que usinas de tan bajo rendimiento, como las solares, solo se justifican económica y técnicamente, en lugares aislados, en los cuales por razones de distancia y/o topografía, no existe interconexión, y por ende, la costosa energía solar pasa a ser una solución puntual, a falta de otras alternativas mejores.

Por supuesto, San Juan es un caso especial. Allí existen dos centralitas solares interconectadas (cuyos costos reales son disimulados prolijamente por elevados subsidios, prolijamente poco “visibles”), y sus instalaciones sirven de justificativo “ambiental” al gobierno provincial, jaqueado permanentemente por ultra ecologistas antimineros (tan feroces y errados como los antirrepresas y anti nucleares); y a la vez serían la base de promoción de una industria de paneles solares, que parecería no terminar de arrancar, justamente por los muy altos y nada competitivos costos reales por KWh, de las dudosas “soluciones” eléctricas solares.

Pocos meses atrás, también con gran despliegue mediático, San Luis anunció la instalación de otra “gran” usina solar, para abastecer (parte de) el consumo de la Casa de Gobierno provincial. Claramente, esa inauguración, forma parte de las acciones publicitarias previas de las elecciones a realizarse en 2015.

Tampoco en este caso nada se dijo de la producción media mensual estimada, del costo real por KWh, del porcentaje de la energía total que cubriría (teóricamente)…¡ y todo el equipamiento resultó ser importado, español…cero promoción de la industria argentina! ¿Beneficios reales…? Muy dudosos, aparte de la promoción por estar en la “onda verde”, falazmente defendida por intereses creados sectoriales.

Como pretender instalar masivamente solares en todo el país es una incongruencia técnica insostenible, por los bajísimos rendimientos, grandes superficies que sería necesario inutilizar para otros fines mejores, por los elevadísimos costos reales por KWh, y los problemas técnicos insolubles de intermitencias totalmente incontrolables, últimamente los promotores a ultranza de estas “renovables” solares, inventaron nuevas excusas, para pretender favorecer –en teoría, sin asidero lógico alguno-, nuevas argumentaciones, algunas de las cuales serían desopilantemente irrisorias si no fuera que lo que buscan es que Argentina invierta siderales sumas, con certeros muy pobres resultados…dicho en castizo simple, tirar la plata, o peor aún, divisas, pues están fogoneando importaciones masivas.

Dentro de esos fogoneadores al como sea, de “renovables” (en rigor “renovables amputadas, pues excluyen caprichosa pero no inocentemente a las hidroeléctricas de importancia), uno de los tergiversados argumentos, es que “ahorran combustibles” (lo cual se demuestra falso, por necesitar contar con termoeléctricas u otras usinas convencionales de respaldo rotante, o sea funcionando), e incluso se afirma el disparate de “ser beneficioso” funcionar así sea con un costo cinco veces mayor (500% más) que el costo medio de generación, supuestamente por ese falaz “ahorro de energía”, que también supuesta y falazmente ahorraría divisas, pues se presupone que el combustible es importado, y el más caro por KWh, que es el gas oil que consumen grupos electrógenos Diesel.

Desde ya que al no ahorrar –de hecho y en concreto- prácticamente poco o nada de combustible, ese falaz y amañado argumento se cae estrepitosamente.
Pero mucho peor aún. ¿Cómo puede considerarse “conveniente” tener que subsidiar a las muy ineficientes “renovables”, y en particular a las solares, vía subsidios, o por tarifas astronómicamente caras a ser pagadas por la industria, o disimuladas pero costosamente por todos los usuarios?

¿Acaso se desconoce que uno de los problemas de la Economía Argentina, es desarmar o ir disminuyendo lo más rápidamente posible, el amplio y relativamente enmarañado esquema de subsidios (que sin duda fue útil y necesario, en el contexto de caos general heredado del neoliberalismo, pero que hoy impacta en el Presupuesto Nacional, restando fondos que serían mejor aplicados a obras de infraestructura)?

¿Pueden acaso esos “alegres opinantes” promotores al como sea de las falaces soluciones eólicas y solares, desconocer que los subsidios atentarán contra el necesario superávit fiscal, que ha sido uno de los pilares de la reactivación económica operada desde 2003? ¿Acaso esos “alegres opinantes” desconocen que pretenden incrementar sin techo alguno (tal como quiere hacerlo el irracional proyecto de ley Guinle de promoción de “renovables”), los subsidios, y que esa irracionalidad será causa de incremento de la inflación, cuya disminución es precisamente otro de los ejes de la política económica heterodoxa en aplicación?

