La publicación de estos apuntes sobre Historia Argentina, no tienen otra pretensión que prestar ayuda, tanto a estudiantes como a profesores de la materia en cuestión.

Muchos de ellos, simplemente son los apuntes confeccionados por el suscripto, para servir como ayuda memoria en las respectivas clases de los distintos temas que expusiera durante mi práctica en el Profesorado. Me daría por muy satisfecho si sirvieran a otras personas para ese objetivo.

Al finalizar cada apunte, o en el transcurso del mismo texto se puede encontrar la bibliografía correspondiente a los diferentes aspectos mencionados.

Al margen de ello invitaremos a personas que compartan esta metodología, a sumarse con nuevos apuntes de Historia Argentina.




Profesor Roberto Antonio Lizarazu

roberto.lizarazu@hotmail.com



miércoles, 15 de mayo de 2013

1940 EL FALLECIMIENTO DEL DR. JUAN RAMÓN VIDAL Y MONTE CASEROS




1940 - EL FALLECIMIENTO DEL DR. JUAN RAMÓN VIDAL Y MONTE CASEROS

Por: Roberto Antonio Lizarazu

El Doctor Juan Ramón Vidal, llamado el Caraí-guazú del Taragüí, fallece el 4 de septiembre de 1940 en Buenos Aires. En ese momento era Senador Nacional por Corrientes. Sus restos son velados en el Senado de la Nación y luego trasladado en tren hasta Corrientes capital para su inhumación.

La primera parada que hace el tren cuando llega a Corrientes,  es en Monte Caseros. El vagón que trasladaba el féretro es abierto para que sea observado por los vecinos que se habían reunido en la Estación; y se realice el homenaje de sus partidarios: los Autonomistas.

La mayoría de los paisanos llegaron montados con sus mejores prendas, de rigurosa boina y poncho colorado, igualmente que las cucardas de sus caballos. Ese día la Estación de Monte Caseros fue totalmente colorada.

Don Eduardo Baeza, el dueño del primer cine de Monte Caseros y autonomista declarado y confeso, es uno de los oradores que homenajea y despide al caraí-guazú de nuestra provincia con un encendido discurso,  que mereció vivas y sapukái generalizados en homenaje al fallecido.

Por supuesto que el suscripto no fue testigo de este hecho, por que tenía un año de edad, pero me acuerdo perfectamente que esta narración la escuché decenas de veces en mi infancia. Esto ocurrió en mi pueblo de nacimiento  el 7 de septiembre de 1940.


sábado, 11 de mayo de 2013

PARTE DE SAN MARTIN SOBRE LA BATALLA DE CHACABUCO



PARTE DE SAN MARTIN SOBRE LA BATALLA DE CHACABUCO

Por: Roberto Antonio Lizarazu

Los distintos biógrafos de nuestro Libertador tienen dudas y polemizan entre ellos, en relación a cual fue la acción militar más notable de San Martín. Las opiniones son diversas y fluctúan entre el Cruce de los Andes, Chacabuco, Maipú, y otras notables acciones militares. Comparando entre ellas las diversas tácticas utilizadas, con las que otros genios militares podrían haber usado, porque eran habituales entre ellos.

Todas las comparaciones y elucubraciones teóricas están muy bien, pero evidentemente Chacabuco fue algo muy especial para San Martín. Personalmente me atrevería a afirmar que Chacabuco fue su batalla. Si alguien interesado en el tema desea saber que pasó en la batalla de Chacabuco, no tiene que leer ningún libro de historia,  solamente tiene que leer el parte oficial de San Martín al respecto. Detallado al máximo, con todas las personas que intervinieron mencionadas y usando una cronología de los hechos digna del mejor historiador. Ningún parte de batalla del Libertador mereció tanta dedicación y esmero en los detalles como éste. Se nota al leerlo que San Martín disfrutaba al redactarlo, como si estuviese contando a la posteridad su obra de mayor gloria. Personalmente opino que Chacabuco fue su hijo predilecto.

En el parte por el que San Martín envió un detallado informe al gobierno, en ese momento el Director de Estado Juan Martín de Pueyrredón (09.07.1816 al 09.06.1819) relacionado a la campaña culminada en Chacabuco, al referirse a este glorioso  hecho de armas, acaecido el 12 de febrero de 1817, después de informar que en la noche del 7 de febrero el enemigo abandonó las posiciones en el Aconcagua y Curimón, dejando municiones , armas y pertrechos, recostándose sobre la Cuesta de Chacabuco, San Martín continúa narrando: “En su consecuencia me resolví a marchar sobre ellos y la capital, con toda la rapidez posible y atacarlos, en cualquier punto donde los encontrase, no obstante no haberme llegado aún la artillería de batalla.

