LA RECONQUISTA DE BUENOS AIRES, GERMEN DE LA EMANCIPACIÓN ARGENTINA
Por: Profesora Marta Hebe Loureiro
La Reconquista de Buenos Aires,
fue sin lugar a dudas, la puerta de acceso al devenir de la Historia Argentina,
el punto de inflexión que marcó el final de la subordinación a la Corona española y el
comienzo del deseo de libertad que se efectivizó el 9 de julio de 1816, diez
años después.
La Reconquista fue también el
acontecimiento que terminó por demostrar, no sólo el fracaso de la administración
española, sino también la derrota británica por el control de esta rica región,
que no resignaron hasta 1833, fecha en la que se apoderaron de nuestras Islas
Malvinas dependientes de la
Gobernación de Buenos Aires, y unos años después el bloqueo anglo-
francés en 1845, que provocó, con la
Vuelta de Obligado, una reacción social en contra de ese acto
de invasión extranjera.
La victoria en Trafalgar en 1805 sobre la escuadra
franco-española dejó claro quién era el
dueño de los mares, y es por ello que Gran Bretaña recurrió a atacar en los
puntos más débiles de sus enemigos: las colonias españolas en América.
La invasión
británica en 1806 articuló los acontecimientos internacionales con los movimientos indigenistas y criollos que precedieron
a los de 1810. Confiados en el apoyo que esperaban encontrar, debido a los
planes que Miranda había presentado ante la corona británica tendientes a la
independencia de estas tierras, los británicos cometieron un grave error:
subestimaron la alianza que ambos grupos llevaron a cabo para repeler esta
invasión, al decir de Manuel Belgrano “el
amo viejo o ninguno”, y
que muchos jefes militares y políticos que actuaron
durante las Invasiones Inglesas terminaron como protagonistas de la política
rioplatense de los años subsiguientes entre ellos Cornelio Saavedra, Juan José
Castelli, Manuel Belgrano, Juan Martín de Pueyrredón Martín de Álzaga y
Santiago de Liniers entre otros.
Sin duda, la Reconquista de Buenos
Aires en 1806 fue el campo de pruebas de nuestra libertad, de una nación que
tomó por sí misma el manejo de su propio destino, el amanecer de nuestra
nacionalidad.
El Río de la Plata durante 1806 y 1807 tuvo que hacer frente a
dos incursiones británicas. La aplicación del Reglamento de Libre Comercio de
1778 no eliminó el carácter monopólico del sistema comercial español, el que
privaba a los comerciantes ingleses de un importante mercado para sus
productos.
Las Invasiones Inglesas no fueron inesperadas,
desde hacía una década la
Corona española se preparó para eventuales incursiones en sus
colonias americanas. (1)
No es casualidad que los virreyes que se sucedieron
en el Río de la Plata
fueran militares y de probada experiencia política en América, pues hubo que
asegurar el orden interno e internacional del nuevo virreinato iniciado con
Cevallos, y así fortalecer en una figura todo el poder; la excepción a ello fue
Sobremonte que rompió esa unidad, cuando las circunstancias políticas de su
gobierno lo llevaron a perder el poder militar, quedando limitado al poder
civil o potestad y éste aún con
limitaciones. (2)
En el plano internacional, a raíz del bloqueo
económico impuesto a los productos ingleses en los puertos europeos por parte
de Napoleón, el gobierno inglés encontró oportuno lanzar un ataque combinado
sobre las colonias que se encontraban bajo la órbita enemiga, de ese modo
golpear, no en el centro de su poder, sino en los puntos débiles, de manera que sin obtener una victoria decisiva,
se mejorase gradualmente la situación estratégica general, obteniendo pequeños
triunfos y pequeños territorios que hiciesen costoso al enemigo la prosecución
de la guerra y ventajosa la posición británica para las discusiones de paz,
recurrir a golpear los pies, de tal modo que se viese imposibilitado de caminar.
