Justo José de Urquiza |
FRANCIA E INGLATERRA PRETENDEN COBRARNOS INDEMNIZACIONES
Por: Roberto Antonio Lizarazu
En 1857, durante la presidencia de Urquiza de la Confederación Argentina (1854-1860) y luego de varios años con posterioridad a los enfrentamientos armados de la Confederación con Francia e Inglaterra, desde la época de Rosas, se suponía que con la firma de los Tratados de paz y amistad tanto con Inglaterra como con Francia, el caso estaba resuelto. Los Tratados Arana-Southern del 24 de noviembre de 1849 y el Tratado Arana-Lepredour del 4 de abril de 1850, daban por finalizado los conflictos ocurridos durante el Gobierno de Rosas. Si embargo este caso no deja de ser revelador y sugestivo. Al cual personalmente definiría de insólito y en cierta manera nos muestra el concepto que los gobiernos de ambos países tenían de nuestra clase dirigente.
Ya sabemos en que condiciones se firmaron ambos tratados, y se registraron hasta salvas de cañón en desagravio del pabellón nacional, y luego de pasados varios años, en 1857 aprovechando que Urquiza era el Presidente de la Confederación , exigieron al gobierno por vía diplomática, indemnizaciones por potenciales daños causados a sus súbditos en aquellas guerras pasadas; y lo peor fue que Urquiza en principio se allanó a indemnizarlos. Menos mal que no reclamaron indemnizaciones por las fallidas invasiones de 1806 y 1807. Pero el texto del reclamo de las indemnizaciones mencionaba un límite. “por las reclamaciones que hayan sido presentadas a, o antes del 1º de enero de 1860” .
Pero seamos honestos, Urquiza accedió a pagar las indemnizaciones porque sabía que no había fondos para hacerlo y finalmente todo quedó en aprontes y no se pagó absolutamente nada. (1)
Los presuntos acreedores no se amilanaron y en 1864, ya en la presidencia de Bartolomé Mitre (1861-1868), reiteraron el reclamo de indemnización. Mitre acusó recibo con un diplomático no/si y le pasó la pelota al Congreso, que en ese momento ya funcionaba. En la Cámara de Diputados Adolfo Alsina, hijo de Valentín Alsina, y quien con los años sería uno de los fundadores del Partido Autonomista Nacional, y Vicepresidente de Sarmiento entre 1868-1874, argumentó en la Cámara de Diputados, en la sesión del 1º de julio de 1864, lo siguiente: “Presentan la factura con los precios del primer costo en Inglaterra y acompañan los precios corrientes que publicaba la Gaceta Mercantil en aquella época, y para saber lo que se les debe por indemnización restan de los precios en Buenos Aires los precios en Inglaterra, sacan su cuenta de lo que habrían ganado si hubieran desembarcado sus buques sin ningún contratiempo, pero se guardan de ponerse en el caso de que al buque se lo hubiera tragado el mar. Para mi señor Presidente, este es el reclamo más inicuo que puede hacerse, es el abuso más completo que pueda intentarse en desmedro de nuestra debilidad política. Pero todos estos hechos tienen su explicación: es una política que en algunos países les ha dado pingües resultados pecuniarios o pretextos para encubrir los más negros atentados y en algunos casos directamente invasiones. Cualquiera diría que la avaricia es un mal endémico del suelo europeo.”
(1) Es verdad que el discurso de Alsina fue una tomadura de pelo y que el mismo transcurrió en medio de las risas y burlas de la mayoría de los Diputados, pero lo grave es que las naciones importantes de Europa tenían una muy baja opinión de nuestra clase dirigente. Si el notable Roberto Fontanarrosa hubiese estado en ese momento, seguramente aplicaría para este caso, el imperdible diálogo entre Mendieta y don Inodoro: “¿No andará mal de la vista, don Inodoro? Puede ser. Hace como tres meses que no veo un peso.” En este caso a los franceses y a los ingleses les ocurrió lo mismo que a don Inodoro. No vieron un peso.
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