La publicación de estos apuntes sobre Historia Argentina, no tienen otra pretensión que prestar ayuda, tanto a estudiantes como a profesores de la materia en cuestión.

Muchos de ellos, simplemente son los apuntes confeccionados por el suscripto, para servir como ayuda memoria en las respectivas clases de los distintos temas que expusiera durante mi práctica en el Profesorado. Me daría por muy satisfecho si sirvieran a otras personas para ese objetivo.

Al finalizar cada apunte, o en el transcurso del mismo texto se puede encontrar la bibliografía correspondiente a los diferentes aspectos mencionados.

Al margen de ello invitaremos a personas que compartan esta metodología, a sumarse con nuevos apuntes de Historia Argentina.




Profesor Roberto Antonio Lizarazu

roberto.lizarazu@hotmail.com



lunes, 24 de junio de 2013

ESTANISLAO DEL CAMPO o ANASTASIO EL POLLO

Caricatura de Estanislao del Campo


Por Roberto Antonio Lizarazu

“Anastasio el Pollo” era el seudónimo literario de Estanislao del Campo, pero sus amigos de toda la vida, como Vicente Fidel López, Hilario Ascasubi (Aniceto el Gallo), Carlos Guido y Spano o José Hernández por ejemplo, cuando se dirigían a él, o cuando hablaban entre  ellos, directamente lo llamaban Anastasio. El autor literario   había sido suplantado   por su  propio seudónimo. En realidad el comienza a firmar  Anastasio el Pollo en homenaje y de común acuerdo con  su amigo Hilario Ascasubi  cuyo alias era “El Gallo”.

Generalmente los creadores  y sobre todo los literarios,  o musicales adquieren el reconocimiento post mortem; y sus obras son apreciadas y valoradas  con el transcurso de los años. Con Estanislao del Campo ocurre a la inversa.

La aceptación que goza en la sociedad porteña en la década 1870 y 1880 es enorme y sus obras tienen tirajes editoriales impensados. El lector porteño lo prefería y lo reclamaba. Sus obras fueron best seller durante dos lustros y adaptadas al teatro burlesco y circense. Su “Fausto”  compitió de igual a igual, tiempo después en ese terreno,  con la adaptación del  consagrado  “Juan Moreira” de Eduardo Gutiérrez.

Don Estanislao del Campo Maciel y Luna Brizuela, que así era el nombre completo de nuestro escritor, acorde a los usos del momento, nace en Buenos Aires el 7 de febrero de 1834 y fallece en la misma ciudad, muy joven y en pleno éxito de fama literaria, el 6 de noviembre de 1880. Fue tan llamativa su aparición como entusiasta fue la crítica literaria; sobre todo de su “Fausto” que dos referentes de nuestra cultura como Pedro Goyena y Eduardo Wilde participan de una histórica polémica sobre los méritos de la obra de Del Campo que duró nada menos que un lustro. 

Pedro Goyena y Eduardo Wilde consumieron litros de tinta, para jamás ponerse de acuerdo entre ellos de los méritos y deméritos literarios de Del Campo y sobre todo de su “Fausto”.

Toda esta polémica mantenida a través de varios diarios, lo único que hacía era aumentar la vigencia del “Fausto” y mantenerlo sobre el tapete de la actualidad e incrementar su venta. Para tener una noción  de ello, “Fausto” que no era la primera obra de Del Campo y que fuera  realizada con el mismo sistema de construcción que una anterior, si la comparáramos con  la “Vuelta de Martín Fierro”, que tampoco era la primera obra de José Hernández. “Fausto” vende 2.500 ejemplares en seis meses, récord absoluto por muchos años, contra 1.500 en igual tiempo de La Vuelta. Ambas en sus primeras ediciones. Las publicaciones de las dos obras no fueron simultáneas, pero sirve para comparar la expectativa creada y la demanda  sobre las mismas.

Del Campo y Hernández, eran amigos de toda la vida. Ambos eran autonomistas alsinistas. Tan amigo que Hernández es uno de los oradores que despiden los restos de del Campo y también uno de los que participa activamente en la polémica Goyena-Wilde. Lo que ocurría era que Goyena estaba en acuerdo con algunas características y en desacuerdo con otras y Wilde exactamente igual. En cambio Hernández siempre estaba de acuerdo en todos los aspectos  con Del Campo, de quién además, reitero,  era  amigo de siempre.