(3)
El gobierno inglés encontró oportuno lanzar un
ataque sobre la colonia de El Cabo, en Sudáfrica, posesión holandesa bajo la
influencia napoleónica; su fácil captura hizo pensar que con los medios militares disponibles en aquellas regiones,
se podría repetir la operación en el Río de la Plata. Supusieron
una colonia mal defendida, enemistada con su gobierno y favorable a la
aceptación del invasor que los liberaría del dominio español. Fue indudable la
influencia de Francisco de Miranda, el héroe venezolano, quien para obtener el
apoyo a sus planes independentistas, sembrara la idea sobre la conveniencia de
la importancia de una invasión británica en el Río de la Plata, sin darse cuenta que
de esta manera sembró el germen de la emancipación argentina y americana. (4)
Miranda desde 1803 convenció a sir Home Popham de los beneficios de
dicha empresa, pero, el gobierno inglés no consideró oportuno atacar las posesiones
españolas por temor
a fortalecer la alianza hispano-francesa.
Popham nunca se pronunció sobre los
propósitos de la expedición: buscó provocar una sublevación americana, constituir un punto de apoyo territorial
británico, ambas cosas o una simple conquista. (5)
Por información de espías, supo lo inconveniente de
un ataque sobre Montevideo, por estar fortificado aquel puerto, y sí la
conveniencia de desembarcar directamente sobre Buenos Aires, ciudad desguarnecida y capital política y
económica del virreinato por donde la
plata peruana aventuraba la travesía atlántica. (6)
Confiaron en que obtendrían el apoyo de la
población, y fue en este punto en el que
los ingleses se equivocaron, pues la base del plan consistió en suponer que la
división entre los criollos y españoles
era tan marcada que los primeros recibirían a los invasores como libertadores y
constituirían el apoyo político de la ocupación. Esa base fue un gran
error y fue la fuente del fracaso
británico. Existió entre ambos bandos una rivalidad y desafecto que se expresó
en el desplazamiento que los criollos tenían de la función pública. Dicha
rivalidad no llegaba al odio ni adquirió formas de aspiraciones políticas
concretas y generalizadas, excepto para una pequeña minoría entre los que se
encontraban Rodríguez Peña, Castelli, Pueyrredón, Arroyo y otros. (7)
Es verdad que el virreinato no conoció movimientos
políticos en sus primeros años como los
de los comuneros de Antequera en el Paraguay en 1728, y posteriormente en Corrientes, durante las
guerras guaraníticas. Estos movimientos fueron precedidos por la acción de
hombres reconocidos como precursores de la emancipación como Francisco de
Mendiola en México, Gual en Venezuela, y Antonio Nariño en Colombia, los que
revelaron una agitación simultánea que movía los espíritus de ciertos
americanos que presentían mejor que la mayoría de sus paisanos el destino de
sus respectivas patrias; así se reveló el sentido de unidad que para los
precursores tuvo el gesto emancipador, no reducido a los intereses locales sino
que llevó el signo de América. (8)
El 8 de junio los incursores estaban frente al Cabo de Santa María, en la
costa de la Banda
oriental; el virrey Sobremonte seguro
que la amenaza se dirigía a Montevideo, envió su escasa tropa veterana;
pero cuando apareció en el río la pequeña flota incursora no fue seguida por un
ataque contra el puerto fortificado de Montevideo, comenzó a dudar de que ése
fuese finalmente su destino; juzgó imposible que el objetivo fuera Buenos
Aires, creyó que los ingleses dañarían la navegación en la boca del Río de la Plata. El desembarco de
las tropas de Beresford en Quilmes lo desengañó obligándolo a Improvisar una resistencia a cargo de los
blandengues- veteranos en la lucha de fronteras- y milicianos urbanos. Estas
tropas fueron improvisadas e ineficaces. La línea de defensa sobre el Riachuelo
se quebró y Beresford entró en Buenos Aires.