Para completar el cuadro de dislates y tremendas confusiones, machacan sobre datos parciales y claramente tergiversados, que siembran masivamente –a veces crédula e inocente, pero culposamente por obrar tan improvisadamente-, esos fervorosos opinantes superficiales, encandilados por datos parciales muy sesgados, difundidos masivamente por los poderosos intereses de los vendedores de equipamientos solares y eólicos; datos falsos o con verdades a medias, que muchos creen por falta de conocimientos rigurosos, y que sin duda algunos difunden por tener encubiertos o poco visibles otros intereses personales inconfesables, en negocios de muy perjudiciales para Argentina, pero muy rentables para determinados intereses sectoriales, en montos que pueden alcanzar varios miles de millones de dólares, en pocos años.

Derroche de divisas, por cierto absurdo e intolerable, en un país emergente como el nuestro, que necesita utilizar muy bien los recursos que tenemos, escasos para la enorme magnitud de nuestras necesidades.

Eólicas y solares deben ser utilizadas, pero en su justa medida, y siempre como complementos de la matriz eléctrica, solo en lugares con condiciones naturales muy favorables a sus funcionamientos, que minimicen sus serias limitaciones técnicas y elevados costos reales por KWh.



martes, 14 de abril de 2015


Brigadier General Angel Pacheco


Por el Doctor: Julio R. Otaño

Nació en Buenos Aires el 13 de abril de 1793, aunque algunos autores, como Carlos Calvo, lo dan como nacido en Santiago de Chile.  Fue hijo de Don JUAN PACHECO NEGRETE, español, y de Doña TERESA CONCHA DARREGRANDE, chilena.  Recibió una educación esmerada y realizó estudios de filosofía en el Colegio de San Carlos.  En el año 1811 se incorporó como cadete al Regimiento de Milicias  “Patricios de Buenos Aires”.   El 22 de noviembre de 1812 pasó a formar parte del Regimiento de Granaderos a Caballo. En vista del Combate de San Lorenzo, se desempeñó como astuto observador sobre la escuadra realista. Y su actuación heroica en la contienda lo hizo acreedor del ascenso de Portaestandarte Alférez del primer escuadrón, el 26 de febrero de 1813. Con un piquete de cuarenta hombres permaneció en el Convento de San Carlos, rechazando un desembarque realista en las proximidades de Zárate.

En 1815 fue ascendido a Ayudante Mayor y, un año después, atravesó La Rioja con rumbo a Mendoza para incorporarse al Ejército de Los Andes. Intervino en el Encuentro de las Coimas y luego en la Batalla de Chacabuco. También luchó con coraje en la contienda de Cancha Rayada.

Más tarde, en 1817, fue comisionado para traer a Buenos Aires los trofeos de la Batalla de Chacabuco y, el 10 de marzo de aquel año, Pueyrredón lo ascendió a Sargento Mayor. Participó en la Campaña de Talcahuano y más tarde en la decisiva Batalla de Maipú.

Durante los años 1818 y 1819 prestó sus servicios en la campaña del sur de Chile, al mando del Coronel Manuel de Escalada.
En el año 1822, contrajo enlace con Dolores Reynoso. El matrimonio tuvo nueve hijos: Ángel, José Felipe, Julio, Román, María Elvira, María Dolores, Águeda, Eduardo y Pablo.

Ya por aquel entonces Teniente Coronel, en 1825 se le confió el mando del reciente Regimiento III de Caballería. Con él, Pacheco abrió la Campaña contra el Imperio del Brasil Fue jefe de un batallón de caballería en la Guerra contra el Imperio del Brasil, y se destacó en la victoria de Ituzaingó. Era el segundo jefe del Regimiento Nro. 3 de Caballería, cuyo jefe era el coronel Brandsen, que murió en combate.  Luchó también en las pequeñas batallas finales de la guerra, incluyendo la de Ombú y Camacuá.  Después de esta última, el 1 de mayo de 1827 recibió los despachos de Coronel efectivo, y el 7 de septiembre es nombrando comandante en jefe del Departamento Norte de Buenos Aires

Se negó a secundar a Lavalle en la revolución de diciembre de 1828 y quiso ayudar a Dorrego, pero éste fue derrotado antes de que se le pudiera unir, y terminó refugiado en el regimiento de Pacheco. Su segundo jefe, Acha, se pasó a las fuerzas de los sublevados, arrestó a ambos y entregó a Dorrego a Lavalle, que lo fusiló. Se refugió en Santa Fe y regresó con el Restaurador, con el que hizo la campaña que terminó con la derrota de Lavalle, después de Puente de Marquez.   De regreso a Buenos Aires, en 1830, sirvió en la frontera oeste y participó en el ejército de la Confederación Argentina en la Campaña del Interior contra el sedicioso unitario General Paz.
En 1831, como parte del Ejército federal y a las órdenes del General Estanislao López, derrotó en Fraile Muerto a la vanguardia del General Paz, la que se
encontraba a las órdenes del Coronel Pedernera. Como mérito por su actuación lo promueven a Coronel Mayor.

