YACYRETÁ
Y EL ECOTERRORISMO, ¿TIENE AUTORIDAD MORAL LA FARN ?
Por: Contador Público
Nacional Carlos Andrés Ortíz, Analista de Temas Económicos y Geopolíticos
Recientemente la Central Hidroeléctrica
Binacional Yacyretá, fue blanco de un nuevo ataque ecoterrorista, de la misma
metodología y similar nivel de falsedades, escandalosamente presentadas, como
los consumados en años anteriores, todos probadamente falsos. Recordemos que el
burdo escrito panfletario, lleno de presuntas “denuncias” huecas, y de
rimbombantes acusaciones sin sustento ni elementos probatorios, e incluso
incurriendo con alevosía en el absurdo y la incoherencia, estaba rubricado por
un “ingeniero”, omitiendo curiosamente el hecho no menor, que es un ingeniero agrónomo,
además de activista del ultra ecologismo. ¿Un
agrónomo dictaminando acerca de estructuras de hormigón armado…?
Así
como su “socio” de las panfletarias acusaciones de hace dos años, no pudo
sostener ninguna de sus falacias ante la Justicia , es también muy dudoso que el activista
que montó el circo de las “acusaciones modelo 2014” las pueda sostener,
ante la intimación que según trascendió en los medios, ya debe haber recibido,
acorde a los al menos muy audaces ¿o irresponsables? términos usados.
También
hace aproximadamente media década, habían montado el circo respecto al supuesto
“trasvase de aguas al Iberá”, lo cual se demostró falso…
Pero
“curiosamente”, las rotundas desmentidas, no tienen las amplias coberturas
mediáticas que sí son utilizadas al montar los operativos acusatorios, con lo
cual logran engañar a la opinión pública, que es lo que buscan esos agentes de
guerras psicológicas, no por casualidad guiados y alentados por ONGs manejadas
desde los centros del Poder Mundial, básicamente del G 7.
Detrás
de esas supuestamente “inocentes” y “altruistas” campañas montadas para
denostar a hidros y nucleares, e imponer al como sea, masivas instalaciones de
centrales eólicas y solares, existen poderosos intereses, nada transparentes
por cierto, con fuertes motivaciones económicas y con evidentes connotaciones
geopolíticas; tema en si muy amplio, ya explicado previamente en numerosos
artículos, y con amplitud en mi último libro, Los Profetas del Caos,
transcripto en mi blog: cao.energia.blog.spot. El tema seguramente volverá a
ser analizado, en futuros artículos.
Volvamos
al caso del último ataque del ecoterrorismo, pretendiendo desacreditar nada
menos que a la más importante central eléctrica con la que cuenta Argentina, en
sociedad con Paraguay.
En un
accionar evidentemente concertado, poco después de las disparatadas
“acusaciones” del agrónomo y agitador ecolátrico misionero, tomó estado público
un pseudo acusatorio “pedido de antecedentes” presentado por la Fundación Ambiente
y Recursos Naturales (FARN), ante la Entidad Binacional
Yacyretá (EBY), cuya redacción pretende dar a esa ONG europea un rol de “juez”
ambiental, para lo cual no demostró tener los kilates éticos imprescindibles.
No
puede sorprender el oportunismo de FARN, pues los activistas del ecoterrorismo
actúan asociadamente, y el “pedido de informes” de FARN es claramente un
elemento de presión a favor de verborrágico opinante agrónomo, que claramente
padece de incontinencia verbal… La metodología del ecoterrorismo usualmente
opera presentando respaldos a las falaces denuncias de otros ecoterroristas,
así sean esos respaldos poco más que sellos de goma…pero con poderosas
financiaciones provenientes de EEUU y/o de la UE ; siempre como actores semiencubiertos, de los
operativos de “guerras blandas” (soft wars), que con tanta recurrencia tienen a
esas ONGs como elementos de choque.
FARN
fue uno de los entes responsables del mamotreto impresentable, lleno de
falsedades, tergiversaciones, omisiones y “verdades a medias”, con el que se
montó el panfletario escrito pomposamente titulado “Escenarios Energéticos
Argentina 2030” ;
en el cual plantean con carácter de “política energética obligatoria” (so pena
de ser “acusado” de “atacar al medio ambiente”), un enrevesado conjunto de
opiniones, en las que en los hechos pretenden prohibir las usinas
hidroeléctricas y nucleares, a la vez que despotrican fuertemente en contra de
la muy necesaria explotación de hidrocarburos no convencionales en Argentina.
