Cetedral de Corrientes |
INVASIÓN A CORRIENTES EN 1811
Por: Roberto Antonio Lizarazu
Por esos días en Asunción gobernaba Bernardo de Velasco con el cargo de Gobernador Intendente de la Provincia del Paraguay. A principios de abril de 1811 se supo en Asunción el arribo del Virrey Francisco Javier de Elio a Montevideo, con el agregado de que había despachado cinco oficiales y enviado fusiles y municiones en un bergantín y dos faluchos para reforzar la posición militar paraguaya. De acuerdo con el plan que se había trazado, el Gobernador Velasco despachó a Montevideo a uno de sus lugartenientes de apellido Genovés, y encomendó al catalán Jaime Ferrer un ataque y la ocupación de Corrientes, pretendiendo llevar a cabo la antigua y entrañable aspiración paraguaya de poseer Corrientes.
Ferrer se presentó ante el puerto de Corrientes el 7 de abril y pidió a su teniente de gobernador, Elías Galván, la entrega de los buques surtos en el mismo, ordenándole que lanzara un bando dando a los europeos y a sus familias una hora de término para embarcar en dichas naves. Reforzada la posición de Ferrer con los navíos enviados por de Elio, el 9 de abril dirigió un ultimátum a Elías Galván, exigiéndole reconocer la soberanía de Fernando VII y a de Elio como Virrey del Río de la Plata. El pliego fue abierto por el Cabildo pues Galván se había retirado al interior de la provincia para evitar ser aprehendido y en procura de hombres para organizar la resistencia. Como veremos luego la resistencia aparece por varios lugares y dirigida por varios patriotas pro Corrientes.
Los cabildantes (regidores) correntinos, que algunos sí se habían quedado, resolvieron rápidamente el conflicto de poderes con una decisión política acorde a su posición. “Someterse al Gobierno del Paraguay, a nombre de Nuestro Amado Soberano y Sor. Don Fernando Séptimo y reconocer la regencia de España en Indias y al Sr. Don Francisco Javier de Elio en estos dominios; quedando por este medio en amigable comunicación y alianza con aquella provincia”. Por supuesto la provincia que quedábamos en amigable comunicación y alianza era Paraguay, pasábamos a depender de ella.
Como contrasentido se puede hacer notar que lo que había aprobado el Cabildo de Corrientes es exactamente lo contrario que lo que había decidido el Cabildo de Buenos aires. No aprobar el nombramiento ni la autoridad como Virrey a de Elio.
El desembarco y ocupación fue concretada con el apoyo de los europeos residentes, dirigidos por el regidor Félix de los Llanos, los cuales se posesionaron de la ciudad, poniendo el gobierno en manos de un triunvirato de residentes españoles; formado por el ya mencionado Félix de los Llanos, Juan Asencio Virasoro y Raimundo Molinas.
Pero entre la oficialidad paraguaya apostada en la ciudad de Corrientes, existía un importante grupo de ellos que pertenecían a los autodenominados “Los colonialistas”. El capitán Blas José Rojas que era uno de los cabecillas del grupo se puso en contacto con el alcalde de primer voto Ángel Fernando Blanco que también por su parte había tomado la dirección de un movimiento de resistencia y había dispuesto que José Ignacio Añasco organizara algunas fuerzas en el interior de la provincia con el objeto de rechazar la ocupación.
Luego de algunas demostraciones de fuerzas más que combates reales, el grupo compuesto por los partidarios de Fernández Blanco, Rojas, “Los colonialistas”, y el ya regresado Galván, se integra una denominada “Junta de Asunción” presidida por Rojas, que ordena que el resto de las tropas paraguayas abandonen Corrientes, cosa que se concreta el 30 de mayo de 1811.
El capitán Rojas hace saber al Cabildo y al comandante de armas de la ciudad que “…en lo sucesivo debían observar el mismo régimen y gobierno que tenían anteriormente, subordinando a la propia Exma. Junta de Buenos Aires, como dependiente de aquella ciudad…”. El Capitán Blas Rojas abandonó Corrientes el 6 de junio, quedando nuestra provincia nuevamente bajo la comandancia de Elías Galván.
Los miembros del triunvirato, de los Llanos, Virasoro y Molinas, junto con sus ayudantes y seguidores, todos ellos cabildantes, Manuel Vedoya, Antonio Cueto, Francisco Alvarez Valdés y Luis Niebla, fueron deportados a Córdoba y a Santa Fe. En su reemplazo junto con Ángel Fernández Blanco, Juan José Rolón, Gustavo Ventura López, Juan Ventura López y Juan Francisco Díaz Colodrero, en su carácter de vecinos de Corrientes fueron nombrados por Galván como cabildantes.
Además de la renovación de los integrantes del Cabildo, una de las primeras medidas tomadas y llevada a cabo por Galván dado el estado de indefensión en que se hallaba la ciudad, fue la creación el 16 de diciembre de 1811 del regimiento denominado Caballería Patriótica con la finalidad de la custodia de la planta urbana.
La necesidad de defender Corrientes de pretendientes amigos y de pretendientes enemigos, cosa que Galván repara inmediatamente, se explica por el peligro que significaban los barcos salidos de Montevideo, que se encontraba en poder del Virrey de Elio, que recorrían el litoral del Paraná. Una de esas expediciones integrada por veintiocho navíos al mando del comandante Manuel de Clemente, llegó el 10 de julio ante Corrientes a la que bombardeó repetidas veces en respuesta a la oposición que encontró al desembarco de tropas enemigas. Hasta el 2 de agosto se mantuvo a la vista de Corrientes bloqueando su puerto, retirándose luego hasta Goya, donde se le agregó a la flotilla comandada por José Aldana que ya se encontraba en el lugar; y exigieron auxilios forzosos ahora a los goyanos que se convirtieron en nuevas e indefensas víctimas, con el argumento de que debían seguir camino de regreso hacia Montevideo.
Recién ahí Galván por un bando del 7 de agosto, felicita a todo el pueblo correntino por la conducta que había observado y da por restablecida la paz. Además invita a todos los que se habían internado en el territorio de la provincia escapando de los conflictos a regresar a sus lugares habituales.
Fuente Documental: Academia Nacional de la Historia. Historia de la Nación Argentina. Vol. IV, Historia de las Provincias, Corrientes (1810-1862) por Ángel Acuña. Pag. 249 a 312.
No hay comentarios:
Publicar un comentario