En 1833 fue nombrado Mayor General en la Campaña del Desierto, comandado por Don Juan Manuel de Rosas.  Constituyéndose en uno de los militares más adictos al Brigadier General (Era amigo personal de Rosas ) Nombrado Jefe del Estado Mayor, ocupó el Río Negro y derrotó al Cacique Paylloven. Más tarde alcanzó la isla Choele Choel y por asalto tomó ese territorio, haciendo prisioneros a todos los indios.

En 1839, por ley y en reconocimiento a su sobresaliente servicio a la Patria, se le entregaron tierras en El Talar, de aproximadamente 7.600 hectáreas., y llegó a ser un importante estanciero, en parte debido a premios otorgados por el gobierno.  En agosto de 1840, el general Lavalle invadió Buenos Aires, desembarcando en San Pedro. Pacheco no tenía fuerzas suficientes para enfrentarlo, de modo que le dispersó sus caballos y lo cercó.  Lavalle avanzó hasta cerca de Buenos Aires, pero quedó encerrado entre las fuerzas de Pacheco y las de Rosas, de modo que finalmente retrocedió. Pacheco lo persiguió hacia Santa Fe.  Quedó bajo el mando del general Oribe, el ex presidente oriental, y a sus órdenes luchó en Quebracho Herrado como jefe de la caballería. Su acción decidió la victoria federal.   Cuando Lavalle retrocedió envió a Mendoza al coronel José María Vilela con sus mejores fuerzas; Pacheco lo persiguió con fuerzas menores y lo venció gracias a la sorpresa nocturna en San Calá.    Regresó a Córdoba, desde donde salió meses más tarde hacia Cuyo: hacia allí se dirigía el ejército unitario de Lamadrid. Después de haber tomado San Juan, éste se retiró hacia Mendoza. Pacheco asumió el mando de un ejército que incluía a los mendocinos de Aldao y Benavídez, con el cual destrozó a Lamadrid en la sangrienta Rodeo del Medio. Allí terminó la guerra civil empezada más de dos años antes.

En la Batalla de Arroyo Grande el 6 de diciembre de 1842, mandó la infantería del ejército coligado de la Confederación y los "blancos" uruguayos — cuyo comandante en jefe era el depuesto presidente oriental Manuel Oribe — contra las fuerzas de los "colorados" uruguayos y los unitarios argentinos comandadas por Don Frutos.   La actuación de las tropas de Pacheco fue decisiva, logrando arrollar el centro y la artillería del enemigo. Durante 1843 y 1844 intervino en el sitio de Montevideo Durante el sitio de Montevideo (1844), al lograr salir el General Paz con el propósito de abrir una brecha, Oribe y Pacheco, luego de una cruenta batalla, rechazaron a Paz el 24 de Abril en el combate de Tres Cruces.   En 1845 fue nombrado jefe de la Frontera del Centro de la provincia de Buenos Aires; repelió tentativas de incursión de los indígenas ranqueles, y mandó a fundar a los fuertes de Bragado y Mulitas (actualmente, la ciudad de 25 de Mayo). En 1850 fue elegido Diputado para la Legislatura de Buenos Aires.
En 1851, al levantarse Urquiza (aliado del Imperio del Brasil) contra Rosas, fue nombrado Comandante en Jefe de las Fuerzas Argentinas.

Por primera vez, Pacheco y Rosas no estuvieron de acuerdo en la estrategia a seguir, y el gobernador desconfiaba de su general.  Se reunieron en la Comandancia de los Santos Lugares-….se ignora lo que hablaron pero Pacheco salió visiblemente molesto, retirándose a su estancia.  Rosas no realizó ninguna acción contra su amigo y subordinado, asumiendo personalmente el mando del ejército Nacional, pero era en vano, ya que las tropas de Urquiza no sólo eran muy superiores sino que contaban con la artillería del Imperio del Brasil, quien realmente fue el verdadero triunfador de Caseros.

