Martín Fierro por Juan Carlos Castagnino |
MARTIN FIERRO: ¿PERSONAJE O
PERSONA?
Por: Roberto Antonio
Lizarazu
En
relación al reconocimiento de la verdadera existencia de una persona física,
con el nombre y las características personales de Martín Fierro -como no podía ser de otra manera-, las opiniones no son unánimes
ni mucho menos, pero si existe entre los estudiosos más destacados de la obra
de José Hernández, los genéricamente llamados “martinfierristas”, (1) varias coincidencias que arriman algunos
detalles que podrían dar algunas ideas sobre este tema. En cada detalle que se
menciona, todos ellos hacen uso del modo condicional.
Hemos
consultado solamente a cinco autores martinfierristas y aclaro que por razones de organización del
comentario, primero presentaremos las opiniones del segundo grupo de autores y luego lo haremos con el primer grupo.
Entre el primero y el segundo, existe en la práctica una generación completa de
literatos y ensayistas. Cronológicamente el primer grupo escribe sobre este
particular entre 1920 y 1940; y el segundo entre 1940 y 1960.
Del
originario grupo, el que
escribe entre 1920 y 1940, consultamos las obras de solamente dos de ellos: Eleuterio F. Tiscornia y Santiago M. Lugones.
Y del segundo grupo, los que escriben
entre 1940 y 1960, a Leopoldo Marechal,
Leopoldo Lugones y Ricardo Rojas. Detallando que en relación a este tema, que
Leopoldo Marechal en su ensayo “Simbolismos
del Martín Fierro”, Leopoldo Lugones (hijo de Santiago) en “El Payador” y Ricardo Rojas en su “Historia de la Literatura Argentina ”,
en los volúmenes dedicados a “Los
Gauchescos”, todos ellos coinciden en mencionar que en dos circunstancias
históricas de nuestro país, luego de la Batalla de Monte Caseros y previo a la leva
encarada para conchabar paisanos con motivo de la Guerra de la triple
Alianza, numerosos gauchos sin papeleta de conchabo, los que eran denominados
como “vagos y malentretenidos”, se
refugiaron pasando el Río Salado, entrando en un territorio de dominio
indefinido por parte de las autoridades.
Este
éxodo de irregulares, que efectivamente ocurrió, corresponde puntualmente a Buenos Aires, pero
igual circunstancia ocurrió en todos los centros poblados de nuestro incipiente
país. Había que tomar distancia de las nuevas autoridades luego de Monte
Caseros y antes de la Guerra
contra el Paraguay, para salvarse de las trágicas consecuencias totalmente
gratuitas que acarrearon esos sucesos
bélicos, en las personas socialmente más indefensas.
En
alguno de esos dos éxodos masivos -arriesgan los autores mencionados- que podría
haber un real Martín Fierro entre
ellos. Es notable como desde 1980 varios ensayistas y cronistas marplatenses se
sumaron a esta posibilidad, que les
arrimaría un tanto a favor a su aspecto turístico: Ser el lugar de residencia
de nuestro héroe literario. La actual Mar del Plata está construida en el
paraje que desde el siglo 17 se denominaba Lobería
Grande, que es donde se debería haber refugiado nuestro investigado.
De
este segundo grupo de autores martinfierristas, otro de los aspectos
de coincidencia es: Que a partir de 1926, con la aparición de Don Segundo Sombra de Ricardo Güiraldes, que está basada en una persona de
carne y hueso, en Don Segundo Ramírez, se inicia una búsqueda por
parte de su equivalente en el caso de Martín Fierro, que ocupó por varios
lustros a sus seguidores literarios en esa tarea: ¿Quién era Martín Fierro?
Pero
fue Tiscornia, quien ya había publicado en dos tomos espaciados entre 1925 a 1930 su insuperable Martín Fierro, y al continuar en
esta búsqueda pretendiendo ampliar antecedentes, no solo encuentra precisiones de Martín Fierro, encuentra antecedentes de
Cruz y continuando en la misma línea, llega hasta El Viejo Vizcacha, del cual nos ocuparemos en un comentario aparte.
Los hallazgos de nuevas referencias sobre la persona Martín Fierro, son posteriores a la edición príncipe de 1925 y
1930, y Tiscornia no reimprime jamás su obra, quedando los documentos primero
en su poder y luego de su hijo Ricardo Tiscornia quien juntamente con Jorge M.