En la madrugada del 9 hice restablecer el puente del río Aconcagua; mandé al comandante Melián marchase con su escuadrón sobre la cuesta de Chacabuco y observara al enemigo. El ejército caminó en seguida y fue a acampar en la boca de la quebrada con la división del coronel Las Heras que recibió órdenes de concurrir a este punto.

Desde este momento las intenciones del enemigo se manifestaron más claras, la posición que tomó sobre la cumbre y la resolución con que parecía dispuesto a defenderla, hacían ver estaba resuelto a sostenerse. Nuestras avanzadas se situaron a tiro de fusil de las del enemigo y durante los días 10 y 11 se hicieron los reconocimientos necesarios, se levantó un croquis de la posición y, en su consecuencia, establecí el dispositivo de ataque para la madrugada del día siguiente.

Al señor brigadier Soler di el mando de la derecha que, con el núm. 1 de cazadores, compañías de granaderos y volteadores del 7 y 8, al cargo del teniente coronel don Anacleto Martínez; núm.11, siete piezas, mi escolta y el 4º escuadrón de granaderos a caballo, debía atacarlos en flanco y envolverlos. Mientras que el señor brigadier O’Higgins, que encargué de la izquierda, los batía de frente con los batallones núms. 7 y 8, los escuadrones 1º, 2º y 3º y dos piezas.

El resultado de nuestro primer movimiento fue, como debió serlo, el abandono que los hicieron de su posición sobre la cumbre. La rapidez de nuestra marcha no les dio tiempo de hacer venir las fuerzas que tenían en las casas de Chacabuco para disputarnos la subida. Este primer suceso era preciso completarlo: su infantería caminaba a pie, tenía que atravesar en su retirada un llano de más de cuatro leguas y, aunque estaba sostenida por una buena columna de caballería, la experiencia nos había enseñado que un solo escuadrón de granaderos a caballo bastaría para arrollarla y hacerla pedazos: nuestra posición era, además, de las más ventajosas.

El general O’Higgins podía continuar su ataque de frente, mientras que el brigadier Soler quedaba siempre en aptitud de envolverlos, si querían sostener antes de salir al llano. Al efecto hice marchar al coronel Zapiola con los escuadrones 1º, 2º y 3º para que cargase o entretuviera al menos, interin llegaban las baterías núms. 7 y 8, lo que sucedió exactamente y el enemigo se vio obligado a tomar la posición que manifiesta el plano. El señor general Soler continuó su movimiento por la derecha, que dirigió con tal acierto, combinación y conocimiento, que, a pesar de descolgarse por una cumbre la más áspera e impracticable, el enemigo no llegó a advertirlo hasta verlo dominando su propia posición y amagándole en flanco.

La resistencia que aquí nos opuso fue vigorosa y tenaz; se empeñó desde luego un fuego horroroso y nos disputaron por más de una hora la victoria con el mayor tesón. Verdad es que en este punto se hallaban sobre 1500 infantes escogidos, que era la flor de su ejército, y que se veían sostenidos por un cuerpo de caballería respetable. Sin embargo, el momento decisivo se presentaba ya.

El bravo brigadier O’Higgins reúne los batallones 7 y 8, al mando de sus comandantes Crámer y Conde, forma columnas cerradas de ataque, y con el 7 a la cabeza carga a la bayoneta sobre la izquierda enemiga. El coronel Zapiola frente a los escuadrones 1º, 2º y 3º, con sus comandantes Melián y Molina, rompe su derecha; todo fue un esfuerzo instantáneo. El general Soler cayó al mismo tiempo sobre la altura que apoyaba su posición; ésta formaba su mamelón (1) en un extremo; el enemigo había destacado 200 hombres para defenderlo, mas el comandante Alvarado llega con sus cazadores, destaca dos compañías al mando del capitán Salvadores que, atacar la altura, arrollar a los enemigos y pasarlos a bayonetazos, fue obra de un instante. El teniente Zorria, de cazadores, se distinguió en esta acción.

Entre tanto, los escuadrones mandados por sus intrépidos comandantes y oficiales, cargaban del modo más grave y distinguido. Toda la infantería enemiga quedó rota y deshecha, la carnicería fue terrible y la victoria completa y decisiva.