En un párrafo anterior menciono que del Campo usa el mismo sistema para escribir “Fausto” que anteriormente usara para otra obra, esta es, “Carta de Anastasio el Pollo sobre el Beneficio de la Sra. La Grúa”.  Este sistema constituía en ver una obra de teatro en compañía de  amigos y luego escribir sobre ello.  El 11 de agosto de 1857 concurrió al antiguo edificio del teatro Colón ubicado entre las calles Reconquista y 25 de Mayo en la Plaza de la Victoria para presenciar “Safo” de Giovanni Pacini.  De esta experiencia publicó en el diario “Los Debates”  fundado y dirigido por Bartolomé Mitre, la “Carta de Anastasio el Pollo sobre el Beneficio de la Sra. La Grúa”  que mencionamos. Lo hizo en versos gauchescos octosílabos con un rotundo éxito. El argumento de “Safo” , al margen de la exquisita música de Pacini, es una tragedia lírica en tres partes de gran valor musical, pero es un  dramón insufrible donde no queda en pié ni los acomodadores. Del Campo lo toma a la chacota y recrea unos versos gauchescos octosílabos  imperdibles.

El 24 de agosto de 1866, se estrenó en Buenos Aires la famosa obra teatral “Fausto” de Gounod con libreto de Michel Carrié y J. Barbier, en el antiguo Teatro Colón. A esta inauguración concurrió del Campo y un nutrido grupo de amigos. A continuación y sirviéndole de línea argumental para su “Fausto” escribe en pocas semanas su máxima obra. Todo el mundillo intelectual de Buenos Aires, ya estaba enterado que Del Campo se encontraba abocado a hacer con “Fausto” lo mismo que había hecho con “Safo”, tomarlo a la chacota.

Sus otras actividades. Pero para del Campo no todo fueron versos gauchescos. Su educación la realiza en la tradicional Academia Porteña Federal, un instituto laico que estaba ubicada en las actuales calle Florida entre Sarmiento y Cangallo, donde concurrían los hijos de la clase acomodada porteña de ese entonces. Faltan aún dos décadas para que el Colegio Nacional de Buenos Aires, ocupara ese espacio educativo. Por otra parte como la Academia Porteña Federal no contaba con régimen de internado los alumnos provincianos necesariamente debían concurrir a los colegios religiosos que si ofrecían ese servicio.

En 1852 lo vemos a del Campo tomar partido en la defensa de la ciudad cuando el General Lagos la sitió y fue por un breve período  Teniente de Infantería. El 1 de diciembre de 1852, con solo 18 años de edad, Estanislao del Campo fue uno de los más animosos defensores del cantón “Patria o Muerte” ubicado en las actuales calles de Juncal y Esmeralda donde Lagos (enviado por Urquiza) no pudo pasar.  Mas tarde fue secretario de la Cámara de Diputados cuando ya militaba activamente en las filas del autonomismo alsinista. En 1858 es designado por el Gobernador de Buenos Aires Valentín Alsina como secretario privado, alternando la carrera administrativa de la gobernación con las más animadas acciones de Cepeda (1859) y Pavón (1861) donde se batió con el entusiasmo que correspondía a la circunstancia y a sus ideas políticas.   En 1861 llega a Capitán y en 1874 es ascendido a Teniente Coronel participando en la campaña con motivo de las acciones revolucionarias de ese año. Esos enfrentamientos de 1874 correspondieron a los motivados por la federalización de Buenos Aires.  

Luego tiene una corta actuación como diputado nacional por Buenos Aires representando al Partido Autonomista Nacional  y al terminar su mandato fue nombrado Oficial Mayor del Ministerio de Gobierno de la Provincia de Buenos Aires. Estos dos últimos cargos los cumplimentó con la escrupulosidad y competencia que lo caracterizaba.

Otras  obras literarias.

Sus primeras publicaciones son como colaborador de varios periódicos y revistas, donde publica versos dentro de la línea del romanticismo. Edita en 1856 en las revistas “El Recuerdo” y en “El Estímulo” donde mantiene esa tendencia literaria; y luego en el ya mencionado “Los Debates” de Bartolomé Mitre, donde modifica totalmente su estilo de expresión, cambiando al estilo gauchesco. En “Los Debates” demás de la sátira de “Safo” escribe “El Ferrocarril del Oeste en la Plaza del Parque” que son unas desopilantes  décimas referidas al viaje de La Porteña desde El Parque hasta  La Floresta.

