La publicación de estos apuntes sobre Historia Argentina, no tienen otra pretensión que prestar ayuda, tanto a estudiantes como a profesores de la materia en cuestión.

Muchos de ellos, simplemente son los apuntes confeccionados por el suscripto, para servir como ayuda memoria en las respectivas clases de los distintos temas que expusiera durante mi práctica en el Profesorado. Me daría por muy satisfecho si sirvieran a otras personas para ese objetivo.

Al finalizar cada apunte, o en el transcurso del mismo texto se puede encontrar la bibliografía correspondiente a los diferentes aspectos mencionados.

Al margen de ello invitaremos a personas que compartan esta metodología, a sumarse con nuevos apuntes de Historia Argentina.




Profesor Roberto Antonio Lizarazu

roberto.lizarazu@hotmail.com



lunes, 9 de abril de 2012

ALGUNOS ANTECEDENTES EN LA PREPARACION POR PARTE DE URQUIZA DE  LA CAMPAÑA CONTRA ROSAS

Por: Roberto Antonio Lizarazu

Los preparativos que encara el general Justo José de Urquiza, tendientes al derrocamiento del gobierno de la Confederación Argentina,   ejercido por el  Brigadier Juan Manuel de Rosas, duran varios años; y cubren varios aspectos de diversa índole y múltiples circunstancias.
Solamente mencionaré algunos de ellos, los que considero más relevantes y en mi opinión fueron determinantes en el logro de su objetivo.

Para llegar al 3 de febrero de 1852, debe pasar un largo lustro de hechos bélicos,  políticos y diplomáticos  que determinaron que Urquiza se convierta en  el hombre indicado para el relevo.  “El hombre de los nuevos tiempos”. Por supuesto el primer convencido de ello debería ser el propio Urquiza; y su ambición fogoneando sus acciones y sus nuevas alianzas.

Para 1850, si observamos la situación política de la Confederación, Rosas llega a su máximo apogeo de poder y se estabiliza su figura. Vencidos y dispersos todos sus adversarios liberales y frustradas todas las intervenciones extranjeras en el Río de la Plata. Pareciera imposible su derrota por sus adversarios políticos y nadie en su sano juicio hubiese sostenido en 1850 que Rosas seria derrotado dos años después. Porque  nadie tuvo en cuenta las ambiciones de   su mayor aliado. De  su primera espada. Si estudiamos  la historia, veremos que este es un error muy común que cometen los hombres de gobierno.  Suponer que sus aliados siempre serán aliados.  

Urquiza adquiere una creciente influencia y prestigio, no por el hecho de ser gobernador de Entre ríos, sino por la seguidilla de categóricos triunfos bélicos del último lustro: Al general Rivera en el combate de India Muerta en 1845. Habiendo medido sus armas exitosamente en la campaña contra nuestra provincia en 1846, con el general Paz, el mejor táctico militar de la época, auxiliado por un cuerpo de 4000 paraguayos y destruido, en el año siguiente al ejército correntino mandado por el gobernador el  Coronel Mayor (equivalente a General) Joaquín de Madariaga   en la batalla de Vences, al sur de Curuzú Cuatiá el 27 de noviembre de 1847, perfilan al vencedor  Urquiza, a mediados del siglo XIX,  como la espada de mejor temple y el talento político más vigoroso de ambas orillas del Plata. El único capaz de dar por tierra con el gobierno de Rosas.

 “Urquiza es el hombre de los nuevos tiempos”. La frase es generalmente atribuida a Mitre (el suscripto jamás encontró la misma en ninguna obra ni correspondencia  de Mitre) pero si es verdad que  resume con acierto el concepto de lo que expresa. Acariciando desde años atrás sus ambiciosos designios, organiza pacientemente su fuerza militar y extiende su influencia política en el litoral y la Banda Oriental. Lo irónico es que no  despierta  recelos en el rosismo y  tampoco obtiene las simpatías de la oposición de tendencia liberal de ambas orillas, que no repararon hasta último momento las intenciones de Urquiza. Cambiar un federal por otro federal. Habría que reconocer que muchos simpatizantes del liberalismo quedan totalmente al margen de los sucesos y observan desde lejos y en seguridad, la definición política armada que se avecina.  Yo diría desde bastante lejos, como el caso de Alberdi que queda en las serranías tucumanas observando lo que sucede en la campaña que culmina en Monte Caseros. Otros más prácticos, orejean la definición desde Montevideo o Santiago de Chile.