Los esfuerzos posteriores se dirigieron sólo a perseguir al enemigo que, en una horrorosa dispersión, corría por todas partes sin saber donde guarecerse. El comandante Necochea, que con su 4º escuadrón y mi escolta cayó por la derecha como denota el plano, les hizo un estrago terrible. Nuestra caballería llegó aquella tarde hasta el Portezuelo de Colina: toda su infantería pereció. Sobre seiscientos prisioneros con 32 oficiales, entre ellos muchos de graduación; igual o mayor número de muertos, su artillería, su parque y almacenes, considerables y la bandera del regimiento de Chiloé, fueron el primer fruto de esta gloriosa jornada."

Se debe prestar atención en el párrafo del parte de batalla  que sigue a continuación, porque en ninguna historia argentina se menciona lo que San Martín narra. A veces pienso que las gloriosas acciones de nuestra independencia, las deben haber escrito personas muy mal informadas en la materia, o simplemente partidarios políticos de nuestros circunstanciales enemigos.

"Sus consecuencias han sido aún más importantes. El Presidente Marcó, en medio del terror y confusión que produjo la derrota, abandona la misma noche del 12 la capital, se dirige con su resto miserable de tropa sobre Valparaíso, deja en la cuesta de Prado toda su artillería, teme no llegar a tiempo de embarcarse, corre por la costa hacia San Antonio y es tomado prisionero con sus principales satélites por una partida de granaderos a caballo al mando del arrojado capitán Francisco Aldao y el patriota Ramírez (civil chileno). Mañana se espera el regreso de todos en  esta capital.

Todos estos sucesos prósperos son debidos a la disciplina y constancia que han manifestado los jefes, oficiales y tropa, dignos todos del aprecio y la consideración  de sus conciudadanos.
José de San Martín"

La captura de Marco del Pont por el capitán Francisco Aldao.

Enterado del resultado de la batalla, el  Presidente de Chile, Francisco Casimiro Marcó del Pont, salió de apuro de Santiago rumbo a Valparaíso, dispuesto a embarcarse en el buque San Miguel rumbo a España. Llegó tarde el San Miguel había zarpado poco antes cargado de fugitivos realistas.

Marcó del Pont, su comitiva y los bienes que podían cargar, siguieron hacia el Norte confiando encontrar algún otro buque en que embarcarse. El 15 de febrero, al llegar a la hacienda de Las Talas, despachó a un hombre del lugar a averiguar si Valparaíso seguía en manos de los realistas y si había navíos en la bahía. Francisco Ramírez (patriota chileno) le avisa de la situación al capitán de granaderos Francisco Aldao, quien al mando de su piquete los toma prisioneros a todos en la mañana del 16 de febrero. Marcó del Pont, el teniente coronel Francisco Cacho, al inspector del ejército  el coronel Ramón González Bermejo y al fiscal general Prudencio Lazcano. Todos fueron conducidos prisioneros por Aldao a Santiago.

Llegados a Santiago Marcó del Pont rindió su espada a San Martín, quedando detenido en el edificio del Consulado. El 16 de abril de 1817 fue enviado a Mendoza a las órdenes de Toribio de Luzuriaga, quien lo confinó en San Luis. Finalmente en 1819, por encontrase enfermo, es trasladado a Luján. Marcó del Pont fallece ese mismo año en los calabozos del Cabildo de Luján.

Observación personal. Cuando leo este parte de batalla, sistemáticamente me pregunto ¿De qué material humano estaban construidos estos ignorados patriotas, muchos de ellos correntinos? En razón de que el grueso de la tropa de los escuadrones de Granaderos a Caballo, incluida la escolta personal de San Martín estaba integrada por correntinos. Es verdad que a las principales figuras, de vez en cuando se las recuerda y reconoce. Pero ¿alguien conoce en nuestro país alguna ciudad, algún pueblo, una avenida, una simple calle en algún lado que lleve los nombres, por ejemplo de Salvadores, de Melián, de Molina, de Zorría, de Anacleto Martínez, de Aldao y miles de anónimos héroes que nos regalaron la Independencia de nuestra patria a costa de sus vidas en esta y en una treintena de acciones más? ¿O acaso suponen los lectores  que a nuestra patria la hicieron los Rivadavia, los García, los Agüero, los Rodríguez Peña, los Florencio Varela y tantos otros polítiqueros burócratas que hacían de la difamación y la intriga, su razón de estado más trascendente.  Ya nos pasamos de visión sesgada, directamente somos bizcos o algo mucho peor.

