La publicación de estos apuntes sobre Historia Argentina, no tienen otra pretensión que prestar ayuda, tanto a estudiantes como a profesores de la materia en cuestión.

Muchos de ellos, simplemente son los apuntes confeccionados por el suscripto, para servir como ayuda memoria en las respectivas clases de los distintos temas que expusiera durante mi práctica en el Profesorado. Me daría por muy satisfecho si sirvieran a otras personas para ese objetivo.

Al finalizar cada apunte, o en el transcurso del mismo texto se puede encontrar la bibliografía correspondiente a los diferentes aspectos mencionados.

Al margen de ello invitaremos a personas que compartan esta metodología, a sumarse con nuevos apuntes de Historia Argentina.




Profesor Roberto Antonio Lizarazu

roberto.lizarazu@hotmail.com



sábado, 11 de mayo de 2013

PARTE DE SAN MARTIN SOBRE LA BATALLA DE CHACABUCO



PARTE DE SAN MARTIN SOBRE LA BATALLA DE CHACABUCO

Por: Roberto Antonio Lizarazu

Los distintos biógrafos de nuestro Libertador tienen dudas y polemizan entre ellos, en relación a cual fue la acción militar más notable de San Martín. Las opiniones son diversas y fluctúan entre el Cruce de los Andes, Chacabuco, Maipú, y otras notables acciones militares. Comparando entre ellas las diversas tácticas utilizadas, con las que otros genios militares podrían haber usado, porque eran habituales entre ellos.

Todas las comparaciones y elucubraciones teóricas están muy bien, pero evidentemente Chacabuco fue algo muy especial para San Martín. Personalmente me atrevería a afirmar que Chacabuco fue su batalla. Si alguien interesado en el tema desea saber que pasó en la batalla de Chacabuco, no tiene que leer ningún libro de historia,  solamente tiene que leer el parte oficial de San Martín al respecto. Detallado al máximo, con todas las personas que intervinieron mencionadas y usando una cronología de los hechos digna del mejor historiador. Ningún parte de batalla del Libertador mereció tanta dedicación y esmero en los detalles como éste. Se nota al leerlo que San Martín disfrutaba al redactarlo, como si estuviese contando a la posteridad su obra de mayor gloria. Personalmente opino que Chacabuco fue su hijo predilecto.

En el parte por el que San Martín envió un detallado informe al gobierno, en ese momento el Director de Estado Juan Martín de Pueyrredón (09.07.1816 al 09.06.1819) relacionado a la campaña culminada en Chacabuco, al referirse a este glorioso  hecho de armas, acaecido el 12 de febrero de 1817, después de informar que en la noche del 7 de febrero el enemigo abandonó las posiciones en el Aconcagua y Curimón, dejando municiones , armas y pertrechos, recostándose sobre la Cuesta de Chacabuco, San Martín continúa narrando: “En su consecuencia me resolví a marchar sobre ellos y la capital, con toda la rapidez posible y atacarlos, en cualquier punto donde los encontrase, no obstante no haberme llegado aún la artillería de batalla.

En la madrugada del 9 hice restablecer el puente del río Aconcagua; mandé al comandante Melián marchase con su escuadrón sobre la cuesta de Chacabuco y observara al enemigo. El ejército caminó en seguida y fue a acampar en la boca de la quebrada con la división del coronel Las Heras que recibió órdenes de concurrir a este punto.

Desde este momento las intenciones del enemigo se manifestaron más claras, la posición que tomó sobre la cumbre y la resolución con que parecía dispuesto a defenderla, hacían ver estaba resuelto a sostenerse. Nuestras avanzadas se situaron a tiro de fusil de las del enemigo y durante los días 10 y 11 se hicieron los reconocimientos necesarios, se levantó un croquis de la posición y, en su consecuencia, establecí el dispositivo de ataque para la madrugada del día siguiente.

