Es la hora referí |
La publicación de estos apuntes sobre Historia Argentina, no tienen otra pretensión que prestar ayuda, tanto a estudiantes como a profesores de la materia en cuestión.
Muchos de ellos, simplemente son los apuntes confeccionados por el suscripto, para servir como ayuda memoria en las respectivas clases de los distintos temas que expusiera durante mi práctica en el Profesorado. Me daría por muy satisfecho si sirvieran a otras personas para ese objetivo.
Al finalizar cada apunte, o en el transcurso del mismo texto se puede encontrar la bibliografía correspondiente a los diferentes aspectos mencionados.
Al margen de ello invitaremos a personas que compartan esta metodología, a sumarse con nuevos apuntes de Historia Argentina.
Profesor Roberto Antonio Lizarazu
roberto.lizarazu@hotmail.com
martes, 14 de octubre de 2014
Todo
termina algún día.
Por:
La historia de la humanidad corrobora empíricamente esta visión en muchos de
sus tramos. Ni los imperios más vigorosos pudieron sobrevivir en el tiempo y un
día concluyeron su ciclo, pereciendo invariablemente. Las crónicas muestran
cierta continuidad en esos procesos, pero en realidad fueron momentos de gloria
y abrumadores fracasos, en forma intermitente.
No menos cierto es que esos periodos de euforia y posterior deterioro pueden
durar más, o a veces un poco menos, según como reacciona la sociedad. Con
actitudes más serviles y de resignación, pueden prolongarse en el tiempo.
Cuando la gente reflexiona y pone límites a los desmadres, los plazos se
acortan dando lugar a una nueva fase, que no necesariamente será mejor, pero
que con otros ingredientes garantiza ser diferente.
Probablemente eso sucede porque la gente cree que el problema es su gobernante
circunstancial, sin comprender que la cuestión de fondo pasa por sus propias
ideas aplicadas a lo cotidiano. Supone, ingenuamente, que si se desprende del
personaje de turno, todo se resolverá mágicamente, sin entender que es muy
probable que pronto surja otro caudillo para continuar la dinámica de su
predecesor, sin siquiera mencionarlo, asumiendo una nueva etapa fundacional,
para hacer más de lo mismo.
El futuro de muchas naciones es mejor que su presente. Es probable que alguna
cuota de cordura y sentido común llegue pronto. No es que hayan comprendido la
magnitud de los errores, sino que la inviabilidad intrínseca del populismo
obligará a los nuevos liderazgos a corregir rumbos. Esto no ocurre por
convicción, sino porque no les queda otra posibilidad frente a los desvaríos
del pasado y la herencia recibida que deberán administrar.
Lo que viene será seguramente mejor. Ya no porque la gente haya comprendido la
magnitud del problema ni las implicancias de las decisiones del pasado, sino
porque cierta racionalidad resulta imprescindible para retomar el sendero de lo
posible, de lo admisible y realizable.
Por algún tiempo, pensaron que eran individuos iluminados, superdotados, que
eran los "elegidos", sin darse cuenta de que solo fueron convocados
por la ciudadanía para administrar una porción del presente y siempre con fecha
de vencimiento. Les ha faltado la humildad de los grandes. Sus egos los han
traicionado, colocándolos en un lugar en el que nunca estuvieron.
La realidad está haciendo su parte y ahora se acerca el
momento de vivir la etapa del declive, de esa cruel fase en el que los mismos
que los apoyaban los reprueban, hasta el punto de ponerse en las filas
adversarias para provocar su ocaso. No es más que el precio de los errores
propios.
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