JUAN DE SAN MARTÍN Y GÓMEZ
Por:
Roberto Antonio Lizarazu
Del
comandante Juan de San Martín y Gómez, padre del Libertador y nuestro máximo
prócer nacional, podríamos decir que es el Abuelo de la Patria. Don Juan nace en el
antiguo Reino de León, en Cervatos de la Cueza, Palencia, España,
el 3 de febrero de 1728 y fallece en Málaga,
España, el 4 de diciembre de 1796. Militar español,
que hizo carrera en la región del Río de la Plata.
Se lo recuerda por sus propias acciones militares, por haber sido gobernante de
Yapeyú y muy especialmente por haber sido el padre del general don José de San Martín, libertador de nuestro país, de Chile y del Perú.
Los
padres de don Juan fueron: Andrés
de San Martín y de la Riguera e Isidora
Gómez, formaban una familia hidalga de clase media cuya casa se conserva
en el número 27 de la calle Las
Solanas de Cervatos de la Cueza como Casa-museo del General San Martín,
destacando la sala de honor, donde se guardan recuerdos y testimonios de la
amistad con la República
Argentina. Una nueva iglesia fue
construida en Cervatos por el gobierno argentino.
Por el
pueblo de Cervatos, que se levanta en la comarca de la Cueza, atravesaba una calzada romana, y cuyo nombre
lo toma por el del río que la cruza. Se
supone que en ese sitio debió
existir una antigua fortaleza Celta, origen de la actual población.
La
casa de la familia San Martín, se trata de una morada noble castellana,
austera, fuerte, construida de adobe, con tapial revestido de barro y paja, y
concebida para cobijarse de los fríos del invierno. De este tipo de edificación
cabe decir, como observó González Garrido, que fue llevada a América por Alonso
de Ojeda, Juan de Garay y el mismo Juan de San Martín convirtiéndose, en
América en la técnica criolla por antonomasia, denominada abobe, que tiene varios
miles de años de uso.
Esa casa luce el escudo con el lema de la casa-solar de los San
Martín, en Cervatos de la Cueza:
De azores castellanos nació el cóndor que
sobrevoló los Andes.
En 1746 ingresó en el ejército español
teniendo 18 años como soldado en el Regimiento de Lisboa, con el cual intervino
en cuatro campañas militares en el norte de África,
permaneciendo en Melilla durante 17 años, siendo cabo, luego sargento,
desde el 31 de octubre de 1755; y luego sargento 1°.
Aun se conserva su primera hoja de servicios en donde se lee que era un hombre de estatura baja, cabello
castaño claro y ojos garzos. Siguió luego a su regimiento de regreso a
España, estando acantonado en diversos lugares. Por sus méritos en África el 20
de noviembre de 1764 se le concedió un grado de teniente,
algo poco frecuente para alguien que no era de una familia noble.
Juan
inicia su aprendizaje militar en las
cálidas y arenosas tierras de África,
igual como lo haría su hijo José Francisco unas décadas luego, donde
realizó cuatro campañas militares.
Cuando
después de guerrear en tierras de las morerías regresó a la metrópoli, siguió a
su regimiento a través de las distintas regiones en que estuviera de
guarnición. Así le vemos actuar en la zona Cantábrica, en Galicia, en Guipúzcoa, en Extremadura y en Andalucía. Ya para ese momento, era Juan de
San Martín un soldado fogueado y diestro en los campos de batalla cuando, en
1764, se le destinó para continuar sus servicios en el Río de la Plata. Cuando el 21
de octubre de 1764 se regularon en Málaga los servicios de Juan de San Martín,
se le computaron diecisiete años y trece días en campañas. A raíz de su
meritoria foja de servicios, se le ascendía a oficial del ejército real con los
galones de teniente, cuyo título le fue extendido el 20 de noviembre de 1764.
