PRIMERA PARTE
Por: Roberto Antonio Lizarazu
Sabemos que el gobernador de la provincia de Buenos Aires, el Coronel Manuel Críspulo Bernabé Dorrego (1) (1787-1828), ante la revolución encabezada por el General Juan Galo de Lavalle (1797-1841), es fusilado en Navarro por orden del segundo, el 13 de diciembre de 1828, como hecho culminante de dicha revolución.
Resumiendo al máximo los sucesos previos podemos mencionar que: Dorrego se dirige a Cañuelas donde estaban reunidos varios cuerpos de Milicias del Sur, bajo el mando de Juan Manuel de Rosas. El 6 de diciembre de 1828, Lavalle salió de Buenos Aires en busca de Dorrego, a quien derrotó el día 9 en Navarro. Mientras Rosas marchó hacia Santa Fe buscando apoyo de Estanislao López, Dorrego prefirió llegar hasta Areco donde se hallaba un acantonamiento militar, destinado a proteger la frontera noroeste de los indios y comandada por el Coronel Ángel Pacheco. El 10 de diciembre, al anochecer, alcanzó el puesto “El Clavo”. Allí lo detuvo el sargento mayor Mariano Acha, por orden del teniente coronel Bernardo Escribano, que estaba al frente del Regimiento de Húsares Nº 5 de línea y comienza la trama final del drama.
Al margen de las numerosas consecuencias políticas que derivaron de esa innecesaria ejecución, la trágica muerte de Dorrego y sus particulares circunstancias, ha producido en nuestra historia un innumerable material que merece ser estudiado con la mayor seriedad, que impone un hecho desafortunado e impregnado con la mayor de las pasiones políticas mostradas a flor de piel. Una de las tantas derivaciones a nivel del estudio de la disciplina histórica es la crónica que de ese hecho hacen los diversos testigos del mismo. Otra la numerosa correspondencia que Dorrego escribe a distintos personajes, a familiares íntimos y a varios amigos personales en los instantes previos a su ejecución. Intentaré presentarlas agrupadas por grupos de destinatarios.
La pretensión de este comentario es mostrar a los lectores la innegable importancia de la subjetividad cuando una persona opina sobre algo. Dos o más personas son testigos oculares de algo. Estuvieron en el mismo sitio observando el mismo hecho y sin embargo sus crónicas difieren, muchas veces, sustancialmente; o su atención se centra en aspectos que otro testigo no repara para nada.
Cartas redactadas por Dorrego cuando ya se encontraba prisionero, pero ignoraba su suerte final y pretendía exiliarse en Estados Unidos vía la Banda Oriental.
Carta a Guillermo Brown. (2)
“Señor don Guillermo Brown.
Mi apreciado amigo:
Voy a esa, preso en mi tránsito para la provincia de Santa fe, de donde me dirigiría a la provincia oriental solicitando hospitalidad.
No dudo que usted hará valer su posición para que se me permita ir a los Estados Unidos, dando fianzas de que mi permanencia allí será por el término que se me designe.
Mis servicios al país creo merecen esta consideración, al mismo tiempo que el que usted influirá a que se realice.
Deseo me oiga usted a la llegada a esa.
Su afectísimo Q.S.M.B.
Manuel Dorrego
Cañada de Giles, en marcha a 11 de diciembre de 1828.”
Carta a José Miguel Díaz Vélez (3)
“Señor don José Miguel Díaz Vélez
Mi querido amigo:
Ya estoy en marcha en calidad de prisionero, y el jefe de este regimiento me ha permitido dirija a usted ésta, que es reducida a que tenga usted la bondad de verme en el momento de mi llegada a esa, y creo que no será difícil se conformen después de oírme, con las indicaciones que haré con respecto a la cuestión del día.
No olvide usted que la lenidad ha dirigido mi administración.
Es de usted afectísimo, Q.S.M.B.
Manuel Dorrego
Somos 11 de diciembre.”
Ambos destinatarios a quienes escribiera Dorrego, reaccionaron de manera diferente. Brown como gobernador provisorio actuó acorde a sus funciones del momento, dado que respondía a Lavalle que era el Gobernador. Este período de Brown, lo podríamos denominar como su período unitario. Años más tarde se haría Federal y partidario de Rosas. En ese momento Brown le informó a Lavalle sobre la carta de Dorrego y opinó con severidad respecto a su pedido de exilio. Es indudable que Brown también sumó su grano de arena para el logro del trágico final. En cambio José Miguel Díaz Vélez, quien también era el Ministro General de Lavalle; y unitario declarado de siempre, fue el único de los dos que le respondió la carta a Dorrego y socialmente, que no era poca cosa en esos momentos, se comportó en esta circunstancia con mayor altura. Ambas notas se transcriben seguidamente:
Carta de Guillermo Brown a Lavalle
“Buenos Aires, diciembre 12 de 1828 (en la noche)
Señor Gobernador don Juan Lavalle
Mi apreciado señor:
El Coronel Dorrego se halla preso, y al gobierno delegado no le ha parecido bien que se introduzca su persona en esta capital, por la agitación que se ha sentido en ella luego que se anunció su captura; en consecuencia, se ha mandado lo conduzca con toda seguridad al teniente coronel Escribano al punto donde usted se halle con el ejército.
