MATÍAS
ANGLÉS GORTARI Y LIZARAZU
Por: Roberto Antonio
Lizarazu
Esta monografía es una
transcripción de las referencias que se encuentran en la obra del doctor
Vicente D. Sierra, Historia de la Argentina 1700-1800,
Tomo III, Páginas 102, 155, 158, 263, 264, 265, Talleres Gráficos DULAU S. R.
L. Buenos Aires, marzo 1973.
CAPITULO DECIMO LA GOBERNACION DEL
TUCUMAN DESDE 1735 A
1769
1.- Matías Anglés, gobernador
del Tucumán. Campaña contra los chaqueños. Página 263.
“El
5 de septiembre de 1735, el Real Acuerdo de Lima, dispuso que la Audiencia de
Charcas designara a Matías Anglés Gortari y Lizarazu, para substituir interinamente en la
gobernación del Tucumán a Juan de Armasa y Arregui. Así se hizo por provisión
de 12 de octubre. El 25 de noviembre (1735) Anglés tomó posesión de su cargo en la ciudad de Salta. Era
nativo de la villa de Lerín (Navarra) y se le recordaba por su actuación como
teniente de gobernador de Córdoba y juez
pesquisidor de los sucesos provocados en
el Paraguay por José de Antequera.”
“La situación de la provincia (Tucumán) era difícil. El día de su
llegada a Salta tuvo noticias de los movimientos de la indiada enemiga, e
inmediatamente se vio obligado a organizar una campaña para evitar mayores
daños. En pocos días reunió mil hombres,
poniendo a contribución a los vecinos de San Miguel de Tucumán, San Salvador de
Jujuy, Santiago del Estero y Salta, y el 12 de diciembre
(1735) partió para socorrer a las guarniciones de los fuertes de
Valbuena y San José , desde donde siguió rumbo al río Grande, o Bermejo. Las
lluvias detuvieron su avance, por lo que tuvo que retirase a la espera de poder emprender otra entrada
en la estación propicia.”
“Anglés encontró a la provincia (Tucumán) desprovista de armas y
pertrechos para su defensa. En carta al rey manifestó que “todo lo gubernativo
y político estaba barajado y sin orden”, y divididos los vecinos de las
ciudades por pasiones y parcialidades.
El 7 de febrero de 1736 pidió al Consejo de Indias que, por el término
de tres años, se le socorriera con veinte mil pesos, a fin de lograr el castigo
de los indios del Chaco que no daban cuartel. Hizo hincapié en la cantidad de mujeres que éstos mantenían
cautivas, cuya fe y cuyo honor peligraban por faltarles esperanzas de ser
rescatadas. No exageró , pues la gobernación vivía dominada por el miedo de
verse atacada en el momento menos esperado y por donde menos se pudiera prever.”
“En los primeros días de abril de ese año, en Sumalalao, a diez
leguas de Salta, el enemigo degolló a dos indios domésticos y a una mujer y
cautivó a cinco españoles y dos niños.
Anglés ordenó tocar cajas de guerra; convocó a la gente, y antes de una
hora, con él al frente, la tropa salió a unirse al general Domingo de
Isasmendi, quien con sesenta y cuatro hombres se encontraba a cuatro leguas de
la ciudad. Ambas fuerzas prosiguieron la marcha hasta llegar a la cumbre de
Matos, desde donde, sin detenerse, pasaron la cuesta del Cerro Negro. Allí avistaron
un grupo de indios que conducía a los cautivos y el botín de mulas y
caballos hurtados. Anglés dividió sus fuerzas en dos grupos, y dejando uno al
mando del maestre de campo Juan Toribio, los forzó a luchar. Dos horas duró el
combate, pues la indiada recibió refuerzos. Los cautivos fueron rescatados y
los raptores castigados con dureza. Pero no se pudo hacer mucho más, pues el
grueso desapareció en las selvas. Fue ésta una verdadera hazaña, puesto que en veinticuatro horas se
recorrieron treinta leguas por parajes montuosos llenos de pedregales y cumbres
Casi inaccesibles. No se perdió un solo soldado y sólo hubo que
lamentar dos heridos.”
