La publicación de estos apuntes sobre Historia Argentina, no tienen otra pretensión que prestar ayuda, tanto a estudiantes como a profesores de la materia en cuestión.

Muchos de ellos, simplemente son los apuntes confeccionados por el suscripto, para servir como ayuda memoria en las respectivas clases de los distintos temas que expusiera durante mi práctica en el Profesorado. Me daría por muy satisfecho si sirvieran a otras personas para ese objetivo.

Al finalizar cada apunte, o en el transcurso del mismo texto se puede encontrar la bibliografía correspondiente a los diferentes aspectos mencionados.

Al margen de ello invitaremos a personas que compartan esta metodología, a sumarse con nuevos apuntes de Historia Argentina.




Profesor Roberto Antonio Lizarazu

roberto.lizarazu@hotmail.com



viernes, 29 de marzo de 2013

 
 
FINALMENTE, ¿LINIERS ERA  BONAPARTISTA O NO?

TERCERA PARTE

Por: Roberto Antonio Lizarazu

Ya mencionamos que el Marqués de Sassenay redacta unas imperdibles memorias, que se menciona en la Bibliografía General, en las que narra sus observaciones sobre Liniers y sobre la conversación que mantuviera con el Virrey, en su casa, en el almuerzo ofrecido para desagraviarlo por lo poco amables que habían sido el día anterior las autoridades del Cabildo y de la Real Audiencia, que terminaron  quemando en la estufa los oficios que portaba el enviado de Bonaparte.

Sassenay en esas memorias menciona: “Él (Liniers) se excusó sinceramente de la manera como me habían recibido, diciéndome que su posición así lo exigía, que no tenía tropas regulares, (en realidad tropas tenía, pero no cobraban) que su autoridad no consistía sino en su propia opinión y que toda adhesión que se experimentaba por él caería en el momento en que se separara de la opinión general de la gente. Lo que me convenció todavía más de esta aserción fue la dependencia en la que vi estaba del Cabildo o Cuerpo Municipal, para tener el dinero con que pagar sus tropas”.

“Me aseguró que no deseaba más que ver cambiar un gobierno que no había tenido reconocimiento hacia él por los servicios que había prestado, puesto que se lo había dejado virrey interinamente en lugar de que se lo confirmara en propiedad, pero que era necesario obrar con prudencia y esperar que las circunstancias le permitiesen pronunciarse;  (a favor de Napoleón) que hasta entonces él aguardaría mejor ocasión; que me procuraría los medios para volverme inmediatamente a fin de dar cuenta de su situación y ver de que manera podría recibir algún socorro de hombres y armas (francesas) que le faltaban , y que recién entonces podría tener éxito en lo que él deseaba; que su interés y la alta estima que tenía por el Emperador  (Bonaparte) lo unía  más a la nueva dinastía con la cual su suerte sería fijada, en lugar del estado de incertidumbre en el que vivía.”

En otro párrafo continúa Sassenay escribiendo: “Estoy pues persuadido de que si (Liniers) hubiese tenido medios o tal vez más audacia y que yo hubiese podido regresar a Europa de inmediato para entrevistarme con el Emperador, los acontecimientos hubiesen tomado otro curso. La proclama que dio después de mi llegada en la que se instaba a los pueblos a la tranquilidad y a esperar los resultados de los acontecimientos de la guerra de sucesión, prueba de una manera irrevocable que sus intenciones eran servir al Emperador, pero que ha estado impedido para ello por las circunstancias que se daban.”

Estos tres últimos comentarios fueron titulados “Finalmente ¿Liniers era bonapartista o no?”. Como respuesta daré la opinión del doctor Vicente D. Sierra, quien fuera profesor del suscripto; y al que no me atrevería a cambiarle una coma de su interpretación sobre el particular: “Las palabras de Sassenay son una acusación concreta contra la conducta de Liniers, y aclaran un hecho que alcanzó significativa trascendencia en el desarrollo posterior de la historia de la Argentina, y es que, para la inmensa mayoría de los funcionarios civiles y militares, y aún de la jerarquía eclesiástica, los sucesos de la península no eran cuestiones de su interés personal, sino que se debía seguir recibiendo órdenes desde la Metrópoli, de Carlos IV,  de Fernando VII o de las Juntas que lo representaban, con la fidelidad propia de los vasallos de la dinastía española.”
“En tales circunstancias, Liniers que además era francés y admirador de Bonaparte, no podía menos que ver con íntima satisfacción que la corona de España pasara, con la anuencia del pueblo español, a un monarca compatriota suyo. Pensar otra cosa de él sería agraviar su memoria. Y de que esa era su posición quiso Liniers que fuera Sassenay su mensajero ante Bonaparte”.  (Ver Vicente D. Sierra en la Bibliografía General)

