La publicación de estos apuntes sobre Historia Argentina, no tienen otra pretensión que prestar ayuda, tanto a estudiantes como a profesores de la materia en cuestión.

Muchos de ellos, simplemente son los apuntes confeccionados por el suscripto, para servir como ayuda memoria en las respectivas clases de los distintos temas que expusiera durante mi práctica en el Profesorado. Me daría por muy satisfecho si sirvieran a otras personas para ese objetivo.

Al finalizar cada apunte, o en el transcurso del mismo texto se puede encontrar la bibliografía correspondiente a los diferentes aspectos mencionados.

Al margen de ello invitaremos a personas que compartan esta metodología, a sumarse con nuevos apuntes de Historia Argentina.




Profesor Roberto Antonio Lizarazu

roberto.lizarazu@hotmail.com



sábado, 24 de marzo de 2012


ROQUE SAENZ PEÑA COMBATIENTE EN PERU


Por: Roberto Antonio Lizarazu

Al declararse la Guerra del Pacífico, o Guerra del Guano, que se produce ente 1879 y 1883, entre Chile,  que resultaría vencedor, y Perú y Bolivia, que perderían la guerra, en nuestro país, varios ciudadanos toman partido y participan de esa guerra. La gran mayoría de los argentinos participantes en esa contienda lo hacen en el bando peruano-boliviano y son originarios de Buenos Aires, pero también es verdad, cosa que nunca se menciona, que de las provincias cuyanas, son varios los argentinos que combatieron del lado chileno y algún día comentaré sobre ellos y su actuación.

Roque Sáenz Peña, nuestro futuro presidente entre 1910 y 1914,  casi inmediatamente después de graduarse de abogado y doctorarse en derecho,  viaja subrepticiamente a Perú para enrolarse en el ejército peruano ante un Llamado a la Solidaridad Continental, una solicitud pública de gran difusión en Buenos Aires que realiza el gobierno de Perú, requiriendo ayuda para combatir a Chile.

El propio Sáenz Peña aclara en declaraciones posteriores los motivos, para mi incomprensibles, qué lo llevaron a participar tan activamente en esa guerra entre naciones hermanas y así lo argumenta: “La causa del Perú y de Bolivia, enfrentadas a Chile, que codiciaba sus reservas de yodo y guano, es en estos momentos la causa de América y la causa de América es la causa de mi patria y de sus hijos.”  Inmediatamente exagerando agrega que “… mi propósito era convertirme en un simple soldado de la justicia y del derecho. He dejado mi patria para batirme a la sombra de la bandera peruana.”

Dejando de lado sus argumentos poco razonables, al intentar justificarse al inmiscuirse en un conflicto armado  entre tres naciones independientes, hermanas de nuestra nación y dos de ellas limítrofes, hay que reconocer que Roque Sáenz Peña hizo gala de un coraje digno de mejores circunstancias.

Ya enrolado en el ejército peruano, y habiéndosele otorgado el grado de Comandante (equivalente a nuestro Teniente Coronel), intervino destacadamente en la Batalla de San Francisco, que resultó en un categórico triunfo chileno. A esta batalla también se la conoce como Batalla de Dolores, según el origen del autor.  Luego en la de Tarapacá, que resultó a la postre en la única acción militar importante donde las fuerzas aliadas peruano-bolivianas se impusieran a las chilenas. En Tarapacá mereció por su notable proceder el ascenso a Coronel del ejército peruano. Se registra en el parte de batalla que redactara el General Juan Domingo Buendía y Noriega la siguiente mención: “En el momento de la batalla, encontrándose sin jefe la mitad del batallón de Guardias Nacionales, coloqué a su frente a mi primer ayudante, al Teniente Coronel Roque Sáenz Peña, quien lo condujo a la pelea con la más valerosa decisión y coraje.”
Esta heroica conducta se vio ratificada en Arica, que fue el próximo enfrentamiento y donde la suerte de la guerra comenzó a definirse inexorablemente. Arica en ese momento peruana, se encontraba bloqueada por mar y sitiada por tierra.  Sus defensores eran unos dos mil hombres y sus atacantes seis mil. La defensa aliada comandada por el Coronel Francisco Bolognesi Cervantes y el ataque por el Coronel Pedro Lagos Marchant. Roque Sáenz Peña participó como jefe del Batallón Iquique.

