La publicación de estos apuntes sobre Historia Argentina, no tienen otra pretensión que prestar ayuda, tanto a estudiantes como a profesores de la materia en cuestión.

Muchos de ellos, simplemente son los apuntes confeccionados por el suscripto, para servir como ayuda memoria en las respectivas clases de los distintos temas que expusiera durante mi práctica en el Profesorado. Me daría por muy satisfecho si sirvieran a otras personas para ese objetivo.

Al finalizar cada apunte, o en el transcurso del mismo texto se puede encontrar la bibliografía correspondiente a los diferentes aspectos mencionados.

Al margen de ello invitaremos a personas que compartan esta metodología, a sumarse con nuevos apuntes de Historia Argentina.




Profesor Roberto Antonio Lizarazu

roberto.lizarazu@hotmail.com



jueves, 12 de abril de 2012



SARMIENTO vs.  ALBERDI, visto por Didier T. Jaén

Por: Roberto Antonio Lizarazu
Para el señor Anton Barreneche Roark

Hace pocos meses Vergara Editores puso en circulación  el libro “Rivales” del doctor  Nelson Castro,  con prólogo de Joaquín Morales Sola. Como es de rigor, dado la temática del mismo, me hice regalar con carácter de urgente,  un ejemplar  por uno de mis nietos. Como sabemos se trata de la eterna dicotomía de nuestros dirigentes políticos y sociales.  Saavedra-Moreno, Rosas-Urquiza, Sarmiento-Alberdi, Perón-Balbín y varios Boca-River más, que todos conocemos y sufrimos hasta el hartazgo y sin ninguna posibilidad de finalización.

Inmediatamente al leerlo y cuando llegué al capítulo Sarmiento-Alberdi, recordé al notable ensayista francés Didier T. Jaén, y su notable interpretación sobre los enfrentamientos de la dupla mencionada. Didier T. Jaén, publicó en el JOURNAL, OF INTER-AMERICAN STUDIES, La Generación romántica y el problema de Hispanoamérica en el vol. VIII Nº 4, Coral Gables (Florida), que depende de la University of Miami, octubre de 1966, en páginas 565 a 648, su propia interpretación del enfrentamiento Sarmiento versus Alberdi.

Jaén que en ese momento era profesor de Historia y Literatura Latinoamericana en la Universidad de California, en Davis, pretende explicar, por supuesto desde su óptica europea, lo que para mí siempre fue un mayúsculo intríngulis.  A partir de ahora casi todo lo resumido es de Jaén. (1)

La imposibilidad evidenciada por Hispanoamérica para satisfacer plenamente las esperanzas de felicidad y desarrollo humano que en ella cifraron los propios hispanoamericanos ha preocupado constantemente, afirma el doctor Jaén, a muchos de sus escritores. En la mayoría de los casos, agrega, esa visión inquietante y a veces desalentadora fue considerada con la convicción de que podía y debía lograr Hispanoamérica su plenitud. De ahí que, ante la visión de un fracaso quizá transitorio, esos escritores hayan tratado de encontrar las causas de tal situación, convencidos de que en la solución del enigma se encontraba la base para dar el paso adelante, pensar en el futuro, mirar el porvenir y dejar atrás el pasado.

Jaén argumenta que para  los principales representantes de la Generación argentina del 37 (Sastre, Echeverría, Alberdi, Sarmiento y otros) el enigma que representaba la idiosincrasia de la sociedad y la futura organización social y política a aplicar a la misma, era el tema que los obsesionaba y les quitaba el sueño; y además dividía a sus componentes. Ese problema no se refería exclusivamente a nuestro territorio sino que era el de toda Hispanoamérica.

Basando sus razonamientos en los conceptos de la historia y de la idiosincrasia de la sociedad que ya habían percibido a través del romanticismo francés y cuya novedad era aparente pues ya estaban presentes en Montesquieu. “Solo después de 1815, con la Restauración y en parte, a través del pensamiento alemán, especialmente Herder, los franceses descubrieron un nuevo Montesquieu, distinto, y hasta opuesto, al que habían conocido los forjadores de la Revolución Francesa. A partir de entonces se desarrollaron los nuevos conceptos de la historia y la sociedad que utilizaron los argentinos.” Estos conceptos afirmaban que cada pueblo tiene sus peculiaridades y que es necesario comprender éstas antes de querer organizarlo.

Para los intelectuales románticos del 37, lo que hacía falta era encontrar las teorías y sistemas que se ajustaran a la realidad hispanoamericana (2) y en particular la argentina.

Por su parte Sarmiento explicaba el problema como un aspecto del conflicto universal entre “civilización y barbarie”.  Y basándose en el estudio de las condiciones particulares de la Argentina, ofrecía como solución, el desenvolvimiento de las vías de comunicación, la inmigración europea, el establecimiento de las libertades individuales y sociales, la adopción de  formas democráticas y representativas, todo ello sostenido y recubierto por el incremento universal de la educación pública.

Pero según Jaén, lo que a Sarmiento le preocupaba, no era descubrir ¿Qué quería el país? (que es lo que hacen los demagogos) sino hallar los medios de implantar un modo, una forma, un como, poder salir de la barbarie y llegar a la civilización.