Encuentran allí una recepción inesperadamente
favorable, mientras que el virrey se marcho con lo más importante de los
caudales, y desde el 27 de julio está en Luján, en vana espera de refuerzos
formados por la campaña. Pero las corporaciones urbanas se apresuraron a
prestar adhesión al nuevo orden, persuadieron al virrey de que entregue los
caudales regios al conquistador,
salvando así las fortunas privadas de las que Beresford amenazó recurrir como
fuente alternativa de botín. (9) Manuel Belgrano, dejó su testimonio de tal
indignante espectáculo, hasta entonces fortaleza de la lealtad a España. (10)
La aparente unanimidad de las adhesiones
terminó por debilitar a los ocupantes y
descartar por peligrosa cualquier tentativa de buscar apoyo político de ciertos
sectores descontentos con el régimen español. Al conquistar Buenos Aires por
propia iniciativa, ignoraba por entero la actitud de su gobierno con esta
conquista, pero la acción de los ingleses fue la de mantener a todos los
magistrados y funcionarios en sus cargos, y confirmó a los esclavos en el deber
de obedecer a sus amos y que no estaba en la intención de las autoridades
británicas tender a su emancipación. A pesar de todo, el 4 de agosto
implementaron el libre comercio, con muy bajas tasas aduaneras, sentando así
las bases de un nuevo pacto colonial. (11)
Sumado a esto, los británicos ofrecieron como
garantía de la bondad del nuevo monarca a quien debían obedecer, la seguridad
del libre culto católico. Ambas bondades no fueron del todo las esperadas, pues
la prometida libertad religiosa no pudo competir con el ánimo de una población
católica identificada con la
Iglesia y el Estado, del que fue éste su protector y
custodio; en cuanto a la libertad de comercio, el libre comercio solo fue la
participación dentro de la estructura mercantil inglesa, igualmente
proteccionista que la española, aunque más amplia y elástica, oponiéndose a los
intereses mercantilistas del grupo comercial monopolista integrado por
españoles y aunque menos directamente a las ideas de quienes querían comerciar
libremente con todo el mundo, como los comerciantes criollos y los ganaderos
exportadores. (12)
A diferencia de Floria y Belzunce, existieron tres
espíritus ante la llegada de los invasores, por un lado los que preferían
continuar con el viejo amo; los que se
acercaron a los ingleses o colaboracionista, entre los que se contaron Francisco
Antonio Cabello y Mesa, el antiguo editor del Telégrafo Mercantil, Manuel
Collantes recaudador del ramo de pulperías y un escándalo mayúsculo produjo la
noticia de que dos poderosos comerciantes Martín Simón de Sarratea y su cuñado
León de Altolaguirre se esmeraron por dar una recepción a Beresford y demás
jefes invasores. (13)
Finalmente, estuvieron los grupos más avanzados en
ideas políticas y que esperaron de los ingleses ayuda para independizarse,
conforme a las ilusorias promesas de Miranda. Juan José Castelli, se entrevistó
con Beresford, sin obtener otra promesa
que la de pedir instrucciones a Londres. Pueyrredón, a su vez se entrevistó con
Popham, y quedó convencido de la improvisación de los independentistas. Fue
entonces allí, días después de la invasión que seprodujo una alianza entre
todos los sectores de la población-criollos, peninsulares, comerciantes,
productores clérigos y militares- dispuestos a expulsar al invasor inglés. (14)
Los adversarios dentro de Buenos Aires,
considerando que el virrey se encontraba en Córdoba , decisión que el tomó de acuerdo a las conclusiones de la Junta de Guerra, que el 2 de abril d 1805 le recomendó abandonar
Buenos Aires, en el caso de un ataque no resistible y concentrar sus refuerzos
de todo el Virreinato más al norte, aislando al invasor del puerto, para luego
volver sobre él con fuerzas superiores, medida que cumplió apresuradamente, sin
pensar las consecuencias políticas de tal actitud (15), en la ciudad se
organizaron grupos de resistencia: Juan Martín de Pueyrredón y Manuel Arroyo y
Pinedo, los armaban en la campaña, mientras que un emigrado francés, Santiago
de LIniers, capitán de navío acantonado en la Ensenada, prefirió
marcharse a la Banda
Oriental, y utilizar sus recursos en una reconquista en regla.
(16)
Pasó Liniers a La Colonia y el 18 de julio
estaba en Montevideo, donde persuadió al gobernador militar español que le
confiase la tropa veterana allí enviada por el virrey. Con esos quinientos
cincuenta soldados y cuatrocientos milicianos volvió a embarcarse en La Colonia. (17). Dos días antes Pueyrredón en la
chacra de Perdriel, con un efectivo de mil hombres, tal vez por indisciplina
que allí reinaba y por informes de algunos espías al servicio de Beresford, no
pudieron mantener el secreto y los planes de la existencia de aquel campamento
llegó a oídos de los ingleses. Así fue que el 1 de agosto, sorpresivamente los
británicos, con un batallón de infantería reforzado con caballería abortó todo
el plan. Lo cierto es que Liniers, enterado del combate de Perdriel, embarcó
desde el puerto de Colonia de Sacramento aquella extraña expedición comandada
por un francés al servicio de la corona de España para liberar al virreinato
del Río de la Plata
del yugo inglés. (18). Confiados en la oscuridad de la noche, alcanzaron la
playa cercana a la desembocadura del río de las Conchas, treinta kilómetros al norte de Buenos Aires.
