ARTURO JAURETCHE
Por: Doctor Julio R. Otaño
Arturo Jauretche nació el 13 de noviembre de 1901 en Lincoln, un pueblo de la provincia de Buenos Aires.
Creció en una familia conservadora recibiéndose de Abogado en la Universidad de Bs As. En la década del ‘30 se define su activismo político, participando en luchas y conspiraciones a favor del radicalismo, como en Paso de los Libres (1933).
El valiente escritor José Luis Torres ha calificado de "infame" a la década que incluye la presidencia de Justo, la de Ortíz y la de Castillo.
Los jóvenes radicales crean FORJA, tratando que su partido vuelva a sus orígenes federales yrigoyenistas; sobresalían nítidamente Raúl Scalabrini Ortíz y Arturo Jauretche, el primero publicó dos obras fundamentales: "política británica en el Río de la Plata " e "Historia de los ferrocarriles argentinos"; mientras que el segundo "Manual de Zonceras Argentinas" y "el medio pelo en la sociedad Argentina". Jauretche califica al Tratado Roca – Runciman, "estatuto legal del coloniaje".
Decía el manifiesto constitutivo de FORJA: "Somos una Argentina colonial; queremos ser una Argentina libre. Por el radicalismo a la soberanía popular, por la soberanía popular a la soberanía nacional, por la soberanía nacional a la emancipación del pueblo argentino".
Desde esa plataforma ideológica denunció la falsificación histórica y dibujó el proceso histórico argentino y latinoamericano como una lucha permanente del pueblo en busca de la soberanía popular, contra oligarquías que operaban como agentes de penetración de los intereses imperialistas.
Con el advenimiento del peronismo, FORJA fue disuelta el 24 de febrero de 1946, por considerar que Perón había inaugurado una política nacional y de recuperación de la soberanía contra el capitalismo extranjero, que eran las banderas de la organización. Jauretche valoró la experiencia peronista positivamente, a pesar de ciertas disidencias con Perón. Durante el gobierno peronista fue Director del Banco de la Provincia de Buenos Aires (1946-1950), desde donde promovió una política de apoyo a la empresa nacional. Renunció en 1950 por disidencias con el nuevo equipo económico de Perón y se retiró a la vida privada.
Tuvo intensa participación en la lucha de la resistencia peronista después del golpe militar que derrocó a Perón en 1955, con el propósito de que la derrota política de las masas no se convirtiera en una derrota ideológica.
Fue en esa etapa que aparecieron sus libros, como expresión más acabada de un pensamiento que se había perfilado en la década del ‘30 en artículos aparecidos en revistas, semanarios y periódicos, la mayoría de escasa tirada y corta vida.
Fueron 12 obras que se sucedieron desde 1955, año en que apareció El Plan Prebisch. Retorno al coloniaje, hasta 1972, cuando publicó De memoria. Pantalones cortos. Los profetas del odio (1957), Ejército y Política. La patria grande y la patria chica (1958), Política Nacional y revisionismo histórico (1959), Prosas de hacha y tiza (1960), FORJA y la Década Infame (1962), Filo, contrafilo y punta (1964), El medio pelo de la sociedad argentina (1966), Los profetas del odio y la yapa (1967) y su Manual de zonceras argentinas (1972), pueden ser considerados como un único libro, pues el mensaje se repitió en ellos en forma reiterada.
Saludó el regreso de Perón en 1972, dio sus últimas charlas en la Universidad del Sur, intentando aferrarse a la esperanza como correspondía a un gran luchador por la cuestión nacional, murió en el día de la Patria , un 25 de mayo de 1974.
Lo que Jauretche fustigó sin descanso fue el carácter abstracto de las ideologías y, en tal sentido, su crítica se dirigió por igual a la izquierda que a la derecha, pues “se era liberal, se era marxista o se era nacionalista partiendo del supuesto que el país debía adoptar el liberalismo, el socialismo o el nacionalismo y adaptarse a él”.
Toda referencia a Jauretche implica ubicarlo en la corriente del nacionalismo popular o revolucionario, nacido contra las corrientes liberales y buscando una reinterpretación de la historia. Particularmente significativo en Argentina, incluyó un rechazo de las ideas extranjeras y los intelectuales de pretendida orientación universalista, criticando por igual a los postulados liberales, la oligarquía , el socialismo y el comunismo, basándose en el hecho de que ninguno de ellos había comprendido al país.
Jauretche siempre prefirió ser considerado un hombre que poseía un “pensamiento nacional”. El primer paso era desprenderse de deformaciones mentales impuestas por los intereses del imperialismo internacional, custodiada por los intelectuales a su servicio a los que llamó “cipayos”.
Lo que, caracteriza al pensamiento nacional, es el reconocimiento de que la cuestión principal es la nacional, entendida como la disputa de intereses entre un país semicolonial que quiere dejar de serlo, y los intereses imperialistas que no están dispuestos a permitirlo.
El análisis histórico revela un plan consciente de mantener al país en dependencia del pasado, conservando el carácter agrícola-ganadero e impidiendo el ascenso social y político de las masas.
El revisionismo esclarecía el papel decisivo de Inglaterra, que había hecho de Argentina una pieza necesaria de su economía industrial y su expansión comercial, y la complicidad de las oligarquías en el establecimiento de un ordenamiento jurídico-institucional destinado a facilitar la penetración inglesa.
Jauretche veía la necesidad de reestructurar las Fuerzas Armadas, advirtiendo que sin política nacional no hay ejército nacional, y entendiendo a esa política nacional como opuesta a la política ideológica liberal o neoliberal como en nuestros tiempos. Consideraba absolutamente prioritaria la liberación nacional, para lo cual era indispensable lo que llamaba “unidad vertical” de todas las clases sociales.
"Esta es la raíz del dilema sarmientino de 'Civilización o Barbarie' que sigue rigiendo a la 'intelligentzia'. Se confundió civilización con cultura, como en la escuela se sigue confundiendo instrucción con educación. La idea no fue desarrollar América según América, incorporando los elementos de la civilización moderna; enriquecer la cultura propia con el aporte externo asimilado, como quién abona el terreno donde crece el árbol. Se intentó crear Europa en América, trasplantando el árbol y destruyendo al indígena que podía ser un obstáculo al mismo para su crecimiento según Europa, y no según América". (Arturo Jauretche: Los Profetas del Odio y la Yapa. La colonización pedagógica. A. Peña Lillo Editor. Marzo 1975)
No hay comentarios:
Publicar un comentario