Finalmente en 1878, en  la que resultó  ser la última incursión literaria Del Campo, dado que fallece en 1880, deja de lado el estilo gauchesco y vuelve a sus raíces románticas;  publicando “Poesías” con prólogo de José Mármol.  En esta oportunidad comentamos sobre El Pollo, y si Dios quiere, a la brevedad lo haremos con El Gallo.

Cuando comenté sobre Anastasio el Pollo, prometí que complementaría esa nota con una referida a Hilario Ascasubi o Aniceto El Gallo.  Antes de hacerlo me voy a permitir comentarles este inusual caso referido a El Pollo, que por sus extrañas características, considero  merece ser divulgado.

Tal como había escrito más arriba, Estanislao del Campo había participado como combatiente en Cepeda (1859) y en Pavón el 17 de septiembre de 1861. En esta última participa con el grado de Capitán del primer batallón del Regimiento Nº 4,  bajo la órdenes del doctor  Adolfo Alsina, quién con el grado de Coronel comandaba  la denominada Brigada Autonomista, que dependía de la Guardia Nacional de Buenos Aires dirigida por  Mitre. En la vereda opuesta se encontraban Santiago Derqui, presidente de la Confederación Argentina y Urquiza como Comandante de esas fuerzas. Como sabemos cuando la suerte de la batalla estaba lejos de definirse, inexplicablemente  Urquiza se retira hacia Entre Ríos con su Estado Mayor y con el grueso de la caballería entrerriana, dejando el triunfo en manos de Mitre y su bando.

Estanislao del Campo, que queda del lado de los vencedores, escribe en versos gauchescos una obra muy poco conocida: “Parte del General Vencido”, que se lo dedica a Derqui. A su vez, escribe otra versión sin firmar, figurando como autor anónimo, con el objeto de entretener a la tropa. Esta segunda versión  se encontraba hasta hace unos años en el archivo de la colección privada de documentos  del doctor Isidoro J. Ruiz Moreno. Por supuesto yo jamás tuve oportunidad de leerla. Tengo conocimiento de algunos privilegiados colegas   que pudieron leerla, pero no copiarla porque estaba prohibido por su propietario.  Es muy zafada y  llena de malas palabras con giros de doble sentido, que se usaban en ese momento y adecuados para una ronda de fogón, pero de ninguna manera  para ser reproducidos en este portal.

Simplemente Estanislao del Campo hizo con su Parte del General Vencido, la maniobra comúnmente denominada como La Gran Aristóteles. Una versión exotérica para el gran público y otra versión esotérica para leerse en los fogones de su regimiento de la Brigada Autonomista.

Tengo mis serias dudas que Estanislao del Campo hubiese estado orgulloso de ser el autor de esa segunda obra, porque no  la firmó, y ni siquiera la firmó como Anastasio El Pollo, pero que fue el padre de la criatura, en su época nunca hubo la menor duda, y por lo que tengo entendido nunca nadie puso, hasta ahora, en duda quien es el autor de esos versos anónimos.  Fue Estanislao del Campo.

Si reproduciré  algunos pocos versos  de la versión que podríamos llamar normal, que es la que se publicó con la firma de Anastasio El Pollo y que guarda la típica forma gauchesca que inmortalizó a su autor.

El Parte del General Vencido comienza con la explicación que Urquiza le hace a Derqui de su retirada a Entre Ríos.

Triste es, señor presidente
Para el que firma esta nota
Dar cuenta de la derrota
Descomunal de Pavón.
Y más que triste,  horroroso
Tener que participarle
Que pronto van a quitarle
Banda, elástico y bastón.

Sepa, señor presidente,
Que el tal Mitre es un gran zorro
Que me ha hecho apretar el gorro
Como a un milico vulgar
Y abra el ojo que le queda
Sin despreciar la advertencia
Y de gracias Vuecelencia
Si se lo puede apretar.

Luego de estas explicaciones de Urquiza a Derqui  -que es más extensa- Anastasio El Pollo, describe los prolegómenos de la batalla en sí, y 
continúa con la modalidad de que Urquiza siga informando a Derqui.

Me dijeron que como un buitre
Se viene volando Mitre
Sin pararse a descansar.

