CUANDO ROSAS LE SALVO LA VIDA A MITRE
Por: Roberto Antonio Lizarazu
Si bien es cierto que Juan Manuel de Rosas le llevaba algunos años a Bartolomé Mitre, veintiocho para ser precisos, ambos se conocieron en circunstancias providenciales para Mitre. Seguramente como lo narra él mismo, en “Mis Memorias y Escritos Sueltos” (1) si Rosas no lo hubiese encontrado casualmente, Mitre y su cabalgadura hubiesen muerto ahogados pretendiendo cruzar el Salado en época de creciente.
Rosas nace en Buenos Aires el 30 de marzo de 1793 y Mitre en el mismo sitio el 26 de junio de 1821. No fueron amigos ni parientes ni conocidos socialmente. No pertenecían a la misma generación. Sin embargo la casual circunstancia de haberse encontrados fue providencial para Mitre.
El que si era amigo de la familia Ortiz de Rozas, era el padre de Bartolomé, Ambrosio Mitre. En el verano de 1834, Ambrosio Mitre, lo envía a Bartolomé, de trece años de edad, a pasar el verano a la estancia El Rincón de López, propiedad de su amigo Gervasio Rozas, (quien a diferencia de su hermano menor Juan Manuel había conservado la z del apellido) y quien había comprado en 1830 la mencionada estancia a los hermanos Juan José y Nicolás Anchorena. Gervasio Rozas regenteaba esta estancia desde 1828 y la había comprado en 1830 por 164.000 pesos fuertes. Estaba ubicada en la margen derecha (costa sur) del Río Salado en lo que en ese momento era el Partido del Tuyú.
En cierta ocasión Gervasio Rozas lo mandó al joven Bartolomé con un recado para entregar en un puesto ubicado en la margen opuesta del Salado. A partir de este momento, transcribiré lo escrito por Mitre en el libro mencionado.
“Había llovido bastante y el río estaba algo crecido.”
“Yo no era baqueano en los pasos y buscaba el más aparente para vadearlo y ya iba a intentarlo por donde mejor me pareció, cuando surgió de improviso un jinete muy apuesto y muy bien aperado que me gritó.”
“Chiquilín, ¿Qué vas a hacer?”
“Voy a pasar el río, señor”
“Por ahí no, criatura; te vas a ahogar”
“Y agregó imperativo, dando espuelas a su caballo: Sígueme”.
“Yo le obedecí y anduvimos silenciosamente varias cuadras, costeando el río.”
“Este es el vado más seguro. Agárrate bien de las crines de tu caballo y anda tranquilo, pero fijate para no errarle en el regreso.”
“Gracias señor, le respondí.”
“¿Y como te llamas? Me preguntó entonces el providencial personaje.”
“Bartolomé Mitre señor, repliqué.”
“De donde eres.”
“De lo de don Gervasio Rozas.”
“Aja, decile a Gervasio, que dice su hermano Juan Manuel que no sea bárbaro, que no se envía a una criatura como vos a cruzar el Salado crecido sin mandarlo a la muerte.”
“Y dale recuerdos míos.”
“Serán dados, señor.”
“Así conocí a Juan Manuel de Rosas.”
Fuente: (1) Bartolomé Mitre, Mis Memorias y Escritos Sueltos, Publicado por el Museo Mitre en Editorial Coni, 1921, con motivo de los festejos del centenario del nacimiento de Mitre.
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