La publicación de estos apuntes sobre Historia Argentina, no tienen otra pretensión que prestar ayuda, tanto a estudiantes como a profesores de la materia en cuestión.

Muchos de ellos, simplemente son los apuntes confeccionados por el suscripto, para servir como ayuda memoria en las respectivas clases de los distintos temas que expusiera durante mi práctica en el Profesorado. Me daría por muy satisfecho si sirvieran a otras personas para ese objetivo.

Al finalizar cada apunte, o en el transcurso del mismo texto se puede encontrar la bibliografía correspondiente a los diferentes aspectos mencionados.

Al margen de ello invitaremos a personas que compartan esta metodología, a sumarse con nuevos apuntes de Historia Argentina.




Profesor Roberto Antonio Lizarazu

roberto.lizarazu@hotmail.com



jueves, 29 de marzo de 2012

Gobernador Liniers



CUANDO LINIERS FUE GOBERNADOR DE LAS MISIONES

Por: Roberto Antonio Lizarazu
Liniers también anduvo por nuestros pagos. En 1802, cuando ya había pasado el mal trago del fallido intento de “Las pastillas de Liniers”; y cuando el Virrey en ese momento era Joaquín del Pino y Rozas (1801-1804), (1)  nuestro futuro héroe de la Reconquista se postuló ante las autoridades para cubrir la vacante, que desde hacía meses se encontraba en ese estado, al empleo de Gobernador de los Treinta Pueblos de las Misiones del Uruguay y Paraná. El Coronel Joaquín de Soria que había sido el gobernador anterior,  había dimitido en diciembre de 1801, por una razón muy simple, las partidas de pago no llegaban nunca, y cuando llegaban había diferencias inexplicables.

Santiago de Liniers que era en ese momento Capitán de Navío de la Real Armada Española, fue nombrado luego de algunas naturales oposiciones, por Real Orden expedida el 5 de noviembre de 1802. Nos detendremos en esta RO, por que en ella se detallan  las funciones y responsabilidades que le correspondían cumplimentar a Liniers en este nuevo cargo y además por que al ser esta RO un original, deseaba compartir con los lectores de Corrientes Opina esa  circunstancia.

“Yo, Dn. Joaquín del Pino y Rozas, por cuanto se halla vacante el Empleo de Gobernador de los treinta Pueblos de Misiones del Uruguay y Paraná por dimisión que ha hecho el Coronel Dn. Joaquín de Soria que lo obtenía por nombramiento de este Superior Gobierno y Capitanía General confirmado por Real Orden de tres de diciembre del año pasado, y precisa proveerlo desde luego provisionalmente en un oficial de talento, desinterés, celo y conocimientos militares y políticos; por tanto y conceptuando asistido de estas circunstancias y demás convenientes al Capitán de Navío de la real Armada Dn. Santiago Liniers, le elijo y nombro por ahora en comisión por Gobernador Político y Militar de los mismos Pueblos y Subdelegado de Real Hacienda de los pertenecientes a esta Provincia”.

“Y mando que haciendo ante esta Real Audiencia el correspondiente juramento de usar bien y fielmente su oficio y tomada razón de este Despacho en el Tribunal de Cuentas y Reales Cajas de esta Capital se le admita al ejercicio de él con el sueldo que le corresponde por su referido empleo  de Capitán de Navío y reconociéndole por su Gobernador, los Tenientes , Cabildos, Caciques, Corregidores, Naturales, Empleados y Habitantes en los citados Pueblos obedeciéndole y haciendo cumplir las órdenes y guardar las facultades, privilegios y prerrogativas que como a tal Gobernador le pertenecen. Para todo lo cual le hice expedir este Despacho firmado de mi mano, sellado con el sello de mis armas refrendado por el Secretario de Su Majestad de este Virreinato; en Buenos Aires, a cinco de noviembre  de mil ochocientos dos.- Joaquín del Pino- Manuel Gallego.
Vuestra Excelencia nombra por ahora y en comisión , por Gobernador de los treinta pueblos de Misiones del Uruguay y Paraná al Capitán de Navío de la Real Armada Dn. Santiago de Liniers”. (2)

Liniers previendo el sinnúmero de dificultades de todo tipo que encontraría en una región para él, totalmente desconocida, se ilustró cuanto pudo sobre sus particularidades y se puso en contacto con el fraile dominico Julián Perdriel, quien por haber vivido varios años en las reducciones jesuíticas, en ese momento lo convertían en un experto sobre la materia.