Y ya salté a mi caballo,
Y ya hice atar mis cañones,
Y ya escaloné escuadrones
Y ya empecé a proclamar,
Y ya tendí mis guerrillas.
Y ya puse las baterías,
Y ya hice las punterías,
Y ya hice un ala avanzar,
Y ya di la orden de degüello,
Y ya saqué a la luz mi espada
Y ya vi a la porteñada
Y ya me empecé a asustar.

Pero en este mismo instante
Los salvajes batallones
Debajo de mis cañones
Vinieron a desplegar;
Casi todos guante blanco
Riéndose y fumando habanos
Y una legión de italianos
Imposible de aguantar.

La famosa infantería
Que trajo de La Tablada
No
me ha servido de nada

Más bien de estorbo, señor;
Y en cuanto a la artillería
Del infeliz de mi yerno
Puede también irse al cuerno
Porque no he visto cosa peor.

Le aseguro a Vuecelencia
Que el batallón Rosa Guerra,
Pudo conquistar su tierra,
Si así sus infantes son.
Y que esas mismas niñitas,
Según es mi artillería,
Pueden venir cualquier día
Y no dejarme un cañón.

Los porteños y extranjeros,
Que para vestir sus tropas
Por poco no les dan ropas
De terciopelo y tisú,
¿No reirán como unos locos
Al ver a esa mascarada
Bonetuda y colorada
Por las calles del Perú?

Observaciones
Y abra el ojo que le queda. Es una burla a Derqui, cuyo mote era: El Tuerto.

Del infeliz de mi yerno. El yerno de Urquiza era el Coronel Simón Santa Cruz, hijo del Gran Mariscal de Zepita, Andrés Santa Cruz, quien había sido presidente de la Confederación Peruano- Boliviana y que tantos inconvenientes trajera con su enfrentamiento a la Confederación Argentina, durante el segundo  gobierno de Rosas.

Que para vestir sus tropas.  Los batallones porteños, incluido el de Estanislao del Campo, habían sido uniformados con ropa adquirida de sobrantes de la Guerra de Crimea, con unos mamelucos  y bonetes colorinches usados por las tropas otomanas. Anastasio El Pollo, se burla de si mismo.

Por las calles del Perú.  Se refiere a la calle Perú.

La legión de italianos. Era la que comandaba Juan Bautista Charlone, compuesta en su gran mayoría por curtidos veteranos de origen itálico, y de gran efectividad en batalla.

Que el batallón Rosa Guerra. Está referido a la escuela de señoritas de la notable educadora y poetisa Rosa Guerra, autora de la obra Clemencia de 1862 y considerada la primera autora teatral de nuestro país.

Finalmente el Parte del General Vencido, termina con unos consejos a Derqui, como despedida. Los últimos versos  de esos consejos son:

Y en tanto aproveche el tiempo
En preparar su maleta
Sin olvidar la limeta
Y diez panes de jabón.
Aunque sea de miedoso
Para el agua como un gato
Zambúllase como un pato
Y atraviese el Paraná.

Que aunque no embolse millones
Lo primero es la existencia.
Adiós pues, querido amigo
Y compadre presidente,
Dios lo saque felizmente
De entre este berenjenal,
Y eleve el presente parte,
Aunque sea un sacrificio,
Con el consiguiente oficio
Al Congreso Nacional.

Fuente: Historia de la Literatura Argentina. Los Gauchescos. II, Estanislao del Campo. Kraft, 1957.

Bibliografía General. Vida de Anastasio el Pollo, Manuel Mujica Láinez, 1948.
Obras Completas de Estanislao del Campo. Prólogo de Jorge Luís Borges, Ediciones El Ateneo, Buenos Aires, 1953.




sábado, 22 de junio de 2013

DON ERNESTO EZQUER ZELAYA, EL GATO MORO DE SANTA TECLA



Por: Roberto Antonio Lizarazu

En el comentario anterior, en esta misma fecha, Blogger Google tuvo la amabilidad de publicarme una nota en relación a la Muerte del Gato Moro a manos de la policía de Monte Caseros en 1889. En sus primeros parágrafos pedí por favor que no se confundiera a ese Gato Moro, que era el seudónimo de Alberto Zárate, un bandolero correntino que es muerto en Monte Caseros, con el Gato Moro de Santa Tecla, que es el seudónimo de Don Ernesto Ezquer Zelaya. Aclarando que esa confusión me acarrearía las iras de mi hermano mayor Carlos Antonio Lizarazu quien es un ferviente admirador de la notable obra literaria de  Ezquer Zelaya.