Pacheco también abandonó su país y viajó por el continente americano, deteniéndose especialmente en La Habana. Regresó a Buenos Aires después del 11 de septiembre de ese mismo año, en que Buenos Aires quedó dominada por los antiguos unitarios y se separó del resto del país. Organizó la defensa de la capital durante el Sitio que le impuso el general federal Hilario Lagos.    Pasó a retiro militar a mediados de 1853. Durante  años siguientes fue ministro de guerra del Estado de Buenos Aires, y enviado especial ante el gobierno del Brasil.     Permaneció el resto de sus días en su estancia del Talar, que hoy es conocida como "Talar de Pacheco".  Fue posiblemente uno de los más brillantes generales de la historia argentina, y nunca perdió una batalla en que mandara en jefe.

 Dijo de él Ernesto Quesada "Era cultísimo, galante con las damas, tenía el raro don de que todos se sentían bien con él, desde el más humilde soldado hasta el mas encopetado personaje."
"Era una figura singularmente severa, de estatura mediana, tieso de cuerpo, erguida la cabeza, siempre irrevocablemente vestido de uniforme, y habían cimentado su pasión ferviente, dominante, absoluta, por la carrera militar. Era la síntesis del caudillo y del jefe de milicianos.
"no quiso ser político ni antes, ni durante, ni después de Rosas. Su timbre de honor, su gloria, era haber sido soldado de San Martín: no quería aspirar a otra cosa. Nació con la vocación militar y con ella murió, sin haber claudicado una sola vez en su vida".





Murió en Buenos Aires en 1869. En el acto del sepelio de sus restos hablaron entre otros, el poeta Carlos Guido y Spano.  Sus restos descansan en el  Cementerio de la Recoleta.

jueves, 2 de abril de 2015



EL GENERAL DON BARTOLOMÉ MITRE, SU ABJURACIÓN A LA MASONERÍA ARGENTINA


Por: Prudencio Martínez Zuviría

Como Bartolomé Mitre fue un personaje que también gravitó, en parte, durante el gobierno de Rozas, es interesante ver como han muerto esos hombres que pertenecieron a las logias de la secta masónica, que enfrentaron a Rozas, lo combatieron, estuvieron y fueron parte de la traición de Caseros, apoyaron el cobarde ataque a Paysandú y fueron partícipes y organizadores de la criminal guerra del Paraguay.

Hace tiempo encontré este maravilloso dibujo del general don Bartolomé Mitre en su lecho de muerte y que representa al general Mitre pocos días antes de entregar su alma al Buen Dios, en su dormitorio, de su antigua casa de la calle San Martín en Buenos Aires, hoy convertida en un maravilloso y lindo Museo que recuerda la memoria de Mitre, entrar allí es cruzar el umbral del tiempo, todo lo que allí hay es lo mismo que existía en vida de don Bartolo y realmente es un placer visitarlo, todo muy bien reguardado del tiempo gracias a un cuidado lleno de esmero por parte de las personas que trabajan en el mismo.

Hace muchos años, me interesé en la vida de este personaje de nuestra historia, debo reconocer que no es de mis preferidos, lo considere siempre un pésimo militar y uno de los responsables y culpables de tantos y tantos males que atacaron a nuestra querida patria, manejados desde la logia masónica, la traición de caseros, la toma de la ciudad de Paysandú por parte del Brasil apoyado por Mitre y el partido colorado del Uruguay contra sus propios hermanos, y también la triste y terrible guerra del Paraguay, en donde murió parte lo más granado de la juventud argentina de ese tiempo y la gran mayoría de los hombres del Paraguay, quedando allí sólo mujeres, niños y ancianos; pero a pesar de ello, admiro a Mitre en su inteligencia y su pluma; su liberalismo laicista y su fuerte pertenencia a la masonería Argentina, ante la cual se puso de rodillas y a la que le hizo grandes favores , llegando a su cima cuando accedió al grado 33 de la masonería argentina.

Según nos cuenta don Alcibíades Lappas quien también como Mitre fue masón del grado 33, en su libro “La masonería Argentina a través de sus hombres”, en la parte que toca a la biografía del Mitre masón, nos dice Lappas entre otras cosas lo siguiente: 