Su
embarque con destino al Río de la
Plata, insistimos, al cual fue destinado, lo debió efectuar en Cádiz. Se debe aclarar
que el Río de la Plata,
Montevideo y Buenos Aires, a los efectos militares de la defensa, constituían una sola plaza militar, que al arribo los jefes
determinaban cual era el destino del designado.
La carrera militar de Juan de San Martín es, pues, aparentemente
modesta; pero, en la hondura de su abnegada vida, se puede percibir el anuncio
de las virtudes heroicas de su hijo menor, José Francisco.
Juan de San Martín en el Río de la Plata
Su actuación se encuentra muy ligada
administrativamente a Pedro de Ceballos, pero
en 1776 pasamos de Gobernación del Río de la Plata a Virreinato del Río
de la Plata y
Pedro de Ceballos fue autoridad en ambas oportunidades. Como gobernador desde 1756 a 1766 y como Virrey
fue el primero, desde el 15,10.1777 al 12.06.1778.
Cuando
Juan desembarcó en la rada del Riachuelo ejercía las funciones de gobernador
Pedro de Cevallos, quien le confió el adiestramiento e instrucción del Batallón
de Milicias de Voluntarios Españoles, hasta que, en mayo de 1765, lo destinó al
bloqueo de la Colonia
del Sacramento y del Real de San Carlos. Permaneció en esa zona hasta julio de
1766, en que se le confió la comandancia del Partido de las Vacas y Víboras, en
la actual República Oriental del Uruguay.
En ese
nuevo destino prestó imponderables servicios en la persecución del contrabando.
En 1767 ocurrió el extrañamiento de los jesuitas con la confiscación de los
edificios y toda suerte de bienes que poseían en España y en América.- Los
religiosos tenían en la actual República Oriental del Uruguay, dependiente del
Colegio Belén de Buenos Aires, una extensa y bien poblada estancia llamada Calera de las Vacas -que fue conocida
después con el nombre de Las Huérfanas-;
se extendía ésta por el norte hasta el arroyo de las Vacas, al este lindaba con
el Migueletes y el San Juan y al oeste y suroeste con el caudaloso Río de la Plata.
En ese
rico latifundio de cuarenta y dos leguas cuadradas, pastaban por millares
distintas especies de ganado. El entonces gobernador Francisco de Paula
Bucareli y Ursúa, (Bucarelli y Ursúa sucedió a Ceballos y es gobernador entre
1776 y 1770) le confirió al teniente San Martín la ocupación de la referida
estancia, encargándole después su administración, que desempeñó hasta 1744,
haciendo aumentar en forma extraordinaria sus beneficios.
Al
mismo tiempo que Juan de San Martín ejercía las funciones de administrador, no
dejó inactivas sus funciones militares, cooperando de acuerdo con órdenes de
sus superiores en el bloqueo establecido permanentemente por España a la Colonia del Sacramento.
El
gobernador Bucareli otorgó el 10 de abril de 1769 al padre del Libertador, el
empleo de ayudante del Batallón de Voluntarios de Buenos Aires, que confirmó el
monarca por título expedido en San Lorenzo el Real el 30 de octubre de 1772.
En 1770 fue enviado a participar en el sitio
de la Colonia del
Sacramento, de nuevo en poder de los portugueses. Además, durante
un viaje a Buenos Aires como administrador de Las Vacas, conoció a Gregoria Matorras del Ser, joven sobrina del nuevo
gobernador del Tucumán, Jerónimo Luis de Matorras recién llegado al país. Había dado su
palabra de casamiento y se casó por poder el 1 de octubre de 1770, reuniéndose
con su esposa el 12 de octubre de ese año. El
enlace se realizó en el palacio episcopal, oficiando el obispo Manuel Antonio
de la Torre, el
1 de octubre de 1770. Los nuevos esposos se reunieron en Buenos Aires el día 12
de octubre de ese año, trasladándose poco después a Calera de las Vacas. Allí
formaron su hogar y en ese lugar, nacieron tres de sus hijos: María Elena, el 18
de agosto de 1771; Manuel Tadeo, el 28 de octubre de 1772 y Juan Fermín Rafael,
el 5 de octubre de 1774.