En Buenos Aires, con la mejor perspectiva que suele dar la distancia, hacía unos meses que ya se preveía el desenlace del enfrentamiento. Miguel Cané gran amigo de Sáenz Peña, es encomendado a viajar hasta Perú para intentar convencerlo de que regrese antes del previsible final. Cané lo encuentra luego de Tarapacá, donde Sáenz Peña había sido ascendido y donde habían obtenido el triunfo. Es posible que la visión de Sáenz Peña fuese diferente a la que existía en Buenos Aires y la que el mismo Cané observaba. Finalmente Sáenz Peña se queda respondiéndole que solo regresaría cuando finalice la contienda. Las circunstancias de la vida le concederán su deseo, pero antes deberá pasar por varios infortunios y algunos meses de prisión.

La batalla de Arica, como era previsible para cualquier observador imparcial, se resolvió de acuerdo a lo que se presumía, y fue el determinante de la finalización de la guerra. Después del categórico desastre de  Arica, que dura entre el 27 de mayo y el 7 de junio de 1880, cualquier cosa que se hiciese que no fuera trabajar para un rápido tratado de paz, era un disparate.

Finalizado el ataque a Arica, Sáenz Peña intenta escapar en compañía de otros oficiales peruanos como los Comandantes  De la Torre y Chocano;  y es perseguido por tropas chilenas al mando del  Capitán del 4º de Línea del ejército chileno, el Capitán Ricardo Silva Arriagada, quien tenía orden de ejecutar a los perseguidos.  Es tomado prisionero y se salva de ser ejecutado en el momento por intervención del Capitán Arriagada, quien nos deja en sus Memorias de la Campaña al Pacífico, un párrafo donde narra el instante de ser capturado nuestro futuro presidente.

Dice Arriagada en sus memorias: Don Roque Sáenz Peña sigue tranquilo, impasible; alguien me dice que es argentino; me fijo entonces más en él; es alto, lleva bigote y barba puntudita; su porte no es muy marcial, porque es algo gibado; representa unos 32 años; viste levita azul negra, como de marino; el cinturón, los tiros del sable, que no tiene encima del levita; pantalón borlón, de color un poco gris; botas granaderas y gorra, que mantiene militarmente. A primera vista se nota al hombre culto, de mundo. Más tarde entrego mis prisioneros a la Superioridad Militar, que los deposita, primero en la Aduana, y después los embarcan en el Itata.”

Llegado a Chile, Sáenz Peña es sometido a un Consejo de Guerra, se lo encuentra culpable, y se lo confina en una cárcel cerca de Santiago de Chile donde permanecerá seis meses.

Mientras tanto en Buenos Aires, su padre Luis Sáenz Peña, otros familiares y sus amigos interesan al gobierno argentino para lograr su libertad. La presidencia estaba ocupada por Nicolás Avellaneda quien se ocupó ante el embajador chileno y por correspondencia ante el presidente Aníbal Pinto Garmendia y regresa pocos días antes de que Avellaneda finalizara su período presidencial. Sáenz Peña regresa a Buenos Aires el 14 de septiembre de 1880 y el 12 de octubre asume Julio Argentino Roca.

Las circunstancias favorables que se dan para lograr la libertad de Sáenz Peña son notables y merecen ser comentadas para que observemos como el azar juega un papel preponderante en los hechos históricos. El presidente chileno es el doctor Aníbal Pinto Garmendia 1876-1881, es hijo de otro presidente chileno Francisco Antonio Pinto y de la argentina Luisa Garmendia Alurralde. Se casan en Buenos aires y el padrino del casamiento es Manuel Belgrano. A su vez, el propio Aníbal Pinto Garmendia había sido alumno de Juan Bautista Alberdi en el Colegio Argentino de Santiago, cuando Alberdi se encontraba exiliado en Chile. Son varias las notas que   recibe  pidiendo el perdón: de Avellaneda, de sus  familiares Garmendia Alurralde,  de su antiguo maestro Alberdi, y otras varias.  Pasados seis meses ya no se podía negar al perdón.

En noviembre de 1880, el nuevo Congreso  en voto unánime, le devuelve la ciudadanía argentina, que había perdido al incorporarse a un ejército extranjero.

A los pocos días de regresar, asume Roca y su Ministro de Relaciones Exteriores Bernardo de Irigoyen lo nombra en su cartera como Subsecretario. Así reinicia su carrera política la que luego de tres décadas lo llevará a su propia presidencia. 


Fuente: Diego Barros Arana. Historia General de Chile. Editorial Universitaria, Santiago de Chile 1998.
Por Internet se puede consultar la obra completa en Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. Biblioteca Americana. Ver Barros Arana, Diego.


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