Fue un desembarco sorpresivo, rápido, copiado casi de la doctrina inglesa que
al mediodía puso mil hombres de tierra más trescientos de mar en aquella”
cabeza de playa”, según la terminología actual, en una operación anfibia que
solamente pudo repetirse luego en la reconquista de las Malvinas en 1982. (19)
Liniers ocupó el pueblo de las Conchas (actual San
Fernando) sin inconvenientes y sumó voluntarios al Ejército Reconquistador. El
8 permaneció en San Isidro por un fuerte temporal que anegó los caminos a
Buenos Aires. El 9 alcanzó Colegiales y el 10, marchó sobre los lodazales y
llegó a los corrales de Miserere, al oeste de la ciudad sin combatir,
moviéndose con seguridad gracias a los datos proporcionados por los ciudadanos.
Convencido de la victoria final, Liniers y su
Ejército Reconquistador que incrementó sus efectivos, intimó ese día a Beresford, del que obtuvo una
respuesta negativa, llevó a que iniciara la marcha de la vanguardia del
ejército.(20). El 11 de agosto, con las primeras luces, avanzó sobre el fuerte
de Buenos Aires que fue interceptado por una fracción inglesa de doscientos
hombres y que fue rápidamente dispersada, el Ejército Reconquistador organizó
sus fuerzas en el Retiro. Pueyrredón fue citado por Beresford con la esperanza
de que tal vez aceptara condiciones que Liniers ya había rechazado.
Mientras se
desarrollaba aquella reunión, Liniers pasaba revista a su Ejército en el
Retiro. De pronto, observó sobre la
costa una nave con bandera inglesa aproximándose. Liniers va a un cañón,
apunta, dispara y el mástil central de la nave en cuyo extremo flamea la bandera
inglesa cae sobre la cubierta partido en dos. Ya no hay dudas, la victoria
sonríe a la causa de la
Reconquista, aunque en el fondo, aquel llamado de Beresford a
Pueyrredón fue también un disparo que dio en el blanco. A partir de allí nunca
la amistad entre Liniers y Pueyrredón volvió a ser la misma.
Por fin llegó el 12 de agosto, martes, día de Santa
Clara virgen, Día de la Reconquista de Buenos
Aires y nacimiento de la República Argentina,
que amaneció con neblina y muy frío. (21)
El ataque estaba previsto para las doce del
mediodía iniciado desde el Retiro, en dos columnas. Una por la calle de La Merced, hoy Reconquista, al
mando de Liniers, la otra por la calle de la Catedral, hoy San Martín.
Una vanguardia constituida por la caballería de Pueyrredón y un número de
catalanes, al mando de Sentenach, protegió el movimiento. (22)
El doce se luchó en las calles mientras desde las
azoteas se arrojaron a los ocupantes piedras y tizones ardientes. Las fuerzas
de Liniers arrollaron a los inglese hasta el fuerte, donde Beresford izó la
señal de capitulación.
Los efectos de la Reconquista de Buenos
Aires se hicieron sentir inmediatamente. El 14 de agosto se convocó a un
cabildo abierto con el fin de asegurar la victoria obtenida,
cabildo que adoptó formas revolucionarias, pues el
pueblo invadió el recinto y exigió se delegara el mando en Liniers. Para salvar
las formas legales se designó una comisión que entrevistó al virrey, que bajaba
hacia Buenos Aires, primera víctima de aquella nueva potencia, y quien preparó
demasiado parsimoniosamente la reconquista de su capital, (23) la que obtuvo
que éste delegó en Liniers el mando de armas y en el regente de la Audiencia el despacho
urgente de los asuntos de Gobierno y Hacienda. La comisión recomendó al virrey
no entrar en Buenos Aires.