Cuando
el teniente Juan de San Martín cesó en las funciones de administrador de la
estancia de Calera de las Vacas, el gobernador de Buenos Aires, Juan José de
Vértiz y Salcedo, lo designó el 13 de diciembre de 1774 teniente gobernador del
departamento de Yapeyú, haciéndose cargo de sus nuevas funciones desde
principios de abril de 1775.
Como
balance financiero de sus siete años como administrador de Las Vacas, consta que se
produjo una renta bruta de 197.000 pesos plata en el período bajo su mando.
.Juan de
San Martín en Yapeyú
Para
tener una idea acertada de lo que había constituido Yapeyú en esos momentos,
aún bajo el régimen misionero jesuita, nada mejor que la opinión del Padre
Guillermo Furlong SJ al respecto: La Estancia Grande de Yapeyú comprendía, al oriente del río
Uruguay, los actuales departamentos de Artigas, Salto, Paysandú, Río Negro y
Tacuarembó. La Estancia
Chica, próxima al pueblo de Yapeyú, al oeste del Uruguay, se
medía por 50 y 150
kilómetros. Allí había en 1768, propiedad del pueblo,
48.116 vacunos, mientras el ganado de la inmensa estancia uruguaya ascendía a
800.000 cabezas de animales.
Siendo Yapeyú el más grande centro ganadero rioplatense, no todos
los animales se faenaban en esa reducción ni en sus cercanías, pues se llevaban
a pie a las diversas otras reducciones. Sabemos que la zapatería fue una de las
dos grandes industrias yapeyuanas, exportándose sus hechuras hasta Chile y
Perú. La otra industria, con tremenda pujanza cultural, fue la fabricación de
toda clase de instrumentos musicales: órganos, arpas, violines, trompas,
cornetas y chirimías, los que también se exportaban a las otras reducciones y a
las ciudades españolas del virreinato. El Padre Antonio Sepp, gran músico, fue
quien dio el mayor impulso a la fabricación de los instrumentos. No bien arribó
este jesuita a Buenos Aires, fue destinado precisamente a Yapeyú y a los dos
años de su arribo pudo escribir: "este año de 1692 he formado a los
siguientes futuros maestros de música: 6 trompetas, 3 buenos diorbodistas, 4 organistas,
30 tocadores de chirimías, 18 de cornetas, 10 de fagote. No avanzan tanto, como
yo deseo, los 8 discantistas, aunque progresan a lo menos algo cada día."
Cuando en 1768 fueron desterrados los misioneros jesuitas,
hallábanse las misiones en un período de prosperidad. Reemplazados por
religiosos de diversas órdenes, ignorantes del idioma guaraní todos ellos y
contrarios a la labor misionera algunos, no es de extrañar que en poco tiempo
se perdiera toda la labor anterior. A la par de los religiosos, envió el
gobernador Bucarelli toda una legión de administradores, lo cierto es que la
población indígena decreció sensiblemente. Al salir los jesuitas había 88.864
almas; en el año 1801, solamente 42.885; en 1814, ya en época independiente, la
población indígena de los 23 pueblos no pasaba de 21.000.
Yapeyú
que había sido una de las reducciones más florecientes y ricas en tierras y
ganados, que fundó la acción fervorosa y ejemplar de los padres de la Compañía de Jesús. Fue
erigida a iniciativa del provincial P. Nicolás Mastrilli, con la cooperación
del mártir y beato P. Roque González de Santa Cruz, superior de las misiones
del Uruguay, y el P. Pedro Romero, su primer párroco. Su instalación se efectuó
el 4 de febrero de 1627 junto al arroyo llamado Yapeyú por los indígenas,
bautizándose con el nombre de Nuestra Señora de los Reyes Magos de Yapeyú.