(1) Colina baja en forma de pezón.

Anexo arriba: Portada de la publicación realizada en la Imprenta de Niños Expósitos, sobre el parte de la Batalla de la Cuesta de Chacabuco redactado por San Martín.

martes, 7 de mayo de 2013

ENTRE FRANCISCO JAVIER MUÑIZ, ROSAS Y SARMIENTO




ENTRE FRANCISCO JAVIER MUÑIZ, ROSAS Y SARMIENTO

Por: Sonia Erica del Valle

Les dejo una breve reseña de lo leído por mí,  con respecto al Dr. Francisco Javier Muñiz en tiempos de la Confederación: En la Gaceta Mercantil, fundada en 1823, se daban a conocer los descubrimientos científicos, si bien no era un periódico destinado específicamente a ello, ni tampoco conocido en el mundo científico.

Uno de sus colaboradores fue Francisco Javier Muñiz (1795-1871), considerado el primer investigador argentino, precursor de las ciencias naturales en la Confederación Argentina, paleontólogo, militar, médico y el primer sanitarista, que remite a Rosas 11 cajones con restos fósiles, un índice y una descripción de las especies remitidas.

Uno de esos descubrimientos publicados fue el del “Tigre Fósil”, llamado Smilodon Bonaerensis, (Muñiz). Llamó la atención de otros científicos como Florentino Ameghino o Charles Darwin con quienes intercambiaba conocimientos. Francisco Xavier Thomás de la Concepción Muñiz, nace en San Isidro un 21 de diciembre de 1795. Actúa en 1807 contra las Invasiones Inglesas, ingresa al Instituto Médico-Militar de Cosme Argerich y complementa sus estudios en la recién creada Facultad de Medicina en 1824. Sus investigaciones científicas las desarrolla en Chascomús y Luján entre los años 1825 y 1848.

En 1832 la Real Sociedad Jenneriana de Londres le otorgó el grado de “Socio” correspondiente en mérito a sus estudios, dado que había descubierto en los pezones de una vaca el cow-pox antivariólico, llevando a la ciencia de la Confederación Argentina al grado de prestigio mundial.

Así mismo, Juan Manuel de Rosas, fue designado “Miembro Honorario de la Real Sociedad Jenneriana de Londres”, por implementar entre los indios la vacuna antivariólica, promovida por Muñiz y perfeccionada por Eduardo Jenner. Cuentan que, al ser la viruela más propicia al contagio entre los indios que entre los blancos, por ser estos últimos más inmunes, se desarrolla una campaña de vacunación por el año 1831 entre los indios y que, el mismo Rosas extiende su brazo para ser vacunado ante los caciques para ganarse su confianza.

Al parecer el mismo Sarmiento recopila la obra de Muñiz pero omite que sus investigaciones se desarrollaron en época de la Confederación, para no darle crédito a la gestión del Gobierno de Rosas.

lunes, 6 de mayo de 2013



LA CAMPAÑA DEL DESIERTO POR JUAN MANUEL DE ROSAS

Segunda parte

Por: Carmen Itatí Bonpland

Darwin en su diario de viaje, escribió nimiedades sobre Rosas, claro está que en esas épocas tanto Francia como Gran Bretaña, estaban empeñados en sojuzgar infructuosamente a aquel gaucho del que tanto se hablaba.

Al final de a exitosa campaña don Juan Manuel será reconocido como: “Conquistador del Desierto” . En el año que estuvo fuera agregó miles de kilómetros cuadrados a Buenos Aires que repartió entre hacendados nuevos y los tradicionales, garantizando una nueva seguridad en las fronteras ampliadas con los apaciguados aborígenes que se comprometieron a no traspasarlas sin autorización. También acordaron cumplir con el servicio militar cuando se los llamara lo que garantizaba a Rosas su reclutamiento en caso de necesidad.

Uno de los caciques más hostiles, el ranquel Yanquetruz , sería desplazado por otro, Payné, que se alió con don Juan Manuel, quien adoptó a su hijo apadrinándolo y educándolo en su estancia, Rosas le dio su apellido.

