La publicación de estos apuntes sobre Historia Argentina, no tienen otra pretensión que prestar ayuda, tanto a estudiantes como a profesores de la materia en cuestión.

Muchos de ellos, simplemente son los apuntes confeccionados por el suscripto, para servir como ayuda memoria en las respectivas clases de los distintos temas que expusiera durante mi práctica en el Profesorado. Me daría por muy satisfecho si sirvieran a otras personas para ese objetivo.

Al finalizar cada apunte, o en el transcurso del mismo texto se puede encontrar la bibliografía correspondiente a los diferentes aspectos mencionados.

Al margen de ello invitaremos a personas que compartan esta metodología, a sumarse con nuevos apuntes de Historia Argentina.




Profesor Roberto Antonio Lizarazu

roberto.lizarazu@hotmail.com



lunes, 30 de septiembre de 2013

El Padre Furlong en la biblioteca del Colegio del Salvador


EL PADRE GUILLERMO FURLONG S.J.


Por: Roberto Antonio Lizarazu

Segunda Parte

Continúa escribiendo el Padre Guillermo Furlong S.J. su comentario referido a la obra “Una Historia de los Argentinos, con Luces y Sombras” de los doctores Carlos Alberto Floria y César A. García Belsunce.

Apartado 2. De muchísima menor trascendencia es la segunda nota que atribuyen los señores Floria y García Belsunce a la vida misionera, pero vamos a referirnos a la misma, por cuanto algunos autores la han llevado hasta lo coprófilo, (1) y es el aserto de que el régimen de vida de estos pueblos era muy peculiar y organizado hasta el detalle dentro de un concepto comunitario, siendo así que, en toda verdad, era un régimen tan libre como el que puede hallarse hoy día en cualquier comunidad bien ordenada. Ni por asomo tenía parentesco con la vida monacal ni con la militar. Para Lugones y para los lugonistas, en alas de ficciones poéticas, unas veces y de manifestaciones nada limpias, otras veces, todo estaba reglamentado, de suerte que todo se hacía a toque de campana, aun los actos más íntimos de la vida privada. Por eso, según ellos, la vida misionera era sin comparación más reglamentada que la vida monástica. Cada reducción era un gran convento o monasterio, pero con una disciplina sin comparación más detallada que en un noviciado franciscano.
Sería difícil hallar en los novelones más fantasiosos un cuentito más disparatado.

Con la aurora, es verdad, se tocaba para Misa, y aunque era, en los días que no eran de precepto, absolutamente libre para las personas mayores el asistir o no a ella, era el aviso para que todos se dispusieran para emprender el nuevo día, y, pasada una hora, u hora y media, , sólo los niños iban a Misa y después a las aulas, mientras los artesanos marchaban a sus talleres y los que debían ocuparse en la agricultura a sus propios campos o a los de la comunidad, según los días y según las faenas del año, y todo se hacía con la cachaza característica de los indios, y en las horas de trabajo nada había de apuros, antes les placía el conversar los unos con los otros, “a la manera de las mujeres”, en frase de Cardiel.  A las tres o cuatro horas, sonaba la campana para almorzar y descansar, y recién a las tres o cuatro de la tarde, según las épocas, regresaban al trabajo hasta ponerse el sol. Cenaban y pasaban largo rato en conversación o en tocar la guitarra u otros instrumentos, a que eran muy aficionados, y sabiendo que al día siguiente habían de levantarse temprano, se acostaban también temprano.

La libertad de acción personal y colectiva para las personas mayores era tan absoluta como puede ser y es,  hoy día, en todos los países civilizados y cultos de Europa y de América. Lo que no había era lo opuesto a la libertad y que es la ruina de la misma: el libertinaje. Cuando éste asomaba, y asomó en más de una ocasión, era inmediatamente estrangulado. Así se explica la felicidad personal y colectiva que predominó siempre en aquellos pueblos y que fue la nota más sobresaliente de los mismos. Sabían esos indígenas, enseñados por sus maestros, lo que hoy tantos ignoran: que la libertad no precede al deber, sino que es consecuencia del deber  (2) o, en otras palabras, la libertad no está en hacer lo que uno quiere, sino en hacer lo que uno debe.





(1) Es una burla de las exageraciones que Lugones escribiera utilizando como ejemplo a las misiones, en su panfleto de propaganda del socialismo titulado El Imperio Jesuítico, por supuesto en la época socialista de Lugones. Lo de coprófilo se refiere a la regulación, de algunas de las acciones fisiológicas de los que vivían en las reducciones, según la interpretación  de Lugones.


(2) Este criterioso argumento del Padre Furlong es de una actualidad notable. 

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