Yapeyú
fue baluarte de civilización y del cristianismo frente a los indomables
indígenas, como los charrúas y los yaros, y también lo fue contra los temibles bandeirantes,
hordas de portugueses y brasileños que vivían al margen de toda ley humana y
que a sangre y fuego sembraron el terror y la muerte, asolando a las
incipientes misiones.
Con el
correr de los años, Yapeyú se había convertido en uno de los pueblos más ricos
de las misiones. Poseía estancias en ambas bandas del río Uruguay, quedando
casi abandonado después de la expulsión de los misioneros de la Compañía de Jesús.
Dos
nuevos vástagos aumentaron la familia San Martín-Matorras en Yapeyú: Justo
Rufino, nacido en 1776, y nuestro Libertador, José Francisco, que vio la luz el
25 de febrero de 1778.
Siendo
el pueblo de Yapeyú fronterizo a zonas de litigio, sus habitantes vivían bajo
continuas amenazas de guerra.
El
nuevo mandatario, Juan de San Martín, desde que ocupara la tenencia, activó la
organización de un cuerpo de naturales guaraníes compuesto por 550 hombres, que
al ser revistados por el gobernador de Misiones, Francisco Bruno de Zabala, le
hicieron decir que era como la más arreglada tropa de Europa. Esas fuerzas,
adiestradas por el teniente San Martín, se destinaron a contener los desmanes
de los portugueses y las acometidas de los valerosos y aguerridos charrúas y
minuanes.
Debido
a un informe emitido por el Virrey Vértiz, Juan de San Martín ascendió al grado
de capitán del ejército real, por título que se expidió en El Pardo el 15 de
enero de 1.779. Cuando este despacho llegó a sus manos hacía algunos meses que
había cumplido cincuenta y un años de edad.
Probablemente
su obra administrativa más importante como teniente de gobernador de Yapeyú,
fue la ampliación de la jurisdicción de este pueblo hasta el arroyo Yeruá (al sur de Concordia) que hasta entonces llegaba hasta el Río Miriñay.
En esta región restableció la Ruta
al Salto mediante la cual se
enviaban a Buenos Aires para su comercialización, entre otros productos, los
excedentes de yerba mate, algodón,
tabaco,
grasas y cueros. La epidemia de viruela había cortado esta ruta comercial
iniciada por Bucarelli en 1769, la cual llegaba por
tierra hasta el embarcadero de San
Antonio del Salto Chico o Ytú, desde donde ya salvados
los saltos Grande y Chico del río Uruguay, continuaba por barco.
En 1776 inspeccionó la jurisdicción de Yapeyú
al este del río Uruguay (Brasil y Uruguay actuales), que llegaba hasta el río
Negro, arruinada por la epidemia de viruela. Los ganados se había refugiado en
la zona de los río Negro y Yí, donde era explotada ilegalmente. Durante esta
visita organizó el pueblo de Paysandú,
transformándolo en un concurrido puerto en la Ruta al Salto.
En la Banda Occidental
del río Uruguay Juan de San Martín fundó cuatro grandes estancias comunitarias
dedicada a la cría de ganado: La
Merced (hoy Monte Caseros),
San Gregorio (cerca del río Mocoretá),
Inmaculada Concepción de Mandisoví
(antecedente de Federación, Entre Ríos)) y Jesús del Yeruá (al
sur de Concordia), las cuales dotó con ganado comprado en Entre Ríos. A la
capilla de la Estancia
de Mandisoví, Juan de San Martín hizo enviar desde Yapeyú una imagen de la Inmaculada Concepción,
esta imagen tallada por los indígenas preside actualmente la parroquia de
Federación y por decisión de Juan Pablo II es la Patrona de la Diócesis de Concordia. En relación a este
último párrafo, los autores consultados presentan interpretaciones diferentes.
Unos sostienen que las estancias mencionadas ya estaban fundadas desde el
período jesuítico y otros sostienen que las fundó, o refundó, Juan de San
Martín. Ambas posiciones cuentan con documentación original que sostiene su afirmación.
El 14
de febrero de 1781 lo reemplazó como teniente gobernador
Francisco de Ulibarri y luego su amigo y consejero Diego de Alvear.
