Carlos María de Alvear |
LA RESTAURACIÓN, EFECTOS EN EL RÍO DE LA PLATA
Por: Roberto Antonio Lizarazu
“Vuelve, todo vuelve”. Fernando Axel.
Fernando VII vuelve a ocupar el trono de España, y en el río de la Plata corre un sorpresivo ventarrón de: ¿Y yo donde me pongo ahora? La oligarquía dominante en Buenos Aires (alguna vez hay que empezar a usar las palabras correctas) en el cimbronazo perdió totalmente el rumbo y si alguna vez había realmente creído en la emancipación y en la independencia, con este regreso, inmediatamente giró de orientación y pensó en un acuerdo con España, garantizado por Gran Bretaña que les asegurara la vida y sobre todo la hacienda de sus integrantes.
Recordemos que en el Río de la Plata los gobiernos que se vieron afectados por todo este proceso de “Restauración” fueron a partir de los distintos Triunviratos.
El Primer Triunvirato tuvo dos composiciones. La primera parte del Primer Triunvirato: Feliciano Antonio Chiclana, Manuel de Sarratea y Juan Losé Passo, desde el 23.09.1811 hasta el 23.03.1812. Y la segunda parte del Primer Triunvirato estaba compuesto por: Federico Antonio Chiclana, Manuel de Sarratea y Juan Martín de Pueyrredón, desde el 23.03.1812 hasta el 08.10.1812.
El Segundo Triunvirato también tiene dos períodos, con dos composiciones diferentes. El primero de ellos integrado por Juan José Passo, Nicolás Rodríguez Peña y Antonio Álvarez Jonte, desde el 08.10.1812 hasta el 19.08.1813. El segundo de ellos con Juan José Passo, Nicolás Rodríguez Peña y Gervasio Antonio de Posadas desde el 19.08.1813 al 31.O1.1814.
En honor a la verdad también existió un Tercer Triunvirato que asumió el gobierno cuando ya el Directorio estaba en ejercicio, pero que duró un suspiro.
El Tercer Triunvirato se componía por José de San Martín, Matías de Irigoyen y Manuel de Sarratea, desde el 18 al 20 de abril de 1815. Pobre nuestro Libertador, metido a político era como un elefante en un bazar. Duró dos días.
Es preciso aclarar que en realidad, el término “Restauración”, tiene en la Historia un alcance de mayor amplitud del que aparece en este comentario y efectivamente cubre otros hechos y circunstancias que los expuestos aquí, en un período mucho mayor.
Volvamos a los triunviros, en rápida reacción, Sarratea viaja a Gran Bretaña a solicitar consejo y apoyo y escribía desde Londres dando cuenta de su entrevista con Lord Liverpool, quien le había prometido a Sarratea (que más que promesas le podían dar los ingleses) “tratar los objetivos de su comisión con el embajador español, conde de Fernán Núñez; pero nada pudo trascender y hacerse, pues a poco se producía el derrumbe de Napoleón y Fernando VII volvía al trono de sus mayores, cambiando bruscamente la situación internacional.” (1)
Por otra parte existe una carta del 9 de mayo de 1813 del Ministro de los Estados Unidos en Brasil, Thomas Sumter Jr. Dirigida al presidente James Monroe que en su opinión, “la resistencia de Montevideo (Primer sitio de Montevideo) o la falta de posesión de dicha plaza había desalentado siempre el ardor del partido favorable a la independencia.”
Y en un memorial que con fecha 30 de junio de 1813, el presidente Monroe informó lo siguiente: “A los Ministros Americanos en los puestos Europeos”. Algunos autores consideran que el autor de este documento fue Thomas Sumter que residiendo en Río de Janeiro conocía el tema de primera mano. “Buenos Aires, que a veces se había mostrado fogoso, pero siempre débil y precipitado en sus proyectos, habiendo sido en realidad sus jefes obligados siempre a esperar por la Gran Bretaña que llegue la hora en que la suerte de la Península decida su política con respecto a la América española. No he dudado durante más de los dos últimos años que los jefes secretos y eficaces no hubiesen resuelto dar algún paso irrevocable sobre la verdadera independencia, a menos que las circunstancias de España o la protección de Inglaterra se lo asegurase”.
¿Quiénes serían esos “jefes secretos y eficaces” que respondían a Monroe y a los Estados Unidos y deberían dar el paso de la verdadera independencia de nuestra patria?
El Ministro Sumter admitía: “que el partido de la independencia tenía fuerza suficiente para realizar sus propósitos, imponiéndose a los demás; los cuales no habían procurado entenderse entre sí por la esperanza de que muy pronto podría llegar una fuerza superior para calmar y someter a los resueltos por la independencia, con menos daño que mediante una guerra interna entre los dos partidos.”
