La publicación de estos apuntes sobre Historia Argentina, no tienen otra pretensión que prestar ayuda, tanto a estudiantes como a profesores de la materia en cuestión.

Muchos de ellos, simplemente son los apuntes confeccionados por el suscripto, para servir como ayuda memoria en las respectivas clases de los distintos temas que expusiera durante mi práctica en el Profesorado. Me daría por muy satisfecho si sirvieran a otras personas para ese objetivo.

Al finalizar cada apunte, o en el transcurso del mismo texto se puede encontrar la bibliografía correspondiente a los diferentes aspectos mencionados.

Al margen de ello invitaremos a personas que compartan esta metodología, a sumarse con nuevos apuntes de Historia Argentina.




Profesor Roberto Antonio Lizarazu

roberto.lizarazu@hotmail.com



lunes, 8 de abril de 2013

 
 
FINALMENTE, ¿LINIERS ERA BONAPARTISTA O NO?

 
Por: Roberto Antonio Lizarazu

SEGUNDA PARTE

El marqués de Sassenay llega a Buenos Aires

Cuando “Le Consolateur” luego de evadir durante treinta y dos días a las fragatas inglesas, que tenían su base en Río de Janeiro, llega al Río de la Plata, intentando escapar a sus perseguidores desembarcó de apuro a Sassenay en el atracadero de Maldonado. Luego puso proa a Montevideo pero su suerte se había terminado. Fue sorprendida por dos fragatas inglesas que la obligaron a embicar y finalmente encalla en la costa, donde los ingleses se apoderaron de todo el equipaje y la carga, liberaron a la tripulación y hundieron la flamante “Le Consolateur”.

Casualmente se encontraba anclado en el puerto de Montevideo, Luís Liniers, hijo de nuestro Virrey, que con la zumaca “Belén” de su propiedad, había arribado en uno de sus habituales viajes comerciales. Aprovechando esta circunstancia, Elío Gobernador de Montevideo, le encargó a Luís Liniers que recogiera a Sassenay de Maldonado y lo llevara a Buenos Aires.  A Luís Liniers, Elío le entregó una carta para su padre indicándole varias medidas, que como veremos Liniers se esmeró en cumplimentar: “Debería pensar muy bien en el apuro en que aquel negocio le ponía, que no olvidase que era francés, que recibiese al enviado en una junta y se usase de la mayor franqueza no ocultando nada al pueblo, si no quería exponer su vida y que, incluso, diera a entender que estaba pronto a abandonar el cargo de Virrey”.

Arribado a Buenos Aires, Luís Liniers desembarcó primero con las novedades y a la mañana siguiente lo hizo Sassenay. 

Liniers al enterarse del arribo de Sassenay, en carácter de enviado personal de Napoleón, ya conocía sobre los sucesos ocurridos en Madrid y en otras ciudades españolas, como para darse cuenta de que, en su calidad de francés, se encontraba en una posición, institucional y personal,  altamente comprometida. No debemos olvidar que Liniers en ese momento era el Virrey del Río de la Plata -desde el 10 de febrero de 1807 hasta el 30 de junio de 1809- y que representaba las potestades regias en este lugar  del Rey de España Carlos IV, el que lo había puesto en su cargo.  Y en este caso puntual el Rey Carlos IV era el mismo soberano que había estado  preso en Francia en manos de Bonaparte, siendo éste último   el  mandatario del  delegado que Liniers recibiría con el objeto de entrar en tratativas por lo menos inciertas. ¿A favor de quien: del monarca que le había delegado sus potestades nombrándolo Virrey? ¿De su hijo Fernando VII? o ¿De su patria de nacimiento representada por Napoleón Bonaparte?. Pareciera toda una trama redactada por un autor con inclinaciones al surrealismo argumental.   A partir de ese momento sus oscilaciones, su duplicidad y sus condiciones de hombre político  debieron extremarse al máximo, y como ya mencionamos en la Primera Parte de este comentario,  estas gestiones no conformaron a ninguna de las partes involucradas y solo sirvieron para esmerilar los gloriosos méritos logrados en las invasiones inglesas. Si alguien pretende encontrar los antecedentes políticos de su trágico final en Cabeza de Tigre, Cruz Alta, Córdoba, Virreinato del Perú, (1) el 26 de agosto de 1810, debe comenzar a partir del  estudio de esta frustrada misión de Sassenay.