Si bien con este procedimiento la legalidad se había salvado, la
realidad política era muy otra: por primera vez la población había impuesto su voluntad al virrey, no sin
resistencia de parte de éste. De hecho, puede decirse que la convulsión
revolucionaria que culminó en 1810, comenzó con el Cabildo del 14 de Agosto de
1806. (24)
Mientras estos cambios operaban en Buenos Aires,
Londres se vio sacudido sucesivamente por la noticia del éxito de la expedición
no autorizada, y el impacto de su fracaso final. El gobierno whig, que
reemplazó al equipo tory de Pitt, que fue menos afecto a que éste a las ideas
independentistas de América y proclive en cambio a la de la conquista, la que
se vio súbitamente reforzada por la fácil ocupación de Buenos Aire, y por las
presiones de los comerciantes ingleses que vieron en Sudamérica un excelente
mercado. Inmediatamente se enviaron a Buenos Aires grandes cantidades de
mercaderías y tropas de refuerzos con la
idea de otra expedición para atacar la costa chilena.
La noticia de la capitulación de Beresford no
tronchó estas esperanzas y provocó los esfuerzos militares para una nueva
invasión en el Río de La Plata.
(25) Mientras tanto, los que lograron
apartar al rey de su cargo, tomaron a su cargo la organización de la defensa de
Buenos Aires ante un posible ataque: el Cabildo quien aumentó sus aspiraciones
de exceder el ámbito municipal y Liniers a quien el Cabildo contribuyó a dotar
de poder militar. Ambos presidieron la militarización de la ciudad, sobre la
base de milicias obligatorias para todos los vecinos de 16 a 50 años con ejercicios
cotidianos. (26)
La militarización
fue recibida con sentimientos divididos; si bien no faltaron los
sentimientos antipatrióticos que se resistían a integrase a la milicia y
burlarse del entusiasmo de los reclutas, en la ciudad se despreciaba tradicionalmente la profesión militar, y en
cambio más honorable y lucrativa fue siempre la carrera mercantil. El mismo
Belgrano guardó para nosotros una imagen sarcástica de esta sorprendente
metamorfosis. En efecto, la militarización creó una nueva elite urbana: los
comandantes y jefes de los cuerpos milicianos. El Cabildo –con el Consulado y la
catedral- fue la institución que agrupó a figuras provenientes de los sectores
locales que a diferencia de aquellos cuerpos, jugaron una gravitación política
creciente, creando una nueva elite que la dotará de consecuencias duraderas e
institucionalizará los vínculos entre la nueva elite y las masa urbanas así
organizadas. (27)
Fue total la derrota de las armas invasoras, que
sufrieron 157 bajas, 1600 fusiles perdidos, 8 cañones, y el trofeo más
preciado, todas sus banderas. El pueblo de Buenos Aires que luchó para conseguir la liberación de la
ciudad, plasmó en un verso lo sucedido al famoso 71 de Highlanders.
Como correspondió a un hombre de honor y militar de
palabra el 24 de agosto de 1806, en medio de una solemne función, a la que
concurrieron la Real
Audiencia y el Cabildo, luego de una tripla salva de
artillería, Santiago de Liniers entregó al prior de Santo Domingo las 4
banderas que tomó a los ingleses bajo el patrocinio de Nuestra Señora del
Rosario, para que las colocasen en las 4 ochavas del altar mayor. También se
envió a Córdoba otras 2 insignias como ofrenda a la misma advocación de Nuestra
Señora.Una gran alegría reinó en Buenos Aires y en todo el virreinato, pero
vencidos y no escarmentados, los ingleses atacarían de nuevo. (28)
CONCLUSIÓN
Si se considera la alianza que se efectivizó entre
todos los sectores opuestos a la invasión, el destino de los invasores estaba
sellado, pues la población no escatimó esfuerzos por recuperar la capital
virreinal, empleando para ello todos los medios disponibles, pues aquéllos
reunían dos cualidades que los hacía despreciables: para los católicos hijos de
Buenos Aires: eran invasores y eran herejes.
Así nació con la defensa de Buenos Aires cuerpos
militares, escuadrones de húsares, patricios, como también batallones y
escuadrones que se organizaron por afinidades regionales: catalanes, vizcaínos,
gallegos, etc. y los criollos, los de patricios, arribeños, correntinos, etc.
esta organización, típica manifestación de regionalismo que animó a españoles y
americanos, resultó definitivamente nefasta para los afanes centralizadores de la Corona, pues los cuerpos
criollos constituyeron un poder militar nativo, que pronto terminó por
rivalizar con sus colegas peninsulares, y lo más importante fue que después de
1807 de los diversos regimientos que se formaron, sólo se mantuvieron los
compuestos por criollos., de manera que se volvió atractiva y prestigios la
carrera militar para estos grupos .Algunos de esos jefes militares fueron los
que participaron en la política del Río de la Plata en los años siguientes (Cornelio Saavedra,
Santiago de Liniers, Martín de Álzaga).