En relación al tema que habíamos dejado pendiente, sobre la segregación del territorio del Virreinato del Río de la Plata, inmediatamente después del 25 de mayo de 1810, son tan deficientes e incompletos nuestros planes de estudio dictados en los institutos especializados en esta materia, que seguramente esta documentación nadie la debe haber estudiado ni debe haber sido informado de ella. Este documento no se menciona en la Historia Argentina oficial, sencillamente porque su texto da por tierra con la fábula difundida por Mitre y su Academia respecto al mito de “La máscara de Fernando VII). No existió ninguna máscara, los porteños beneficiados con el contrabando con Brasil, vía Colonia del Sacramento, querían independizarse de la Metrópoli por que la misma no les redituaba económicamente nada. Reparemos como responde Fernando VII  a la Junta de Buenos Aires, que utiliza su nombre para desplazar a su Virrey.

Como inmediata respuesta al Cabildo Abierto del 25 de Mayo de 1810, realizado en nombre y apoyo de Fernando VII (el que tenga dudas puede leer las actas del mismo), la Junta Central Suprema de Madrid, en ese momento con residencia en Sevilla, bajo la presidencia de Vicente Joaquín  Osorio de Moscoso y Guzmán Álvarez de Toledo, Marqués de Astorga (el presidente anterior el Conde de Floridablanca había fallecido el 30.12.1808)  y actuando en nombre y por mandato de Fernando VII, no mordió el anzuelo y como respuesta le ordenó al Virrey del Perú,  avanzar sobre Buenos Aires y reducir el territorio del Virreinato que esa ciudad  encabezaba, a la mínima expresión de la Intendencia de Buenos Aires, que de hecho fue la única ciudad que se pliega al movimiento juntista.                 

 Por esa orden se segregan del Virreinato del Río de la Plata y se agregan al de Perú, los dominios que se mencionan en el siguiente documento que pasaré en letras de imprenta para su mejor lectura sin corregir a la ortografía actual: “Don José Fernando de Abascal y Souza, Caballero del Habito de Santiago, Teniente General de los Reales Exercitos, Virrey, Gobernador y Capitan General del Perú, Superintendente Subdelegado de Real Hacienda, Presidente de la Real Audiencia de Lima, ESTABLECE”.

“El espíritu de engaño y seducción, fomentado en el continente de Europa, por el tirano usurpador de la Francia; ha esparcido sus amortiguadas llamas, en las pacíficas posesiones de la América del Sur. Hombres destinados por la naturaleza, a solo vegetar en la obscuridad y abatimiento, sin el enérgico carácter de la virtud, y con la humillante debilidad de todos los vicios, aspiran a lograr la vil efímera representación, con los execrables delitos, señala a los grandes criminales. No hay País alguno en la tierra, que no esté expuesto a sufrir la desgracia de abrigar en su seno, esos abominables monstruos, que enmascarados, con el simulado disfraz, de amor por su Rey,  (Fernando VII) de amor de la Religión, de la Patria y del bien público, solo intentan por su particular interés comercial, la desorganización, la anarquía y el desorden. El fiel pueblo de Buenos Ayres, que ha dado tan recientes pruebas de su constancia, generosidad y adhesión a la Madre Patria;  (en las dos invasiones inglesas) acaba de padecer esa triste experiencia: un corto número de individuos, proclamando haber cesado la suprema soberanía, por la instalación del nuevo Consejo de Regencia, ha atentado a las legítimas autoridades, formando a su antojo una Junta de Gobierno. El Excmo. Ayuntamiento, el Síndico Procurador en nombre de aquel común, y los vecinos mas recomendables, por su providad y circunstancias, han protestado contra una conmoción, excitada con tan infundado pretexto. ¿Por qué si a los principios de la desgraciada época en que se halla la España, por solo el sagrado objeto, que animó a la inmortal asociación de Sevilla, fue reconocida con aplauso, como depositaria de la suprema autoridad? Si la Junta Central ha sido juramentada y obedecida como representante de nuestro suspirado Monarca el señor Don Fernando VII ¿Cómo no ha de tributarse la mas profunda y rendida sumisión al Consejo de Regencia; deseado por todos los buenos españoles, como menos expuesto a la lenta complicidad de las resoluciones; establecido con el más generoso desprendimiento, por los dignos vocales interpretes en la Central de la voluntad de todas las Provincias; y en que se ve hoy la América representada, por uno de sus ilustres hijos, con igual proporción, y los mas vivos deseos de cimentar su esplendor y prosperidad? Así pues aislados esos perversos, en el corto recinto de la Capital  (Buenos Aires) que oprimen, no han podido conmover las fieles y ricas Provincias que componen su distrito, antes si enardecidas de tan criminal conducta, le han manifestado su desprecio y aversión, ocurriendo a esta Superioridad, no solo por auxilios para rechazar cualquier hostil empresa a que pudiera arrastrarlos la ilusión y ceguedad; sino también a una formal agregación a este Gobierno, del mismo modo que lo estaba antes de la erección de aquel Virreynato; así lo han solicitado por los mas expresivos oficios el Señor Presidente de Charcas, su Real Audiencia, M. R. Arzobispo, I. Ayuntamiento, la Imperial Villa de Potosí, la ciudad de La Paz y Córdoba del Tucumán, y siendo obligación estrecha de los principales Jefes, ocurrir al pronto remedio de los males que amenazen a los fieles vasallos de S. M. por todos los medios que dice la justicia: he venido a acceder a esa solicitud declarando quedar  hasta que se restablezca en su legítimo mando al Excmo. Señor Virrey de Buenos Ayres,  (Baltasar Hidalgo de Cisneros) y demás autoridades legalmente constuidas, agregadas a este virreynato  (Peru) las expresadas Provincias que dependían de la gobernación del Río de la Plata, en todos los ramos de Hacienda, Guerra, Política y Justicia, ocurriendo las Partes en los contenciosos a sus respectivos tribunales, salvos los recursos que en sus correspondientes casos, prescriben las leyes pertenecer al alto Gobierno. Y para que así conste y llegue a noticia de todos se publicará por Bando en esta Capital, circulándose por las de las Intendencias de ambos virreynatos.
Lima 13 de Julio de 1810. José Fernando de Abascal y Souza.

