EN 1820 ARGENTINA Y CHILE COMPETÍAN PARA SER MONARQUÍAS
Por: Roberto
Antonio Lizarazu
Sabemos
que la institucionalidad de nuestro período independiente comienza el 25 de
mayo de 1810. La
Independencia Argentina de todo sometimiento extranjero, se declara en Tucumán el 9 de julio de 1816.
La batalla de Chacabuco es del 12.02.1817. La batalla de Maipú es del
05.04.1818. A pesar de todo ello, sorprendentemente, a
partir de 1820 y en plena guerra de la independencia, durante por lo menos un
lustro, ambos países se encuentran en gestiones en busca de reyes, príncipes,
marqueses y/o condes que se hagan cargo de nuestros desahuciados gobiernos. En varias oportunidades mencionamos, en diferentes comentarios en este blog, las ideas monárquicas de varios de nuestros
próceres. Hoy le toca el turno al menos imaginable de nuestros dirigentes de la
primera hora de nuestra conformación nacional. Al Padre de las Luces: a
Rivadavia.
Por
supuesto estas referencias nunca se mencionan y menos se estudian. ¿A quien se
le puede ocurrir que Rivadavia se encuentre comprometido en un proyecto
monárquico en estas pampas? Precisamente él, que prácticamente es mencionado
como el creador de la
República Argentina , buscando algún integrante de cualquier
casa monárquica, que se haga cargo de nuestro incipiente país. Hay que
reconocer sin embargo, que no era el único con esas aspiraciones, simultáneamente
los chilenos estaban tras el mismo objetivo y competían con nosotros por lo
mismo: Un príncipe por el amor de Dios.
Sabemos
que de hecho Rivadavia detenta el gobierno en dos oportunidades. La primera
cuando en 1820 caen el Directorio y el Congreso; y Rivadavia fue convocado por
el nuevo gobernador Martín Rodríguez, que lo nombró en el cargo de Ministro de
Gobierno y Relaciones Exteriores de la Provincia de Buenos Aires. Ocupó su puesto en
julio de 1821 hasta mayo de 1824 cuando Juan Gregorio de Las Heras es elegido
nuevo Gobernador. Rivadavia en este período es el que hace y deshace los
manejos gubernamentales.
La
segunda oportunidad que gobierna Rivadavia fue como Presidente de la Nación Argentina ,
desde el 7 de febrero de 1826 hasta el 9 de agosto de 1827.
Pero
estas gestiones promonárquicas que comentaremos, ocurren cuando Rivadavia es
Ministro de Martín Rodríguez.
Sabemos
que Rivadavia viaja a Europa para tratar de conchabar algún príncipe
desocupado que se atreviese a reinar sobre nuestra incipiente nación. Tras
Rivadavia viaja de apoyo el Presbítero José Valentín Gómez e
inmediatamente tras Gómez viaja Antonio José de Irisarri y una comitiva, con el
mismo objetivo de lograr un príncipe, pero para Chile. Todos se
encuentran en Londres haciendo turno para ser recibidos y en carta del 8
de julio de 1822, Rivadavia lo pone al tanto al Pbro. Gómez que: “Irisarri le había dado cuenta de sus gestiones
para ser recibido por miembros del gabinete inglés, a quienes debía entregar un
oficio de O’Higgins y una nota suya, y que si bien se le había prometido que
sería llamado en seguida, habían pasado veinte días sin que se lo hubiese
citado”.
“En él (En
Irisarri) domina la
convicción de los grandes riesgos que corre nuestra patria; él parece animado
de las mejores intenciones y de los principios que pueden estimarse como los
más sólidos en nuestra tan grande como complicada causa; él me ha abierto su
opinión de que el único medio que cree capaz de consolidar la Independencia de la América del Sur, es el
establecimiento de una Monarquía bajo una protección exterior fuerte y eficaz;
me ha asegurado que ésta es la opinión no sólo de los jefes de Chile y Buenos
Aires, sino de la parte principal del pueblo y en particular de la última
capital (Buenos
Aires) él ha ido tan
adelante, que me ha manifestado que, para establecer una Monarquía y
sostenerla, era preciso formarla de los tres estados comprensivos de lo que
componía los virreinatos de Buenos Aires y del Perú y de la Capitanía General
de Chile.”
