ROBO DE NIÑOS PARAGUAYOS EN LA
GUERRA DE LA TRIPLE ALIANZA. CASO DEL
ALMIRANTE MANUEL DOMECQ GARCÍA
Por: Prudencio Martínez Zuviría
Robo de niños (Guerra del Paraguay)
Desde el inicio de la guerra del
Paraguay y las primeras acciones, muchos oficiales aliados robaban prisioneros
que eran vendidos como esclavos en brasil o como sirvientes en la argentina. La
documentación al respecto no deja dudas. El propio Mitre confirma robo de
prisioneros en nota al vicepresidente Marcos Paz en carta del 4 de octubre de
1865, en que le da cuenta de la disminución del número de prisioneros tomados
en las acciones de uruguayana.
“Nuestro lote de prisioneros en Uruguayana fue de poco más de
1.400. Extrañará a usted el número, que debiera ser más; pero por parte de la
caballería brasileña hubo tal robo de prisioneros que por lo menos arrebataron
800 o 1.000 de ellos, lo que muestra a usted el desorden de esa tropa, la falta
de energía de sus jefes y la corrupción de esa gente, pues los robaron para
esclavos, hasta hoy andan robando y comprando prisioneros. El comandante
Guimaraes, jefe de una brigada brasileña, me decía el otro día que en las
calles de Uruguayana tenía que andar diciendo que no era paraguayo para que no lo
robaran” (Carta de Mitre a Marcos Paz - 4 de octubre de 1865 - JMR. La
guerra del Paraguay.p.239)
Esta conducta perversa se mantuvo
a lo largo del conflicto, lo que provocó enérgicas protestas de Solano López,
desmentidas cínicamente Mitre y otros jefes aliados.
Durante la ocupación y saqueo de
Asunción en febrero de 1869, los brasileños que entraron a la ciudad se
dedicaron al sistemático saqueo y otros crímenes aberrantes, saqueando hasta
las tumbas del cementerio. Las tropas argentinas se mantuvieron inactivas en
las afueras de asunción, mientras la soldadesca brasileña se dedicaba a violar
mujeres, robar templos y hasta delegaciones extrajeras, como para que el saqueo
sea “más democrático”.
El presidente Sarmiento, con
vistas a la historia, aprueba este proceder del General Emilio Mitre: “Aplaudo la determinación prudentísima de Ud.
de no entrar en Asunción, dejando a
la soldadesca brasileña robar a sus anchas. Esta guerra tomará proporciones colosales en la historia y es bueno que
nuestro nombre figure limpio de reproche”
(Sarmiento a Emilio Mitre. Buenos Aires, 21 de enero de 1969- Obras Completas,
10 tomos. Buenos Aires 1888-1913) Extraña actitud de Sarmiento felicitando y
aplaudiendo al jefe Argentino “dejando a
la soldadesca robar a sus anchas” la ciudad tomada.
Efectivamente saquearon a sus anchas la ciudad, donde arrancan hasta puertas y ventanas de algún valor, y quemando el resto, para cargarlos en la rada del puerto en los barcos, que a carga completa, conducían el producto del saqueo hasta Río de Janeiro o Buenos Aires, donde eran rematadas al mejor postor. Esto fue tan a cara descubierta, que el propio príncipe de su Alteza Real y yerno de Pedro II, más conocido como el sádico Conde D´Eu, en su visita a Sarmiento que lo recibe enla Casa
de Gobierno con motivo de la inauguración del nuevo mobiliario y tapicería
francesa de la Casa
de Gobierno, deja asentado en su diario: “se
dice que pertenecieron a López” (Archivo del conde d´Eu. Archivo de la
familia real en Petrópolis).
Efectivamente saquearon a sus anchas la ciudad, donde arrancan hasta puertas y ventanas de algún valor, y quemando el resto, para cargarlos en la rada del puerto en los barcos, que a carga completa, conducían el producto del saqueo hasta Río de Janeiro o Buenos Aires, donde eran rematadas al mejor postor. Esto fue tan a cara descubierta, que el propio príncipe de su Alteza Real y yerno de Pedro II, más conocido como el sádico Conde D´Eu, en su visita a Sarmiento que lo recibe en
“Novecientas mujeres que cayeron en poder de los brasileños
fueron víctimas de la lascivia de la soldadesca…Los brasileños, posesionados de
la ciudad, se entregaron al más implacable saqueo y devastación. Ni las
legaciones, ni los consulados, ni los sepulcros, ni las iglesias fueron
respetados. La tarea destructora siguió varios días. Durante la noche, las
casas de fácil combustión, incendiadas después de saqueadas, y grandes fogatas
alimentadas por los muebles sin valor y por puertas y ventanas, alumbraban el
cortejo de vehículos que transportaban hasta los buques los frutos del saqueo.
