DE
DÁDIVAS Y COIMAS
Por: Roberto Antonio Lizarazu
Una
de las prácticas más deleznables de nuestra política actual son las
dádivas y repartijas de diferentes elementos que se realizan, oportunamente
antes de las elecciones, con el objeto de ganar voluntades y votos, pero
veremos que vienen de lejos estas agachadas que se efectúan con fondos del
erario público.
El
presente comentario no es simpático. Ni política ni históricamente adecuado,
pero deberíamos reconocer que si bien, los argentinos no somos los creadores de
la viveza criolla, somos eximios cultores de sus mediocres
prácticas. Existen numerosas variantes
de esta viveza que determina la aparición de
toda una fauna de vivillos y ventajeros de diversas categorías y
responsabilidades. La recurrencia en optar por el atajo, en lugar de observar
el camino que nos determina la ley parece un reto irresistible. Numerosísimos
casos, demasiados casos merecen ser
mencionados. Pero hoy solamente veremos dos de ellos: Uno el que involucra a Juan
Galo de Lavalle
y el segundo a Justo José de Urquiza, como dadores; y a numerosos e
importantes personajes de nuestra historia como receptores. Un unitario y un
federal coinciden en la misma práctica ilegal e inmoral.
El
19 de agosto de 1829 Lavalle, en ese momento gobernador de la provincia de
Buenos Aires al haber desalojado y fusilado a Manuel Dorrego el 1 de
diciembre de 1829, por medio de un decreto resuelve entregarles a los
siguientes jefes de su ejército: Suárez , Olavarría, Vega, Martínez,
Vilela, Medina, Quesada, Díaz, Thompson y Acha dádivas de 25.000 pesos a cada
uno “…por la parte que han tenido en las
disensiones civiles y teniendo en vista la necesidad de ponerlos a
cubierto
de los sucesos venideros”. No hay que ser muy avispado para
reparar que “los sucesos venideros” que Lavalle prevé venir son
simplemente uno solo: Juan Manuel de Rosas.
Lavalle
no tiene mejor idea, antes de abandonar el gobierno de Buenos Aires que
repartir entre diez de sus oficiales de mayor confianza la suma de
250.000,- pesos fuertes. Se debe hacer notar que algunos de los beneficiados
que se mencionan en el decreto firmado por Lavalle, con el tiempo, llegaron al
grado de Coronel y varios al de General.
El
segundo caso. Luego de la
Batalla de Monte Caseros, Justo José de Urquiza, igualmente
emplea los dineros públicos, correspondiente a la Tesorería de la provincia de Buenos Aires, dejados por el exiliado Rosas, con similar
objetivo: Ganar voluntades para su causa. Llama la atención que ambos
episodios sean sistemáticamente silenciados y no se registren en los planes
educativos de la materia historia, en ningún nivel. Es como si pretendiéramos
sostener que ellos no ocurrieron nunca.
La aclaración del segundo caso, se debe a investigaciones realizadas en la década de 1950 por el doctor José Luís Busaniche y publicada en su Historia Argentina, Buenos Aires, Editorial Solar/Hachette, 1965. págs. 637-638. Veinte años después, el doctor José María Rosa encuentra en el Archivo Histórico de
Algunas
de las órdenes de pago aun existentes y que se encuentran legibles, dicen
así: ¡Viva la Confederación Argentina !
El Gobernador y Capitán General de la Provincia de Entre Ríos, General en Jefe del
Ejército aliado. Cuartel Gral. en Palermo de Sn. (sic) Benito, Febrero 25/852. Cada uno de los beneficiados
recibía la orden de pago de manera individual en esa especie de formulario
donde solamente se llenaba el nombre, la cantidad a cobrar y la firma del
General en Jefe del Ejército Aliado.
Gracias
a ambos historiadores hoy sabemos quienes recibieron dinero de parte de
Urquiza y cuánto se le entregó a cada uno. Nos falta saber, por que
motivo, con que justificativo, fueron libradas las sumas ya que no todas pueden
ser tomadas por dádivas personales, como es el caso de las que hizo Lavalle.
Tte.
Cnel. Hilario
Ascasubi
$10.000,-
Coronel
Federico G.
Báez
$40.000,-
Tte.
Cnel. Eugenio
Bustos
$25.000,-
Coronel
Ramón Bustos
$12.000,-
Coronel
Indalecio
Chenaut
$40.000,-
General
César
Díaz
$565.540,-
Tte.
Cnel. Laureano Díaz
$25.000,-
Coronel
Mariano Echenagucía
$40.000,-
Ministro
Coronel Manuel de
Escalada
$100.000,-
Tte.
Cnel. Mariano Espinosa
$4.000,-
Coronel
José María
Flores
$100.000,-
Coronel
Eustaquio
Frías
$40.000,-
General
José M.
Galán
$250.000,-
General
Miguel
Galán
$70.000,-
Coronel
Cruz
Gorordo
$40.000,-
Coronel
Nicolás
Granada
$20.000,-
General
Tomás Guido
$100.000,-
Bernardo
de
Irigoyen
$2.000,-
Coronel
Hilario
Lagos
$8.000,-
General
Gregorio Aráoz de Lamadrid
$50.000,-
Coronel
Baldomero
Lamela
$10.000,-
Juan
Lavaysse
$6.000,-
Coronel
Juan Pablo
López
$30.000,-
Gobernador
Vicente López
$200.000,-
Coronel
Bartolomé
Mitre
$22.000,-
Coronel
Santiago
Oroño
$165.700,-
Doctor
Pedro Ortiz
Vélez
$12.000,-
Coronel
Wenceslao
Paunero
$12.000,-
Coronel
José M.
Pirán
$40.000,-
Coronel
Martín Tejerina
$40.000,-
Alférez
Mariano
Varela
$1.500,-
Gobernador
de Corrientes Benjamín
Virasoro
$222.240,-
General
Benjamín Virasoro
(personal)
$36.920,-
Otra
fuerza correntina (sin especificar
detalle) $36.920,-
Todos
estos importes suman 2.380.820,- pesos fuertes de la época. Para tener una idea
de su valor se podría comparar con el costo de una vivienda de 200 metros cuadrados
en Buenos Aires, edificada en un terreno de 600/700 m2. El costo era de 4 a 5 mil pesos fuertes. País
generoso como pocos el nuestro. Las formas de las dádivas se modifican de
acuerdo a las circunstancias, se aggiornan, pero el modelo es el mismo y goza
de muy buena salud y plena vigencia.
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