“ ….Eminente laicista, en las columnas del diario La Nación fundado por él, emprendió memorables campañas en los años 1882-1884, (Nota mía: se refiere a los años en que en el Senado de la Nación los católicos como Frías, Goyena, Estrada y tantos otros peleaban por defender la enseñanza católica y a la Iglesia Católica contra las garras de la masoneria liberal y laicista, y Mitre que fue uno de los que más ataco a Cristo y la Iglesia en esos tiempos, lo hacía desde su diario La Nación,), a favor de la enseñanza laica. Según acta de la logia confraternidad argentina N° 2, del 5/11/1858, de la que ya eran miembros su hermano Emilio y su cuñado Julio de Vedia, el venerable maestro anunció que: “el Coronel Bartolomé Mitre pronto sería miembro de nuestro taller”. Iniciado aparentemente en Bolivia, fue regularizado en los tres grados simbólicos en la ciudad de Buenos Aires e incorporado a la logia confraternidad argentina N° 2. Asimismo fue miembro honorario de la logia unión del plata N° 1. El sábado 21/7/1860 recibe el grado 33 del escocismo, siendo gobernador de Buenos Aires, juntamente con el presidente de la Nación , doctor Santiago Derqui, el ex presidente y gobernador de Entre Rios, Capitán General Justo José de Urquiza, el futuro presidente de la Nación Domingo Faustino Sarmiento y el general Juan Andrés Gelly y Obes. El 28/10/1864 es proclamado gran protector y conservador de la orden masónica en la República Argentina. El 9/6/1865 es proclamado gran comendador de honor del supremo consejo grado 33 para la República Argentina. El 22/8/1892 se realiza en la logia unión N° 17 de Rosario, un acto en cuyo transcurso se hace entrega a la misma de los ejemplares de la Historia de Belgrano y San Martín, que Mitre con emotiva dedicatoria, destina a la biblioteca de la logia. El 24/8/1894 el general Mitre asume el cargo de gran maestre de la gran logia de la Argentina que desempeña por pocos meses. El 15/6/1901 la antes mencionada logia Unión N° 17,a propuesta de don Juan Francisco de Larrechea “, designa al general Mitre miembro honorario. El diploma hecho en pergamino, y la medalla de oro mandada a acuñar al efecto, le son entregados por Larrechea, Guillermo Tallón y Norberto de Allende, en una ceremonia especial que tuvo lugar en la casa particular del patricio, el día de su natalicio. Al constituirse la logia Mitre N° 184 de Villa Libertad (Entre Ríos), el 17/7/1903, el general acepta ser su venerable maestro de honor. El 25/5/1921 la masonería recordó el centenario de Mitre en una solemne tenida”.

Hasta aquí las palabras del masón don Alcibíades Lappas recordando a don Bartolomé Mitre, ambos masones, ahora bien, lo llamativo de esto, y que es lo que me invita a contar ésta oculta historia, es mostrar como mienten los masones, como miente don Alcibíades Lappas en su libro, en el que nunca hace mención a la “abjuración de la masonería” por parte del general don Bartolomé Mitre, lo que es peor, miente como lo hacen los masones cuando dicen que San Martín, Belgrano o Saavedra eran masones, pues no hay ninguna prueba que ellos puedan aportar a esa mentira sobre nuestros queridos próceres que fueron buenos hombres católicos; y si existen mil pruebas de que no pertenecieron a las sectas o logias masónicas.

Volviendo al dibujo sobre el general don Bartolomé Mitre en su lecho de enfermo, el mismo me trajo a la memoria esos días en que investigaba la abjuración del general Mitre.
Resulta que hace ya muchos años, investigaba las abjuraciones a la masonería de algunos personajes de nuestra historia en general, y la vida de Mitre y su pertenencia a la masonería en particular, sabiendo que había abjurado ante dos Obispos de la Iglesia Católica y no entendiendo el por qué del silencio de la masonería ante la muerte del general Mitre, aunque lo sabía en mí interior, me propuse descubrirlo yo mismo investigando en la vieja casona que le fuera regalada al general Mitre por suscripción pública, ubicada en la antigua calle San Martín de Buenos Aires, en donde viviera y muriera don Bartolo, la que hoy se conserva en un magnifico estado y muy bien administrada, la misma es a mi humilde entender uno de los museos pequeños más lindos que quedan del viejo Buenos Aires.

Un día estando en el mencionado Museo, pedí ver la habitación en donde le había entregado su alma a Dios el general Mitre; en la misma y de una forma maravillosa se mantienen intactos y casi de la misma forma que los dejó su dueño, su ropa, sus levitas fina y cariñosamente guardadas en el viejo ropero del General, sus utensillos, su cama, y los muebles que le pertenecieron, todos magníficamente cuidados con mucho esmero y dedicación.