Las embarcaciones zarparon hacia Buenos Aires y Río de Janeiro repletas de
objetos de valor. La escuadra brasileña también se prestó a esa tarea” (Cardozo, Efraín. “Paraguay
independiente”.p.245, en Historia de América y de los pueblos americanos,
dirigida por Antonio Ballesteros y Beretta. t.XXI. Barcelona 1949).
A esta salvajada, llevada a cabo
por “los civilizadores de Paraguay”,
no escaparon los niños paraguayos de la más corta edad, que durante el saqueo
deambulaban desorientados por las calles de Asunción, ya huérfanos o separados
de sus padres y parientes, y que fueron víctimas del robo o secuestro para ser
canjeados o vendidos en el lugar, o trasladados como esclavos y sirvientes.
La historia nos da muchos nombres
de niños que fueron secuestrados y llevados a los países vecinos, como los
casos de Ramón Grance, Mateo Rivas, José Cantero o Manuel Domecq García. Otros
quedaron perdidos en las oscuras páginas del pasado, pues no solo fueron
secuestrados sino robadas sus propias identidades. Relatos de sobrevivientes
refieren estos hechos lamentables, donde cientos de niños harapientos y
famélicos eran secuestrados por la soldadesca y llevados aguas abajo por miembros
de los ejércitos invasores, en medio de dramáticas escenas de parte de sus
parientes, imposibilitados de evitar tal despojo, pues fuertes cordones de
soldados no dejaban acercarse a parientes y conocidos para despedirse de los
desgraciados.
Bartolomé Yegros, paraguayo niño
en aquella época, y que sobrevivió a la tragedia, nos deja el siguiente
testimonio:
"Yo contaba entonces nueve años de edad. Centenares de
criaturas hambrientas y desparramadas llegaban de la campaña a la capital, tras
los peregrinos que regresaban de los desiertos, extraviados por causas
múltiples, de nuestras familias o tutores, rastreándolos inútilmente. Y
amedrentados por los que robaban niños en la ciudad, los que podíamos escapar a
estas persecuciones huíamos de nuevo al interior, vagando hasta encontrar
alguna persona piadosa en las poblaciones cercanas, que habían sido abandonadas
y empezaban de nuevo a ser pobladas”.
"Esta caza de menores había durado de 1869 a 1870, o hasta más
tarde. Yo retrocedí hasta el pueblo de Capiatá, amparándome en una señora de la
familia de Mongelós, hasta que una única hermana mía regresó de Cerro Corá, y
hubo de recogerme consigo en la capital. Mis hermanos varones sucumbieron
todos. El hecho que dejo relatado no puede considerarse un caso aislado, porque
lo realizaban sistemáticamente, pues los mismos soldados argentinos salían a
recorrer las calles, en busca de pequeños errantes, o de los hijos de los
mismos vecinos, que habían vuelto a ocupar sus casas, para llevarlos a
distribuir después, en son de dádiva, a sus familiares, como trofeos vivientes
o como "cautivos". He tenido ocasión de conocer a muchos de esos
desgraciados, tanto en la capital federal argentina, como en los pueblos de las
provincias, antes y después que permanecí en el ejército de dicho país".
El ñiño Manuel Domecq García
El caso del niño Manuel Domecq
García es relevante, pues con el tiempo llegó a ser una personalidad notable y
respetadísima en la sociedad argentina. Había nacido en el pueblo de Tobatí el
12 de junio de 1859 y, con apenas seis años, fue arrastrado por la vorágine de
la guerra. Su padre, Tomás Domecq, médico militar, perdió la vida en el cerco
de Humaitá, en 1868, y su madre, doña Eugenia García Ramos de Domecq, habría
fallecido en la batalla de Peribebui del 12 de agosto de 1869 o a causa de las
penurias siguiendo al ejército paraguayo como residenta.