Explica Jaén que tras la caída de Rosas, Alberdi publicó sus “Bases” para orientar a quienes habrían de integrar el Congreso Constituyente. En ellas rechaza la tesis de Sarmiento como explicación de los conflictos que afligían a la Argentina. Alberdi no niega que existían diferencias entre los hombres de la ciudad y los hombres del campo, pero considera que no pueden condensarse en la fórmula “civilización y barbarie”, pues ambas formas de vida son producto de la civilización europea. La diferencia principal que halla Alberdi es el contacto que las regiones litorales han mantenido con la Europa moderna, en contraste con el aislamiento del interior. El atraso de los pueblos del interior, netamente hispánicos, demuestra, según Alberdi, la incapacidad de la cultura o la raza hispánica para lograr los adelantos materiales y políticos que la vida moderna exige. En consecuencia, no son las leyes ni las instituciones las que hay que cambiar; son los hombres. Mientras la población siga siendo la misma, nada se logrará con cambiar las leyes o hacer revoluciones  y proclamar principios democráticos. Y así, Alberdi que en las páginas iniciales de las “Bases” habla de la necesidad de adaptar el gobierno y la organización social a la población, termina afirmando en la misma obra que se debe adaptar la población al sistema de gobierno fomentando la inmigración anglosajona, pues “sin la cooperación de esa raza es imposible aclimatar la libertad y el progreso material en ninguna parte”.

Dice Jaén “El cambio de los románticos demuestra que no habían llegado a comprender perfectamente el acierto de su posición inicial. El Romanticismo sostiene exactamente lo contrario a lo sostenido por Alberdi. (3) “No trataron de descubrir las  aspiraciones del pueblo porque para ellas ya estaban dadas: eran las formas democráticas y el progreso concebidos a la francesa, a la inglesa o a la europea: no concibieron un progreso a lo hispánico, a lo argentino o a lo gaucho”.
“La solución de Alberdi, consistió en ignorar por completo el pueblo para el cual se pretendió formular el gobierno, ya que ese pueblo no servía para la clase de gobierno formulada, y traer en su lugar un pueblo diferente.”

Santiago Baqué, hoy por hoy casi un ignoto historiador para las mayorías, coincidió en este punto con Jaén y en su obra “Influencia de Alberdi en la organización política del Estado Argentino”, nos detalla con precisión algunos argumentos imperdibles. “Alberdi y algunos de los románticos que coincidían con él, tenían un auténtico patriotismo al país y no hacia sus compatriotas; pues no pensaban en la felicidad de los argentinos ni en su grandeza sino en la grandeza de su territorio”. El que suponga que el doctor Santiago Baqué era rosista o nacionalista o antiliberal se llevará una gran sorpresa cuando lea su biografía.

Continúa Jaén “Como románticos los miembros de esta generación acertaron al penetrar en las entrañas del pueblo y de su historia para sacar de allí una constitución y una unidad nacional que respondía a las aspiraciones del pueblo como un todo y no sólo de una parte. Pero dentro de la tradición y costumbres de ese pueblo no pudieron encontrar las características que respondieran a las necesidades de un sistema preconcebido a la vista del progreso material de Europa y de los Estados Unidos y, en este respecto, rechazaron al pueblo y su tradición y trataron de atraer de Europa a otros pueblos que respondieran a las especificaciones exigidas.”

“Pero si los románticos desviaron la dirección que indicaba el principio con él cual empezaron, las generaciones posteriores tampoco han llegado a comprender el mensaje implícito en la posición romántica: la idea de que la democracia no es inherente a ninguna forma de gobierno, -aunque en los países más democráticos haya logrado formas determinadas-, que el espíritu de la democracia es más bien una actitud de los gobernantes, un deseo de descubrir, expresar y concretar las aspiraciones del pueblo, actitud y deseo que, indudablemente, pueden faltar aún en el más vehemente defensor de las formas democráticas. La idea de que el verdadero gobierno democrático no es como el gobierno ilustrado que trata de imponer al pueblo lo que le parece mejor, sino que se compenetra con él y trata de elevarlo por medio de la educación, intentando expresar y materializar sus aspiraciones. La idea de que el gobierno democrático no es fraccionario sino total, no aspira a representar las aspiraciones e ideas de un bando, sino las de toda la población, a armonizarlas y hacerlas funcionar juntas. Los románticos, tal vez sin comprenderlo perfectamente, aportaron esta idea a la consideración del problema de Hispanoamérica; habría que regresar a ella y considerarla detenidamente, porque con ella se aproximaron a la solución.”

(1) Debo reconocer que cuando leí por primera vez el ensayo de Jaén, no me convenció. Puede haber sido mi juventud que acompañada por mi inexperiencia, limitaban mi opinión. Hoy en día considero a su ensayo sobre este tema, lo más cercano a la realidad. También debo reconocer que uno de los aspectos que influyó para que comenzara a mirar con simpatía los diferentes ensayos del doctor Jaén, fue su reconocida amistad con nuestro Jorge Luís Borges. Ambos se visitaron en varias oportunidades, tanto en Argentina, en Estados Unidos y en Francia.

(2) Se debe notar que Jaén menciona siempre Hispanoamérica y no Latinoamérica en sus argumentos. No incluía a la parte Américo-lusitana en sus comentarios.

(3) En 1837 cuando comienza el movimiento romántico por estas pampas, el mismo era marcadamente pro federal. No podía ser de otra manera, porque sino no coincidirían con el romanticismo.  La oposición posterior fue por motivos políticos a  Rosas no por motivos filosóficos ni conceptuales de su movimiento. Esta válida oposición política a Rosas, debería haber traído aparejado la inmediata cesación del uso del nombre “románticos”, cosa que no ocurrió, interpreto que por motivos de imagen.




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