Me quedé mirando un rato esa cama de bronce y no pude dejar de pensar en el alma inmortal de Mitre, salvada a último momento por la gracia y bondad del Buen Dios y la buena predisposición del enfermo que ante el inminente final de su vida mortal y sabiendo que debería cruzar el puente de la esperanza eterna que lleva a Dios, debía renegar de todo su pasado masónico, de esos tremendos pecados que lo acompañaron en el camino de su vida mientras integró las sectas masónicas llegando a su grado máximo, venerable maestro grado 33, atalaya masónica desde la cual combatió sin descanso a la Iglesia de ese Cristo al que estaba a punto de ver en su juicio personal después de su muerte.

A ese maravilloso y bendito Cristo al que había combatido durante su vida terrena, esa vida llena de triunfos y halagos y llena de humanas vanidades que le regalara el Señor, a ese Cristo amado al que se rindió a sus pies y le pidió perdón para salvar su alma, y así lo hizo el general mitre, “abjuró de la masoneria enemiga de Cristo y su Iglesia, y así salvó su alma inmortal”.
Supo bajar con humildad y pidiendo perdón a Dios, de esa atalaya masónica, cumbre de sus combates anticatólicos durante su vida.

Mientras miraba su cama tendida tal cual el día que él murió en ella, a sus costados había sendas mesas de luz, sobre cada una de ellas un crucifijo, uno, no recuerdo creo el de la mesa de la izquierda con un fanal de vidrio y escrito en una chapita que ese Crucifijo era el que había besado y sostenido el general Mitre antes de su muerte, no recuerdo bien su leyenda pero era algo parecido.

La abjuración del general don Bartolomé Mitre a la masonería y su cristiana muerte reconciliado con la Iglesia y asistido por los monseñores Gregorio Romero y Antonio Rasore, que le administraron los Santos Sacramentos fue así:
Monseñor Romero estuvo dos horas con el General Mitre y lo confesó. Al día siguiente celebró la misa en el aposento del enfermo y le dio la comunión, comulgando también las hijas del general Finalmente le impartió la bendición papal que le enviaba San Pío X, y Mitre respondió: “Llueven las bendiciones. Demos gracias a Dios”. Luego Monseñor Rasore le administró la extremaunción cuatro días antes de morir. La declaración antiliberal que firmó Mitre, a pedido de monseñor Romero, fue entregada por éste a monseñor Espinosa con destino al archivo secreto de la curia [27] 
(27) El Diario del 23 de diciembre de 1905, Rev. Eclesiástica .de Buenos Aires, Pág. 145, año 1906. El Pueblo del 19 de diciembre de 1905

Luego de ver su dormitorio y las mesas de luz, pedí a alguien del museo si tenían alguna foto del General Mitre enfermo en su cama o durante su agonía, muy gentilmente me llevaron a la magnífica y gigantesca biblioteca del general llamada “Biblioteca Americana”, sabido es que Mitre fue un hombre muy culto, eximio escritor y traductor, lo que se llama un hombre culto, como no admirar su gran cultura y su buena pluma.

Volviendo a las fotos que me mostraron gentilmente en la Biblioteca Americana, recuerdo una en la que está el general Mitre en su cama, y era justo la foto que quería ver, lo primero que hice fue mirar las mesas de luz, le pregunté a la persona del museo que generosamente me acompañaba si esas fotos eran del tiempo en que murió Mitre, y me contestó que sí, que eran de pocos días antes de su muerte, estando ya enfermo y en cama.

Mi sorpresa, pero más que ello, mi alegría de católico fue el ver que en las mesas de luz no había ningún Crucifijo, simplemente libros y un vaso supongo de agua. Es decir, que el dibujo de mitre en su lecho de enfermo antes de morir, esta tomado de la vida real, es casi similar a la fotografía de Mitre, que mencioné ví en su lecho de enfermo, y en el cual las mesas de luz que menciono en la foto son las mismas del dibujo, todavía Cristo no había llegado al alma del general Mitre ni tampoco a sus mesas de luz como veremos más adelante, es decir que las fotos fueron tomadas poco tiempo antes de la abjuración de Mitre a la masonería, y tal vez este dibujo haya sido pintado en ese mismo tiempo.

La cristiana muerte del general Bartolomé Mitre y su entrega llena de amor a su Dios y Señor ante su inminente muerte, me llena como católico de alegría y de paz. De alegría al ver que un hombre que tuvo un inmenso poder e inteligencia, y que representó todo lo que a mi humilde entender considero malo, dejó de lado la soberbia mundana y las humanas vanidades que nos alejan de Cristo, y se dió cuenta que todo lo que había hecho en su vida respecto a la masonería era “simplemente una mentira” que en los finales de su vida eso era simplemente un pecado del pasado y que había vivido su vida, sin sentido, inmerso en las oscuras mentiras de las logias masónicas y alejado de Dios.