“Al darse cuenta de
este hecho, Anglés destacó la oposición que había encontrado en los vecinos de
Catamarca y San Miguel de Tucumán, pues los primeros se negaron a pasar mas
allá del fuerte del Rosario, con lo que malograron la acción llevada contra el
enemigo y quedaron expuestos a perderse algunos fuertes. Uno de los cautivos
comunicó que, en el curso del año, los indios pensaban destruir la ciudad de
San Miguel de Tucumán. Anglés informó de ello y pidió que no se tuviera
consideración a la apelación de los vecinos para no ir a la guerra. Se dirigió
además al gobernador de Buenos Aires para que no permitiera que se quedara en
esa ciudad ningún vecino de Tucumán, porque –decía- muchísimas personas han
hecho fuga de ésta desde el año pasado.”
“Hombre activo, el 23 de junio volvió a ponerse en campaña con el
tercio de Salta, y se mantuvo sesenta y dos días en las fronteras de los
presidios de Valbuena y San José, hasta que por orden de la Real Audiencia hubo
de pasar a Salta y a San Miguel de
Tucumán para resolver cuestiones relacionadas con su cargo de justicia mayor. En esta última jornada tuvo cinco pequeños
encuentros en los que quitó al enemigo armas y caballos. Dispuso que en la
tarea de vigilancia activa se turnaran los tercios de San Miguel, Catamarca, La
Rioja y Santiago del Estero, con los que, hasta fines de 1736, pudieron ser
derrotados los indios dieciocho veces.”
“Terminadas sus tareas “de pluma”, como dijera, tomó de nuevo las armas y pasó a Jujuy, rumbo al
valle de Palpalá, a esperar al enemigo, de cuyo avance había tenido noticias.
Sus espías le informaron que los indios
avanzaban por la
Angostura del Pongo, a
la par que otra columna lo hacía por las cumbres del norte y Río Negro. Mientras tanto, en el
paraje de los osas y el potrero de Juan
de Portal habían arrebatado algún
ganado. Dado que existía serio peligro de que atacaran San Salvador de Jujuy,
donde sólo habían quedado las mujeres y los religiosos, Anglés dispuso un hábil
plan de batalla, de forma que el 18 de diciembre cayó de improviso sobre la
indiada, dispersándola con graves pérdidas. En seguida se dirigió al fuerte de
Ledesma para asegurar en sus corrales los caballos y las vacas, y repartir a
los tobas y mocovíes que había aprisionado. Después de esta acción pudo decir que había evitado que se
despoblara el valle de Palpalá.”
“Sin descansar de la afortunada jornada, Anglés se dispuso a
preparar la gran entrada al Chaco que se había propuesto dirigir personalmente
en el curso del año 1738, pero nada pudo hacer. El 21 de febrero de ese año el
cabildo de Córdoba recibía como gobernador de Tucumán a Juan de Santiso y
Moscoso, designado para el alto cargo por el rey. Una vez más las dificultades
de las comunicaciones entre la metrópoli
y Tucumán actuaban como factor de perturbación, pues no era la primera vez que,
mientras se desempeñaba con eficiencia un interino nombrado desde el Perú, se
designaba en la corte a alguno inferior.”
“Es indudable que si los virreyes hubieran tenido a su cargo
efectuar tales nombramientos, bajo normas adecuadas de vigilancia, las
posibilidades de error habrían sido menores, y no porque en el caso de Santiso y
Moscoso se pueda hablar en ese sentido, sino porque sus éxitos fueron cuestión
de azar más que de conocimiento real de la situación que debió afrontar, lo que
no acontecía con Anglés. Cierto es que
éste descolló por la energía de su acción, pero no cabe criticarlo, pues se
encontró desde el primer día ante un
estado de cosas que no podía encararse sino con actos de fuerza. Su plan de
realizar una gran entrada en mayo de 1738 para, después de ella, tratar de
llegar a un entendimiento pacífico con los indios, siguiendo la conducta trazada por el gobernador Urizar y
Arespacochaga, no llegó así más allá de un proyecto.”
Nótese que en
Sierra se registra como Matías cada vez que se lo menciona, pero en el informe que
él presentara, de otra campaña contra los indios del Paraguay, aparece como
Mathias, igualmente que en la bibliografía en que dicho informe se menciona.
Bibliografía General
Vicente D. Sierra, Historia de la Argentina 1700-1800,
Tomo III Páginas 102, 155, 158, 263, 264, 265, Talleres Gráficos DULAU S. R. L.
Buenos Aires, marzo 1973.
Matías Anglés
Gortari y Lizarazu, Los Jesuitas en el
Paraguay, editado en 1769 y reimpreso con el mismo título Los Jesuitas en el Paraguay, Asunción del Paraguay, Librería y Casa Editora A. de
Uribe y Cia. 1896.
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