Se debe tener en cuenta; y Liniers era totalmente consciente de ello, que la mayor dificultad de su gobierno y la de cualquier gobierno que fuese nombrado,  resultaba ser la indefensión de las Misiones ante las permanentes, reiteradas y crónicas incursiones de los bandeirantes paulistas. De común acuerdo entre Liniers y Perdriel proyectaron un tren de artillería volante, que se pudiera desplazar rápidamente entre las distintas Misiones y poder enfrentarse a los Tiradores Paulistas y a la caballería bandeirante. Liniers le solicitó a del Pino los obuses que artillaban la fragata Medea, surta en el puerto de Montevideo para esos menesteres de defensa de su gobernación.

Es verdad que del Pino accedió al pedido y ordenó lo requerido por Liniers, pero la Medea junto con La Fama, La Flora y la Mercedes zarparon desde Montevideo escoltando un importante cargamento de mercaderías y caudales rumbo a Cádiz, sin dejar sus preciados obuses y marcando claramente cuales eran las prioridades para la corona. Entre defender las Misiones y defender el cargamento de plata con rumbo a las arcas reales, no había mucho que decidir.

Para explicar como termina el viaje de La Medea, la Fama, La Flora y La Mercedes me guiaré por la reconocida obra de Alejandro Larguía, Las Misiones Jesuíticas del Uruguay. La Provincia Perdida, Corregidor, con prólogo del R. P. Julián Zini, Corregidor, Buenos Aires, 2007. “Cuando el convoy en el que viajaba Don Diego de Alvear  con su familia estaba llegando a Cádiz fue interceptado por naves de guerra inglesas. El Comandante pretendió que se rindiera todo el convoy, que estaba constituido por cuatro navíos, la fragata “Medea” ya sin sus obucitos,  la “Fama”, la “Clara” y la “Mercedes. El Comandante español naturalmente lo mandó al inglés a tomar baños y empezaron los cañonazos.  Una bomba inglesa hizo estallar la Santa Bárbara de la “Mercedes”, en la que viajaba la familia de Don Diego de Alvear. Esta familia pereció junto a toda la tripulación.”
“Por haber tenido que reemplazar al comandante enfermo, ese día Don Diego de Alvear navegaba en la “Clara”, acompañado por uno de sus hijos, Carlos María, entonces de dieciséis años, a quien su madre no lo aguantaba en la “Mercedes” y lo había fletado con su padre. Providencialmente entonces, se salvó de perecer  junto a su madre y sus siete hermanos, este muchacho nacido y criado entre los guaraníes del pueblo misionero de Santo Ángel Custodio, hoy conocido en Río Grande do Sul como Santo Ángelo.”
“Ocho años después de este funesto episodio, volvería el misionero Carlos María de Alvear a navegar hacia su patria, esta vez en la fragata inglesa “George Canning”. Vendría en compañía de otro misionero, nativo de Yapeyú, llamado José Francisco de San Martín.”

Pero debemos volver a nuestro tema. Liniers llega a Candelaria, el 6 de marzo de 1803. En ese momento Candelaria gozaba del pomposo título de "Capital de la Gobernación. Llega sin Perdriel al que su orden no autorizó su viaje y sin los mencionados obuses para organizar una defensa medianamente eficaz. Liniers tuvo la buena idea de que toda la correspondencia entre su Gobernación y el Virrey quedara registrada por duplicado en un libro que denominó Borradores de la Correspondencia al Virrey, (3)y que felizmente se conservó hasta nuestros días y por medio del cual se pueden conocer las vicisitudes de su gobierno. Dicho sea de paso esas vicisitudes son las mismas de todos los gobernadores anteriores. Al margen que los sueldos no llegaban nunca, el abandono y la desidia más absoluta por parte del Virreinato respecto de estos abandonados pueblos a la mano de Dios y prácticamente ofrecidos a quien quisiera ocuparse de tomarlos.

La lectura de estos borradores es un reiterado testimonio de la escasa atención a las distintas iniciativas y proyectos, de diversa índole, que Liniers pretendiera. Todo era aceptado pero no se realizaba absolutamente nada, ni aparecía un real ni dibujado. Todo era voluntarismo.

Liniers reclama en forma prioritaria atención a la defensa del territorio a la que consideraba inadecuada para controlar las incursiones que los portugueses realizaban periódicamente, consecuentes con su tradicional política expansionista.  Los lusitanos llevaban a cabo sorpresivas correrías en territorio español, asaltando a sus pobladores indefensos, arreando su ganado y llevándose en cautiverio a los indígenas que encontraban a su paso, y vendiéndolos como esclavos. En uno de los borradores de junio de 1803, un párrafo grafica perfectamente lo que ocurría. “Es imperioso tomar las más estrechas medidas para poner, al menos, nuestra costa occidental al abrigo de estas raterías.” La costa occidental es actualmente el territorio de nuestra provincia.