Al señor brigadier Soler di el mando de la derecha que, con el núm. 1 de cazadores, compañías de granaderos y volteadores del 7 y 8, al cargo del teniente coronel don Anacleto Martínez; núm.11, siete piezas, mi escolta y el 4º escuadrón de granaderos a caballo, debía atacarlos en flanco y envolverlos. Mientras que el señor brigadier O’Higgins, que encargué de la izquierda, los batía de frente con los batallones núms. 7 y 8, los escuadrones 1º, 2º y 3º y dos piezas.

El resultado de nuestro primer movimiento fue, como debió serlo, el abandono que los hicieron de su posición sobre la cumbre. La rapidez de nuestra marcha no les dio tiempo de hacer venir las fuerzas que tenían en las casas de Chacabuco para disputarnos la subida. Este primer suceso era preciso completarlo: su infantería caminaba a pie, tenía que atravesar en su retirada un llano de más de cuatro leguas y, aunque estaba sostenida por una buena columna de caballería, la experiencia nos había enseñado que un solo escuadrón de granaderos a caballo bastaría para arrollarla y hacerla pedazos: nuestra posición era, además, de las más ventajosas.

El general O’Higgins podía continuar su ataque de frente, mientras que el brigadier Soler quedaba siempre en aptitud de envolverlos, si querían sostener antes de salir al llano. Al efecto hice marchar al coronel Zapiola con los escuadrones 1º, 2º y 3º para que cargase o entretuviera al menos, interin llegaban las baterías núms. 7 y 8, lo que sucedió exactamente y el enemigo se vio obligado a tomar la posición que manifiesta el plano. El señor general Soler continuó su movimiento por la derecha, que dirigió con tal acierto, combinación y conocimiento, que, a pesar de descolgarse por una cumbre la más áspera e impracticable, el enemigo no llegó a advertirlo hasta verlo dominando su propia posición y amagándole en flanco.

La resistencia que aquí nos opuso fue vigorosa y tenaz; se empeñó desde luego un fuego horroroso y nos disputaron por más de una hora la victoria con el mayor tesón. Verdad es que en este punto se hallaban sobre 1500 infantes escogidos, que era la flor de su ejército, y que se veían sostenidos por un cuerpo de caballería respetable. Sin embargo, el momento decisivo se presentaba ya.

El bravo brigadier O’Higgins reúne los batallones 7 y 8, al mando de sus comandantes Crámer y Conde, forma columnas cerradas de ataque, y con el 7 a la cabeza carga a la bayoneta sobre la izquierda enemiga. El coronel Zapiola frente a los escuadrones 1º, 2º y 3º, con sus comandantes Melián y Molina, rompe su derecha; todo fue un esfuerzo instantáneo. El general Soler cayó al mismo tiempo sobre la altura que apoyaba su posición; ésta formaba su mamelón (1) en un extremo; el enemigo había destacado 200 hombres para defenderlo, mas el comandante Alvarado llega con sus cazadores, destaca dos compañías al mando del capitán Salvadores que, atacar la altura, arrollar a los enemigos y pasarlos a bayonetazos, fue obra de un instante. El teniente Zorria, de cazadores, se distinguió en esta acción.

Entre tanto, los escuadrones mandados por sus intrépidos comandantes y oficiales, cargaban del modo más grave y distinguido. Toda la infantería enemiga quedó rota y deshecha, la carnicería fue terrible y la victoria completa y decisiva.

Los esfuerzos posteriores se dirigieron sólo a perseguir al enemigo que, en una horrorosa dispersión, corría por todas partes sin saber donde guarecerse. El comandante Necochea, que con su 4º escuadrón y mi escolta cayó por la derecha como denota el plano, les hizo un estrago terrible. Nuestra caballería llegó aquella tarde hasta el Portezuelo de Colina: toda su infantería pereció. Sobre seiscientos prisioneros con 32 oficiales, entre ellos muchos de graduación; igual o mayor número de muertos, su artillería, su parque y almacenes, considerables y la bandera del regimiento de Chiloé, fueron el primer fruto de esta gloriosa jornada."