Don Ernesto Ezquer Zelaya, El Gato Moro de Santa Tecla, nace en Corrientes hace 109 años, el 21 de noviembre de 1904, en la estancia propiedad  de su familia “Santa Tecla”, ubicada entre Ituzaingó y Posadas sobre el Río Paraná frente a la isla Talavera. Hoy en día la mayor parte de este paisaje ha sido cambiado en nombre del progreso. Esa Isla Talavera (hay otras del mismo nombre, Paraguaya) quedó sumergida por el agua de la Represa de Yacyretá-Apipé.

Fallece, el 12 de abril de 1952, en la misma Santa Tecla donde había nacido, habiendo sido hasta pocos meses antes, Agregado Cultural en la Embajada Argentina en Asunción del Paraguay. A pesar de sus diferencias políticas con el gobierno, fue el propio gobernador de Corrientes de ese momento el General Filomeno Velazco, quien promovió su nombramiento.

Además de numerosos artículos publicados en varios medios, sus obras mas reconocidas son: De 1938 “Sucedió”; publicado en 1940 “Poncho Celeste, Vincha Punzó”; y en 1943 publicó “Puñado Yohá”, “Payé” y “Cartas Correntinas y otras yerbas”.

En un ejemplar de “Poncho Celeste, Vincha Punzó” que cuento en mi poder y fuera reeditado en 1956, en el prólogo que escribiera el señor Justo P. Sáenz (hijo), resume a mi criterio, perfectamente lo que el autor expresa. “Trasuntan en sus páginas el Corrientes actual y el de hace cuarenta años. El Corrientes que la generalidad desconoce, aunque intuye, por la leyenda sangrienta que siempre lo aureoló. El Corrientes de las divisa partidarias, con sus policías omnipotentes, estancieros vengativos, mariscadores, matones, capangas, contrabandistas, gauchos alzados, bandidos brasileros o paraguayos, otrora bajo la ley del facón y el naranjero y hoy gozosos de sentir suplantada por la del revolver Colt y el Winchester 44”.

En otro párrafo, continúa Justo P. Sáenz “El Corrientes del varón homicida y leal; sumiso con quienes se ganaron su afecto y feroz con al adversario; cuatrero a menudo, pero ladrón casi nunca. Tierra gaucha del caballo, el alarido, el culero, la polca y el acordeón. Yberá (sic) legendario con sus montes, lomadas y esteros. Querencia aún de matreros, donde todavía se oye rugir al tigre en alguna noche de agosto y encandilan ciervos los faros del automóvil; y los yacarés, dormitando en el agua barrosa, semejan leños a la deriva”-

Conviene recordar que el señor Justo P. Sáenz (h) se encuentra  entre los   autores gauchescos más importante de las décadas de 1940 y 1950 y sus reconocidas obras como, “Baguales”, “Equitación Gaucha”, “Los Crotos”, “Blas Cabrera”, “El Pangaré de Galván” y otras obras, pero siempre dentro del mismo género gauchesco, lo convierten  a Saénz en un autor fundamental de ese género. Que Justo P. Sáenz haya prologado obras de Ezquer Zelaya marca la dimensión exacta, de su alto nivel literario. 

La pasión política del paisanaje, que despierta conflictos irresueltos desde siempre, y que reacciona ante la menor provocación que se sugiere, constituye el mayor de los ejes de la narrativa de Ezquer Zelaya. El mismo lo dice que “En la Provincia de Corrientes (década de 1940) subsiste un fenómeno pintoresco de la historia argentina, en cuanto a colores de divisas se refiere. Se nace liberal o autonomista, como se nace rubio o trigueño”.

En realidad es la propia pasión política de  Ezquer Zelaya la que el refleja en sus personajes. Don Ernesto era un liberal declarado y confeso y hacía un culto de esa circunstancia transformándola en determinante. Al mismo tiempo señala en   sus personajes tanto la férrea voluntad de trabajo como la demostración a flor de piel de coraje, rebeldía y violencia de los paisanos y su natural reacción ante la menor circunstancia que contradigan su libertad de acción.

