La publicación de estos apuntes sobre Historia Argentina, no tienen otra pretensión que prestar ayuda, tanto a estudiantes como a profesores de la materia en cuestión.

Muchos de ellos, simplemente son los apuntes confeccionados por el suscripto, para servir como ayuda memoria en las respectivas clases de los distintos temas que expusiera durante mi práctica en el Profesorado. Me daría por muy satisfecho si sirvieran a otras personas para ese objetivo.

Al finalizar cada apunte, o en el transcurso del mismo texto se puede encontrar la bibliografía correspondiente a los diferentes aspectos mencionados.

Al margen de ello invitaremos a personas que compartan esta metodología, a sumarse con nuevos apuntes de Historia Argentina.




Profesor Roberto Antonio Lizarazu

roberto.lizarazu@hotmail.com



domingo, 3 de noviembre de 2013

Martín Fierro por Juan Carlos Castagnino

MARTIN FIERRO: ¿PERSONAJE O PERSONA?




Por: Roberto Antonio Lizarazu

En relación al reconocimiento de la verdadera existencia de una persona física, con el nombre y las características personales de Martín Fierro -como no podía  ser de otra manera-, las opiniones no son unánimes ni mucho menos, pero si existe entre los estudiosos más destacados de la obra de José Hernández, los genéricamente llamados “martinfierristas”, (1) varias coincidencias que arriman algunos detalles que podrían dar algunas ideas sobre este tema. En cada detalle que se menciona, todos ellos hacen uso del modo condicional.

Hemos consultado solamente  a cinco autores martinfierristas  y aclaro que por razones de organización del comentario, primero presentaremos las opiniones del segundo grupo de autores y luego lo haremos con el primer grupo. Entre el primero y el segundo, existe en la práctica una generación completa de literatos y ensayistas. Cronológicamente el primer grupo escribe sobre este particular entre 1920 y 1940; y el segundo entre 1940 y 1960.

Del originario grupo, el que escribe entre 1920 y 1940, consultamos las obras de  solamente dos de ellos:  Eleuterio F. Tiscornia y Santiago M. Lugones. Y del segundo  grupo, los que escriben entre 1940 y 1960,  a Leopoldo Marechal, Leopoldo Lugones y Ricardo Rojas. Detallando que en relación a este tema, que Leopoldo Marechal en su ensayo “Simbolismos del Martín Fierro”, Leopoldo Lugones (hijo de Santiago) en “El Payador” y Ricardo Rojas en su “Historia de la Literatura Argentina”, en los volúmenes dedicados a “Los Gauchescos”, todos ellos coinciden en mencionar que en dos circunstancias históricas de nuestro país, luego de la Batalla de Monte Caseros y previo a la leva encarada para conchabar paisanos con motivo de la Guerra de la triple Alianza, numerosos gauchos sin papeleta de conchabo, los que eran denominados como “vagos y malentretenidos”, se refugiaron pasando el Río Salado, entrando en un territorio de dominio indefinido por parte de las autoridades.

Este éxodo de irregulares, que efectivamente ocurrió,  corresponde puntualmente a Buenos Aires, pero igual circunstancia ocurrió en todos los centros poblados de nuestro incipiente país. Había que tomar distancia de las nuevas autoridades luego de Monte Caseros y antes de la Guerra contra el Paraguay, para salvarse de las trágicas consecuencias totalmente gratuitas  que acarrearon esos sucesos bélicos, en las personas socialmente más indefensas.

En alguno de esos dos éxodos masivos -arriesgan los autores mencionados- que podría haber un real Martín Fierro entre ellos. Es notable como desde 1980 varios ensayistas y cronistas marplatenses se sumaron  a esta posibilidad, que les arrimaría un tanto a favor a su aspecto turístico: Ser el lugar de residencia de nuestro héroe literario. La actual Mar del Plata está construida en el paraje que desde el siglo 17 se denominaba Lobería Grande, que es donde se debería haber refugiado nuestro investigado.

De este segundo  grupo de autores martinfierristas, otro de los aspectos de coincidencia es: Que a partir de 1926, con la aparición de Don Segundo Sombra de Ricardo Güiraldes, que está basada en una persona de carne y hueso, en Don Segundo Ramírez, se inicia una búsqueda por parte  de su equivalente en el caso de Martín Fierro, que ocupó por varios lustros a sus seguidores literarios en esa tarea: ¿Quién era Martín Fierro?