Conviene
aclarar algunos detalles, para entender la trama que ocupaba a los gestores
promonárquicos que se encontraban en Londres esperando ser recibidos para que
les den el visto bueno. En realidad los candidatos a monarcas había que
acordarlos con Francia y el apoyo, el sostenimiento y el comercio de esa
monarquía había que conseguirlo de Inglaterra.
Por
eso ambas delegaciones, la argentina y la chilena se encontraban divididas.
Veamos: Rivadavia estaba en Inglaterra esperando ser recibido por algún
ministro y el Pbro. Gómez en Francia arreglando los detalles de los candidatos.
Los chilenos hacían otro tanto, Irisarri en Londres y Rivas en Paris. Para
Buenos Aires, los candidatos eran varios pero los de mayores posibilidades eran
el Príncipe De Luca, heredero del reino de Etruria (Tirrenia). El Infante
don Francisco de Paula candidato de una parte de los borbones españoles y
franceses y el duque de Orleáns que era el candidato del Rey de Francia Luís
XVIII. Honestamente la terna era de cuarta.
Previamente
a todo esto, el Pbro. Gómez se había entrevistado con Jean-José marqués de
Dessolles en dos oportunidades, que era Primer Ministro de Francia (1818-1820)
y habían acordado que un príncipe de la casa de España, el príncipe de Luca, o
el infante don Francisco de Paula, podrían ser los indicados para fundar en
Buenos Aires una monarquía. Tanto Rivadavia como Gómez suponían que de esas
entrevistas los chilenos no estaban enterados y consideraban que corrían con
ventaja en ese aspecto.
Según
suponía Rivadavia, Irisarri había partido a Europa ignorando la misión de Gómez
ante Dessolles ni de la propuesta de éste de coronar al príncipe de Luca. Por
eso cuando le escribe a Gómez que se encontraba en Francia le informa: “Sobre este punto es necesario que Vm. Me exprese
su juicio. Yo preveo que si el envío del Sr. Rivas a Paris para entrevistarse
con usted se verifica, y si el señor Irisarri se muestra en adelante
consecuente, será preciso no sólo instruirlo de todo, sino decidirlo a que pase
a ésa, concierte con Vm., vean ambos al Ministro (Dessolles) con el cual pueden adelantar algo el Negocio, y
darle al menos mayor formalidad.”
El
Congreso de las Provincias Unidas y la candidatura del príncipe de Luca.
No
debemos olvidar que para ese momento teníamos un Congreso que estaba nuevamente
en funciones. El Congreso de Tucumán que al tiempo se trasladó a Buenos
Aires, y por otra parte, la gobernación de Martín Rodríguez había
finalizado. El nuevo Gobernador de Buenos Aires era Juan Gregorio de Las Heras
(2 de abril de 1824 hasta el 7 de febrero de 1826)
A
pesar de ello Rivadavia y su comitiva continuaban en funciones en Inglaterra. Generalmente
se critica al Congreso, quien oportunamente había aprobado el envío a Europa de
un comisionado destinado a recibir a un príncipe de primera categoría para
gobernarnos y finalmente el ejecutivo había caído tanto en sus pretensiones que
se avino a admitir otro de inferior orden. En mi opinión el Congreso estuvo a
la altura de las circunstancias y demostró en la emergencia una notable
prudencia y lejos de aceptar el candidato propuesto por el ministro Dessoulles,
acordó que tal candidatura fuera anulada por quien podía hacerlo: por Gran
Bretaña. Como nuestro ejecutivo no podía o no quería anularlo, el Congreso le
pasó la pelota a Gran Bretaña.
Una
elemental prudencia aconsejaba no rechazar ni aceptar la propuesta
francesa. Éramos nosotros los temerosos de una alianza entre España, Portugal y
Brasil, que para ese momento corríamos serio riesgo de que nos limpiaran del mapa; y fuimos nosotros a
pedirles ayuda y candidatos para gobernarnos. Los hechos y el tiempo le dieron
la razón al Congreso. Para cuando la noticia de lo acordado por el Congreso
llegó a Paris, Dessolles había dejado de ser Ministro de Luís XVIII; las
gestiones que había realizado ante España habían fracasado y la candidatura del
príncipe de Luca había fenecido antes de concretarse en algo formal.
