LA CAMPAÑA DEL
DESIERTO POR JUAN MANUEL DE ROSAS
Segunda
parte
Por: Carmen Itatí Bonpland
Darwin
en su diario de viaje, escribió nimiedades sobre Rosas, claro está que en esas
épocas tanto Francia como Gran Bretaña, estaban empeñados en sojuzgar
infructuosamente a aquel gaucho del que tanto se hablaba.
Al final de a exitosa campaña don Juan Manuel será reconocido como: “Conquistador del Desierto” . En el año
que estuvo fuera agregó miles de kilómetros cuadrados a Buenos Aires que
repartió entre hacendados nuevos y los tradicionales, garantizando una nueva
seguridad en las fronteras ampliadas con los apaciguados aborígenes que se
comprometieron a no traspasarlas sin autorización. También acordaron cumplir
con el servicio militar cuando se los llamara lo que garantizaba a Rosas su
reclutamiento en caso de necesidad.
Uno de los caciques más hostiles, el
ranquel Yanquetruz , sería desplazado por otro, Payné, que se alió con don Juan
Manuel, quien adoptó a su hijo apadrinándolo y educándolo en su estancia, Rosas
le dio su apellido.
Por su parte el temible Calfulcurá ,
"gulmen " de los pehuenches llegado desde el otro lado de la
cordillera, luego de lancear al cacique boroga Rondeau se había proclamado jefe
de todas las comunidades indias de la pampa. Instalado en las Salinas Grandes
envió a su hermano Namuncurá a negociar con el Restaurador, allí se acordó que
sería distinguido con el grado de coronel, cuyo uniforme debía usar con el
distintivo punzó prendido sobre su pecho. Lo más importante para el "
gulmen" es que fue reconocido como el principal distribuidor entre las
tribus y poblados de los regalos de Rosas, por su parte se comprometía a evitar
los malones y a dar aviso a las autoridades si algún capitanejo se
insubordinaba. Ambas partes cumplieron al pie de la letra lo acordado durante
el período rosista.
Luego de Caseros el equilibrio entró
en descomposición y se sucedieron los malones y las acciones represivas de los
gobiernos.
No fue afortunado en cambio, el destino de quienes no se avinieron a los
acuerdos pacíficos y enfrentaron a las tropas, fue el caso del cacique
pehuenche Chocorí, quien se había hecho fuerte en Choele Choel, primero cayeron
varios de sus aliados, principalmente ranqueles, como los caciques Payllaren,
muerto, Pichiloncoy apresado. Finalmente Chocorí es emboscado por el oficial
Francisco Sosa, allí concluyó exitosamente la “expedición al desierto".
Algunos jefes indios, como el ranquel
Venancio llegan a tener un trato frecuente con Rosas, su cuñada María Josefa y
su esposo Lucio N. Mansilla, en una de sus visitas el indio Venancio le
pregunta por sus dos mejores caballos, ocultando el disgusto don Juan Manuel,
accede a entregárselo para mantener la buena relación con tan importante
cacique. Luego Rosas escribiría al general Tomás de Iriarte: “… estos indios son intolerables, no se
cansan de pedir, y si no se les da se enojan, pero lo más admirable son las
necesidades que de poco tiempo a esta parte se han creado, piden hasta
artículos de lujo, cuya existencia ignoran”.
Los indios participarían en las
paradas federales desfilando con vítores al Restaurador. El influyente cacique
Cachul declararía en Azul, hasta no hacía mucho toldería pampa: “Juan Manuel es mi amigo, nunca me ha engañando, yo y todos mis indios moriremos por
él, sus palabras son lo mismo que las palabras de Dios”.
Más tare en tapalqué, el cacique Nicasio no se quedaría atrás: “Yo
acompañé en cinco campañas a Juan Manuel y siempre habré de morir por él,
porque Juan Manuel es mi padre y el padre de todos los pobres".
Otro efecto humanitario de la acción
fue la liberación de cautivas, no se puede preciar la cantidad pero oscilan
entre 2000 a
4000 cristianas liberadas.
Tanto se interesó Rosas por sus indios que además de dominar su lengua y hablar
de igual a igual con ellos, escribió de puño y letra una gramática y
diccionario pampa para facilitar la comunicación entre cristianos y aborígenes.
Además difundió la vacuna antivariólica entre ellos a pesar de la
resistencia supersticiosa que al principio generaba. Ello le valió que la Sociedad Jenneriana
de Londres lo designase Miembro Honorario, distinguiendo también al gran doctor
Francisco J. Muñiz , quien además fue un destacado paleontólogo.
Comparemos con la opinión que un
enemigo de Rosas, Domingo Faustino Sarmiento, que siempre lo acusó de “Bárbaro”, hacía pública sobre los indios en El Progreso del 27 de julio de
1844: “Por los salvajes de América siento una invencible repugnancia sin
poderlo remediar. Esa canalla no son más que unos indios asquerosos a quienes
mandaría a colgar ahora si apareciesen Se les debe exterminar sin ni siquiera
perdonar al pequeño , que tiene ya el odio instintivo al hombre civilizado”.
Bibliografía:
Saldías, Adolfo. Como cayó Rosas,
Plus Ultra, 1972)
Pacho O´Donnell. Juan Manuel de Rosas, El
maldito de la historia oficial.
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