Pero fue Tiscornia, quien ya había publicado en dos tomos espaciados entre 1925 a 1930 su insuperable Martín Fierro, y al continuar   en esta búsqueda pretendiendo ampliar antecedentes, no solo encuentra precisiones de Martín Fierro, encuentra antecedentes de Cruz  y continuando en la misma línea,  llega hasta El Viejo Vizcacha, del cual nos ocuparemos en un comentario aparte. Los hallazgos de nuevas referencias sobre la persona Martín Fierro, son posteriores a la edición príncipe  de 1925 y 1930, y Tiscornia no reimprime jamás su obra, quedando los documentos primero en su poder y luego de su hijo Ricardo Tiscornia quien juntamente con Jorge M. Furt editan en 1952 la obra que mencionamos como referencia y donde se registran muchas de las novedades que los autores que publican entre 1940-1960 reclamaban su hallazgo. De este grupo fue bastamente difundida la controversia entre Tiscornia y Leopoldo Lugones, quien apoyado por Ezequiel Martínez Estrada (2) y luego por Jorge Luis Borges, fueron críticos manifiestos, del personaje, de la obra, del autor y de su comentarista.

Dejamos para el final la consideración de las opiniones del primer grupo, al cual el suscripto considera las de mayor sustancia histórica. Se puede leer en la página 655/656 de la obra de Tiscornia (fallecido en 1945) recién editada en 1952,  lo siguiente:

Estos tipos gauchescos, de relieve individual propio, ¿son invenciones puras del poeta o tuvieron existencia histórica?
Los datos y pormenores, que ahora por primera vez utilizo y expongo, inclinan a pensar que Hernández extrajo sus figuras de la realidad y conservó en ellas lo característico de los modelos vivos.
El protagonista, Martín Fierro, no es una invención, sino un gaucho auténtico de carne y hueso.
Desde agosto de 1865 hasta julio de 1869, el coronel Álvaro Barros tuvo a su cargo, en la frontera de Azul, la vigilancia y repulsión de los indios pampas. Al recibirse del mando el nuevo jefe encontró una guarnición de cuatrocientos guardias nacionales, desnudos, hambrientos, y sin armas para la defensa. Con ese puñado de paisanos curtidos y los treinta y dos hombres jóvenes que llevó, unos oficiales, otros voluntarios, Barros formó el 11 de línea (Á. Barros, Fronteras y Territorios federales de las Pampas del Sud, Buenos Aires, 1872, página 162).

En 1866 el juez de paz del Tuyú, don Enrique Sundbladt, remitió al comandante de la frontera un preso de nombre Martín Fierro. El coronel Barros acusó recibo de la comunicación y destinó el preso al susodicho cuerpo de línea. Tal es el documento policial que, hasta hace poco, se conservaba entre los papeles del juzgado de paz de Azul. (Lo publicó Rafael P. Velázquez, Noticias Históricas sobre el Partido del Tuyú, General Madariaga, 1923. páginas 25-26.)

Pues bien: este documento tuvo que dar origen necesariamente a otro de mayor importancia: el legajo militar, individual, donde constan los detalles personales de cada soldado y las circunstancias de su actuación. Como complemento de este legajo tienen que constar también las listas de revista de cada cuerpo.

Pero mis diligencias por exhumar de los archivos militares documentación tan preciosa para mi intento han sido infructuosas; en la II División del Ministerio de Guerra, que es donde corresponderían estar, no aparecen las listas de revista de 1866. Acaso anden extraviadas, pero no perdidas, y aparezcan el día menos pensado, como lo anhela la investigación. Entonces podremos apreciar hasta donde concuerdan los datos autobiográficos del Martín Fierro de la poesía con los del gaucho del Tuyú, al tiempo de ser remitido a la frontera, y podremos conocer también el hecho posterior de la deserción, importante por los resultados, cuya frecuencia y causa analiza agudamente el coronel Barros al referir la vida de privaciones y rigores del soldado en fronteras.

Entretanto, no quiero dejar pasar la ocasión de hacer público el linaje de los Fierro en la familia de la oscura soldadesca, que aparece en los legajos individuales y se mantiene hasta diez años después de la conquista del desierto. Allí vemos, en efecto, que Antonio Fierro, Arturo Fierro, Constancio Fierro, Jorge Fierro, Máximo Fierro, procedentes de distinto hogar y de regiones diferentes del país, son soldados de última fila en los cuerpos militares. Todavía en 1889, se nos aparece con jinetas de sargento segundo, un Martín Fierro, cordobés, nacido en 1860, que, por no saber firmar, acepta y signa con una cruz su contrato de enganchado. El nombre del protagonista ha pasado, hasta ahora, por una invención genial del poeta, que no habría tomado en cuenta el apellido español Fierro –existe también del Hierro- sino las cualidades de dureza y tenacidad del metal, aplicables al carácter del gaucho. Atribuíase, así, al propio Hernández la ocurrencia de haber apellidado a su héroe con el nombre del gaucho Martín Güemes y haberlo apellidado Fierro por esas cualidades del espíritu gauchesco.