Respecto a sus condiciones de patrón de estancia, las aguas están divididas. Algunos lo ven como un déspota medieval  y otros como un precursor del modernismo patronal.  Los segundos le reconocen el haber publicado su propio diario interno llamado “Vinchas”, de distribución gratuita en donde se reproducían material literario gauchesco, como versos del Martín Fierro,  de su propia Cartas Correntinas y Otras Yerbas y diverso material de otros consagrados autores.

Vinchas fue probablemente el primer House Organs de nuestra provincia.
Además había organizado un servicio escolar, que como no podía ser de otra manera,  era rigurosamente obligatorio y gratuito, con maestras contratadas de manera privada, que enseñaban a leer y escribir a los hijos de su personal, incluso a muchos adultos que así lo deseaban, tanto de Santa Tecla como de campos vecinos.

Los Reglamentos. Don Ernesto había redactado varias normas que reglaban las actividades laborales en Santa Tecla. He leído algunos autores modernistas que sin considerar el momento y el lugar en que sucediera, critican por retrógrados estos reglamentos internos para Santa Tecla. Es lo mismo que si quisiéramos analizar las Instrucciones para el Estanciero de José Hernández,  con los conocimientos,  la normativa,  y la  mentalidad actual.

Los Ezquerceros. Don Ernesto contaba con un permanente grupo de seguidores que no eran precisamente fans literarios. Muchos de ellos peones de la propia Santa Tecla y de de otros establecimientos vecinos, llamados “los ezquerceros” que constituían su  tropa personal. Incluso había varios ezquerceros que  eran oriundos de Posadas y se sumaban a la tropa cuando Don Ernesto viajaba desde Santa Tecla al Hotel Savoy en Posadas. Cuentan algunos memoriosos que cuando se encontraban en el Savoy, los ezquerceros y sus cabalgaduras ocupaban prácticamente toda la calle frente al hotel.

Don Ernesto tenía un cuento que él hacía a sus amigos invitados no correntinos a Santa Tecla. Les decía: Tené cuidado con estos, señalando a los ezquerceros, mirá que estos no saben bailar el tango.  Ante esa afirmación los invitados se veían obligados a preguntar ¿Cómo, por qué no saben bailar el tango? Y Don Ernesto les aclaraba: Por que no saben dar el paso atrás.



LA MUERTE DEL GATO MORO EN MONTE CASEROS


Por: Roberto Antonio Lizarazu


El Gato Moro es muerto en Monte Caseros por la policía montecasereña el 7 de octubre de 1889.

Si Eduardo Gutiérrez hubiese conocido las andanzas del Gato Moro, seguramente formaría parte de su obra, conjuntamente entre otras, a Juan Moreira, Hormiga Negra y el Tigre del Quequén.

Por favor no confundir con el Gato Moro de Santa Tecla, que era uno de los seudónimos del exquisito Ernesto Ezquer Zelaya, literato de primera si los hay y dueño de la estancia Santa Tecla en Ituzaingó. Error que no me lo perdonaría mi hermano mayor Carlos Antonio, ferviente admirador de la obra de Don Ernesto Ezquer Zelaya.

El Gato Moro era el nombre de guerra de Alberto Zárate, correntino de nacimiento y quien fuera un legendario bandolero con área de influencia de sus correrías en ambas márgenes del Río Uruguay, la Mesopotamia y el Paraguay. No es este el lugar ni la ocasión para detallar sus actividades delictivas, pero por circunstancias de la vida, es muerto en Monte Caseros por guardias de la policía montecasereña.

A principios de octubre de 1889, siendo Don Oscar Domínguez el Jefe Político de Monte Caseros (El Jefe Político era el representante del Gobernador de la Provincia. En este caso el Gobernador era Juan Ramón Vidal ) y Don Eduardo Mouzo, era el Presidente Municipal de Monte Caseros electo por los vecinos, ambos son avisados que el Gato Moro cruzó el Uruguay desde Santa Rosa en una chalupa, acompañado de gente armada llegando al arroyo Mangangá.

Domínguez que en su carácter de Jefe Político además tenía su cargo la policía, envía una partida al mando del Alférez Ballejo (1) (montecasereño él , al que el pueblo le debe por lo menos el nombre de una calle) y se enfrentan con el Gato Moro y tres de sus compinches de fechorías. Estos últimos huyen y el Gato Moro se enfrenta solo a la partida y muere pronunciando sus
últimas palabras "Solo muerto me han de llevar. Un Gaucho como yo no se rinde a la policía".