Por su parte el temible Calfulcurá , "gulmen " de los pehuenches llegado desde el otro lado de la cordillera, luego de lancear al cacique boroga Rondeau se había proclamado jefe de todas las comunidades indias de la pampa. Instalado en las Salinas Grandes envió a su hermano Namuncurá a negociar con el Restaurador, allí se acordó que sería distinguido con el grado de coronel, cuyo uniforme debía usar con el distintivo punzó prendido sobre su pecho. Lo más importante para el " gulmen" es que fue reconocido como el principal distribuidor entre las tribus y poblados de los regalos de Rosas, por su parte se comprometía a evitar los malones y a dar aviso a las autoridades si algún capitanejo se insubordinaba. Ambas partes cumplieron al pie de la letra lo acordado durante el período rosista.

Luego de Caseros el equilibrio entró en descomposición y se sucedieron los malones y las acciones represivas de los gobiernos.
No fue afortunado en cambio, el destino de quienes no se avinieron a los acuerdos pacíficos y enfrentaron a las tropas, fue el caso del cacique pehuenche Chocorí, quien se había hecho fuerte en Choele Choel, primero cayeron varios de sus aliados, principalmente ranqueles, como los caciques Payllaren, muerto, Pichiloncoy apresado. Finalmente Chocorí es emboscado por el oficial Francisco Sosa, allí concluyó exitosamente la “expedición al desierto".

Algunos jefes indios, como el ranquel Venancio llegan a tener un trato frecuente con Rosas, su cuñada María Josefa y su esposo Lucio N. Mansilla, en una de sus visitas el indio Venancio le pregunta por sus dos mejores caballos, ocultando el disgusto don Juan Manuel, accede a entregárselo para mantener la buena relación con tan importante cacique. Luego Rosas escribiría al general Tomás de Iriarte: “… estos indios son intolerables, no se cansan de pedir, y si no se les da se enojan, pero lo más admirable son las necesidades que de poco tiempo a esta parte se han creado, piden hasta artículos de lujo, cuya existencia ignoran”.

Los indios participarían en las paradas federales desfilando con vítores al Restaurador. El influyente cacique Cachul declararía en Azul, hasta no hacía mucho toldería pampa: “Juan Manuel es mi amigo, nunca me ha engañando, yo y todos mis indios moriremos por él, sus palabras son lo mismo que las palabras de Dios”.
Más tare en tapalqué, el cacique Nicasio no se quedaría atrás:  “Yo acompañé en cinco campañas a Juan Manuel y siempre habré de morir por él, porque Juan Manuel es mi padre y el padre de todos los pobres".

Otro efecto humanitario de la acción fue la liberación de cautivas, no se puede preciar la cantidad pero oscilan entre 2000 a 4000 cristianas liberadas.

Tanto se interesó Rosas por sus indios que además de dominar su lengua y hablar de igual a igual con ellos, escribió de puño y letra una gramática y diccionario pampa para facilitar la comunicación entre cristianos y aborígenes.

Además difundió la vacuna antivariólica entre ellos  a pesar de la resistencia supersticiosa que al principio generaba. Ello le valió que la Sociedad Jenneriana de Londres lo designase Miembro Honorario, distinguiendo también al gran doctor Francisco J. Muñiz , quien además fue un destacado paleontólogo.

Comparemos con la opinión que un enemigo de Rosas, Domingo Faustino Sarmiento, que siempre lo acusó de  “Bárbaro”, hacía pública sobre los indios en El Progreso del 27 de julio de 1844:  “Por los salvajes de América siento una invencible repugnancia sin poderlo remediar. Esa canalla no son más que unos indios asquerosos a quienes mandaría a colgar ahora si apareciesen  Se les debe exterminar sin ni siquiera perdonar al pequeño , que tiene ya el odio instintivo al hombre civilizado”.

Bibliografía: Saldías, Adolfo. Como cayó Rosas, Plus Ultra, 1972)
Pacho O´Donnell. Juan Manuel de Rosas, El maldito de la historia oficial.


jueves, 2 de mayo de 2013




LA CAMPAÑA DEL DESIERTO REALIZADA POR JUAN MANUEL DE ROSAS

 

Primera parte

 

Por: Carmen Itatí Bonpland

          
La emprendió luego de renunciar a su primer gobierno, nada tuvo que ver con internarse en regiones desérticas sino con la ocupación de fértiles pampas en poder de los indios para su explotación por las estancias bonaerenses.     

 “Un esfuerzo más y quedarán libres para siempre ", había convocado cuando todavía era gobernador,  “y quedarán libres para siempre nuestras dilatadas campañas y habremos establecido la base de nuestra riqueza pública”.
Los detractores acusan a don Juan Manuel de haber enriquecido aún más a sus protegidos y amigos no solo extendiendo sus posesiones sino también adjudicándoles los jugosos contratos de aprovisionamiento de uniformes, animales, alimentos, armas, etc..  A su favor puede decirse que siempre fue enemigo de emplear la violencia contra los indios y en cambio privilegió  -cuando fue posible- los acuerdos, regalos, sobornos, marcando una diferencia con la que se emprendió medio siglo después. 