Con las fuerzas aliadas llegaron
al país numerosas familias que, hasta entonces, vivían en el exilio, como el
caso de la familia Decoud Domecq, conformado por don Juan Francisco Decoud,
segundo jefe de la
Legión Paraguaya (1), y su esposa, doña Concepción Domecq de
Decoud, padres de don José Segundo Decoud Domecq, periodista, convencional de
1870 y ministro de Estado , Juan José, Adolfo, Diógenes y Héctor Francisco
Decoud Domecq.
Según un informe proporcionado
por la propia señora Concepción Domecq de Decoud al doctor Estanislao Zeballos,
el niño Manuel Domecq García había sido recogido por soldados de las fuerzas
brasileñas de ocupación. "Después
del regreso de las familias a la
Asunción , cuenta el doctor Zeballos, una noche que en la casa
del señor Decoud (Juan Francisco) se celebraba una comida en regocijo de la
reunión de la familia, llamaron a la puerta unos brasileños. Salió el joven
José Segundo a inquirirse del objeto de la visita, y ellos dijeron que querían
hablar con la señora”.
Cuando doña Concepción se
presentó, ella con dos de sus hijos, se desarrolló el siguiente diálogo:
- Usted busca un sobrino, señora; nosotros lo tenemos".
- Traiganlo, pues".
- Es necesario que nos pague el servicio"
- Tráiganlo, les daré una libra esterlina (una cifra elevada, en la época)".
- Traiganlo, pues".
- Es necesario que nos pague el servicio"
- Tráiganlo, les daré una libra esterlina (una cifra elevada, en la época)".
Los brasileños se negaron a
entregar al niño por esa suma y recién luego de varios minutos de puja, se
acordó la entrega, cuando la señora de Decoud ofreció entregar ocho libras
esterlinas por el rescate del niño, quien se encontraba escondido en una carpa
en el campamento brasileño.
Ante la ausencia de los padres
del niño Manuel Tomás Domecq García y de su hermana Eugenia, de unos cinco años,
también rescatada por sus tíos, y ante el clima de desolación que se vivía en
Asunción, los niños fueron enviados a la Argentina para ser criados por un tío materno,
don Manuel García Ramos, fuerte estanciero de la época.
En un momento dado del largo viaje
a la Argentina ,
el pequeño Manuel Domecq se extravío, ante la desesperación de la persona que
los trasladaba. Los esfuerzos por encontrarlos no tuvieron resultado y
continuaron viaje a Buenos Aires comunicando al don Manuel García Ramos de la
desaparición del niño.
Don Manuel recurrió entones a
cuanto recurso estaba a su alcance para recuperar a su sobrino.. Apeló a muchos
amigos, tanto en la
Argentina , como en Uruguay y en Brasil. Logró que las
autoridades emitieran un bando que decía así:
"Circular. Dirigida a varios Jefes y Oficiales del Ejército
Aliado en operaciones en el Paraguay y otras personas residentes en el mismo
País, pidiendo noticias del niño Manuel Domecq que se ha extraviado.
Se suplica a cualquiera persona a cuyas manos llegue este impreso,
que si tiene alguna noticia del paradero del niño Manuel Domecq de diez años,
blanco, ojos negros, pelo negro; tenga la bondad de transmitirla al señor
Comisionado Argentino en la
Asunción Coronel D. Pedro José Agüero, directamente si le es
posible y si no al jefe más inmediato, a quien también se pide que haga llegar
la noticia a dicho Coronel.
Este niño venía con la señora a cuyo cargo hallaba, entre un
grupo de familias que fueron recogidas por las fuerzas aliadas en el mes de
agosto próximo pasado. Durante la marcha a pie para la estación de Ferrocarril
el niño se cansó o se enfermó y un oficial brasilero lo tomó en ancas de su
caballo y en la confusión se extravió, no pudiendo darse con él hasta ahora.
"La familia que se encuentra desolada con la pérdida de
este niño agradecerá profundamente y gratificará a la persona que le
proporcione indicaciones sobre su paradero. "En Buenos Aires puede
ocurrirse a la calle Perú esquina Rivadavia".
Este bando se repartió por todas
partes, pero, por suerte, tuvo efecto y, luego de cuatro meses de angustiosa
espera, el niño Manuel Tomas Domecq García pudo reunirse con la familia de su
tío.