Cuando se hace el inventario del armamento que le entregara su sucesor, el ya mencionado Joaquín de Soria, se puede observar el estado de obsolescencia de las mismas. En Candelaria se registraron ciento sesenta armas de chispa, en Concepción setenta y cinco y en Yapeyú 218. Lo que daba en  un total de 453 armas de chispa para la defensa de todo el territorio. El problema radicaba que solamente cincuenta de ellas estaban en funcionamiento, entre pistolas de chispa (del vasco piztu-ola), arcabuces y mosquetes.  Lo demás servía solamente para ampliar la estadística y eventualmente para los desfiles, pero no para hacerle fuego a nadie.

Este tema de la carencia del armamento a fin de defender el territorio no fue atendido por el Virrey. En realidad ningún tema fue solucionado y todo quedó exactamente igual de calamitoso que antes de la llegada de Liniers. Lo mismo sucedió con el aspecto del estado sanitario de la población que fue uno de los de mayor preocupación y que mereció varios oficios clamando por alguna ayuda.

Otra de las preocupaciones sin resolver fue intentar evitar la vergonzosa explotación de los naturales en yerbatales y obrajes madereros y reclamaba al Virrey la aplicación de la ley vigente sobre el particular. “Por lo menos deberían gozar de los derechos que dimanan de nuestros principios y leyes fundamentales,  y de las particulares con que han sido favorecidos los demás indígenas de ambas Américas”.

Luego de casi tres años de ver como le aprobaban todos sus requerimientos y finalmente ninguno se llevaba a cabo. Poco antes de pedir su remoción y luego de veintiséis meses de no cobrar sueldo alguno,  Liniers presenta un plan, que hoy podríamos llamar de reforma agraria, y que el denomina “Sistema de un género de enfiteusis en las Misiones”.  Daría la impresión que pretendía establecer aggiornado el antiguo sistema aplicado por los jesuitas que tanta prosperidad trajo a las partes involucradas. Con algunas modificaciones en las denominaciones y algunos puntos más  en el canon por el pago del servicio por el dominio de la explotación de la tierra. En un extenso “Memorial al Rey” presenta su proyecto de enfiteusis, que por supuesto tampoco no prosperó.

“En esta etapa de su vida, tal vez la menos conocida de su azarosa existencia, Liniers demostró poseer un criterio moderno, completamente opuesto al que la metrópoli aplicaba a sus colonias en materia de economía, cuando sostenía nada menos que el libre comercio y propiciaba el reparto de tierras como único medio de evitar la explotación de los naturales y de obtener un desarrollo nacional de las riquezas agrícolas.” (4)

Finalmente es relevado de sus funciones el 3 de enero de 1804, y designado su sucesor, Don Bernardo de Velasco, pero lejos de mejorar su suerte, comenzaba la peor parte de esta fallida experiencia. En Itapuá contrató la sumaca Nuestra Señora del Pilar que lo llevaría de regreso  a el y a su familia hasta Buenos Aires.  Liniers era casado en segundas nupcias -su primera esposa fue Juana Úrsula Membielle- con María Martina de Sarratea, hija de Manuel de Sarratea, y lo había acompañado en su viaje como gobernador.

En ese viaje de regreso fallece su señora  María Martina de Sarratea, y a los pocos días fallece la hija recién nacida Francisca de Paula de Liniers. El viaje finaliza con el mismo sino  con que se había desarrollado su gestión de gobernador. Muy mal, viudo nuevamente y con más deudas que antes de comenzar.

Faltaba un par de años para llegar al más grato tiempo de las apasionadas relaciones amorosas con la Perichona y que diera comienzo a un período donde los hados se colocaron de su lado; pero solamente por algunos años hasta que nuevamente le soltaron la mano.

Observaciones y fuentes consultadas.

1. Para tener una idea de los acelerados cambios que se producían en los gobiernos virreinales de esos años.  En 1794 cuando el fallido negocio de las pastillas, el virrey era Nicolás de Arredondo 1789-1794), Luego vino Pedro Melo de Portugal y Vilela (1794-1797), luego Antonio Olaguer y Feliú (1797-1799), luego Gabriel de Avilés y del Fierro (1799-1801) y luego Joaquín del Pino (1801-1804). Entre el tema de las pastillas y la gobernación de las Misiones de Liniers, pasaron cinco virreyes. Ningún gobierno alcanzaba a durar tres años. Esta falta de continuidad ejecutiva siempre fue uno de los puntos débiles de la monarquía borbónica y coadyuvaron al comienzo de su derrumbe que se produce al poco tiempo.

1.- AGN. Virreinato.  Libro 32, folio 249. Titulo: Gobernador interino de los treinta Pueblos de Misiones Guaraníes y Tapes, expedida el 5 de noviembre de 1802.
2.- AGN. División Colonia. Gobierno. Borradores de correspondencia de Santiago de Liniers al Virrey del Río de la Plata. Sala IX.18.8.8.
3.-Bernardo Lozier Almazán, Liniers y su Tiempo. Emecé Editores, Buenos Aires,

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