Para recibir al delegado bonapartista, siguiendo las sugerencias de Elío,  Liniers convocó a miembros del Cabildo (tradicionales opositores) y a los integrantes de la Real Audiencia (todos pro hispánicos) a la reunión que se realizó en el Salón de Acuerdos de la Real Fortaleza. En representación del cuerpo municipal (Cabildo) asistió el alcalde de segundo voto Matías de Cires, y el regidor primero Juan Antonio de Santa Coloma. De la Real Audiencia acudieron el oidor Juan Bazo y Berri y los fiscales Manuel Genaro Villota y Antonio Caspe y Rodríguez.

Liniers le responde las sugerencias  de Elío el 20 de  agosto de 1808, donde narra las reuniones que ocurrieron entre el 13 y el 19 agosto entre Sasseney, Liniers y los representantes del Cabildo, y de la Audiencia. Los representantes del Cabildo expusieron a partir del 13 de agosto y nos quedan como fuente documental  la respuesta de Liniers a Elío y el acta que los representantes del Cabildo y de la Real Audiencia tuvieron la previsión de redactar.

Dice Liniers: “Sassenay comenzó a hablar en francés pero yo le contesté que lo haga en castellano, cuyo idioma entiende y habla regularmente, diciéndole que en este lance no le conocía como amigo sino como emisario de Napoleón. Sassenay abrió un maletín y procedió a revisarlos y a dar cuenta de los mismos”.

Reitero que de esta reunión los cabildantes y los fiscales participantes en la misma, tuvieron la previsión de redactar un acta, la que por razones de espacio y para no cansar a los señores lectores, reproduciré los parágrafos que considero más sustanciosos.   Como veremos oportunamente  en los detalles del acta, la misión de Sassenay no se circunscribía al Río de la Plata y a Liniers, como habitualmente se estudia en nuestro medio, sino que tenía alcances continentales, pues su misión era desde México incluido, hacia el Sur, pasando por todas las posesiones españolas de Las Indias. Además de las Filipinas.

Acta del 13 de agosto 1808. “Sassenay nos presentó unos paquetes con oficios para Manila, México, Chile, Habana, Santa Fe de Bogotá, Lima y todas las capitales del Continente americano, para los Virreyes, Intendentes, Arzobispos, Obispos y presidentes de Audiencias, sin comprender a Cabildo alguno; otros para este Virreinato, entre los cuales se hallaron varios papeles impresos en Bayona y en Burdeos, contraídos: unos a la abdicación de Carlos cuarto en Fernando Séptimo; otros a la renuncia de Carlos cuarto a favor de Napoleón, el día ocho, en Bayona; otro a la renuncia que hicieron de la Dinastía a favor del mismo Napoleón, con fecha veinte y uno en Burdeos, Fernando Séptimo y los Serenísimos Infantes Don Carlos y Don Antonio; otros a oficios de Champagne, Ministro que dice ser de Relaciones Exteriores de Francia en que a nombre de Napoleón previene al Señor Virrey (Liniers), que habiendo Carlos cuarto y demás de la Real Familia renunciado a la Dinastía a favor de su amo  (Napoleón), espera el cumplimiento de lo que contienen los impresos presentados, y los recomienda a un Pueblo que se ha portado con la mayor energía y fidelidad.”

“Otro oficio del señor Azansa, Ministro de Real Hacienda en España, fechado en Madrid a trece de mayo, previniendo se suspenda proclamar a Fernando Septimo, de orden del Duque de Berg, Teniente Gobernador del Reino, y acompañando varias otras reales órdenes entre ellas la de que se ponga en el papel sellado: “Valga para el gobierno del lugarteniente del reino el gran Duque de Berg”; otra de carácter reservado del propio Sr. Azansa de fecha 15 en Madrid, reducida a ratificar lo que resulta de los impresos a manifestar que aunque la Dinastía concluía, no concluía la Monarquía, y a prevenir se guarde el buen orden, la tranquilidad pública, y la observancia de las leyes, anunciando al mismo tiempo, estar acordada la renuncia de Napoleón a favor de su hermano José, rey de Nápoles, o que este venía a recibir el reino de España.”