Sumter continuaba informando que: “… siendo ambos partidos iguales en número y estando los independientes en posesión del ejército, de las armas, etc., pueden llegar, quizás hasta a ocupar Montevideo antes de que lleguen auxilios, pero si poseyeran esa ciudad no podrían sostenerse largo tiempo en ella contra una fuerza que pudiera bloquear el lugar por tierra y por agua. La falta de armas, de rentas, etc. lo llevaría pronto a entregarla, siendo lo más que ahora puede esperarse que reciban pronto protección de Inglaterra, se reconcilien con España y huyan a las provincias altas y aseguren las minas de Potosí, haciendo en esas montañas una fastidiosa guerra defensiva.”
El doctor Carlos Ibarguren en la obra mencionada en Fuente documental, en relación a las opiniones del Ministro Sumter, que son las del gobierno de los Estados Unidos, hace una interpretación que considero merece ser transcripta completa dada su relevancia.
“Sumter denunció en este escrito una división en la opinión pública de las Provincias Unidas del Río de la Plata , expresada por dos grupos o partidos similares en número, uno de los cuales consideraba que no quedaba otro camino que una declaración de independencia que permitiera organizar una nueva nación, y otro opuesto a medida tan extrema, grupo éste que se encontraba dividido a su vez, por quienes esperaban la suerte que la guerra deparara a la Metrópoli para, de acuerdo con la Gran Bretaña , decidir su política respecto del país, y otros que confiaban que España sometiera a los partidarios de la independencia mediante el envío de alguna gran expedición militar, posibilidad que Sumter no desdeñaba.
En aquellos momentos el grupo que había tomado sobre sí el gobierno de Buenos Aires no consideraba solución alguna que no contara con el beneplácito británico. La mayoría de sus miembros alentaba muy pocas esperanzas de llegar a un acuerdo con España sin la mediación y la garantía de la Gran Bretaña , que asegurara a todos y cada uno de ellos que no serían objeto de ofensas en sus vidas y en sus bienes por un sentimiento de venganza de parte de España, según la intervención que les había cabido en los sucesos ocurridos desde 1810. EL PROBLEMA PERSONAL DICTABA LA SOLUCION NACIONAL.
El hecho de que el partido de la independencia contara con el apoyo del ejército, en cuyo seno era donde prácticamente había tomado forma y consistencia, se explica perfectamente. Era el ejército el que luchaba contra el enemigo español y se encontraba en plena Guerra de
Siempre admiré a las personas inteligentes, y que bien que lo explica el doctor Ibarguren. Del pueblo llano salían los que componían el ejército que luchaba por la Independencia de la Patria. La campaña al Paraguay ya había ocurrido, la campaña al Alto Perú otro tanto, la victoria de Suipacha, la derrota de Huaqui, el combate de San Nicolás, la Batalla de Tacuary, la expedición a la Banda Oriental , el combate de Las Piedras, el sitio de Montevideo, la Batalla de Tucumán, la de Salta, el Combate del Cerrito, el combate de San Lorenzo, y una decena de enfrentamientos más. A los que lucharon en esos sitios y a los deudos de los que murieron en ellos les explicábamos: No se preocupen ahora está todo bien, no somos independientes pero estamos protegidos por Gran Bretaña.
Continúa Ibarguren “En mayo de 1810 se pudo creer que España sucumbiría ante Napoleón, pero nadie tuvo dudas de que el imperio español se mantendría en América dentro de su gloriosa trayectoria histórica. Se creyó, además que para que lo hiciera más fuerte debía apoyarse en nuevas normas políticas y administrativas, todo lo cual determinó que la gestación consiguiente quedara por demás ligada al desarrollo de los sucesos de Europa. No faltaron, evidentemente, quienes se adelantaron a expresar que no debía esperarse reconstrucción alguna; que el imperio había dejado de existir y la hora imponía una declaración de independencia que librara a Hispanoamérica de toda atadura exterior, pero los tales no lograron traducir sus conceptos en actos efectivos de trascendencia notoria.”
Sumter informó de sus observaciones en 1813-1814. Carlos Ibarguren las interpretó en 1944. Ahora nos encontramos en el 2012, pero el esquema ideológico es semejante. ¿Estaremos en el túnel del tiempo?
Fuente documental: Carlos Ibarguren. “Estados Unidos ante la independencia de América, La Misión Aguirre a Estados Unidos. Buenos Aires, 1944.
Diego Luis Molinari, “Fernando VII y la emancipación de América”, Buenos Aires, 1939.
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