Sabiendo que los malones no se debían a una maldad intrínseca sino a las privaciones que pasaban los indios, su política fue proveerlos de aquello que necesitaban ganándose la voluntad de los caciques haciendo que fuesen ellos quienes repartieran entre los suyos los alimentos, bebidas, yeguarizos, ponchos, con que los asistía el gobierno de Buenos Aires.
Para la recuperación de las cautivas Rosas acudía a los argumentos que se desprenden de la carta enviada a un cacique "amigo", Santiago Llanquelen, el 10 de diciembre de 1834.

“Mi estimado Santiago:
Habiendo sabido que entre los indios de tu pertenencia está una cristiana hermana del miliciano Gabriel Yrusta llamada Candelaria que la llevaron del Salto hace muchos años, he dispuesto que vaya su hermano para que se le hagas entregar como corresponde y si hay entre tus indios algunos otros cristianos varones o mujeres debes avisarme para pasar por ellos porque están tus indios bajo mi amparo por lo que no es bueno que haya entre ellos cautivos cristianos sin haberlos
entregado.
Al indio que la tenga le daré de regalo los artículos siguientes, lo que debes advertirle para que vaya por ellos a la Guardia del Monte donde se los entregará Dn. Vicente González. Pero decile que no es compra de la cautiva que le hago porque ellos tienen la obligación de entregarlas sin paga, que es solamente un regalo que le hago por considerarlo pobre”.                      

Los regalos fueron, catorce yeguas, dos pañuelos, dos cuchillos, dos camisa, dos calzonsillos, una sabanita de poncho, un atado de cuentas, un par de espuelas de fierro, una arroba de yerba, quatro  vasos de tabaco, quatro libras de harina, quatro libras de azúcar, quatro libras de pasas (...) Deseo tu mejor salud y la de tu familia quedando tuyo, afino. “General”.

Su sensibilidad por los marginales quedaba evidenciada asimismo en la correspondencia que en 1833, en plena campaña, mantenía con su esposa Encarnación, que le cuidaba las espaldas en Buenos Aires: " ya has visto lo que vale la amistad de los pobres y por ello cuanto importa sostenerla y no perder medios para atraer y cautivar voluntades . No cortes pues sus correspondencias. Escríbeles con frecuencia, mándales cualquier regalo sin que te duela gastar en esto. Digo lo mismo respecto a las madres y mujeres de los pardos y morenos que son fieles. No repares, repito, en visitar a los que lo merezcan y llevarlas a tus distracciones rurales, como también en socorrerlas con lo que puedas en sus desgracias”.
A pesar de la distancia Rosas no descuidaba a quienes llegado el caso, podría ser la fuerza que lo devolviera al gobierno de Buenos Aires.                                

En ese mismo año 1833 el joven Carlos Darwin, científico inglés que con el correr de los años alcanzaría la celebridad con su teoría de la evolución de las especies, emprende un viaje de exploración y estudio de nuestra Patagonia. Todo indica que trabajaba para los servicios secretos de su país, auscultando las condiciones para una ocupación británica. Es este uno de los méritos no reconocidos de la expedición de don Juan Manuel: la toma de posesión de un territorio ambicionado por Chile y por Inglaterra. Darwin llega a Carmen de Patagones, entonces un miserable villorrio en medio de un páramo interminable. Se entera de que el general Rosas, de quien mucho había oído hablar, acampaba a orillas del río Colorado. Los escasos veinticuatro años del naturalista le dan confianza y energía suficientes para atravesar los desiertos que separan el río Negro del Colorado, guiado por baqueanos. "El campamento de Rosas" apuntará en su diario de viaje: "es un cuadrado formado por carretas, artillerías, chozas de paja, etc., no hay más que caballería y pienso que nunca se ha juntado un ejército que se parezca más a una partida de bandoleros, casi todos los hombres son de raza mezclada, casi todos tienen en las venas sangre negra, india y española, no tienen buena catadura”.   

Le habían contado de ese gaucho rubio que lanceaba indios en el confín del mundo, de sus grandes estancias y del reglamento férreo con las que gobernaba. 

La bibliografía se mencionará al finalizar la Tercera Parte.