La publicación de estos apuntes sobre Historia Argentina, no tienen otra pretensión que prestar ayuda, tanto a estudiantes como a profesores de la materia en cuestión.

Muchos de ellos, simplemente son los apuntes confeccionados por el suscripto, para servir como ayuda memoria en las respectivas clases de los distintos temas que expusiera durante mi práctica en el Profesorado. Me daría por muy satisfecho si sirvieran a otras personas para ese objetivo.

Al finalizar cada apunte, o en el transcurso del mismo texto se puede encontrar la bibliografía correspondiente a los diferentes aspectos mencionados.

Al margen de ello invitaremos a personas que compartan esta metodología, a sumarse con nuevos apuntes de Historia Argentina.




Profesor Roberto Antonio Lizarazu

roberto.lizarazu@hotmail.com



sábado, 28 de julio de 2012

Contador Carlos Andrés Ortiz

JULIO ARGENTINO ROCA Y EVA PERÓN
Por: Contador Carlos Andrés Ortiz 
Sería positivo que en lugar de sustituir los billetes con la efigie del dos veces Presidente Argentino Julio A. Roca, por los nuevos con el rostro de Evita, ambos tipos de billetes coexistan, para lo cual no debería existir ningún impedimento legal ni fáctico.
Entonces, en lugar de pensar en “Roca o Evita”, se llegará a la instrumentar la más abarcativa realidad de “Roca y Evita”; ambas personalidades descollantes de  diferentes épocas de nuestra historia, en la cual tuvieron relevantes accionares públicos.
La reciente conmemoración del 60º aniversario del fallecimiento de Eva Perón, permitió constatar las notables piruetas mediáticas en las que incurrieron –obligados por las circunstancias- diversos políticos, comunicadores sociales y medios de comunicación, cuyas constantes manifestaciones y acciones, hasta ayer nomás, los ubicaban en las antípodas totales de todo amor o respeto a Evita, y que a no dudar retomarán a los pocos días.
Pero ese tema de las contradicciones de los “alabantes obligados por las circunstancias” y oportunistas varios, es otro tema.         
El caso analizado es dar su debida y justa importancia a la figura central de la vida institucional argentina, que fue el General y dos veces Presidente constitucional Julio Argentino Roca.
Sin duda no exento de errores ni de omisiones importantes, Roca fue no obstante un actor político e institucional argentino destacadísimo entre fines del siglo XIX y los primeros años del siglo XX.
Dentro del período llamado “de la concordancia” o “del régimen” de la muy particular “democracia” del voto cantado y de los enjuagues de las elecciones presidenciales indirectas con los consecuentes colegios electorales; Roca y Carlos Pellegrini se definieron con sus hechos como posiblemente los únicos estadistas de ese largo período que transcurrió entre las presidencias de Mitre (1862) y el comienzo del Yrigoyenismo (1916).
Apodado “el zorro” por su notable astucia política, hizo gala de esas habilidades para evitar una segunda presidencia del portuario y muy unitario Mitre. Tucumano de origen, Roca tuvo su visión puesta en los amplios confines de la Argentina de esos turbulentos años, buscando consolidar las fronteras hacia al sur y hacia el norte.
“Manu militari”, como hacían imperativas las circunstancias, tomó posesión efectiva de la vasta Patagonia Argentina, debiendo enfrentar a poblaciones de nativos hostiles, que no eran por cierto “carmelitas descalzas”; de lo cual dieron sobradas muestras los reiterados malones y los secuestros de mujeres y niños, saqueos de ganados y destrucciones de viviendas e instalaciones de pobladores de aquella difusa “línea de frontera” de los fortines y zanjas, que marcaban los límites adonde llegaba el poder efectivo del Estado Argentino. De seguro hubo excesos, pero para juzgar con objetividad, debe tenerse en cuenta en contexto histórico; y sin duda que sin las decididas acciones de Roca, hoy la Patagonia Argentina sería chilena…o británica, o hubiesen prefabricado un Estado pseudo “indígena” manipulado por el vetusto imperio, tal como lo quieren hacer hoy fogoneando reclamos a ultranza de mapuches y otros, sembrando odios mediante campañas bien financiadas, dirigidas desde allende los mares, por ONGs como “Mapuche Nation”, con sede en Bristol y directivos británicos.
Pocos años después, ya siendo presidente por primera vez, ordenó tomar posesión efectiva del Gran Chaco Argentino, en cuya campaña sería de relevante actuación el Teniente Coronel Luis Jorge Fontana, fundador de la ciudad de Formosa, entre otras vastas concreciones en una larga vida de servicios a la Patria.
En su segunda presidencia, Roca dirigió las delicadas gestiones que evitaron la inminente guerra contra Chile, y después reestructuró y modernizó las Fuerzas Armadas, con la valiosa colaboración del General Ricchieri, que elaboró la ley del servicio militar obligatorio, dando origen además a toda una doctrina de defensa vinculada con el desarrollo, que luego sería subvertida de la mano de liberales recalcitrantes, a partir de 1955 en adelante.
Y en Misiones, envió a su hermano Rudecindo, con el cargo de Gobernador del entonces Territorio Nacional, para consolidar la soberanía argentina, dado la desidia centralista portuaria nos hizo perder por dos veces vasta porciones de nuestra superficie, ante el fuerte y bien planificado expansionismo lusitano del Barón de Río Branco.
No sorprende que desde adentro, con interpretaciones históricas cargadas del antimilitarismo con tintes anarco-marxistas, personajes como Osvaldo Bayer y Juan Pablo Feinmann, abonan a la demonización de la figura de Roca, y hacen contribuciones a odios potencialmente incurables, evidenciando que poco o nada parecen  importarles la realidad ni las prioridades estratégicas de la Nación Argentina.
En síntesis, no puede parangonarse un personaje de la Historia Argentina como Julio A. Roca, que a su modo y en su contexto histórico, hizo claras contribuciones a la Grandeza Nacional, con otros personajes muchísimo más discutibles, como Rivadavia y Mitre, entre otros.
La correcta memoria histórica debería permitir la coexistencia de las efigies de Roca y Evita, con toda justicia homenajeadas en dos tipos de billetes de cien pesos.





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