Bendito sea el Buen Dios con su infinito amor y su infinita misericordia! pensé en mis adentros. Me fui del museo tranquilo, en paz, rezando en silencio un avemaría por el alma de Mitre y feliz por saber que el Buen Dios lo había perdonado y que él, le había pedido perdón en el supremo momento de su muerte. El humilde mensaje de lo aquí escrito, es mostrar la maravillosa misericordia del Buen Cristo, y la mentira que emana de la logia masónica, que vive en lo oculto, en la oscura mentira de la noche, donde todo es oculto.

Son muchísimos los que han abjurado de la masonería en la Argentina, mucho más de lo que el común de la gente cree, pero deben ser muchísimos más los que lo han hecho y lohacen en silencio. ¿Será por eso que la masonería no habla de las abjuraciones en general y de la del general don Bartolomé Mitre en particular, y en general de las miles de abjuraciones que hay día a día en la masonería argentina?

ABJURACIONES DE LA MASONERIA DE ALGUNOS HOMBRES QUE PERTENECIERON A LA MASONERIA ARGENTINA Y ABJURARON ANTE SACERDOTES DE LA IGLESIA CATOLICA APOSTOLICA ROMANA DE SU PERTENENCIA A LAS SECTAS Y LOGIAS MASONICAS.

Hay y habrá infinidad de masones que abjuraron ante el Buen Dios en el secreto de su alma o ante un sacerdote católico, abrazando la paz y la esperanza eterna que solamente nos da El Buen Dios con su infinito amor e infinita misericordia, aquí pongo como ejemplo a algunos de ellos que fueron personajes conocidos en nuestra historia y que pertenecieron a la masonería argentina y abjuraron de ella momentos antes de sus muertes.

Vale la pena consignar aquí el hecho, por demás significativo, que el Gran Maestre Lord Ripon, elegido virrey de la India en 1880 por la reina Victoria, había sido encargado por la secta masónica para escribir un libro que demostrara, en nombre de la civilización y de la historia, que el catolicismo era la suprema rémora de la sociedad; pero, al hacer el estudio concienzudo de la materia, se vio obligado, por la evidencia de la grandeza histórica de la Iglesia Católica, a abjurar de la masonería y del protestantismo y hacerse católico.
Comentando tal hecho escribía el cronista de la Revista Masónica Americana, el 30 de diciembre de 1874, refiriéndose a Lord Ripon que había abjurado de la masoneria: “Tanto da uno más o uno menos. Ya ha sido reemplazado por el Príncipe de Gales”.
En la Argentina siguieron su ejemplo los Grandes Maestres don Emilio Gouchón, don Liborio Bernal, don Rudesindo Roca, y don José Roque Pérez, un rosista, y quien fuera el primer gran maestre de la gran logia argentina Arentina; y muchos otros masones distinguidos, que abjuraron de su masonería ante Dios Nuestro Señor.

Roque Pérez, quien Con Carta Patente otorgada por la masonería, procedió a fundar, el 11 de diciembre de 1857, la actual Gran Logia de la Argentina de Libres y Aceptados Masones, de la que fue Gran Maestro entre 1857 y 1861 y de 1864 a 1867. Abjuró de la masonería y recibió los sacramentos en su lecho de muerte, según escribió el masón Héctor Varela en el diario La Tribuna del 28 de marzo de 1871.
El 8 de octubre de 1903 enferma gravemente el general Rudecindo Roca, Gran Maestre de la Masonería argentina, se confiesa con monseñor Mariano Espinosa, arzobispo de Buenos Aires, recibiendo luego de sus manos la extremaunción. Su deceso se produjo el 18 de noviembre de ese mismo año. Rev. Ecl de Bs. As., p. 798, año 1903. El Pueblo del 9 de oct. de 1903.

En la noche del 2 de febrero de 1901, muere en Quilmes en el seno de la Iglesia Católica y fortalecido con los santos sacramentos el general de brigada don Liborio Bernal, Gran Maestre de la masonería argentina. Los santos sacramentos le son administrados por el señor cura de la Concepción, canónigo Luís de la Torre y Zúñiga, llamado por el enfermo, el cual le dijo: “Quiero morir en el seno de la Iglesia Católica y reconciliado con mi Dios”.
Antes de la confesión el cura exige de los tres médicos presentes la declaración expresa de que el paciente se halla en pleno uso de sus facultades intelectuales”. El general era devoto de la Virgen de la Merced, y la Santa Iglesia realizó sus solemnes exequias con misa de cuerpo presente en la parroquia de la Concepción. Rev. Ecl. de Bs. As., pág. 151, año 1901. La Nación del 4 de febrero de 1901.