Hay que reconocer que algunos liberales de más carácter y menos temerosos, hacen la campaña con el denominado Ejército Libertador.

Algunos elementos opositores, internos y externos que son capitalizados por Urquiza.

Aunque la paz imperaba de hecho en 1850, el fuego de la insurrección se mantenía encendido dentro de los muros de Montevideo, donde argentinos y orientales liberales, fraternalmente unidos después de largos años de asedio, continuaban inmovilizando el importante ejército de Oribe (aliado de Rosas) y ofrecían un punto de apoyo de importancia excepcional a la cruzada política y militar que oportunamente realizaría Urquiza.

El elemento determinante y novedoso fue la alianza y el auxilio del Brasil. La piedra en el zapato del Imperio que representaba la poderosa influencia rosista sobre el Estado del Río Grande del Sur, tanto por el lado de la Banda Oriental como por Corrientes, ya que ese Estado había sido revolucionado por un movimiento separatista, y a pesar de la enérgica represión de Caxias en 1845, subsistían las ideas republicanas y de libertad a la esclavitud. (1)

Al Imperio de Brasil le interesaba, además de otros detalles expansionistas, el levantamiento del sitio de Montevideo y la libre navegación del Paraná, a la cual se oponía Rosas. Se debe notar como este fundamental argumento para los intereses comerciales del Imperio, es heredado por Brasil por parte de la política sostenida hasta hace pocos años por Inglaterra y Francia. Sobre este tema cuando la Confederación finaliza los conflictos con ambas naciones, aparece Brasil con similar argumentando que para mantener sus comunicaciones comerciales por vía marítima con los Estados de Matto Grosso y de Santa Catarina, la única vía accesible al comercio era la vía fluvial a través de Paraná y del Paraguay. A los ingenieros brasileños no se les había ocurrido hacer un camino del Atlántico hasta Matto Grosso, dentro de su propio territorio, que evite recorrer el doble de distancia metiéndose en el territorio de otra nación independiente. En realidad dos naciones independientes. Argentina y Paraguay.  Claro que era más barato usar una vía marítima ya construida por la naturaleza, sobre todo si se pasa de contrabando y no se paga aduana.

Además, debido a la inseguridad crónica reinante y al auge del cuatrerismo en la zona fronteriza del Uruguay y Río Grande del Sur, los incidentes fronterizos eran frecuentes y se reiteraban durante el transcurso de los años sin solución de continuidad (2).  Este estado de inseguridad llevan a las relaciones diplomáticas entre Brasil, celoso guardián de la tranquilidad de sus dominios y Rosas protector del Uruguay y de su presidente Oribe, a una peligrosa tensión.

Imprevistamente ese estado de cosas se agravó repentinamente cuando Francisco de Abreu, barón de Jacuhy, por supuesto recibiendo órdenes de Pedro II el Emperador de Brasil, con el fin de tomar represalias de las incursiones realizadas por ladrones de ganado en los departamentos limítrofes, directamente invadió el estado Oriental a la cabeza de soldados del Imperio y emigrados argentinos y uruguayos. Este incidente dio lugar a una reclamación de Rosas, seguida por el rompimiento de las relaciones diplomáticas entre ambos gobiernos, y el retiro del Ministro Guido que estaba acreditado en Río de Janeiro.

Otro elemento de conflicto no menor era Paraguay. Su vida económica dependía del tráfico por  los ríos que Rosas mantenía clausurados. Por otra parte Paraguay estaba vinculado por intereses étnicos, comerciales y afectivos con las provincias del Litoral, no con Buenos Aires. Paraguay fue aliado a Corrientes en la cruzada libertadora de 1845 al 46 y desde entonces estaba preparado para resistir una invasión de Buenos Aires que finalmente nunca se hace y que Rosas en por lo menos dos oportunidades había programado, como represalia del apoyo a Corrientes en 1845-46.

Paraguay tenía sobre las armas un ejército de 15000 soldados, instruidos por algunos oficiales extranjeros contratados al efecto, y para mayor precaución había celebrado una alianza ofensiva y defensiva con Brasil el 25 de diciembre de 1850. (3)

En relación a nuestra Provincia, a partir de Vences se modifica sustancialmente la orientación y el alineamiento político de la misma. Nuestros gobiernos dejan de ser partidarios de los liberales que desean derrocar a Rosas para aliarse con un federal, Urquiza, que desea derrocar a Rosas. El mismo objetivo, por  medio de un aliado diferente.