El
Congreso se abocó al asunto en sesión secreta del 27 de octubre de 1824. El 30
se reanudó la sesión secreta, que se suspendió ante la noticia de que Santa Fe
había declarado la guerra a Buenos Aires. El 3 de noviembre se comenzó
nuevamente a considerar la cuestión, y según se registra en el acta
correspondiente: “Se presentó a su
consideración, por una parte, la incompatibilidad que envuelve la propuesta con
la forma de la
Constitución política del estado que estaba sancionada y
publicada, aceptada por los pueblos sin contradicción y que el Congreso y ellos (los diputados) han jurado solemnemente observar y sostener; y por
otra parte la falta de facultades para variarla, no siendo bajo las formas que
ella misma establece para consultar mejor a su estabilidad y permanencia”.
Por su
carácter federal La Ley Fundamental
aprobada por el Congreso el 23 de enero de 1825, tenía el carácter de Ley
constituyente y en su articulado no preveía príncipes ni entenados. En ese
momento La Ley Fundamental
proyecto presentado por el diputado correntino Francisco Acosta era nuestra
Constitución Nacional y Federal; y el Congreso la hizo respetar. El texto
citado demuestra que se comenzó poniéndole a la candidatura una tacha
constitucional insalvable, suficiente para invalidarla. A pesar de ello se
resolvió tratarla teniendo en cuenta que la “expresada
propuesta no salía de la esfera de un simple proyecto de negociación.”
No
quiero terminar este resumido comentario sin mencionar, primero al padre de la
criatura de la La Ley Fundamental que fue el instrumento
institucional que impidió uno de los tantos disparatados proyectos
rivadavianos. Me refiero al diputado por Corrientes, Don José Francisco Acosta y Soto, n. en Corrientes el 29.09.1783 y f. en Buenos Aires el 16.10.1837, que se
opuso enérgicamente a cualquier modificación de nuestra constitución
vigente en ese momento. También quiero destacar la posición de otro
diputado, el representante por Charcas Jaime de Zudáñez, (1) quien directamente
expresó que el no podía contrariar la voluntad expresa de su Provincia de
conservar un gobierno republicano, por lo que directamente se oponía siquiera a
tratar la propuesta. Gracias al diputado correntino Acosta y Soto y al diputado
por Charcas Zudáñez, evitaron el ridículo que hubiese representado traer un
gobernante monárquico europeo en plena guerra de la independencia contra la
monarquía española.
Observaciones
(1) No
se debe olvidar la destacadísima actuación que tiene el diputado por Charcas
Jaime de Zudáñez en el Congreso de Tucumán de 1816. Este mismo Congreso es el que se traslada a Buenos Aires.
El suscripto siempre se queja de lo poco que
se reconocen las acciones de nuestros predecesores y reclama el reconocimiento
de la modernidad de las personas que hicieron nuestra patria.
En el
caso del diputado por Charcas Don Jaime de Zudáñez, Bolivia actuó de manera
diferente. Una Provincia Boliviana lleva el nombre de Jaime de Zudáñez. La Provincia de Jaime
Zudáñez se encuentra en el Departamento de Chuquisaca y tiene como
capital a la ciudad de Villa Zudáñez.
Argentina
por ejemplo se encuentra dividida en provincias y las mismas en Partidos (como
Buenos Aires) o en Departamentos (como Corrientes). Bolivia se divide
administrativamente en Departamentos y los Departamentos en Provincias.
Fuente
documental. Toda la
correspondencia y documentación mencionada, fue dada a conocer por
investigaciones realizadas por Ricardo Piccirilli y publicadas en su obra
“Rivadavia y su tiempo”. Ediciones Peuser, Tres Tomos, Buenos Aires, 1960.
Es conveniente mencionar que el doctor Piccirilli es el exaltador más
importante de Rivadavia. En la obra mencionada utiliza una hermenéutica
rigurosamente liberal y se apoya en la interpretación de Mitre. Está exento de
cualquier suspicacia de oposición política u ideológica contra Rivadavia.
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