Se debe prestar atención en el párrafo del parte de batalla  que sigue a continuación, porque en ninguna historia argentina se menciona lo que San Martín narra. A veces pienso que las gloriosas acciones de nuestra independencia, las deben haber escrito personas muy mal informadas en la materia, o simplemente partidarios políticos de nuestros circunstanciales enemigos.

"Sus consecuencias han sido aún más importantes. El Presidente Marcó, en medio del terror y confusión que produjo la derrota, abandona la misma noche del 12 la capital, se dirige con su resto miserable de tropa sobre Valparaíso, deja en la cuesta de Prado toda su artillería, teme no llegar a tiempo de embarcarse, corre por la costa hacia San Antonio y es tomado prisionero con sus principales satélites por una partida de granaderos a caballo al mando del arrojado capitán Francisco Aldao y el patriota Ramírez (civil chileno). Mañana se espera el regreso de todos en  esta capital.

Todos estos sucesos prósperos son debidos a la disciplina y constancia que han manifestado los jefes, oficiales y tropa, dignos todos del aprecio y la consideración  de sus conciudadanos.
José de San Martín"

La captura de Marco del Pont por el capitán Francisco Aldao.

Enterado del resultado de la batalla, el  Presidente de Chile, Francisco Casimiro Marcó del Pont, salió de apuro de Santiago rumbo a Valparaíso, dispuesto a embarcarse en el buque San Miguel rumbo a España. Llegó tarde el San Miguel había zarpado poco antes cargado de fugitivos realistas.

Marcó del Pont, su comitiva y los bienes que podían cargar, siguieron hacia el Norte confiando encontrar algún otro buque en que embarcarse. El 15 de febrero, al llegar a la hacienda de Las Talas, despachó a un hombre del lugar a averiguar si Valparaíso seguía en manos de los realistas y si había navíos en la bahía. Francisco Ramírez (patriota chileno) le avisa de la situación al capitán de granaderos Francisco Aldao, quien al mando de su piquete los toma prisioneros a todos en la mañana del 16 de febrero. Marcó del Pont, el teniente coronel Francisco Cacho, al inspector del ejército  el coronel Ramón González Bermejo y al fiscal general Prudencio Lazcano. Todos fueron conducidos prisioneros por Aldao a Santiago.

Llegados a Santiago Marcó del Pont rindió su espada a San Martín, quedando detenido en el edificio del Consulado. El 16 de abril de 1817 fue enviado a Mendoza a las órdenes de Toribio de Luzuriaga, quien lo confinó en San Luis. Finalmente en 1819, por encontrase enfermo, es trasladado a Luján. Marcó del Pont fallece ese mismo año en los calabozos del Cabildo de Luján.

Observación personal. Cuando leo este parte de batalla, sistemáticamente me pregunto ¿De qué material humano estaban construidos estos ignorados patriotas, muchos de ellos correntinos? En razón de que el grueso de la tropa de los escuadrones de Granaderos a Caballo, incluida la escolta personal de San Martín estaba integrada por correntinos. Es verdad que a las principales figuras, de vez en cuando se las recuerda y reconoce. Pero ¿alguien conoce en nuestro país alguna ciudad, algún pueblo, una avenida, una simple calle en algún lado que lleve los nombres, por ejemplo de Salvadores, de Melián, de Molina, de Zorría, de Anacleto Martínez, de Aldao y miles de anónimos héroes que nos regalaron la Independencia de nuestra patria a costa de sus vidas en esta y en una treintena de acciones más? ¿O acaso suponen los lectores  que a nuestra patria la hicieron los Rivadavia, los García, los Agüero, los Rodríguez Peña, los Florencio Varela y tantos otros polítiqueros burócratas que hacían de la difamación y la intriga, su razón de estado más trascendente.  Ya nos pasamos de visión sesgada, directamente somos bizcos o algo mucho peor.

(1) Colina baja en forma de pezón.

Anexo arriba: Portada de la publicación realizada en la Imprenta de Niños Expósitos, sobre el parte de la Batalla de la Cuesta de Chacabuco redactado por San Martín.

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