La trágica muerte del Gato Moro en Monte Caseros y sus particulares circunstancias, tienen tanta repercusión que la noticia fue publicada con lujos de detalles en Buenos Aires, en el periódico "El Diario" (2) el día 9 de octubre de 1889, apenas dos días después de sucedido el hecho. Además mereció un extenso capítulo de Alfredo Ebelot en su libro "La Pampa".

También Clarín recordó en su edición del 7 de octubre de 1996, en su sección Sociedad, página 66, el mismo suceso que nos ocupa, en una noticia titulada "Esto pasó un 7 de octubre".

(1) En 1950, había en Monte Caseros un par de familias Vallejo, pero Ballejo con b larga no. En los documentos que pude observar, efectivamente se registra Ballejo, apellido español que existe con v corta y con b larga.

(2) No confundir con "EL Diario" de Paraná (ER) que comienza sus publicaciones en 1914.



viernes, 21 de junio de 2013

EL USO DE LA BANDERA AZUL Y BLANCA




Por: Roberto Antonio Lizarazu

La revolución que puso fin al régimen asambleísta del General Carlos María de Alvear, que gobernó como Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata pocos meses,  desde el 11 de enero de 1815 hasta el 16 de abril del mismo año, produce un hecho histórico ajeno al del derrocamiento alvearista en sí.  Es verdad que sobre este controvertido  hecho del izamiento por primera vez  de la bandera azul y blanca, varios autores opinan de manera diferente y dan por ocurrido el mismo suceso en otras oportunidades y bajo otras circunstancias, pero otros tantos autores, fundados en Diarios personales y Memorias de varios testigos presenciales de la mencionada Revolución de abril de 1815, dan por verdadero el hecho que nos ocupa en este comentario: el comienzo de la utilización en Buenos Aires de la bandera azul y blanca.

Probablemente el autor que más haya profundizado sobre este aspecto de nuestra historia, haya sido  Dardo Corvalán Mendilaharzu, quien en su obra Los Símbolos Patrios, publicado en la Historia de la Nación Argentina, de la Academia Nacional de la Historia, Tomo VI, Segunda Parte, Buenos Aires, 1944. (Primera Edición),  se precisan  datos recopilados en Diarios y Memorias de  varios testigos que estuvieron presentes ese día en la Plaza de la Victoria, como las imperdibles Memorias de Juan Manuel Beruti, por ejemplo, o los informes que elevaba a su gobierno el cónsul inglés Robert Staples o el cónsul norteamericano Thomas Lloyd Halsey que confirman lo sucedido respecto al comienzo de la utilización de nuestra bandera azul y blanca.

¿Y entonces cual bandera usábamos  hasta ese momento? Muy sencillo, la que siempre habíamos usado, la española. Como veremos más adelante el día de la Revolución, varios personajes pretendieron utilizar la bandera inglesa con el objeto de obtener protección, lo que hace muy factible que ese día en pleno fragote se hayan usado las banderas españolas y las inglesas en algunos edificios y la azul y blanca por primera vez en el Fuerte y en la Plaza de la Victoria, de acuerdo al bando que había tomado el lugar.  Veamos que tiene Corvalán Mendilaharzu para ilustrarnos.

La Revolución de abril de 1815.
Pero previamente para intentar comprender los hechos,  nos detendremos en la Revolución de abril de 1815 y  como culminación de ella veremos flamear por primera vez en el Fuerte de  Buenos aires nuestra bandera. La misma y generalizada oposición que había sufrido Gervasio Antonio de Posadas en el cargo de Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata desde el 31.01.1814 hasta el 10.01.1815; oposición  que en esa fecha  lo había obligado a renunciar, dejando el cargo de Director Supremo en manos de su sobrino Carlos María de Alvear, es la que hereda a partir de ese momento. El régimen asambleísta y netamente unitario del Directorio, iba a contrapelo de los principios originarios por la que se habían realizado los sucesos de mayo de 1810. No tenían el apoyo mayoritario de la ciudadanía que pretendía otra forma de gobierno y sobre todo otra manera más equitativa y equilibrada de representación. Un sistema federal que sume a las provincias sin restar a nadie.