El Cabildo no dejó de ver el peligro que ese cambio significaba y buscó
contrarrestarlo creando un cuerpo miliciano que costearía y mantendría su
obediencia- el de Artilleros de la
Unión- cuya gravitación fue muy escasa. (29)
A partir de esta división se dio otra consecuencia
de la militarización, en la que sin duda los criollos jugaban como una minoría
en los sectores altos, su influencia crecía en cuanto que en ese momento
comenzó a revertirse en su favor el predominio de los americanos en el conjunto
de la población urbana; habían sido marginados por la estructura social que
existió desde tiempo atrás, formaron lo que esa nueva élite creada por la
militarización tenía específicamente de nuevo.
Por lo tanto, todo ello anticiparía las futuras
tormentas de los años subsiguientes, pero la colaboración entre el Cabildo, la
milicia y su plebiscitado, duraría dos años más, y sólo cesó bajo la disolución
del orden español en las Indias. Dicha colaboración se puso de manifiesto en la
eliminación definitiva del virrey, tras de su resonante segundo fracaso. (30)
La semilla de la Independencia ya
estaba echada, la heroicidad de los
ciudadanos demostró la capacidad y el valor de los criollos para defender su
libertad, un nuevo sentimiento se abrió paso, el de la emancipación. En el
Cabildo del 14 de agosto de 1806 ,se cumplió la voluntad popular, en teoría el
virrey tuvo el poder, pero en los
hechos, Liniers fue la verdadera autoridad.
La Invasiones Inglesas constituyeron el
episodio fundamental, destinado a gravitar en la Historia Argentina,
el germen de nuestra emancipación.
OBSERVACIONES
1. Halperín Donghi, T. Historia Argentina de la Revolución a la Confederación Rosista.
México, Paidós .1998 pág.24
2. Floria, C-Belzunce, C.G.
“Historia de los Argentinos” Vol. I. Bs. As. Larrousse.1992. pág.230.
3. Ibidem. Pág. 235.
4. Floria-Belzunce Op.Cit. Pág. 235
5. Ibidem. pág.237
6. Halperín Donghi Op.Cit. pág.24
7. Floria,C -Belzunce,C. Op.Cit.
pág. 237.
8. Ibidem Pág232-233,
9. Halperin Donghi Op.Cit. pág. 25
10. Belgrano, Manuel “Escritos Económicos” Buenos Aires, 1954. pág. 52.
11.Halperin Donghi Op.Cit.
pág.26
12. Ferns,H.S.” Gran Bretaña y
Argentina en el siglo XIX.” Bs.As., Solar Hachette 1966.pág.60-61
13. Episodios militares de Nuestra Historia”. Bs. As. 2006. fasc. I pág, 32.
14. Floria,C_Belzunce, Op. Cit. 239 15. Floria,C_Belzunce,C Op. Cit. Pág 239.
16. Halperin Donghi, T. Op. Cit. Pág 27.
17. Ibidem. Pág.27
18. Grl. Maffey, Alberto, “Crónicas de las grandes Batallas del Ejército
Argentino” Bs. As.
Círculo Militar, 2000.pág.48.
19. Ibidem. Pág. 50.
20. Ibidem Pág. 51
21. Ibidem Pág. 52
22. Ibidem Pág.53
23. Floria, C. Belzunce, C. Op. Cit Pág.240.
24. Ibidem. Pág. 240.
25. Ibidem. Pág. 241
26. Halperin Donghi Op. Cit. Pág.29
27. Ibidem Pág.30
28. Episodios Militares de Nuestra Historia. Op. Cit Pág. 62
29. Halperín Donghi Op .Cit. pág.30
30. Ibidem pág, 30
BIBLIOGRAFÍA
GENERAL
Carlos Floria –César G. Belzunce- “Historia de los
argentinos volumen 1”
Buenos Aires, Larrouse, 1992
Tulio Halperin Donghi ”Historia Argentina de la Revolución a la Confederación Rosista”
México, Paidos, 1998
Grl. Alberto Maffey “Crónica de las Grandes
Batallas del Ejército Argentino” Buenos Aires, Círculo Militar 2000
“Episodios Militares de Nuestra Historia.1806
Reconquista de Buenos Aires”. Buenos Aires, 2006.