También Emilio Gouchón expresó su deseo de morir en el seno de la Iglesia Católica, Apostólica, Romana; por eso tuvo misa de cuerpo presente y sobre su cadáver el crucifijo, el rosario y un medallón de la Virgen de Luján. Le administró los sacramentos el teniente cura de la Merced, presbítero Benito Barbarrosa, “recibiendo antes la abjuración de todos sus errores”. Boletín Eclesiástico de la Diócesis de La Plata, pág. 320, año 1912. Rev. Ecles. de Bs. As., pág. 936, año 1912. Semana Social, Nº 39, año I, agosto 18 de 1912.
El 14 de junio de 1875 el Gran Maestre y Soberano Gran Comendador de la masonería argentina, Carlos Urien, comunicaba a los masones de Londres, que se quejaban de no tener noticias masónicas de Buenos Aires, que esto era debido a que el delegado de la Gran Logia Unida de Inglaterra, don Bernardo de Irigoyen, “hacía años que se había retirado de la masonería”. Bernardo de Irigoyen, el 18 de marzo de 1890, visitó con su familia el santuario de Luján y dejó escrito en el libro de oro : “Esta visita a Nuestra Señora de Luján es un testimonio de amor y veneración y una manifestación de nuestra fe religiosa mantenida entre nosotros como tradición sagrada”. Luego solicita al cura párroco, Jorge Salvaire, envíe un sacerdote a su estancia de San Fermín para rezar misa en su capilla el día de Pascua de ese año, 6 de abril de 1890 Y el 9 de abril de 1899, siendo padrino de la consagración episcopal de monseñor Francisco Alberti, besó los anillos de los obispos consagrantes a su ingreso en la iglesia de San Ponciano de La Plata, ante la admiración de los funcionarios públicos presentes y con general aprobación del pueblo creyente que colmaba el atrio y las naves del templo. Rev. Mas. Amer., año III, Nº 9 del 15 de junio de 1875, p. 243. Rev. La Perla del Plata, Luján, año 1890, pp. 217 y 236.
Bernardo de Irigoyen supo abjurar a tiempo a su afiliación masónica, como lo hicieron también Joaquín V. González, Leopoldo Lugones y tantos otros.

El ex Presidente José Figueroa Alcorta. Quien en su juventud fue liberal y que tuvo mucha relación con la masoneria, y que solía asistir en su juventud en córdoba al club “El Panal”, que era un club social y político de córdoba, creado por Marcos Juarez donde funcionaba la Logia “Piedad y Unión”, si bien Alcibiades Lappas en su libro “La masonería argentina a través de sus hombres”, dice que Figueroa Alcorta era masón y lo pone como iniciado en la Logia Bernardino Rivadavia de Buenos Aires, nunca apareción documentación alguna que respalde lo dicho por Lappas,quien viene bien recordar que su libro está lleno de errores y mentiras. Antes de su muerte, Figueroa Alcorta, regresó a la Iglesia Católica, y murió reconciliado con el buen Dios, fue asistido por Monseñores Franceschi y de Andrea. Se confesó. Recibió el escapulario del Carmen. Abjurando del liberalismo de su juventud, afirmando entre otras cosas, que nunca se había ido a dormir sin haber rezado una Salve antes.

Carlos Pellegrini, ex Presidente de la Nación. Un caso interesante es el del Dr. Carlos Pellegrini, al cual sin ser masón, las dos potencias de la orden existentes en Buenos Aires, le ofrecieron sus respectivos Grandes Maestrazgos. “En cuanto al inconveniente de que el Dr. Carlos Pellegrini no se masón –dice la revista Masónica de junio/julio de 1904 –ambos orientes, en caso de aceptación, se proponen iniciarlo e investirlo del grado más elevado del rito respectivo, tratándose de una bandera política de esa magnitud”. Así fue como Carlos Pellegrini llegó a ser jefe de la masonería argentina en 1906, año de su muerte, como en el caso de Mitre, también a Monseñor Rasore cupo en suerte la misión apostólica de preparar el alma del ilustre estadista para presentarse ante el Divinio Tribunal.
Es inmensa la cantidad de personajes importantes y conocidos y también desconocidos de la historia argentina que han abjurado de su pertenencia a las logias de la secta masónica, y que han abrazado el crucifijo antes de morir.