Este malestar finaliza en una revolución para intentar cambiar la modalidad de la forma de gobierno, siendo ese golpe cívico militar el del 15 y 16 de abril de 1815. No voy a detallar la revolución en sí, por que lo que intento en este comentario es contar, una sola de sus consecuencias,  probablemente la  más importante de sus consecuencias, el comienzo del uso de nuestra bandera azul y blanca en la ciudad de Buenos Aires.

La Bandera Azul y Blanca en el Fuerte.

Digno broche de esta revolución fue el suceso recordado por Juan Manuel Beruti en sus clásicas Memorias, tantas veces citadas y utilizadas por los ensayistas.  Dice así: “Ese mismo día, el 17 de abril de 1815, amaneció puesta en el asta de la fortaleza, la bandera de la patria, azul  y blanca, primera vez que en ella se puso, pues hasta entonces no se ponía otra sino la española; cuya bandera la hizo poner el comandante de la fortaleza que el día anterior fue nombrado por Soler para su cuidado y defensa; el coronel Dn. Antonio Luís Beruti, con la cual se entusiasmó sobremanera el pueblo en su defensa, y desde ese día ya no se pone otra sino la de la Patria.”

En este punto conviene aclarar algunos detalles. Juan Manuel Beruti, el autor de estas Memorias, es hermano mayor de Antonio Luís Beruti, quien juntamente con French integraron el grupo de Los Chisperos, de activa participación en los días de mayo de 1810 y quien tiene una destacada actuación militar en la Guerra de la Independencia.  Probablemente una de sus intervenciones más relevantes haya sido en Chacabuco bajo las directas órdenes de San Martín.

Toda la familia Beruti vivía en la actual calle Defensa al 200, a una cuadra del Fuerte, y Juan Manuel efectivamente debe haber visto lo que dice que vio. Es verdad que lo que menciona resalta la figura de su hermano Antonio Luís, pero razonablemente no se debería dudar de sus escritos en este aspecto. Por otra parte, como veremos más adelante, su observación es corroborada por otros testigos.

En el párrafo que sigue, se despacha a gusto contra Alvear, del cual, ambos hermanos Beruti eran enemigos políticos declarados. Ambos eran partidarios del partido político de Los Segregatistas, de tendencia republicana y federal y Alvear respondía en última instancia a la Logia Lautaro y era apoyado por el partido de Los Congresales.
Juan Manuel Beruti continúa en  sus Memorias diciendo: “Así terminó la inaveniencia (sic) causada por Alvear; este hombre loco por su ambición de mando, perdió su honor, grados y patria para siempre, dejando un nombre de tirano ambicioso y un odio execrable en la historia de las Provincias Unidas, como el de Catilina en Roma, pues de éste a su persona y hechos no hay diferencia.”

Esta información está corroborada por el oficio del 5 de mayo de 1815, que el cónsul norteamericano en Buenos Aires, Thomas Lloyd Halsey, dirigió a  James Monroe informándole de los sucesos que habían determinado la caída del régimen asambleísta. En dicho oficio detalla: “Desde entonces ha estado tremolando la bandera de la Patria.”

Por otra parte en la obra de Martín Matheu “Biografía de Domingo Matheu”, Buenos Aires, 1914. En esta obra Martín Matheu transcribe partes de una Memoria que escribiera su padre Domingo Matheu y que nunca fueran publicadas completas. Solo quedan algunas partes levantadas por terceros, entre ellos su hijo Martín. Escribe Domingo Matheu: “… el caso es que ante el peligro que amenazaba, algunos se preocuparon por mostrar una bandera para la revolución actual, y alguno sopló ¡La Inglesa! y coincide que en esos momentos el jefe de estación propone bajar tropas y enarbolar como símbolo de protección deferida a la gloriosa ciudad en aquel trance, pero en los mayores conflictos este pueblo tiene un instinto, intuición o claridades, que una vez que otra han lucido algunos de los muchos repúblicos elevados –las eminencias de nuestros fatales partidismos- así es que unísonos gritaron ¡Nada de la Inglaterra!, solos y con nuestra bandera”.

Que patriotas que supimos tener. Prefirieron estar desprotegidos pero bajo la bandera de la patria, que protegidos por la bandera de Inglaterra. Así fue como se izara por primera vez en el Fuerte la bandera argentina, el 17 de abril de 1815.