La carta original de Dorrego que incluyo a usted le informará de sus deseos de salir a un país extranjero, bajo seguridades; mi opinión a este respecto como particular, está de conformidad, pero asegurando su comportación (sic) de no mezclarse en los negocios políticos de este país con una fianza de 200 a 300 mil pesos, de que responderán sus amigos en debida forma, antes de permitir su embarco por la Ensenada. Esta es mi opinión privada, mas usted dispondrá lo que considere mejor para asegurar los grandes intereses de la provincia; quedando su muy atento amigo y servidor Q.S.M.B.
W. Brown
Adición: La carta marchará mañana por haberla dejado en mi casa.
W. Brown.”
Carta de Miguel Díaz Vélez a Manuel Dorrego
“Señor don Manuel Dorrego
Mi querido amigo:
Consultando los deseos de usted, manifestados en carta al señor gobernador delegado, (Brown) se ha resuelto que vuelva a Navarro a presentarse en el cuartel general.
Espero que obtendrá lo que desea, y a esto tienden nuestros esfuerzos.
Aquí han estado su hermana y sobrinas; las he consolado y haré otro tanto con mi señora Angelita. (la señora de Dorrego)
No debe dudar un momento de la amistad del que es su siempre seguro amigo que S.M.B.
José Miguel Díaz Vélez”.
Cartas de Dorrego cuando, llegado a Navarro, Lavalle asumiendo toda la responsabilidad de la ejecución, ya había ordenado la misma en un plazo perentorio.
Correspondencia a sus familiares. Carta de Manuel Dorrego a su esposa.
“Mi querida Angelita:
En este momento me intiman que dentro de una hora debo morir; ignoro por qué; más la Providencia divina, en la cual confío en este momento critico, así lo ha querido. Perdono a todos mis enemigos y suplico a mis amigos que no den paso alguno en desagravio de lo recibido por mí.
Mi vida, educa a esas amables criaturas, (sus dos hijas) sé feliz, ya que no lo has podido ser en compañía del desgraciado. M. Dorrego.”
A medida que escribe algo, repara en detalles que le quedan faltantes y en nuevos papeles, redacta agregados referidos a deudas varias e importes y bienes que le adeudan a él.
Agregado a su esposa. “Mi vida: Mándame hacer funerales, y que sean sin fausto. Otra prueba de que muero en la religión de mis padres. Tu Manuel.”
Nuevas indicaciones a su esposa. Todas ellas están redactadas individualmente, en papeles separados que Dorrego agregó en el mismo paquete dirigido a su señora.
“Un documento de un diputado de Catamarca de cinco mil y pico de pesos contra el Estado, declaro que estaba en mi poder y pienso se habrá quemado.”
“También otros de Tierras de … a medias conmigo.”
“Díaz, el que fue guarda, tiene unos documentos de tierras mías en Arroyo …”
“Pido a Fortunato Miró que haga una transacción con don Francisco Elia.”
“Todos los documentos de minas en compañía de Lecoc, están en la cómoda vieja, que Lecoc sea dueño de todas y dé a mi familia lo que tuviese a bien.”
“Doscientos pesos plata a don Pablo Alemán, de Salta.”
“Que Fortunato te entregue lo que en su conciencia crea tener mío.”
“Calculo que Azcuénaga me debe como tres mil pesos.”
“José María Miró, mil quinientos.”
“Don José María Rojas, seis mil.”
“Debo una letra de tres mil quinientos pesos a doña Isabel Axes.”
“De los cien mil pesos de fondos públicos que me adeuda el Estado, solo recibirás las dos terceras partes, el resto lo dejarás al Estado.”
“A Manuela, la mujer de Fernández, le darás trescientos pesos.”
“A mis hermanos y demás coherederos debes darles o recabar de ellos como mil quinientos pesos, que recuerdo tomé de mi padre y no he repartido a ellos.”
Esquelas dirigidas a sus hijas Angelita e Isabel.
“Mi querida Angelita: Te acompaño esa sortija para memoria de tu desgraciado padre. Manuel Dorrego.”
“Mi querida Isabel: Te devuelvo los tiradores que hicístes a tu infortunado padre. M. Dorrego.”
Por razones de espacio quedan pendientes para una Segunda Parte, la correspondencia remitida por diferentes testigos y participantes del fusilamiento. Que en realidad es la más extensa.
Fuentes: Ángel Justiniano Carranza. El General Lavalle ante la justicia póstuma. Librería Hachette S.A. Buenos Aires, 1941.
Carlos Parsons Horne. Biografía del Coronel Manuel Dorrego. Imprenta y Casa Editora “Coni”, Buenos Aires, 1922
Aclaraciones: (1) Los padres de Manuel Dorrego fueron el comerciante portugués Josué Antonio do Rego y la dama criolla María de la Ascensión Salas. El apellido Dorrego es una castellanización de do Rego.
(2) Dorrego escribe a Brown por que éste era el Gobernador Provisorio, dado que Lavalle estaba en campaña.
(3) José Miguel Díaz Vélez era el Ministro General de la gobernación de Lavalle.
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