¿Qué pasó con el niño, el tiempo
que estuvo nuevamente desaparecido? Cuando viajaba para reunirse con su tío
Manuel García Ramos, el niño sube a la grupa del caballo de un oficial
brasileño, quien le llevó al Brasil, donde fue recogido por mariscal Luis Alves
de Lima e Silva, duque de Caxías, quien llegó a encariñarse tanto con él que
quiso adoptarlo.
Luego sus familiares lo
localizaron y su tío viajó al Brasil a rescatarlo. Ya en Buenos Aires, el niño
Manuel y su hermana Eugenia, pasaron a vivir en la casa de una hermana de su
madre, doña Demófila García Ramos de Lanús.
El hombre Manuel Domeq Garía
A partir de entonces la historia
de Manuel Domeq Garcia es un poco mas conocida o facil de rastrear, pero vale
la pena hacer una breve reseña sobre la actuación de este hombre notable.
En 1877, de joven, ingresa a la Escuela Naval
Argentina fundada en 1873, y que por entonces funcionaba en el buque Almirante
Brown, destacándose como alumno y egresando como el primero de su promoción.
Ya egresado participa en varias
expediciones de relevamientos hidrográficos en los ríos Paraná, Iguazu y
Pilcomayo, que lo convierten en un experimentado conocedor de esos ríos,
ingresando en 1886 a
la Comisión
Argentina de Limites con Brasil, a las órdenes del comandante
Valentin Virasoro, efectuando relevamientos de los ríos San Antonio y
Pepiry-Guazu.
Posteriormente, este paraguayo
nacionalizado argentino, es encargado de varias funciones relevantes por parte
el gobierno argentino.
. Es enviado a Europa para
contratar la construcción de la fragata Sarmiento, destinada a ser buque
escuela de la Armada
Argentina. Luego de estudiar las diversas propuestas de
astilleros europeos, finalmente, en 1896, se contrató con la firma Laird
Brothers, establecida en Birkenhead, Inglaterra. Terminada la construcción de
la fragata Sarmiento, Domecq retornó a su país, siendo designado comandante en
Jefe de la División
del Río de la Plata.
Luego el gobierno del general
Julio Argentino Roca lo designa presidente de la omisión argentina encargada de
la construcción de los cruceros acorazados Moreno y Rivadavia en los astilleros
Gio Ansaldo de Génova. Pese la muerte por entonces de su hija mayor, se dedicó
de lleno a la fiscalización de la construcción de estos dos buques, los más
avanzados de la época en materia naval, además de otros ya entregados a la Armada Argentina :
Garibaldi, San Martín, Belgrano y Pueyrredón. (2)
El destino final de aquellos
buques no seria la
Armada Argentina , por cuanto en 1902 la Argentina firmó con
Chile un pacto de desarme y de equiparación del poder naval de ambos países, y
los acorazos terminados de construir en 1904 fueron vendidos al Imperio del
Japón. Domecq García, como jefe de la Misión Naval en Génova, fue el encargado de
entregar los buques a los enviados japoneses, que rebautizaron los acorazados
con los nombres de Kasuga y Nisshin. Durante la guerra Ruso-japonesa, el
Imperio de Japón invita a la
Argentina a que designase un oficial de la Armada como observador de
esa guerra. La designación recayó en Manuel Domecq García, quien desde Génova
se trasladó hasta el escenario de guerra, permaneciendo en el teatro de la
guerra durante dos años, donde embarcado presenció varios combares navales.
Regresa a la Argentina
en mayo de 1906
El 19 de mayo de 1908, a los cuarenta y
nueve años, Manuel Tomás Domecq García recibió las palmas del almirantazgo al
ser ascendido a Contralmirante, luego de una larga postergación como capitán de
navío, prestando servicios en la
Armada en diferentes destinos.
El 17 de diciembre de 1908, el
presidente Figueroa Alcorta le designara Presidente de la Comisión Naval en
Europa, para estudiar las propuestas y recoger informes de los distintos
astilleros que construirían buques para reforzar el poder naval argentino.
Con ese objeto viajó nuevamente a
Europa y Estados Unidos, donde encargó la construcción de los dos buques de
guerra más grandes del mundo en ese momento y que costaron al país cinco
millones de libras esterlinas. Estos dos acorazados fueron nuevamente
bautizados con los nombres Moreno y Rivadavia.
