CUANDO ROCA ORDENA FUSILAR A UN INOCENTE

Por: Roberto Antonio Lizarazu

En cumplimiento de una deuda. En el comentario en este sitio titulado “La Federalización de Buenos Aires”,  de fecha lunes 2 de abril ppdo. explicando los detalles de las batallas de Santa Rosa, menciono que Roca, vencedor de Arredondo en la segunda Santa Rosa, se entera que existe un firme proyecto del gobierno de fusilar a Arredondo, que se encontraba prisionero de su vencedor, y digo “Un par de noches después, Roca se entera que Arredondo sería fusilado por orden presidencial. De común acuerdo entre Roca y Arredondo, se simula una fuga en compañía de varios oficiales y escapan hacia la frontera con Chile, donde llegan la semana siguiente y piden asilo político.”

“Roca tenía un verdadero complejo de culpa con los fusilamientos, porqué unos años antes y en otras circunstancias había ordenado fusilar a un baqueano que resultó totalmente inocente. Roca había jurado delante de sus oficiales no ordenar jamás el fusilamiento de nadie." Pero ese es otro tema para otro comentario.

Entre la primera y la segunda Santa Rosa ocurre el error que es responsabilidad del ese entonces Coronel Roca y el fusilado,  que resulta ser un inocente   paisano de nombre CABITUNA, quien había traído un mensaje para Roca del gobernador de Mendoza Francisco Civit (Partido Liberal).

Cuando Cabituna llega al campamento de Roca, saca el mensaje de la herradura del caballo, perfectamente limpio y doblado, sin una mancha ni rastros de haberse mojado nunca. Su caballo, un alazán doradillo espléndido se ve  sin rastros de  transpiración. Pero la fama lo había precedido al pobre Cabituna,  algunos oficiales que lo conocían le avisaron a Roca que tenía fama de “gaucho ladino, travieso e intrigante”

Así lo explica Ignacio H. Fotheringham que fue testigo presencial de lo ocurrido en su libro “La Vida de un Soldado o reminiscencias de las fronteras”. (1)

“…Parece increíble. El Coronel se dejó convencer que era culpable

“Habíamos tenido centenares de deserciones y un fusilamiento se impone en tales casos, para sostener la disciplina.”

“Nunca quiso el Coronel Roca firmar una sentencia de muerte”. “Era opositor decidido a la última pena.”

“Y ahora, forma un Consejo de Guerra rápido, sin más testigos que díceres, sin más pruebas que un buen caballo resistente, un mensaje bien escrito, y un gaucho de mala fama.”

“Yo opinaba que matasen al caballo que así se vería si había comido o no recientemente.”

“El paisano juraba que hacía más de veinte horas que andaba por fuera de los caminos para no ser descubierto y hasta hoy creo que matando su pobre bestia, se hubiera probado la verdad de su aserto.”

“Nada. Un espía. ¡Que muera!”

“Estaba escrito.”

“Protestó poco el valeroso resuelto”.

“No dijo más que, Matan a un inocente.”

“Y así fue.”

“Llegado a Mendoza se probó hasta la más patente evidencia que efectivamente lo había despachado el gobernador Civit y que todo lo que dijo era verdad”.

“Roca ha de haber hecho un juramento pues yo he notado, si no lo han notado otros, que en tantos años que fue Presidente, y jefe superior de fuerzas, jamás firmó ninguna sentencia de muerte.”

Con solo una vez, era más que suficiente.

Bibliografía: Ignacio H. Fotheringham, La Vida de un Soldado, o Reminiscencias de las Fronteras, Círculo Militar, Editorial Lito, octubre 1970.