Furt editan en 1952 la obra que mencionamos como referencia y donde se
registran muchas de las novedades que los autores que publican entre 1940-1960
reclamaban su hallazgo. De este grupo fue bastamente difundida la controversia
entre Tiscornia y Leopoldo Lugones, quien apoyado por Ezequiel Martínez Estrada
(2) y luego por Jorge Luis Borges, fueron críticos manifiestos, del personaje,
de la obra, del autor y de su comentarista.
Dejamos
para el final la consideración de las opiniones del primer grupo, al cual el
suscripto considera las de mayor sustancia histórica. Se puede leer en la
página 655/656 de la obra de Tiscornia (fallecido en 1945) recién editada en
1952, lo siguiente:
Estos tipos gauchescos, de relieve individual
propio, ¿son invenciones puras del poeta o tuvieron existencia histórica?
Los datos y pormenores, que ahora por primera
vez utilizo y expongo, inclinan a pensar que Hernández extrajo sus figuras de
la realidad y conservó en ellas lo característico de los modelos vivos.
El protagonista, Martín Fierro, no es una
invención, sino un gaucho auténtico de carne y hueso.
Desde agosto de 1865 hasta julio de 1869, el
coronel Álvaro Barros tuvo a su cargo, en la frontera de Azul, la vigilancia y
repulsión de los indios pampas. Al recibirse del mando el nuevo jefe encontró
una guarnición de cuatrocientos guardias nacionales, desnudos, hambrientos, y
sin armas para la defensa. Con ese puñado de paisanos curtidos y los treinta y
dos hombres jóvenes que llevó, unos oficiales, otros voluntarios, Barros formó
el 11 de línea (Á. Barros, Fronteras y Territorios federales de las Pampas del
Sud, Buenos Aires, 1872, página 162).
En 1866 el juez de paz del Tuyú, don Enrique
Sundbladt, remitió al comandante de la frontera un preso de nombre Martín
Fierro. El coronel Barros acusó recibo de la comunicación y destinó el preso al
susodicho cuerpo de línea. Tal es el documento policial que, hasta hace poco,
se conservaba entre los papeles del juzgado de paz de Azul. (Lo publicó Rafael
P. Velázquez, Noticias Históricas sobre el Partido del Tuyú, General Madariaga,
1923. páginas 25-26.)
Pues bien: este documento tuvo que dar origen
necesariamente a otro de mayor importancia: el legajo militar, individual,
donde constan los detalles personales de cada soldado y las circunstancias de
su actuación. Como complemento de este legajo tienen que constar también las
listas de revista de cada cuerpo.
Pero mis diligencias por exhumar de los
archivos militares documentación tan preciosa para mi intento han sido
infructuosas; en la II División
del Ministerio de Guerra, que es donde corresponderían estar, no aparecen las
listas de revista de 1866. Acaso anden extraviadas, pero no perdidas, y
aparezcan el día menos pensado, como lo anhela la investigación. Entonces
podremos apreciar hasta donde concuerdan los datos autobiográficos del Martín
Fierro de la poesía con los del gaucho del Tuyú, al tiempo de ser remitido a la
frontera, y podremos conocer también el hecho posterior de la deserción,
importante por los resultados, cuya frecuencia y causa analiza agudamente el
coronel Barros al referir la vida de privaciones y rigores del soldado en
fronteras.
Entretanto, no quiero dejar pasar la ocasión
de hacer público el linaje de los Fierro en la familia de la oscura soldadesca,
que aparece en los legajos individuales y se mantiene hasta diez años después
de la conquista del desierto. Allí vemos, en efecto, que Antonio Fierro, Arturo
Fierro, Constancio Fierro, Jorge Fierro, Máximo Fierro, procedentes de distinto
hogar y de regiones diferentes del país, son soldados de última fila en los
cuerpos militares. Todavía en 1889, se nos aparece con jinetas de sargento
segundo, un Martín Fierro, cordobés, nacido en 1860, que, por no saber firmar,
acepta y signa con una cruz su contrato de enganchado. El nombre del
protagonista ha pasado, hasta ahora, por una invención genial del poeta, que no
habría tomado en cuenta el apellido español Fierro –existe también del Hierro-
sino las cualidades de dureza y tenacidad del metal, aplicables al carácter del
gaucho. Atribuíase, así, al propio Hernández la ocurrencia de haber apellidado
a su héroe con el nombre del gaucho Martín Güemes y haberlo apellidado Fierro
por esas cualidades del espíritu gauchesco.