Luego de tres años al frente de
la misión naval en los EE.UU., Domecq García retornó a la Argentina , siendo designado
comandante en jefe de la
Escuadra de Mar. Comandó el acorazado Moreno, y ya con el
grado de Vicealmirante, comandó el buque insignia argentino, el acorazado
Rivadavia.
En 1922, el doctor Marcelo
Torcuato de Alvear fue elegido presidente de la República y designa
Ministro de Marina al marino más prestigioso del momento: Manuel Domecq García.
Desde sus funciones ministeriales, Domecq García fue factor preponderante de la
modernización de la
Armada Argentina , que vio incrementar su flota, especialmente
por la adquisición de submarinos, que se sumaron a la flota argentina, algunos
años más tarde.
Tanto el presidente Alvear como
el almirante Domecq García alentaron la construcción de submarinos por la Armada Argentina
y promovieron el equipamiento de un astillero especial. Ese astillero fue
bautizado con el nombre de su principal mentor: "Astillero Ministro Manuel
Domecq García", y que actualmente se halla ubicado en la costanera Sur del
la Capitall Federal.
También fue uno de los
fundadores, durante su juventud, del Centro Naval argentino. En 1912, fue uno
de los propulsores de la creación de la Aeronáutica.
Como Ministro de Marina de la República Argentina ,
Manuel Domecq García fue el redactor, entre otras cosas, del proyecto de
acuerdo con la República
del Uruguay para la determinación de la jurisdicción de ambos países. Impulsa
la formación de la
Marina Mercante argentina de ultramar; la explotación de
minerales ferrosos y plumbíferos de la mina Valcheta, entre otras
realizaciones.
Siendo Ministro, y por cumplir el
límite de edad, se retiró de la actividad naval. Retirado de la actividad
pública, los gobiernos que vinieron supieron recurrir a su experiencia. El rey
Jorge V de Inglaterra le honró con la condecoración de Caballero del Imperio
Británico.
Cuando estalló la guerra que
ensangrentó a las Repúblicas de Paraguay y Bolivia (1932-1935), el almirante
Domecq García, tan unido al Paraguay por lazos de sangre y amistad, adhirió a
la suerte paraguaya y fue uno de los principales promotores de la ayuda
argentina al Paraguay. Fue personalmente fundador de la Asociación Fraternal
Pro Cruz Roja Paraguaya, que envió al frente uniformes, frazadas, alimentos,
etc. Integra, como asesor especial, la Comisión Argentina
que, presidida por el Canciller argentino, Carlos Saavedra Lamas, que logró
finalmente el acuerdo de paz entre los beligerantes, firmado en Buenos Aires el
12 de junio de 1935.
En la posguerra, el almirante
Domecq García siguió fiel a sus lazos de amistad hacia el Paraguay. Ante el
desesperado pedido del general José Félix Estigarribia, prisionero luego del
derrocamiento del presidente Eusebio Ayala, acogió en su domicilio a la esposa
y a la hija del héroe paraguayo y se ocupó en movilizar a las autoridades de la Argentina y de Brasil,
hasta obtener finalmente su libertad.
En 1938, Domecq García fue uno de
los propulsores de la candidatura del general Estigarribia a la presidencia de la República del Paraguay,
diciéndole, entre otras cosas: "...así como en la guerra pasada se
movilizó el pueblo entero del Paraguay para defenderlo, Ud. debe movilizar en
su gobierno, si es que llega como lo deseo, a ese mismo pueblo para el trabajo,
para que la pala y el pico, en lugar del fusil, sean las armas del
progreso".
Manuel Domeq Garcia fallece el 11
de enero de 1951, a
los noventa y dos años de edad, dejando al morir, en herencia, una casa
hipotecada, un automóvil de veinte años de antigüedad, sus uniformes, sus
cartas, sus galardones y el recuerdo y admiración de algunos de sus
compatriotas argentinos.
(1) La Legión Paraguaya
estaba formada por disidentes paraguayos que participaron en la guerra en
contra de Paraguay, sostenidos por los aliados.
(2)
Lamentamos que algunos buques hayan sido bautizados con nombres como Sarmiento,
Rivadavia o Garibaldi. Fte. Leonardo Castgnino. La guerra del Paraguay.
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