La publicación de estos apuntes sobre Historia Argentina, no tienen otra pretensión que prestar ayuda, tanto a estudiantes como a profesores de la materia en cuestión.

Muchos de ellos, simplemente son los apuntes confeccionados por el suscripto, para servir como ayuda memoria en las respectivas clases de los distintos temas que expusiera durante mi práctica en el Profesorado. Me daría por muy satisfecho si sirvieran a otras personas para ese objetivo.

Al finalizar cada apunte, o en el transcurso del mismo texto se puede encontrar la bibliografía correspondiente a los diferentes aspectos mencionados.

Al margen de ello invitaremos a personas que compartan esta metodología, a sumarse con nuevos apuntes de Historia Argentina.




Profesor Roberto Antonio Lizarazu

roberto.lizarazu@hotmail.com



domingo, 5 de octubre de 2014

Doctor Juan Ramón Vidal

 Autonomistas y Liberales en Monte Caseros por 1930


Por: Roberto Antonio Lizarazu


En la década del 30 del siglo pasado, la política correntina presentaba, resumidamente, estas características. Había autonomistas, liberales, radicales y socialistas.  Pero se encontraba polarizada casi exclusivamente por los autonomistas y por los liberales, a pesar de que ambos partidos pertenecían como aliados en el nivel nacional al Partido Conservador Nacional.

Los autonomistas representado en la figura de Juan Ramón Vidal, quien fuera dos veces gobernador, senador nacional y diputado nacional, llevaba la supremacía en esa dicotomía política de varias décadas.


En Monte Caseros el caudillo local que representaba al autonomismo (colorados) y al llamado el caraí-guazú del Taragüí, Don Juan Ramón Vidal, era Don José Almirón y el que representaba a los liberales (celestes) era el Comisario Bravo.


Por otra parte,  el adversario político tanto del autonomismo como de los liberales a nivel nacional era el Yrigoyenismo (radicalismo personalista) y a nivel provincial la lucha era entre ambos partidos. No es fácil de entender, pero los correntinos siempre fuimos diferentes.


Esto viene a cuento para narrar las impresiones que me comentaba mi hermano Carlos Antonio que había dejado en su memoria, cuando pasaban frente a nuestra casa, por la calle Alvear frente a La Querencia, que era el almacén de nuestro padre, a caballo al trote corto Don José Almirón, acompañado por una permanente custodia de por lo menos diez jinetes. Por supuesto todos muy bien montados, rigurosamente armados y luciendo sus pañuelos colorados al cuello. Se creaba un momento de tensa y silenciosa expectativa.


Existía un par de detalles no menores que garantizaban que La Querencia fuese mirada por el bando autonomista con respeto y amistad. Al margen de las bolsas de afrecho que Vidal (el repartidor de La Querencia) llevaba con la jardinera para consumo de la caballada de Don Almirón, la señora que ayudaba a mi madre en los quehaceres domésticos era la prenda de uno de los aláteres de Don José.


Pero cada punto tiene su banca y viceversa.


En la vereda opuesta políticamente, estaban los liberales cuyo hombre fuerte en Monte Caseros era el Comisario Bravo. Este Comisario no era Comisario del pueblo, de la policía provincial, era Comisario del Ferrocarril, y representaba en su figura la justa contraparte de José Almirón.


Demás está aclarar que el Comisario Bravo hacía honor a su apellido, que parecía llevar con absoluta naturalidad y justicia. Algunos vecinos lo hacían oriundo de Mburucuyá.


Inexorablemente tenía que ocurrir lo que efectivamente ocurrió. Una noche de agosto de 1935, ambos jefes, acompañados de sus numerosos aláteres, se encontraron ¿casualmente? en el Punta de Fierro.


Se comenzó con los infaltables agravios en guaraní y después hablaron las armas. Todas las municiones fueron agotadas dentro del Punta, y luego la pelea finalizó en la calle a cuchillo pelado. El resultado fue: seis muertos esa misma noche y dos heridos que fallecieron al día siguiente. Los heridos que sobrevivieron nunca fueron contabilizados.


Honestamente yo jamás encontré ningún tipo de documentación escrita oficial que confirmara o corrigiera lo que comento. El periodismo escrito de ese momento en sus distintos niveles, pasó de largo. Quiero suponer que los intereses políticos de ambas partes, influyeron para que así ocurriese. Hubo un absoluto mutis por el foro.

Muerto más o muerto menos de parte de unos u otros, según el color de la divisa que lucía el que narraba, todos los vecinos del pueblo estaban de acuerdo en que Don Cuba, que era el enterrador de ese momento, nunca trabajó tanto en su vida.

Yo esto no lo viví, pero mi hermano Carlos Antonio que era mayor que yo si; y lo contaba siempre como uno de sus recuerdos infantiles más imperecederos.



2 comentarios:

  1. estimado Roberto , con emoción le estoy leyendo estas líneas , a mi suegra , ELSA FERNANDEZ , amiga de LUPE Y DE CARLITOS , que da fe de este testimonio . Ella tiene 89 años y siempre cuenta estas historias ylas de su padre , el Diputado ENRIQUE C. FERNANDEZ , quien según sus palabras , fue enviado a M. CASEROS , para terminar con la gavilla de JOSE ALMIRON . Un gran abrazo y ella recuerda siempre con afecto a su gran amiga LUPE .

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  2. Estimado Linares. Muchas gracias por la actualización de información sobre su suegra la señora Elsa Fernández. La última vez que la ví, si no me falla la memoria, fue precisamente cuando fallece mi hermana Lupe.

    Lo que comenta sobre su padre, el Diputado Enrique C. Fernández, complementaría los recuerdos que escribo. Tal vez ella, o usted mismo, debería editarlo.

    Por 1950, José Almirón aún trabajaba en una de sus características tareas: pasar personas a Brasil y Uruguay con canoas de contrabando.

    Debido a esta actividad de pasar personas de Brasil y Uruguay, por 1947, ocurre un recordado asalto a la casa de Javier Sagarzazu (tío de mi padre Eugenio Lizarazu Sagarzazu), que una de sus actividades comerciales era cambiar moneda. De hecho el único cambista en Monte Caseros era él. Y se atribuye a Almirón el haberlos pasado ida y vuelta a los atracadores, que eran brasileños. Por supuesto esto jamás se comprobó.

    En otro orden de temas, los Linares y los Lizarazu, debido a matrimonios entre ambos apellidos, han mezclado sus destinos por estas pampas.
    Sobre todo en la época colonial en el Alto Perú, y sobre todo en la Chiquitania. Actual oriente boliviano, hoy Santa Cruz de la Sierra.
    Incluso en el Profesorado, por los años 60, un profesor Linares Quintana, me narraba vicisitudes de los Linares.

    Con afectuosos saludos para la señora Elsa, reitero los agradecimientos, y quedo a su disposición para cualquier trámite. Lizarazu

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