Para poder dimensionar el territorio segregado, solamente una de las Intendencias perdidas, la de Córdoba del Tucumán, representa las actuales Provincias de La Rioja, San Juan, Mendoza, San Luis, La Pampa, el oeste de la Provincia de Santa Fe y el Oeste de la de Buenos Aires.

Tampoco se puede ignorar que para mayo de 1810, si bien es verdad que Carlos IV ya había finalizado sus reclamos de abdicación a favor de su hijo   Fernando VII, la situación política española era un verdadero rompecabezas.  Además del rey Carlos IV que había abdicado y luego se retracta, se encontraba el nuevo monarca Fernando VII, quien gobernaba por medio de las diversas Juntas Centrales de diversas ciudades españolas, y que a su vez respondían a la Junta Suprema Central de Madrid.  Por si fueran pocos monarcas, y pocos los que emitían órdenes,  además   se encontraba entronizado en España Don Pepe Botellas, el hermano mayor de Napoleón Bonaparte, que también era rey de España y de Las Indias. Si toda esta caótica situación política peninsular fuese poca,  además a la Primera Junta  y al Virreinato del Río de la Plata lo habían reducido   a un tercio de su territorio original. Queda reducido a  la Intendencia de Buenos Aires.

Este documento se encuentra reproducido en cualquiera de las obras mencionadas a continuación.
Luís Antonio Eguiguren Escudero (1887-1967) “El Derecho y el Perú Virreynal”. Lima, 1964.
Arturo García Salazar (1880-1958) “Historia de la Diplomacia Peruana”. Tercera edición, Lima, 1978.
Eugenio Larrabure y Unanue (1884-1926) “Manuscritos y Publicaciones sobre la Historia del Perú”. Lima, 1946.
Manuel de Mendiburu (1805-1885) “Diccionario Histórico y Biográfico del Perú”. Imprenta de J. Francisco Solís. Lima, 1917.

Por otra parte gracias al adelanto informático que representa el conocimiento documental a nivel masivo que se edita por  Internet, este documento ignorado por la bibliografía argentina, se puede encontrar en varios sitios que permiten guardarlo y reproducirlo. Las mentiras y los ocultamientos históricos cada vez tienen las patas mas cortas, en este caso solo se debe requerir a Internet por el buscador que cada uno utilice.

Bibliografía General.  Marqués de Sassenay. “Napoleón I y la Fundación de la República Argentina”. Colección B. E. A. Volumen Nº 10, Biblioteca Enciclopédica Argentina, Editorial Huarpes S. Buenos Aires, 1949.

Vicente D. Sierra. “Historia de la Argentina”. Fin del Régimen Virreinal e Instalación de la Junta de Mayo de 1810, Tomo IV, Libro Segundo, Editorial Científica Argentina, Buenos Aires, 1974. Páginas 225 a 463.




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