Las fuerzas militares de ambos bandos.

El poder militar de Rosas en Buenos Aires, era más que considerable. Estaba intacto. Disponía de dos grandes núcleos de tropas veteranas, listas para abrir las operaciones desde el primer momento. El ejército de Oribe, con un efectivo de 14.000 hombres, mantenía el sitio de Montevideo y proveía a la seguridad y vigilancia de la campaña del Estado Oriental. Otro ejército de 12.000 hombres acantonado entre Santos Lugares y Palermo, cuidaba de la protección de la Capital y podía ser trasladado rápidamente en apoyo de las fuerzas de Oribe. Ambos núcleos se componían de unidades de todas las armas, aguerridas por las penurias de largas campañas, sujetas a una disciplina de hierro. Una fuerza doble en número a aquellos efectivos (24.000 hombres), aunque de menos valor combativo, podía alistarse entre las milicias de las provincias de Buenos Aires y Santa Fe, sin contar con el auxilio eventual del interior, donde había cuerpos de línea y otros numerosos contingentes de milicias.

Para hacer la guerra a Rosas contaba Urquiza, en primer término, con las fuerzas militares de su provincia, compuestas con varias divisiones de caballería, con un efectivo de 10.000 jinetes en total, cuya mitad eran veteranos vencedores de las últimas campañas, y dos batallones de infantería con un corto número de cañones. La alianza con nuestra provincia, y con su gobernador (federal) el General Benjamín Virasoro, le proporcionó el refuerzo inmediato de 5.000 lanceros, de una caballería mandada por oficiales experimentados en la guerra.

Un tema que aparentemente no es importante pero que resultó fundamental para la campaña, lo constituyó la facilidad de movilidad proporcionada por las caballadas de la mesopotamia, superiores a los yeguarizos de las pampas en su aptitud para salvar a nado los ríos. (4)
En Montevideo, sitiado por Oribe, había una fuerza de 4.000 hombres en su mayor parte infantería, aguerrida en una defensa de varios años, pero cuya mitad solamente reunía condiciones para la guerra de campaña, en razón de tratarse de guardias nacionales y legionarios extranjeros reclutados entre los habitantes de Montevideo.

A simple vista se puede constatar que las fuerzas de Urquiza eran insuficientes en número y armamento para intentar derrocar a Rosas del poder. Necesitaba pues la ayuda extranacional. Necesitaba de Brasil. Casualmente un importante ejército de línea se encontraba concentrado en el Estado de Río Grande del Sur que podía invadir la Banda Oriental, de acuerdo con las operaciones llevadas a cabo por Urquiza desde Entre Ríos, al mismo tiempo que la escuadra imperial, era muy superior a la de la Confederación en buques y armamento y tendría la misión de cerrar el puerto de Montevideo, bloquear el río de la Plata y dominar los ríos Paraná y Uruguay.

Finalmente resuelto Urquiza a ponerse al frente de su pronunciamiento y ya concretado entre Urquiza y Benjamín Virasoro un convenio preliminar para llevar a cabo una alianza de ambas provincias con el gobierno de Montevideo y del Brasil. Urquiza despachó a Montevideo, en calidad de agente confidencial, a don Antonio Cuyás y Sampere, persona de la mayor confianza y de sólidas vinculaciones comerciales entre ambos.
Cuyás y Sampere se entrevistó con el encargado de negocios del Brasil en Montevideo, Souza da Silva Pontes y con el ministro de gobierno de la Banda Oriental, Manuel Herrera y Obes, respecto del inminente pronunciamiento de Urquiza contra Rosas y el auxilio económico y de tropas que podía esperarse de los gobiernos respectivos. Estas tratativas finalizaron en  un pacto de alianza entre Corrientes, Entre Ríos, la Banda Oriental y Brasil. Ya para ese momento, Brasil pasaba subsidios secretos a los defensores de Montevideo y hacía aprestos bélicos por el mar y tierra con miras a una campaña militar en el Plata.