Al margen de estas consideraciones, resulta absurda la versión que da don Emilio Alonso Criado del nombre del protagonista: nombre que más que inventado fue adaptado. Efectivamente, Martín Colman, estanciero de la provincia de Buenos Aires e íntimo amigo de Hernández, llamaba a éste Pepe Lata, retribuyendo éste el apodo llamando a Colman Martín Fierro.

Mientras llega la hora de comprobar plenamente la actuación fronteriza del Martín Fierro del Tuyú, deseo señalar a los admiradores y estudiosos del poema un pasaje de ambiente, concordante con la existencia real de aquél gaucho. Toda la geografía del poema es un complejo de denominaciones genéricas; la vaguedad poética del terreno y sus relieves comprende, sin duda una realidad efectiva, pero el poeta prefiere que la imaginación del lector esté constantemente aguijoneada por la curiosidad. Hay un solo lugar seguro que nos descubre la actividad juvenil del protagonista. Fierro, como buen gaucho, era carrerista impenitente, y cuando forzado marcha a la frontera, él mismo nos confiesa esa afición y el centro de sus lances y fortunas, resumiéndolo todo en la exaltación de su parejero moro: Con él gané en Ayacucho / Más plata que agua bendita (1, 363-4).

Pues bien; hasta 1866 Ayacucho sin jurisdicción propia, perteneció al partido del Tuyú. Al año siguiente, el gobernador don Adolfo Alsina decretó la separación  y fundó, a orillas del arroyo Tandileofú, el pueblo de Ayacucho, cabeza del nuevo partido. Ayacucho marca en el poema el punto inicial del itinerario del héroe, y yo creo que esa especificación excepcional de región no es caprichosa sino intencionada en la mente de Hernández, con vistas al origen histórico de Martín Fierro.

De su inseparable amigo Cruz, que el poeta hace entra en escena como sargento de una partida de policías, sólo sé decir que el modelo real, en cuanto a la designación, estaba también en el servicio de fronteras: un legajo militar de 1867, existente en los archivos ministeriales, figura un sargento Cruz. De uno y otro, Fierro y Cruz, cuya historia personal hace sospechar en hechos singulares, dignos de la creación artística, tendría Hernández referencias verbales de su amigo Álvaro Barros. No existen , por desgracia, apuntes del poeta que lo confirmen, y la conjetura sólo puede fundarse en la estrecha relación de los amigos y en la concordancia de sus críticas acerbas a la política gubernamental por el empleo y tratamiento de los gauchos en los fortines. E.F.T.





(1) No se debe confundir a los  martinfierristas  con el Grupo Florida, al cual también se lo denominaba Grupo Martín Fierro, porque editaban la revista Martín Fierro (1920-1930).  Este Grupo Florida o Grupo Martín Fierro era una agrupación literaria que competía con el Grupo Boedo. Hubo martinfierristas  en ambas agrupaciones literarias.

(2) Muerte y Transfiguración de Martín Fierro, Ezequiel Martínez Estrada, Fondo de Cultura Económica,   México, 1948 páginas 219/228.


Bibliografía General:           

Martín Fierro, José Hernández. Colección de Textos y Estudios Literarios. Comentado y Anotado por Eleuterio F. Tiscornia, Editorial Coni, Buenos Aires, 1952.

Martín Fierro, Comentado por Santiago M. Lugones, Ediciones Centurión, Colección Ulises, Buenos Aires, 1948.

El Payador, Leopoldo Lugones, Ediciones Centurión, Segunda Edición, Con dibujos de Alberto Güiraldes. Buenos Aires, 1944.

Simbolismo del Martín Fierro, Leopoldo Marechal, Este trabajo  algunos autores denominan ensayo y otros conferencia, porque fue pronunciada personalmente por el autor en agosto de 1955, en la Academia Argentina de Letras. El texto íntegro  figura en sus Obras Completas, en el Tomo V, Editorial Perfil, Buenos Aires, 1998.





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