“Otro oficio correspondía a un papel sin firma, pero de la misma letra que los oficios redactados por el Ministro de Relaciones Exteriores en que se anuncia un Congreso en Bayona para el quince de junio, con 150 diputados de las Provincias de España, a fin de arreglar el Gobierno de la Nación , y varios otros papeles impresos en Francés y en Español, que particularmente el Emisario Sassenay, de carácter sediciosos y seductivos contra la monarquía española, los cuales fueron echados al fuego de la chimenea  (era pleno invierno) de manera inmediata”.

Este acta lleva las firmas de los cabildantes Matías de Cires y Juan Antonio de Santa Coloma; y la del oidor Juan Bazo y Berri y la de los fiscales Manuel Genaro Villota y Antonio Caspe y Rodríguez. Pero extrañamente Liniers, que es el Virrey, no la firma.

A partir de ese momento, del acuerdo o no del texto del acta, Liniers incurre en algunos gestos y actitudes por lo menos desconcertantes que denotan una duplicidad poco definidas en su posición política.

Antes de finalizar la reunión, con el acuerdo de todas las partes, se resolvió que Sassenay regresara a pasar la noche a la zumaca “Belén” que como ya mencionamos pertenecía a Luis Liniers y que la difusión del acta y de las noticias que Sassenay presentó, recién se darían a conocer al día siguiente. Pero Liniers tomó la iniciativa y a primera hora del día 14 de agosto, lejos de mantenerlo aislado a Sassenay en la “Belén”,  lo regresó como invitado a su casa y lo homenajeó con un almuerzo con toda la familia. De lo que se conversó en este almuerzo no quedaron actas firmadas, pero lo que no previó Liniers fueron las memorias de Sassenay, publicadas por primera vez, incluso luego de su fusilamiento, donde nuestro héroe de las invasiones inglesas no sale bien parado. Sobre este tema de lo conversado en el almuerzo en la casa de Liniers, lo resumiré en la tercera parte del comentario.



(1) No se trata de un error de tipeado, son tan deficientes e incompletos nuestros planes de estudio dictados en los institutos especializados en esta materia, que seguramente esta información nadie la debe haber estudiado ni debe haber sido informado de ella. Este documento no se menciona en la Historia Argentina, sencillamente porque su texto da por tierra con la fábula difundida por Mitre y su Academia respecto al mito de “La máscara de Fernando VII). No existió ninguna máscara, los porteños beneficiados con el contrabando con Brasil, vía Colonia del Sacramento, querían independizarse de la Metrópoli por que la misma no les redituaba económicamente nada. Reparemos como responde Fernando VII  a la Junta de Buenos Aires, que utiliza su nombre para desplazar a su Virrey.

Como inmediata respuesta al Cabildo Abierto del 25 de Mayo de 1810, realizado en nombre y apoyo de Fernando VII (el que tenga dudas puede leer las actas del mismo), la Junta Central Suprema de Madrid, en ese momento con residencia en Sevilla, bajo la presidencia de Vicente Joaquín  Osorio de Moscoso y Guzmán Álvarez de Toledo, Marqués de Astorga (el presidente anterior el Conde de Floridablanca había fallecido el 30.12.1808)  y actuando en nombre y por mandato de Fernando VII, no mordió el anzuelo y como respuesta le ordenó al Virrey del Perú,  avanzar sobre Buenos Aires y reducir el territorio del Virreinato que esa ciudad  encabezaba, a la mínima expresión de la Intendencia de Buenos Aires, que de hecho fue la única ciudad que se pliega al movimiento juntista.   Copia del documento en cuestión por razones de espacio y para no cansar a los señores lectores lo reproduciré en la Tercera Parte de este trabajo que intento abreviar al máximo posible.             



Bibliografía General.  Marqués de Sassenay. “Napoleón I y la Fundación de la República Argentina”. Colección B. E. A. Volumen Nº 10, Biblioteca Enciclopédica Argentina, Editorial Huarpes S. Buenos Aires, 1949.

Vicente D. Sierra. “Historia de la Argentina”. Fin del Régimen Virreinal e Instalación de la Junta de Mayo de 1810, Tomo IV, Libro Segundo, Editorial Científica Argentina, Buenos Aires, 1974. Páginas 225 a 463.

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