Destinado a Buenos Aires
como ayudante mayor de la
Asamblea de Infantería, en esa ciudad hizo dictar sus
primeras letras a sus hijos.
Terminada
su actuación en Yapeyú, el capitán San Martín embarcó con rumbo a Buenos Aires
el 14 de febrero de 1781, volviendo a reunirse entonces con su esposa e hijos e
incorporándose de nuevo a las filas del ejército para ejercer las funciones de
ayudante mayor de la Asamblea
de Infantería. Desde Buenos Aires, el 18 de agosto, se dirigió por escrito al
virrey Vértìz, a la sazón en Montevideo, ofreciéndose para cualquier servicio o
bien para instruir a los naturales, en cuyo ejercicio se había distinguido
durante su residencia en Yapeyú.
San
Martín se dirigió a las autoridades superiores de la Corte pidiendo la
correspondiente licencia para embarcarse con su familia con destino a la
metrópoli. Le fue concedido lo solicitado por Real Orden, expedida el 25 de
marzo de 1783. Casi un cuarto de siglo de constante actividad había consagrado
a las regiones del Plata el veterano soldado; había actuado en campañas
militares que acreditaron su valentía y había administrado con suma pureza
bienes confiados a su cuidado.
Juan de San Martín regresa a España
Llegó
a Cádiz en abril de 1784 con $1.500 oro, todo
su capital ahorrado en 38 años de servicio, con el que apenas pudo adquirir una
casa. En España inscribió a todos sus hijos varones en las escuelas de nobles y
en los colegios de oficiales de ejército. Se consideraba que había entrado a la
nobleza por ser gobernador; sin embargo, debió soportar un duro juicio de
residencia por su actuación en las Misiones, del cual no salió muy bien parado,
ya que no volvió a ser gobernador.
Los
restos de Juan de San Martín y de su esposa descansaron en la Iglesia de Santiago en
Málaga, siendo trasladados en 1947 a la Argentina, en donde
permanecieron en el Cementerio de la Recoleta en Buenos Aires hasta 1998, cuando fueron
trasladados al Templete que honra la memoria de su hijo en Yapeyú.
En
abril de 1784, Juan de San Martín llegaba a Cádiz; retornaba al suelo patrio
con su mujer y cinco hijos. Los cuatro varones, al igual que su padre,
abrazarían la carrera de las armas, pero de todos ellos, sólo el benjamín daría
gloria inmortal al apellido paterno.
En
Málaga pasaría los últimos años de su existencia, mientras sus hijos avanzaban
en edad y aspiraciones. En esa ciudad iniciaron o completaron, en parte, los
estudios los jóvenes hermanos San Martín. Con los ojos mirando más allá de los
mares, Juan de San Martín exhalaba, el 4 de diciembre de 1796, su último
suspiro. Se hizo constar que no había testado y que habitaba en un lugar de
Málaga conocido por Pozos Dulces, camino de la Alcazabilla.
La
viuda del antiguo teniente de Yapeyú, al mes siguiente del óbito de su esposo,
dirigió una instancia al monarca Carlos IV en la que solicitaba una pensión. En
1806, gestionó e insistió para que la reducida pensión que disfrutaba, de 175
pesos fuertes anuales, fuera transferida a su hija después de su fallecimiento.
El rey resolvió no acceder a lo solicitado.
Bibliografía General
Instituto Nacional Sanmartiniano.
Secretaría de Cultura. Presidencia de la Nación. José Miguel Torre
Revello (1893-1964), Padres y hermanos de
José de San Martín.
Antecedentes para Estudiar la Personalidad y la Obra de José de San Martín. Augusto Barcia Trelles. Editor Aniceto
López, Córdoba 2082, Buenos Aires,
1941.
Historia de San Martín y de la Emancipación Sud
Americana. Bartolomé Mitre. Editorial
Tor, Buenos Aires, 1950, En el año del Libertador General San Martín.