El Pronunciamiento del 1º de mayo

Para que no queden lugar a dudas, en realidad se puede considerar que  Urquiza realiza dos pronunciamientos contra Rosas. El primero de ellos,  es una circular dirigida a los gobernadores de los Estados de la Confederación con fecha 5 de abril de 1851, en la cual les explica los móviles de su conducta y reclama apoyo para su campaña. Menciona que: “…porque las lanzas entrerrianas bastan por si solas, para derribar el poder ficticio del gobernador de Buenos Aires, sino la cooperación moral de los pueblos argentinos en la cruzada libertadora que está resuelto a emprender. Ha llegado el momento de poner coto a las temerarias aspiraciones del gobernador de Buenos Aires, exclama, quien no satisfecho con las inmensas dificultades que ha creado a la República por su caprichosa política, pretende ahora prolongar indefinidamente su dictadura odiosa, reproduciendo las farisaicas renuncias a fin de que los gobiernos confederados, por temor o interés, mal entendidos, encabecen el suspirado pronunciamiento, que lo coloque de hecho y sin responsabilidad alguna en la silla de la presidencia argentina”.

Una copia de la nota circular a los gobernadores fue enviada al gobierno de Montevideo, manifestando que: “Había resuelto asumir la dirección del movimiento libertador de los pueblos argentinos y que ese gobierno procediera a su vez de acuerdo con las ideas que había transmitido durante las negociaciones secretas”  que ya mencionamos precedentemente.

El pronunciamiento formal de Urquiza, que algunos autores denominan el segundo pronunciamiento, se produjo por un decreto datado en el cuartel general de San José el 1º de mayo de 1851, a raíz de la renuncia que Rosas elevara ante la Junta de Representantes de Buenos Aires, invocando el estado precario de su salud, en razón de las pesadas tareas del gobierno y la necesidad de darse un reposo a fin de reponer sus quebrantadas fuerzas. Pero esta vez Urquiza le tomó la palabra y comienza una nueva historia para nuestro país.

Posteriormente me comprometo a continuar con la denominada Campaña Libertadora, la Batalla de Monte Caseros y las primeras consecuencias de un profundo cambio de autoridades en el mismo esquema de gobierno que perdurará hasta 1853.


(1) Los lectores que deseen ampliar el tema sobre este movimiento separatista, el suscripto publicó en el este mismo sitio, Breves apuntes de Historia de fecha lunes 26 de marzo de 2012,  el comentario “El Almirante Brown y José Garibaldi”  en  en el cual sobre este particular se resume lo siguiente: “Desde 1835 el Estado de Río Grande del Sur, mantiene un enfrentamiento con Río de Janeiro porqué mantiene ideas independentistas y varios dirigentes libertarios y carbonarios pretenden segregar ese Estado del Estado central, en ese momento, con pretensiones imperiales. El jefe de este movimiento era el libertario Coronel Bentos Goncalvez da Silva. Este proceso revolucionario se denomina como  “Revolución de los farrapos” (harapientos).  Garibaldi, de ideas libertarias y prófugo de Italia y Francia, aparece en Río Grande para apoyar la segregación y logra  que se le otorgue patente de corso para lograr financiamiento para la revolución, radicándose en Porto Alegre. Arma la nave “La Mazzini” con la cual hace algunas incursiones de rapiña por el sur del Brasil, en nombre de la revolución de los farrapos. Finalmente los separatistas son derrotados gradualmente por los imperiales  y Garibaldi termina refugiado en Montevideo   al servicio de Fructuoso Rivera. Para 1841 Garibaldi ya con su mujer Anita Ribeiro y su primer hijo Menotti, presta servicios de variada índole a Rivera”.

(2) La fundación de Monte Caseros por Juan Pujol,   está fundamentada en estos argumentos delictivos. Intentar limitar el robo de hacienda, su contrabando y los saqueos a los incipientes poblados.  La situación geográfica y la restinga de Santa Rosa lo convertían en un punto estratégico para esa próspera actividad que duró siglos.

(3) Finalmente Paraguay no forma parte del denominado Ejército Libertador contra Rosas. Pero tampoco fue aliado. Irónicamente,  un par de décadas después, los invasores del Paraguay, que la arrasaron totalmente, no fueron Rosas ni los federales. Fueron  los liberales a los que Paraguay había apoyado en la década del 40, y fueron  dirigidos por la nación firmante de la alianza ofensiva y defensiva del 25 de diciembre de 1850.  Esa alianza si que resultó para la nación paraguaya, más que un regalo de navidad, un auténtico presente griego.

(4) Emilio Solanet “Capas del Yeguarizo Criollo”,  Buenos Aires, 1963.

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