Ese
mamotreto divorciado de la rigurosidad técnica, que además pretende avalar un
crecimiento de la demanda bajísimo (incompatible con un país en pleno proceso
de desarrollo socio económico), es casi un calco de otro similar montado en
Chile. O sea que es parte de un ataque en gran escala, en contra del desarrollo
de Sudamérica, y de la promoción exagerada y nada inocente de las falaces
“soluciones” de las eólicas y solares, con toda la carga de subsidios y
prebendas que exigen con una liviandad pavorosa, y con una actitud
patoterilmente dictatorial.
En
castizo simple, por más que los floreos de redacción pretendan taparlo, esas
genocidas ideas tienden a instalar el desabastecimiento energético crónico en
Argentina, haciéndonos dependientes de las importaciones de petróleo y sobre
todo gas natural. Ese desabastecimiento, y las enormes fugas de divisas que
provocarían los descomunales montos de importaciones de hidrocarburos, echarían
por tierra todo intento de desarrollo socio económico, por el doble efecto de
la falta de energía y las carencias de divisas.
¡Con
eso nos volverían a transformar en el país estancia, que tanto añoran las
potencias del G 7 (sobre todo Gran Bretaña), que dócilmente nos resignemos a
ser!
Y como
jugoso “negocio” adicional, quieren imponernos el irracional concepto de
hacernos depender totalmente de las muy costosas energías eólica y solar,
totalmente inviables para el rol de energías de base, para lo cual carecen de
la capacidad técnica necesaria, pues solamente son energías complementarias,
dadas sus limitaciones técnicas y serios problemas de operación.
Es necesario
enfatizar el hecho indiscutible que las únicas tecnologías aptas para operar
como centrales de base de todo sistema eléctrico, son tres: hidroeléctrica,
nuclear y termoeléctrica (esta última quemando combustibles fósiles). Al
oponerse a las hidros y nucleares, esos falsos ecologistas, hacen lobbies
(presiones descaradas) para favorecer los poderosos intereses vinculados a la
termogeneración (fabricantes e importadores de usinas que funcionan con
petróleo y gas, proveedores de repuestos, lubricantes y refrigerantes,
transportistas de petróleo, grandes petroleras-gasíferas anglosajonas, y toda
la troupe de especialistas y otros, vinculados al descomunal negocio, que en
muchos casos degenera al concepto de negociado, el cual perjudica a los
Intereses Nacionales, entorpeciendo el desarrollo, y con él al nivel de empleo,
la industrialización, el desarrollo tecnológico nacional, etc. Además de
promocionar una tecnología muy contaminante, nada ecológica.
Pero
además, promueven en forma descarada, que se monten gigantescas operatorias de
jugosos subsidios y otras prebendas (como asegurar la venta de las energías
eólica y solar, aunque el sistema eléctrico no las necesite). Debe enfatizarse
que esas energías (eólica, solar y otras eufemísticamente llamadas “renovables”,
solo son viables en base a muy fuertes subsidios, -que si se implementan las
terminamos pagando todos los contribuyentes-, garantizando la rentabilidad sin
importar la ineficiencia crónica de esas fuentes de generación.
Claramente
FARN cumple el mismo rol de sus “colegas” Greenpeace y WWF (estas últimas con
extensiones pseudo independientes, que operan con otros nombres). Todo ello
como parte de los organismos de presión al servicio de Gran Bretaña, de la UE y eventualmente de sus
socios de EEUU.
Con
esos “menudos” antecedentes, ¿tiene FARN estatura moral para investirse como
juez del accionar de un ente que además de producir una enorme cantidad de
energía hidroeléctrica (remplazando el accionar de usinas termoeléctricas, que
de no funcionar Yacyretá, quemarían 5.000 millones de litros de gas oil o
combustibles equivalentes), es además un poderoso factor de integración
argentino-paraguaya?
Sin
duda FARN no tiene ninguna solvencia moral para ello, y claramente está en
contra de la positiva integración de los países del Mercosur y la Unasur , acorde al viejo
principio de la política exterior británica: “divide y reinarás”. Por eso
también ataca a Yacyretá, como a los otros proyectos hidroeléctricos
binacionales, que son claves para sustentar nuestros procesos de desarrollo
socio – económico.
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