Al margen de estas consideraciones, resulta
absurda la versión que da don Emilio Alonso Criado del nombre del protagonista:
nombre que más que inventado fue adaptado. Efectivamente, Martín Colman,
estanciero de la provincia de Buenos Aires e íntimo amigo de Hernández, llamaba
a éste Pepe Lata, retribuyendo éste el apodo llamando a Colman Martín Fierro.
Mientras llega la hora de comprobar
plenamente la actuación fronteriza del Martín Fierro del Tuyú, deseo señalar a
los admiradores y estudiosos del poema un pasaje de ambiente, concordante con
la existencia real de aquél gaucho. Toda la geografía del poema es un complejo
de denominaciones genéricas; la vaguedad poética del terreno y sus relieves
comprende, sin duda una realidad efectiva, pero el poeta prefiere que la
imaginación del lector esté constantemente aguijoneada por la curiosidad. Hay un
solo lugar seguro que nos descubre la actividad juvenil del protagonista.
Fierro, como buen gaucho, era carrerista impenitente, y cuando forzado marcha a
la frontera, él mismo nos confiesa esa afición y el centro de sus lances y
fortunas, resumiéndolo todo en la exaltación de su parejero moro: Con él gané
en Ayacucho / Más plata que agua bendita (1, 363-4).
Pues bien; hasta 1866 Ayacucho sin
jurisdicción propia, perteneció al partido del Tuyú. Al año siguiente, el
gobernador don Adolfo Alsina decretó la separación y fundó, a orillas del arroyo Tandileofú, el
pueblo de Ayacucho, cabeza del nuevo partido. Ayacucho marca en el poema el
punto inicial del itinerario del héroe, y yo creo que esa especificación
excepcional de región no es caprichosa sino intencionada en la mente de
Hernández, con vistas al origen histórico de Martín Fierro.
De su inseparable amigo Cruz, que el poeta
hace entra en escena como sargento de una partida de policías, sólo sé decir
que el modelo real, en cuanto a la designación, estaba también en el servicio
de fronteras: un legajo militar de 1867, existente en los archivos
ministeriales, figura un sargento Cruz. De uno y otro, Fierro y Cruz, cuya
historia personal hace sospechar en hechos singulares, dignos de la creación
artística, tendría Hernández referencias verbales de su amigo Álvaro Barros. No
existen , por desgracia, apuntes del poeta que lo confirmen, y la conjetura
sólo puede fundarse en la estrecha relación de los amigos y en la concordancia
de sus críticas acerbas a la política gubernamental por el empleo y tratamiento
de los gauchos en los fortines. E.F.T.
(1)
No se debe confundir a los martinfierristas con el Grupo
Florida, al cual también se lo denominaba Grupo Martín Fierro, porque editaban la revista Martín Fierro (1920-1930). Este Grupo
Florida o Grupo Martín Fierro era
una agrupación literaria que competía con el Grupo Boedo. Hubo martinfierristas
en ambas agrupaciones literarias.
(2) Muerte
y Transfiguración de Martín Fierro, Ezequiel Martínez Estrada, Fondo de
Cultura Económica, México, 1948 páginas
219/228.
Bibliografía
General:
Martín Fierro,
José Hernández. Colección de Textos y Estudios Literarios. Comentado y Anotado
por Eleuterio F. Tiscornia, Editorial Coni, Buenos Aires, 1952.
Martín Fierro, Comentado por Santiago M. Lugones, Ediciones
Centurión, Colección Ulises, Buenos Aires, 1948.
El Payador, Leopoldo Lugones, Ediciones
Centurión, Segunda Edición, Con dibujos de Alberto Güiraldes. Buenos Aires,
1944.
Simbolismo del Martín Fierro,
Leopoldo Marechal, Este trabajo algunos
autores denominan ensayo y otros conferencia, porque fue pronunciada
personalmente por el autor en agosto de 1955, en la Academia Argentina
de Letras. El texto íntegro figura en
sus Obras Completas, en el Tomo V, Editorial Perfil, Buenos Aires, 1998.
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